Los medios de comunicación hegemónicos, y buena parte de los economistas, explican el notable desempeño de la economía argentina desde 2003 por el “viento de cola” que la ha beneficiado. En estos discursos, la gestión de la política económica aparece como un obstáculo, y no como el determinante central de este sendero. Las luces se atribuyen al azar; las sombras, a la mano torpe de la política.
Nosotros, en cambio, consideramos que la explicación de este notable desempeño se encuentra en la profunda transformación que comenzó con la asunción de Néstor Kirchner como Presidente de la Nación. En aquel entonces iniciamos el tránsito del modelo neoliberal de apertura, liberalización financiera, primarización de la estructura productiva y retracción del Estado a un esquema de diversificación productiva con inclusión social y recuperación de las capacidades del Estado.
Néstor Kirchner y Cristina Fernández condujeron un proceso en el cual el Estado recuperó las riendas del proceso de desarrollo, implementando un amplio conjunto de políticas para mejorar las condiciones de vida de la población.
La política económica apuntó en esta etapa a crear las condiciones para un crecimiento económico fuerte y estable, que promoviera la inclusión social y la diversificación productiva, en un marco de mayor autonomía. Los pilares del modelo fueron:
i. Cuidar los dólares, para no depender de los préstamos del extranjero, y así recuperar la independencia económica.
ii. Cuidar las cuentas del sector público, para que el estado no tenga que pedir prestado, pudiendo romper los lazos de sujeción con los organismos financieros, y recuperando así la soberanía política a la hora de tomar decisiones.
iii. Estimular un rápido crecimiento, con creación de empleo y recuperación de los ingresos de la población, promoviendo la justicia social.
Por Araceli Di Pascua
(Continuará)
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