Más que vergüenza, dan un poco de lástima. Y bronca. Periodistas que presionan a políticos para que sean opositores tan rabiosos como son ellos. Lástima, porque en la desesperación en que están envueltos, no conservan siquiera un poco de compostura o sutileza. Y bronca, porque disfrazados de periodistas actúan como operadores de intereses que están en contra de los nacionales. Más allá de ellos, YPF volverá a ser una empresa que lleve las riendas del desarrollo del país. Una acción simbólica y material. El debate en la Cámara de Diputados exalta y emociona. Escuchar a diputados de fuerzas opositoras defender con vehemencia la medida promete un futuro de más recuperación. Y los pocos que se oponen, los que tiran tarascones, los que amenazan con catástrofes impensables, los que auguran desinversión y aislamiento, quedarán, como nunca, en la más absoluta soledad. Y está bien que así sea, porque el país que ellos quieren es tan chiquito, que casi no necesita habitantes. Mientras mascullan su odio transmutado en posición política, miles y miles festejan en los alrededores del Congreso, con el orgullo de tener un Estado que impulsa un país cada vez más grande.
En esto sí puede hablarse de buenos y malos. Ojo, también de oportunistas. Porque no todos los opositores que votaron a favor del proyecto de expropiación de una parte de las acciones de Repsol en YPF lo hicieron con verdadero convencimiento. Quizá algunos no tuvieron la valentía ni la habilidad suficiente para defender una posición contraria; otros, para no quedar tan en evidencia; tal vez están pensando en posicionarse para las elecciones legislativas del año que viene. No son muchos, pero se nota quiénes son. Por suerte –aunque no sólo por eso- la mayoría apoya la medida con convicción. Y los números saltan a la vista: 207 diputados –más uno que se equivocó de botón- aprobaron en general el proyecto que pronto será ley. Mientras tanto, YPF ya está comenzando a liderar la producción de combustible y avanzar en donde nunca deberíamos haber retrocedido. El diputado Oscar Aguad llama chantaje emocional a este momento histórico. Duele bastante. Claro, lo que representa ese mal exponente del radicalismo está muy lejos de lo emocional y más cerca del chantaje de las grandes corporaciones, que también quieren recuperar lo que han perdido en estos años. Desesperados porque advierten que la política está gobernando nuevamente, no sólo en el oficialismo sino en otras fuerzas políticas, que parecen haber comprendido lo que es actuar en beneficio del bien común.
Uno se siente más grande, con la autoestima en vías de recuperación, que es lo que prometió Kirchner allá por 2003. Para algunos es más fácil engrosar sus arcas ante un pueblo derrotado, de rodillas, suplicante, lloroso y angustiado. Y están los esbirros que tratan de convencernos de ser dóciles con los poderes fácticos; mercenarios que esgrimen sus plumas como si fueran espadas envenenadas; representantes que dicen defender los intereses del país cuando, en realidad, están alineados con los de los innombrables que ya empiezan a tener nombre. Con sus reprimendas al Gobierno Nacional por las medidas tomadas para recuperar la soberanía energética, con los retos a los políticos de la oposición que abandonaron el sentido común de la obediencia debida, con la defensa de los intereses de los buitres internacionales, dan ganas de echarlos. Pero no hace falta porque ya están en retirada.
En todo hay una actitud común, pautada, insistente para defender el interés de los ajenos. Ya no disimulan. Si la embajadora en Londres, Alicia Castro, defiende la soberanía nacional ante el canciller británico está ofendiendo al león en decadencia y amenaza a los indefensos malvinenses. Si se recupera YPF, se ataca a los intereses españoles. Si se pone el eje en la producción y la re distribución, se deja sin negocios a los amados buitres del capital financiero especulativo. Siempre se muestran a favor de los que nos quieren dañar. Mucha paciencia tenemos con estos exponentes. Y Aguad insulta a casi todos con la canallada del chantaje emocional. Y Carrió con amenazas de futuras muertes y Prat Gay con vaya a saber qué.
Del otro lado –de este- hubo intervenciones sublimes, inolvidables. Fernando Pino Solanas manifestó que “este es un paso importante para recuperar la soberanía energética y también la renta”. O Martín Sabatella que, exaltado, declaró que “estamos construyendo una democracia del pueblo, para el pueblo y no para las corporaciones”. Y el cierre del jefe de la bancada del FPV, Agustín Rossi que, a pesar de algunos problemas en su dicción, tuvo la potencia suficiente para convertirse en un broche de oro para estas jornadas históricas.
Y ella, artífice de todo esto, la que demuestra la capacidad indiscutible de tomar la iniciativa política, no sólo para transformar nuestro país sino para ser un faro en el resto del mundo, también habla. ¡Y cómo! En sus palabras demuestra que no hay laureles donde dormirse, pues cada paso es el inicio de otro. "La recuperación de Yacimientos Petrolíferos Federales nos va a exigir un gran desafío” –destacó- para que “volver a producir en la Nación, sea un negocio". Para no perder la costumbre de emocionar, destacó que "lo más importante es que la bandera argentina no se vuelva a bajar en nuestra patria". Uno de los grandes tópicos que quedó en evidencia en estos días es la oposición entre empresas privadas y Estado. En ese sentido, CFK afirmó que "es mentira que los intereses de una empresa privada no pueden estar alineados con los de un país", siempre y cuando tengan el debido control del Estado. "Cuando se hace más hincapié en la renta financiera es cuando se caen los países y lo que pasó en 2008" agregó.
Otro de los grandes temas que surgieron en estos días es el cambio de visión que se tiene ahora del rol del Estado respecto de los infames noventa. "Muchas veces las cabezas tuvieron un formateo durante los años de la convertibilidad –señaló- y las cosas cambian y uno debe cambiar con ellos, adaptarse a las modificaciones de los tiempos y hacerles frente”. Para continuar con las transformaciones, La Presidenta aseguró que no permitirán “que los fondos buitres vuelvan a poner las garras ni sobre nuestro país ni sobre nuestras empresas”. Infaltable y necesario, Cristina resaltó la figura del ex presidente Néstor Kirchner, a quien agradeció por recuperar el país "en momentos en que no sólo las empresas argentinas, sino el país, estaba asediado por fondos buitres".
No está de más decir que todavía falta mucho. Tantos son los carroñeros que ni nos podemos dar el lujo de descansar unos momentos a la sombra de un arbolito. Con el país que tenemos no deberíamos tener un solo pobre. Y todavía hay mucho más que uno. Por eso debemos seguir avanzando, integrando, recuperando, creciendo, inaugurando. Para eso – y de una vez por todas- debemos ignorar esas voces malintencionadas que pretenden mostrarse como neutrales, aunque ya no lo logran. Si hubo pobres en nuestro país fue por la excesiva concentración de la riqueza; si disminuyó el índice de pobreza es porque hubo crecimiento y redistribución; lo que falta es desconcentrar y domesticar. Voluntad política es lo que sobra para lograr ese objetivo. Y si hablamos de fuerza, el 54 por ciento de octubre ya se queda corto, porque somos muchos más los que estamos de este lado. Y si de leyes se trata, también está la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que de aplicarse con el rigor de su letra, desterraría para siempre a los voceros de un modelo económico que nos dejó al borde de la destrucción. Quedan solamente los colonizados, los que aplauden cada titular mentiroso, los que se indignan con una confusa denuncia, los que se convencen con un videíto inconsistente. Esos no entienden ni entenderán nunca, pero son tan poquitos que ni vale la pena tenerlos en cuenta.
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