Miradas al Sur. Año 5. Edición número 228. Domingo 30 de
septiembre de 2012
Por
Jorge Giles
Estamos todos avisados. La derecha está en operaciones. En
América latina y en el mundo entero.
Saquea y reprime en España, Portugal y Grecia. Golpeó en Honduras, Ecuador y Paraguay. Atenta en Colombia y Venezuela. Amenaza en Brasil, Uruguay y en la Argentina.
Para ser más claro: los caceroleros que hoy protestan contra Cristina, los que amenazan de muerte a Guillermo Moreno y los que dieron vergüenza con sus preguntas en Harvard, esa mezcla de derecha organizada y pavotes útiles, conscientes o inconscientemente son parte de la operación y cómplices de la asociación ilícita de la banda de espías conducida por el Tata Yofre e integrada por el periodista de La Nación Carlos Pagni y por ex servicios de inteligencia devenidos en fisgones de intimidades ajenas.
La nave insignia de esta flota destituyente sigue siendo el Grupo Clarín. Y han puesto proa contra la Justicia y contra la democracia, negándose a cumplir con la ley de medios el próximo 7 de diciembre.
El 7/D que le dicen.
Esta vez, con todas las máscaras caídas, no hay lugar para el análisis psicologista y bien intencionado por comprender “el enojo” de una “clase media”, que no es tal.
Es tan funcional a esa derecha caer en el juego de la provocación violenta, como ser paternalista y compasivo con los violentos que se manifiestan.
La clase media, sin comillas ni entreveros sociológicos, sino con buena leche en serio, se siente parte de este proyecto de país que lidera Cristina.
A ver si nos entendemos.
El consumo de las mayorías, todo bien. Con el turismo, los restaurantes a pleno, los comercios de prendas a lleno, las escapadas al exterior y al interior, los créditos para viviendas y la creciente venta de herramientas y maquinarias para la producción; es lo que compartimos, con sus desniveles, entre todos los sectores sociales.
Los laburantes, los empresarios, todos.
Pero la que consume un poquito y algo más, es nuestra orgullosa clase media.
La que llena teatros y cines, la que defiende los derechos humanos y la escuela pública y la Universidad nacional.
Magneto advirtió este dato y por eso va por ella. La seduce, la babosea, la invita a comer, a bailar y a mirar TN día y noche. Y la llena de miedos.
Pero así como dispara a granel, la derecha tiene blancos selectivos.
Alguna vez fue Miguel Miranda, otra fue José Ber Gelbard y otra, Bernardo Grinspun.
Esta vez es Guillermo Moreno la presa elegida para disparar a mansalva.
Sólo que esta vez no podrán. Hay suficiente hilo en el carretel nacional y popular.
Piedra libre, Clarín.
Esa derecha, mientras no tenga partidos serios y representativos, está en problemas, imposibles de resolver en un país que asumió para siempre su vigencia democrática.
Tendrían que tumbar las instituciones republicanas, incendiar las praderas, llenar las calles de cacerolas violentas, golpear las puertas de los cuarteles hoy desiertos de golpistas, desatar rebeliones a favor del dólar libre y el enfriamiento de la economía.
No les duele la inflación ni la inseguridad ni la falta de conferencias de prensa.
Les duele la mayor igualdad e inclusión social.
La cercanía irremediable del 7/D desató la contraofensiva.
Vale repasar lo que venimos diciendo desde que nos liberamos del cepo informativo que ejerció Clarín durante medio siglo: el monopolio de Magneto no es la expresión mediática del viejo poder económico concentrado; es el mismo viejo poder envuelto en papel prensa.
Y este gobierno les dijo, nones.
A ellos, a Moyano, a los patrones rurales de Biolcati y Buzzi, al Alca, al FMI y a todo aquel que arriesgue desconocer la patria soberana que recuperamos desde el 2003.
Cristina, con altura de estadista, viene de clavar la pica allí donde debía: en la capital de la última potencia imperialista. Habló en la ONU, en la Universidad de Georgetown, en Harvard y en todo lugar donde pudo hacerlo, para reafirmar el rumbo que construye esta Argentina.
