16 DE FEBRERO DE 2025
Por Nicolas Schamne
El derrumbe de la credibilidad presidencial es total. La magnitud del escándalo que envuelve a Javier Milei exige que tome licencia de inmediato hasta que se esclarezca su participación en lo que ya se perfila como una de las mayores estafas financieras recientes.
En las últimas horas, el presidente quedó en el ojo de la tormenta tras su implicación en un fraude vinculado a una criptomoneda. La creación de estos activos digitales no es ilegal, pero su valor depende enteramente de la confianza de los inversores. Y ahí es donde entra en juego el problema: el respaldo de Milei no fue casual, sino una estrategia para darle credibilidad a un activo que terminó desplomándose, dejando a cientos de damnificados con pérdidas millonarias. Se estima que los organizadores de esta maniobra delictiva lograron apropiarse de entre 80 y 150 millones de dólares en cuestión de horas.
El escándalo no es solo local: inversores de al menos 15 países confiaron en la palabra del presidente argentino. La magnitud de esta maniobra fraudulenta ya está bajo la lupa de organismos judiciales y financieros a nivel global, y es solo cuestión de tiempo para que se desencadenen investigaciones y posibles sanciones internacionales.
Si bien Milei ya había apoyado esquemas fraudulentos en el pasado, muchos esperaban que la responsabilidad del cargo lo llevara a actuar con mayor prudencia. Nada de eso ocurrió. Hoy su credibilidad está hecha trizas y el juicio político es una posibilidad concreta. Las denuncias en su contra pueden extenderse por meses, sumiendo al país en una crisis aún mayor.
El intento de minimizar el escándalo con acusaciones absurdas y ataques a la oposición es una estrategia insostenible. La realidad es que su mensaje en redes sociales, publicado apenas tres minutos después del lanzamiento de la criptomoneda, fue la llave que abrió la puerta a la estafa. Sin Milei, esto no hubiera sido posible. Con Milei, se consumó el delito.
El presidente Javier Milei no puede alegar ignorancia. Cuando recibió en Casa Rosada a Julian Peh, creador de $Libra y dueño de KIP Protocol, también estuvo presente su sponsor, Mauricio Novelli. Todo estaba calculado. La investigación del periodista Manu Jove revela que este esquema fraudulento no fue un error ni un hackeo: fue una operación planificada desde las más altas esferas del poder.
No es la primera vez. Milei ya había sido vinculado a CoinX y Cositorto, otros fraudes financieros de los que intentó despegarse. Pero esta vez el escándalo lo deja sin salida. Mientras habla de «Ficha Limpia», se financia en las sombras con estafas digitales. Si la Justicia funcionara como corresponde, ya estaría enfrentando un juicio político. ¿Cuánto más va a durar esta impunidad?
Milei sabía perfectamente lo que hacía. Le ofrecieron un negocio redondo: aprovechar su investidura para inflar el valor de un token asociado a su figura y luego dejar que colapsara, robándole a la gente más de 122 millones de dólares. Es CoinX 2.0, pero a una escala mayor. Su falso discurso contra «la casta» no fue más que una pantalla para encubrir su propia corrupción.
Pero esta vez, la comunidad financiera reaccionó. Las denuncias ya están en marcha y las consecuencias serán inevitables. Se vienen juicios en Argentina y el exterior, mientras el Congreso debe avanzar en su destitución. Milei no es víctima ni espectador: es el cerebro de un fraude que dejó a miles de personas en la ruina.
Por el bien del país, de sus instituciones y de la democracia, el presidente debe apartarse y permitir una investigación transparente. De lo contrario, la caída será aún más estrepitosa. Estamos ante el principio del fin de un gobierno que pasará a la historia por su ineptitud, su soberbia y, ahora, por su escándalo de corrupción más grave.
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