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DEUDA EXTERNA ARGENTINA ON LINE
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Apoyar lo bueno y criticar lo malo, por Dante Augusto Palma (para "INFOnews" del 08-08-13
Desde esta columna muchas veces se advirtió a
los sectores no oficialistas que la estrategia de un oposicionismo
casquivano no era la receta adecuada para enfrentar al kirchnerismo, y
que no era mala idea retomar la estrategia discursiva del caprilismo en
Venezuela, esto es, aquella que lo presentaba como “superación” antes
que como “oposición”. Sin embargo, a juzgar por el desempeño de todo el
arco opositor frente al acuerdo con Chevron, la muchachada no ha
aprendido la lección pues los mismos que denunciaron que este gobierno
se había “chavizado” al momento de expropiar las acciones de Repsol,
ahora lo acusan de “vendepatria” y “cipayo”. Sin embargo, ha ganado
lugar en las últimas semanas una argucia retórica de esas que se
instalan, se repiten sin cesar y suelen pasar desapercibidas. Se ha
escuchado, entonces, a opositores que buscan presentarse como sensatos,
ante la pregunta presuntamente incisiva pero cómplice del periodista de
turno, dar una particular respuesta al interrogante “¿Usted cree que
todo lo que hace el Gobierno está mal?”. La respuesta en cuestión es
sencilla porque ni el más audaz podría suponer que todo lo que se ha
hecho en 10 años ha sido un error. Así, naturalmente, el opositor
responde: “No, no todo está mal. Nosotros vamos a apoyar lo que se hizo
bien y vamos a criticar lo que se hizo mal”.
Dicho esto, la pregunta que podría hacerse todo aquel espectador es:
¿habría algún político o, en su defecto, algún ser humano que pudiera
decir lo contrario? Imaginemos alguien que dijera: “Vamos a apoyar todo
lo que se hizo mal. Trataremos de profundizar los errores y llevarlos
hasta el extremo”; o un candidato que indicase: “Es verdad que se han
hecho muchas cosas bien pero como nosotros nos oponemos a estas
transformaciones por razones ideológicas vamos a realizar un giro de 180
grados en esas políticas”. En la Argentina todo puede pasar pero dudo
que algún candidato pudiera afirmar públicamente cosas así. De aquí que
quisiera volver a esa frase mágica capaz de abrir todas las puertas
superfluas y redundantes de quienes no tienen horror al vacío:
“Apoyaremos todo lo bueno y criticaremos todo lo malo”.
Hagamos, entonces, un juego, y planteemos una hipotética entrevista
con quien lleve como bandera a la victoria esa frase. Le pediré además,
en este ejercicio lúdico, que adoptemos el lugar de periodistas.
Preguntemos, en primer lugar, y ya que evidentemente existe un criterio
objetivo para determinar lo bueno y lo malo y que ese criterio no es
conocido por el Gobierno puesto que, de ser así, no habría hecho cosas
malas, ¿cuál es ese criterio? Puede que la pregunta sea difícil y genere
una perplejidad metafísica, o, algo peor, puede que de tan abstracta
genere respuestas del tipo “el criterio es el que determina la gente en
la calle”. Dado que esa respuesta no satisface nuestro interés
facilitemos las cosas al interpelado y digamos: “Más allá del criterio
en cuestión, el cual, quizá, sea difícil de explicitar, ¿cuáles son las
cosas concretas que se han hecho bien?”. Ante esta pregunta el referente
de la oposición deberá decir algo y seguramente indicará la cobertura
de casi la totalidad de los jubilados, la renegociación de la deuda con
un 75% de quita, la Asignación Universal por Hijo, el nombramiento de la
Corte Suprema, la duplicación del PBI en 10 años, el consumo interno,
los 5.000.000 de puestos de trabajo, la política de DD.HH., el aumento
del presupuesto educativo a un 6,47% del PBI y el plan
Conectar-Igualdad, entre otros. Nótese que traté de listar esos logros
que no dejan espacio para la crítica más allá de que varios candidatos
se encantan con el mantra del “Sí, pero”, y que he dejado de lado lo que
considero que han sido conquistas como la recuperación de los fondos
jubilatorios, YPF, y el fin de la independencia del BCRA, esa suerte de
Vaticano que, como un presente griego, se había heredado del modelo
neoliberal. Lo hice porque desde el paradigma liberal estas conquistas
pueden ser objetadas y quiero centrarme en aquellos aspectos
incontrovertibles. Aclarado esto, la pregunta es si el grupo de las
políticas acertadas puede pensarse como autónomo del grupo de decisiones
que la oposición pondría en la lista de “lo malo”. Seré más específico:
si no se hubiese tomado la decisión de acabar con la estafa de las AFJP
no se podrían haber recuperado esos fondos que hoy permiten cubrir cada
uno de los aciertos incontrovertibles antes mencionados (exceptuando,
claro está, el de la Corte Suprema y la política de los DD.HH., los
cuales no están directamente vinculados a los recursos). Algo similar
sucede con la política keynesiana que sin estar exenta de dificultades,
errores o ajustes pragmáticos, es la que explica la lista de lo “bueno” a
pesar de que muchos de los que aceptarían esa lista de bondades la
ubican como culpable de “lo malo”.
De esto no se sigue, claro está, que se deba pensar al kirchnerismo
como un bloque monolítico sin fisuras que se toma o se deja. Existen,
sin dudas, grandes lineamientos y políticas coherentes desarrolladas en
estos 10 años pero siempre hay margen para las tensiones y hasta las
contradicciones. Incluso podrían encontrarse políticas que dentro del
kirchnerismo han avanzado en cierta línea y luego virado, pero existe un
corpus más o menos coherente y sistémico de medidas y políticas que se
entrelazan y no es posible separar asépticamente.
Esto no es mérito exclusivo del proyecto kirchnerista sino que en
cualquier proyecto más o menos coherente las decisiones se entrelazan y
muchas políticas se encuentran vinculadas. En esta línea, y volviendo al
ejemplo dado anteriormente, si alguien está en contra de la
estatización de los fondos jubilatorios pero a favor de las políticas
impulsadas con esos recursos, deberá explicar de dónde obtendrá el
dinero si es que decide recrear el modelo de las AFJP. Probablemente
ofrezca el endeudamiento voluntario con los organismos de crédito lo
cual en el mediano plazo afectará el crecimiento del país, el porcentaje
del PBI que se da para la educación y las políticas en favor del
mercado interno. Esto, por supuesto, atentará, además, contra la
recuperación del empleo. Lo mismo sucedería con algunas recetas para
bajar la inflación: ¿hay que dejar de lado la maquinita de imprimir
billetes y enfriar la economía? Muy bien: ¿cuáles serían las
consecuencias que ello traería en el consumo, el trabajo y los sectores
más necesitados? Por último, las mismas preguntas podrían hacerse a
aquellos que afirman que hay que devaluar porque perdemos competitividad
sin explicar los conflictos sociales que ello podría traer aparejados.
Por supuesto que nada es tan lineal pero toda decisión en un área tiene
repercusiones en otras al menos de manera indirecta. Negar estos
vínculos es engañar al electorado o, lo que es peor, es carecer de una
mirada macro y totalizante de cómo funciona un Estado y obviar las
dificultades que tiene gobernar un país en el que no existe mesa de
negociación en la que todos puedan irse contentos.
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/08/08/politica-90917-apoyar-lo-bueno-y-criticar-lo-malo.php
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