Fue el mismo mensaje para colonialistas y colonizados.
La raya está trazada.
“Entre esos tipos y yo hay algo personal”, diría el Nano Serrat manifestando con los indignados en Madrid y en Barcelona.
Después están los otros, los que se rasgan las vestiduras con aires de centristas. A ellos habrá que decirles que si el kirchnerismo hubiese entrado en el juego de la confrontación, este país volaría por el aire. Y que si reina la paz social es precisamente porque el medio, el centro, el eje de esta ecuación es el kirchnerismo que no pisa el palito de la provocación.
Saber quién es quién en esta etapa es una conquista revolucionaria para una sociedad como la nuestra, que venía fatigada de repetir ese eterno ciclo entre rebeldía y resignación.
Ahora sabemos quién es Magneto. Sabemos quiénes son los genocidas militares y civiles.
Sabemos quiénes son los intereses que mueven los cacerolazos.
Y eso sirve para que la democracia actúe como debe hacerlo.
Esta verdad, casi de Perogrullo, tendría que evitarnos caer en esa actitud contemplativa sobre las fuerzas oscuras que se mueven.
Que nadie tema nada, porque endurecer la bondad no es actuar en espejo con los violentos. Es caracterizar correctamente la realidad. Es saber que no hay rebelión de “la clase media”. Hay rebelión ilegal del monopolio mediático y de la infantería de espías y tahúres que agitan las aguas para ver si pescan algo.
¿Cuál es la táctica y la estrategia a seguir por los sectores democráticos?
Ésa es la reflexión que nos corresponde hacer a todos.
Deberíamos empezar por evitar la fragmentación en cualquier análisis de coyuntura; porque cuando en tiempo y espacio se juntan diez factores a la vez, ya no hay casualidades, sino causalidades.
No hay espontaneísmos. Hay una operación de agitación en marcha. Atacan para defenderse. Pero están en retirada. Y eso hay que saberlo apreciar responsablemente.
Es otro hito en 200 años de historia: el proyecto nacional y popular avanza con el poder del Estado, lo sabe gestionar y utilizar como corresponde, tiene un liderazgo claro en Cristina y cuenta con el pueblo.
Que es lo mejor que tenemos.
Saquea y reprime en España, Portugal y Grecia. Golpeó en Honduras, Ecuador y Paraguay. Atenta en Colombia y Venezuela. Amenaza en Brasil, Uruguay y en la Argentina.
Para ser más claro: los caceroleros que hoy protestan contra Cristina, los que amenazan de muerte a Guillermo Moreno y los que dieron vergüenza con sus preguntas en Harvard, esa mezcla de derecha organizada y pavotes útiles, conscientes o inconscientemente son parte de la operación y cómplices de la asociación ilícita de la banda de espías conducida por el Tata Yofre e integrada por el periodista de La Nación Carlos Pagni y por ex servicios de inteligencia devenidos en fisgones de intimidades ajenas.
La nave insignia de esta flota destituyente sigue siendo el Grupo Clarín. Y han puesto proa contra la Justicia y contra la democracia, negándose a cumplir con la ley de medios el próximo 7 de diciembre.
El 7/D que le dicen.
Esta vez, con todas las máscaras caídas, no hay lugar para el análisis psicologista y bien intencionado por comprender “el enojo” de una “clase media”, que no es tal.
Es tan funcional a esa derecha caer en el juego de la provocación violenta, como ser paternalista y compasivo con los violentos que se manifiestan.
La clase media, sin comillas ni entreveros sociológicos, sino con buena leche en serio, se siente parte de este proyecto de país que lidera Cristina.
A ver si nos entendemos.
El consumo de las mayorías, todo bien. Con el turismo, los restaurantes a pleno, los comercios de prendas a lleno, las escapadas al exterior y al interior, los créditos para viviendas y la creciente venta de herramientas y maquinarias para la producción; es lo que compartimos, con sus desniveles, entre todos los sectores sociales.
Los laburantes, los empresarios, todos.
Pero la que consume un poquito y algo más, es nuestra orgullosa clase media.
La que llena teatros y cines, la que defiende los derechos humanos y la escuela pública y la Universidad nacional.
