En los próximos capítulos repasaremos
algunos de los tópicos más notables del pensamiento de Perón, que inspiraron su
política internacional en sus primeros gobiernos, y que volvieron a ser
desarrollados con amplitud y valentía en su vejez, a despecho del torpe mito
del ‘viejo gagá’ claudicante frente a las presiones de la derecha.
En este terreno, no hay diferencia alguna
en las líneas fundamentales del pensamiento y la acción política de Perón a
través de las décadas, y esto es lo que me propongo demostrar. Una total
coherencia une al joven Perón y al viejo Perón. Con distintas palabras y énfasis diversos, siempre sostuvo lo mismo, porque fue tal vez el político
antiimperialista más coherente que conoció América Latina, mucho más que
los políticos comunistas, declamativamente antiimperialistas, pero que en
realidad respondían a uno de los dos imperialismos de entonces.
Perón fue antiimperialista porque
comprendió que el problema argentino irresuelto era lo que los marxistas
conocen como ‘cuestión nacional’. En su libro ‘Conducción política’ reflexiona
que el peronismo tuvo el acierto de identificar los tres ejes principales de la
política argentina: independencia económica, soberanía política y justicia
social. Fue tan atinada esta definición –sostiene- que hasta los partidos de oposición
se vieron obligados a asumirla. Las dos primeras consignas reflejan
directamente la ‘cuestión nacional’. Argentina no era un país económicamente
independiente sino una colonia inglesa. Toda su estructura económica,
instituciones financieras y sectores productivos estaban subordinados a los
intereses ingleses y en manos de los ingleses, con la sociedad de la oligarquía
argentina. Por ese mismo motivo, tampoco existía la soberanía política, ya que
las políticas del país estaban subordinadas a los intereses estratégicos de
Inglaterra. No vamos a repasar esta verdad histórica harto conocida, pues ya se
ha hablado y escrito sobradamente al respecto, desde la denuncias de Lisandro
de la Torre hasta la prédica de los forjistas Jauretche y Scalabrini Ortiz en
que abrevó Perón.
La incapacidad de la izquierda ‘socialista
y comunista’ argentina para comprender la cuestión nacional ha sido uno de los
motivos de su incomprensión histórica del peronismo, a diferencia de los
teóricos de la llamada ‘izquierda nacional’, que supieron discernir lo que ese
movimiento representaba. La cuestión nacional, omitida en el Manifiesto
Comunista, fue abordada de manera fragmentaria por Marx en sus estudios y
corresponencia sobre Irlanda, donde sugiere la progresividad de la afirmación
nacional en los países oprimidos y esboza la idea de que la opresión de otros
pueblos consolidaba la dominación burguesa en Inglaterra y favorecía la
domesticación del proletariado, al mejorar su situación a expensas del
sufrimiento descargado en las colonias. Más tarde, es Lenin quien, en sus
estudios sobre el imperialismo, reanuda el examen de la cuestión nacional,
diferenciando el nacionalismo reaccionario de los países centrales del
nacionalismo progresivo de los países coloniales, cuya tarea prioritaria es
desembarazarse de la opresión de sus metrópolis. Recuerda Jorge Abelardo Ramos,
en su interesantísima ‘Historia de la Nación Latinoamericana’, que en el
Congreso de Stuttgart de 1907, Lenin observa azorado cómo muchos de los
representantes europeos del movimiento socialista apoyaban el colonialismo
europeo. ‘El vasto poder colonial ha llevado en parte al proletariado europeo a
una situación por la que no es su trabajo el que sostiene a toda la sociedad,
sino el trabajo de los nativos totalmente sojuzgados de las colonias’, escribe.
Advierte que hay delegados ‘socialistas’ en favor del colonialismo con
argumentos tales como ‘los proletarios europeos necesitan los recursos
naturales de las colonias’, la explotación de los nativos ‘alivia la situación’
de los obreros europeos, la política colonial puede hacer una ‘obra de
civilización’ en los países ‘incivilizados’, las colonias son necesarias para
dar salida a ‘la superpoblación’ europea, etcétera, etcétera. Eran socialistas
‘a lo Rudyard Kipling’… Capitalistas y socialistas, rubios por igual,
coincidían, pues, en exprimir a las colonias de piel oscura del mundo en su
común beneficio. Frente a tales posturas, Lenin postulaba la liberación del
colonialismo como un paso progresivo fundamental en los países oprimidos. Así
lo entendió también Trotsky en su exilio mejicano, donde escribió, inspirado
por la realidad de Latinoamérica: ‘las luchas de estos pueblos oprimidos por la
unidad y la independencia nacional tiene un doble carácter progresivo, pues, por un lado, prepara condiciones
favorables de desarrollo para su propio uso, y por otro, asesta rudos golpes al
imperialismo. De dónde se deduce, en parte, que, en una guerra entre la
república democrática imperialista civilizada y la monarquía bárbara y atrasada
de un país colonial, los socialistas
deben estar enteramente del lado del país oprimido, a pesar de ser
monárquico, y en contra del país
opresor, por más democrático que sea”.
