domingo, 3 de mayo de 2020
El dilema binario: el precio de la muerte, por Alejandro Marcó del Pont (para "El Tábano economista" del 30-04-20)
Si el costo de la muerte es más rentable, no hay que decidir entre preservar la vida evitando el contagio o paralizando la economía abriéndola.
Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont
El dilema entre salud y economía no posee ninguna lógica, aun así, el sistema a través de los comunicadores sociales está proponiendo un aislamiento más flexible, opuesto a los preceptos sanitarios. La idea de fondo que se discute es ponerle o no un precio a la muerte. Porque de eso precisamente se trata cuando se elige entre suavizar la paralización de la vida económica a costa de más infecciones o mantener el aislamiento de la economía para doblegar la curva de contagio. ¿Cuál es el propósito económico de esta insólita disputa?
Algo no parece estar en su lugar. Si el aislamiento social, preventivo y obligatorio es una medida excepcional con el fin de preservar la vida, su contraparte implicaría la extensión de un certificado de defunción al portador. En el caso de la Argentina el argumento por la flexibilización de la cuarentena intenta ser más cauteloso por el grado de aprobación presidencial, lo que inhibe un ataque directo. De todas maneras, la cadena de argumentos sufre un salto entre la disciplina social para lograr la preservación de la vida y la apertura económica para conservar los beneficios.
Entonces el eslabón perdido de la cadena parecería estar a la vista. Si se aísla a la gente, se la preserva del contagio y la muerte; si se le permite anticipadamente trabajar se pone en movimiento la economía, pero se activa el contagio y se multiplican las muertes. Este dilema binario, salud o muerte, ya fue probado en Estados Unidos, España e Italia con resultados nefastos; aun así se sigue insistiendo, quizás con algún matiz que oculte la verdadera intención.
Ya no se exige directamente la eliminación de la cuarentena por sus resultados revelados, sino que se la va dosificando en etapas: disciplina social, cuarentena inteligente, para terminar con crímenes proyectados. La primera parte, la disciplina social, ha sido un éxito; en cada país que aplicó el aislamiento que ha tenido, en apariencia, resultados exitosos, los países nórdicos, los asiáticos, algunos latinos, y la Argentina como una perla entre ellos. En todos ellos las cifras económicas son desalentadoras y alarmantes.
El desbarranco económico tiene preocupados a los gobiernos, pero sobre todo al establishment y al mercado de capitales. ¿Es hora de una cuarentena inteligente? ¿De qué constaría? Primero, antes de detallar la respuesta, debemos considerar que esta dependerá de a quiénes se consulte: si se busca a los expertos en epidemiología y en otras áreas de la salud, todos dirán un rotundo NO. Pero si se consulta a voceros de la economía concentrada y del sector productivo, entonces responderán SÍ, pero con precauciones.
¿Realmente los criterios son tan distintos para tomar esta decisión? ¿Bajo qué precauciones? Hay respuestas tan absurdas de pensar que algunos imaginan que “se podría recuperar la vida productiva y no la social”. Todos saben las consecuencias devastadores que está teniendo el párate económico para la actividad de cada nación, pero lo que se derrumba se puede reconstruir, y los muertos no resucitan, no hay un chip de inmunidad, no al menos hasta la vacuna.
¿Cuál sería la cuarentena inteligente? Algo así como un multiplicador de tareas. En principio se permiten bienes esenciales, determinados en un listado. Según el Cohete a la luna, de las mayores 200 empresas argentinas, 154 tiene distintos grados de funcionamiento. El problema es que la canasta de bienes esenciales se agranda cada vez más. Si yo permito que los camiones transiten, necesito gasolineras que funciones, mecánicos que los reparen, gomerías que las arreglen. Si hay mecánicos tiene que haber repuestos, y si hay gomerías tiene que haber productores de neumáticos, etc. Lo que lleva a liberar de manera que se multipliquen los funcionamientos, es condenar y derrochar lo actuado. La flexibilidad solo traerá nuevos contagios, nuevas muertes y nuevas cuarentenas, más estrictas. Terminará en crímenes proyectados.
Pero no respondimos el porqué de esta supuesta torpeza económica. El trabajo seguirá siendo el creador de la riqueza, el enfoque economicista de la crisis lo único que ha demostrado es que se trata de salvar el capital en nombre de salvar la economía. Lo que está en guerra es el diseño del sistema. El virus destruyó su normal funcionamiento. Trabajo, salarios, beneficios y deuda juegan el papel central.
La situación salarial y laboral fue descrita en el artículo anterior. La idea es reducir su salario, pero, además, no revisten la más mínima importancia para el capital. Padre e hijas recogiendo el cadáver de la madre en el estacionamiento de una maquiladora de Ciudad Juárez se convertirá en el paisaje de todos los días. ¿Cuánto cuesta morir por Electrolux? Unos 200 dólares, en una ciudad como Ciudad Juárez, México, con 1.3 millones de personas, donde más de 300 mil trabajan por ese salario; cuando recojan el cadáver habrá cuadras de gente esperando ocupar su lugar.
Quizás sea lo mejor. Nadie se atreve a decirlo, pero la idea de una cuarentena inteligente va emparentada con la selección natural. Se contagiarán los que se tengan que contagiar, y se morirán los abuelos que se tengan que morir, los pobres, los miserables. Menos aportes, menos ayuda social, menos impuestos que pagar, menos oferta laboral en un mercado desbordado de desempleados. ¿Les parece despreciable? ¿Están seguros? En el mundo mueren de hambre 24.000 personas por día, unas 8.700.000 al año, el 75% de ellos son niñas y niños. El coronavirus representa solo unos días de muerte por hambre, y para este último caso existe vacuna y nadie ha hecho nada, ¿por qué se preocuparían por un trabajador que se infecta con covid-19 yendo a trabajar?
La vuelta a la actividad es crucial para el mercado, la cura de la pandemia es el endeudamiento. General Motors suspendió el pago de dividendos y el programa de recompra de acciones para renegociar su deuda de 3.600 millones con los bancos, que vence 2022. Imagine las pequeñas empresas que hicieron lo mismo, autocompraron sus acciones para inflar sus ganancias y distribuir mayores beneficios entre sus accionistas. Ninguna de ellas podrá afrontar los pagos por deuda, la quiebra o el rescate estatal serán su solución, pero en medio, bancos, fondos de inversión, se resentirán, por lo que volver a producir y mostrar esta realidad, nos hará más estatistas, si tal solución nos arropa.
Al igual que en la crisis del 2007/2008, las grandes fondos están fluyendo al sistema financiero. Las cuatro mayores entidades norteamericanas, JP Morgan, Bank of America, Citigroup y Wells Fargo, han invertido cada una más de 10 000 millones de dólares solo en el 2019 en el sector del fracking petrolero, ¿que creen que pasará con ellas?. El sistema funciona con deuda, burbuja de activos y diferencias salarial. Lo demás, no importa.
Una renta universal pondría un manto de tranquilidad al trabajo, aunque en indonesia, se ofertó una renta de U$S 165 dólares al mes y se inscribieron 22 millones de personas. ¿Cuanto crees que la solicitarán en Argentina, Brasil o México? El Estado ausente tendrá que comenzar a hacer su trabajo. Las industrias que recibieron subsidios o desgravaciones fiscales con dinero público deberían garantizar suministros a precios bajos. No dilapidemos logros sociales de la cuarentena. Ya sabemos que el precio de los muertos, muchos creen es de tan sólo U$S 200.
Publicado en:
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2020/04/28/el-dilema-binario-el-precio-de-la-muerte/amp/?__twitter_impression=true
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