Las
cosas por su nombre. No le digamos saqueos al robo sistemático y
organizado de bienes suntuosos. No comparemos estos incidentes con los
saqueos por hambre del 2001, cuando era comida lo que se llevaba la
gente de los comercios, la comida que no podían comprar porque no había
trabajo, no había plata, prácticamente no había Estado. No llamemos
simple reclamo salarial al acuartelamiento policial, cuando el que exige
tiene una 9mm. en la cintura y la posibilidad de liberar las ciudades
para que sean pasto de los delincuentes si no se cede a sus pedidos. Y
mucho menos cuando sabemos y pudo comprobarse que en diversos puntos del
país la misma policía acicateó y comandó estos asaltos y destrozos. No.
Llamemos a las cosas por su nombre.
Primero hay que decir algunas cosas. La policía, en Argentina, cobra (o
cobraba) mal. Muy mal. Poco, para el trabajo que realizan. ¿Era ésta la
metodología para obtener lo que querían? ¿El apriete, la extorsión,
abandonar a los ciudadanos a su suerte aun cuando ellos mismos
impulsaban los desmanes? No, seguramente debe haber otras vías de
reclamo, otras formas para obtener mejoras salariales. Difícilmente el
caos sea la única opción, a menos que lo único que se quiera sea caos. Y
hubo heridos y hubo muertos. De hecho en algunas provincias, mientras
escribo esto, recién se comienzan a encauzar los conflictos.
No nacimos ayer, si bien nuestra Democracia es joven e inexperta aun,
tenemos mucha experiencia en circunstancias adversas en nuestro país.
Podemos dar cátedra triste de golpes de estado, de intentos
desestabilizadores, de grupos y/o individuos que buscan y generan
disturbios con fines políticos y económicos, siempre infames,
cuentapropistas y criminales. Entonces, -y sumando lo aprendido de otros
lugares de Latinoamérica, como Ecuador, donde las fuerzas policiales
hace un tiempo intentaron voltear al gobierno de Correa-, hacemos
nuestra propias cuentas. Siempre para las mismas fechas se suceden los
mismos problemas: la casualidad no existe. Que seamos perseguidos no
significa que no nos estén siguiendo.
Ahora, es importante que las fuerzas de seguridad tengan sueldos dignos,
cosa que en 30 años de Democracia aun no se ha logrado completamente,
aunque algunas provincias, luego de estos lamentables hechos, ya han ido
mejorando notablemente los salarios. Como en Buenos Aires, por ejemplo,
que se elevó el básico a $8,570, casi el triple de lo que cobra un
maestro, aunque se vivieron momentos de tensión en ciudades como Mar del
Plata entre los mismos efectivos, cuando muchos querían aceptar la
decisión del Gobernador Scioli de aumento y otros querían seguir el
acuartelamiento exigiendo $12,500.
Y entre todo esto, la sociedad. No en el medio de esto, no en el medio
entre el Estado y las fuerzas policiales, porque todos somos parte de la
sociedad, todos la conformamos y construimos o destruimos.
Quizá, después de 30 años de Democracia ininterrumpida no mensuramos los
peligros de situaciones tan extremas, la delgada línea que se transita
cuando se promueve el caos y el desmadre. Quizá nos hayamos acostumbrado
tanto a la Democracia que olvidamos lo que costó conseguirla y no
atinamos a defenderla. Al menos muchos se olvidan, al menos muchos
parecen despreciarla. No todos, claro. Sino todo pasaría a mayores.
Pero es esa sociedad la que todavía estamos rearmando, esa sociedad que
aun está reestableciendo sus lazos solidarios pulverizados en la
dictadura, la que tiene el rol fundamental de defender lo avanzado, lo
logrado y de apostar todo, de poner todo en juego para no volver atrás,
nunca. Porque si señalamos con el dedo al otro, por su condición social,
si estigmatizamos a los que menos tienen, si nos creemos mejores que
los demás, no estamos defendiendo la Democracia por la que tantos y
tantas murieron, sino que estamos fertilizando el campo amargo donde
reverdecen cada tanto los brotes desestabilizadores de aquellos que
quieren volver al pasado, al país de pocos, para pocos. Y estas
circunstancias vividas, tan violentas, tan desgraciadas, nos ponen a
elegir qué queremos, y qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo. Los
sillones son cómodos, los controles remoto en la mano nos dan la
ilusión de creer que estamos informados, aun cuando no sepamos nada.
Pero es la participación, ponerse en el lugar del otro, mirar al costado
buscando al otro y no hacia abajo, es la responsabilidad que cada uno
de nosotros tiene que ejercer dependiendo del lugar que ocupemos, pero
responsabilidad que todos tenemos, la que nos hace libres. Porque nadie
puede ser feliz entre infelices, nadie puede ser libre entre quienes no
lo son. No caigamos en el facilismo, en señalar con horror las fallas y
no hacer nada por mejorar lo que está mal. Como Homero Simpson, en su
campaña política en Springfield para ser electo en un cargo municipal,
no usemos como slogan el “¿No podría hacerlo otro?”.
Las cosas por su nombre. Avancemos, sin aprietes ni extorsiones, leamos
la realidad tan cual sucede. La policía debe ganar bien, pero también
debe cumplir con lo que la sociedad a la que pertenecen les exige. Aun
en Democracia las policías provinciales conforman aparatos represivos,
desaparecen gente, matan villeros como perros todos los días. Son parte
activa de las redes de trata de personas, así como del narcotráfico y el
delito. Lo sabemos, ellos saben que lo sabemos. También hay efectivos
que honran la profesión que eligieron. También. Pero todavía la
Democracia no llegó a todas partes, porque aun la desigualdad es grande.
Pero la brecha se achica entre todos y todas. Las cosas no se
solucionan sin ser parte, sin poner el hombro y empujar el carro pesado y
cascoteado de la Democracia para adelante. Siempre para adelante. Ni un
paso atrás.
Fuente: María José Sánchez | 24baires.com
Publicado en:
http://www.24baires.com/opinion/36582-las-cosas-por-su-nombre/
3 comentarios:
Cristina ha venido fallando al NO enarbolar la bandera del socialismo y trabajar en pro-de las masas. Hasta Chávez la criticó en ese sentido.
Ojalá el pueblo salga finalmente beneficiado. Lo dudo sin una dirección que aglutine sus pasos y los encauce correctamente.
Don Luis Mondesí
http://luismondesi-conlalenguacalva.blogspot.com/
Yo le diría Luis que Cristina NO es socialista... es peronista y keynesiana. Si trabaja por las masas.
El problema en Argentina es que los que se dicen "socialistas" están en su mayoría objetivamente a la derecha de Cristina. El candidato presidencial "socialista" Hermes Binner dijo que entre Capriles y Chávez votaba por Capriles. Tengo un conocido trotskista que me dijo lo mismo con el argumento de que Chávez era "fascista"... Los socialistas argentinos son como Bandera Roja, el partido "socialista" del MUD
El periodista Eduardo Aliverti, que si reivindica al socialismo,y dice que a la izquierda de Cristina está "la pared", dio una vez una definición del kirchnerismo muy interesante. Aliverti dijo que el kirchnerismo es lo máximo que se puede lograr de un gobierno burgués... y un poco más. Que la magnitud de ese poco más siempre parece crecer. Y que el gobierno "está a la izquierda de la sociedad". Un gusto.
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