Esto que claramente veían Lenin y Trotsky,
no lo supieron ver en su momentos los socialistas y comunistas argentinos. Los
primeros, inspirados por las doctrinas europeístas de Juan B.Justo, hicieron un
socialismo ‘librecambista’ para inmigrantes europeos, y los segundos
subordinaron su política a los intereses de Moscú. Juan B. Justo creía que el
librecambio favorecía al proletariado al reducir los precios de los artículos
de consumo; de allí que el proteccionista Lisandro de la Torre lo describiera
magistralmente como “un Lenin de la tarifa de avalúos”… Socialistas y
comunistas contemplaron espantados la emergencia de los ‘cabecitas negras’, que
no eran obreros europeos disciplinados y de overoles impecables, sino indios,
rotosos y sucios, que se mojaban las patas en las fuentes de la Plaza de Mayo.
Entre tantas tonterías del socialismo ‘positivista’ argentino, Juan B. Justo
creía, como los social-colonialistas europeos, que el colonialismo cumplía un
papel ‘civilizador’. Un connotado escritor de izquierda, Álvaro Yunque –autor
de libros estimables cuando el liberalismo de izquierda no lo cegaba- llegó a
cantar loas a la Guerra del Pataguay en una biografía sobre Leandro Alem,
sosteniendo que el genocida Mitre representaba en esa guerra el elemento
civilizador y progresivo, de acuerdo a un mal entendido ‘marxismo’ de
inmigrantes. Gran progreso el que llevaron al Paraguay, al masacrar a casi toda
su población masculina adulta para someterlo a la hegemonía de Inglaterra…
Al abordar la emancipación del coloniaje
como el punto central de su acción política y al enfrentarse valientemente con
el imperialismo inglés, y más tarde yanqui, Perón se convirtió en el
aglutinante del movimiento nacional argentino, y ello representa su mayor
grandeza, por más que algunos intenten retacearle méritos sosteniendo que no
fue siempre consecuente en su lucha por
la Liberación Nacional. Si alguna vez no fue consecuente, no hubo nadie más
consecuente que él por éstas latitudes.
Perón no se limitó a declamar el
antiimperialismo, sino que fue un
empeñoso creador de posiciones políticas y diplomáticas permanentes
destinadas a preservar la independencia nacional, tales como:
·
Nacionalismo político y económico,
sostenido en un Proyecto de Nación que al final de su vida se expresó en su
testamento político, bautizada por él como el ‘Modelo Argentino’. Ya hemos
visto que ese proyecto se basaba en la alianza de clases, la industrialización,
la Justicia Social, la función social de la propiedad, la reafirmación de la
identidad nacional y cultural, la intervención del Estado en la economía, la
nacionalización de los sectores económicos estratégicos, la Planificación
racional, el proteccionismo yfomento de la producción local, la expansión del
mercado interno, etc, aspectos todos manifestados en sus políticas
económio-sociales;
·
Latinoamericanismo: Perón fue pionero
de la idea de unidad continental, ocupando en ese aspecto u lugar de honor en
la línea de Bolívar, San Martín y Monteagudo;
·
Tercera Posición: sostenida desde el
final de la Segunda Guerra Mundial para afrontar el reparto imperialista del
mundo en Yalta.Esta postura señera anticipó en décadas el surgimiento del
Movimiento de Países No Alineados. También fue un precedente de las posiciones
de Mao y otros líderes tercermundistas;
·
Universalismo para la Liberación:
Perón anticipó la ‘globalización’, sosteniendo que este proceso sólo podría
realizarse por los imperialismos para su propio beneficio, o por los pueblos
para resistir su dominación;
Éstas líneas políticas representan otros
tantos esfuerzos estratégicamente concebidos para articular resguardos frente
al imperialismo […]”
Texto tomado de: Javier Garín: “El último
Perón. 40 años después”, Editorial Dunken, Buenos Aires, 2014, Pags. 157 a 160
(Capítulo 17 casi íntegro).
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