Magneto advirtió este dato y por eso va por ella. La seduce, la babosea, la invita a comer, a bailar y a mirar TN día y noche. Y la llena de miedos.
Pero así como dispara a granel, la derecha tiene blancos selectivos.
Alguna vez fue Miguel Miranda, otra fue José Ber Gelbard y otra, Bernardo Grinspun.
Esta vez es Guillermo Moreno la presa elegida para disparar a mansalva.
Sólo que esta vez no podrán. Hay suficiente hilo en el carretel nacional y popular.
Piedra libre, Clarín.
Esa derecha, mientras no tenga partidos serios y representativos, está en problemas, imposibles de resolver en un país que asumió para siempre su vigencia democrática.
Tendrían que tumbar las instituciones republicanas, incendiar las praderas, llenar las calles de cacerolas violentas, golpear las puertas de los cuarteles hoy desiertos de golpistas, desatar rebeliones a favor del dólar libre y el enfriamiento de la economía.
No les duele la inflación ni la inseguridad ni la falta de conferencias de prensa.
Les duele la mayor igualdad e inclusión social.
La cercanía irremediable del 7/D desató la contraofensiva.
Vale repasar lo que venimos diciendo desde que nos liberamos del cepo informativo que ejerció Clarín durante medio siglo: el monopolio de Magneto no es la expresión mediática del viejo poder económico concentrado; es el mismo viejo poder envuelto en papel prensa.
Y este gobierno les dijo, nones.
A ellos, a Moyano, a los patrones rurales de Biolcati y Buzzi, al Alca, al FMI y a todo aquel que arriesgue desconocer la patria soberana que recuperamos desde el 2003.
Cristina, con altura de estadista, viene de clavar la pica allí donde debía: en la capital de la última potencia imperialista. Habló en la ONU, en la Universidad de Georgetown, en Harvard y en todo lugar donde pudo hacerlo, para reafirmar el rumbo que construye esta Argentina.
Fue el mismo mensaje para colonialistas y colonizados.
La raya está trazada.
“Entre esos tipos y yo hay algo personal”, diría el Nano Serrat manifestando con los indignados en Madrid y en Barcelona.
Después están los otros, los que se rasgan las vestiduras con aires de centristas. A ellos habrá que decirles que si el kirchnerismo hubiese entrado en el juego de la confrontación, este país volaría por el aire. Y que si reina la paz social es precisamente porque el medio, el centro, el eje de esta ecuación es el kirchnerismo que no pisa el palito de la provocación.
Saber quién es quién en esta etapa es una conquista revolucionaria para una sociedad como la nuestra, que venía fatigada de repetir ese eterno ciclo entre rebeldía y resignación.
Ahora sabemos quién es Magneto. Sabemos quiénes son los genocidas militares y civiles.
Sabemos quiénes son los intereses que mueven los cacerolazos.
Y eso sirve para que la democracia actúe como debe hacerlo.
Esta verdad, casi de Perogrullo, tendría que evitarnos caer en esa actitud contemplativa sobre las fuerzas oscuras que se mueven.
Que nadie tema nada, porque endurecer la bondad no es actuar en espejo con los violentos. Es caracterizar correctamente la realidad. Es saber que no hay rebelión de “la clase media”. Hay rebelión ilegal del monopolio mediático y de la infantería de espías y tahúres que agitan las aguas para ver si pescan algo.
¿Cuál es la táctica y la estrategia a seguir por los sectores democráticos?
Ésa es la reflexión que nos corresponde hacer a todos.
Deberíamos empezar por evitar la fragmentación en cualquier análisis de coyuntura; porque cuando en tiempo y espacio se juntan diez factores a la vez, ya no hay casualidades, sino causalidades.
No hay espontaneísmos. Hay una operación de agitación en marcha. Atacan para defenderse. Pero están en retirada. Y eso hay que saberlo apreciar responsablemente.
Es otro hito en 200 años de historia: el proyecto nacional y popular avanza con el poder del Estado, lo sabe gestionar y utilizar como corresponde, tiene un liderazgo claro en Cristina y cuenta con el pueblo.
Que es lo mejor que tenemos.
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