Por Luciana Sousa /
Yegua montonera, vieja puta, conchuda. En un rápido
repaso de las consignas de buena parte de los que se manifiestan con sus
cacerolas se pueden rastrear insultos a la Presidenta atravesados
por la cuestión de género. Lo mismo sucede en varios diarios online, donde los
comentaristas se refieren en estos términos, sobretodo, comentaristas mujeres.
¿Por qué las mujeres atacan con agravios de género a
Cristina? Como menciona Luciana Sánchez, de Lesbianas y Feministas por la Descriminalización
del Aborto, en
el dossier de Mujeres y Política, “durante los gobiernos kirchneristas,
pero sobre todo en los de Cristina, fue cuando más impulso se dio a los
derechos de las mujeres”. La participación de mujeres en todos los poderes del
Estado, da cuenta de este fenómeno, a punto tal que Argentina es país modelo en
Latinoamérica en la formulación y aplicación de la Ley de Cupo.
Cristina Fernández es, junto a Dilma Roussef en Brasil y
Laura Chinchilla en Costa Rica, una de las tres presidentas mujeres, quienes
hoy gobiernan al 40% de la población de América Latina. Con este panorama,
resulta difícil explicar por qué un sector femenino de la ciudadanía insiste en
reproducir agravios machistas y conservadores ya que, como sugiere la diputada
del FPV, Juliana Di Tullio, si agreden a Cristina por ser mujer, agreden a
todas las mujeres: “si en Bolivia, Evo Morales representa a los pueblos
originarios de su país, y en Estados Unidos, el Presidente Obama representa a
los afrodescendientes; en Argentina Cristina Fernández representa a las
mujeres”. En ese sentido, la
Diputada amplía: “a ningún espacio o sector de oposición se
le ocurriría denostar un Presidente varón en su condición de genero masculino
pero sí se lo hace con una Presidenta mujer. Las mujeres ejerciendo poder, los
afrodescendientes o los representantes de pueblos originarios generan mas allá
de oposiciones políticas, agresiones por sus condiciones específicas”.
Oprimidas que oprimen
“Con esa personalidad no vas a conseguir marido”, se le
decía y aún dice a una niña contestataria, que hace escuchar su voz. “No hagas
sentir a los hombres menos inteligentes que vos”, nos aconsejaban nuestras
madres y tal vez algunas sigan dando esos consejos, -sostiene Elsa Ducraroff,
escritora, crítica y docente feminista-. ¿Cómo esta mujer se planta y dice “soy
inteligente, sé hacer las cosas, tengo poder”? Eso es “soberbia”. Si lo dice Cavallo,
si lo decía Menem, estaba bien, ¿pero una mujer? Como todo grupo oprimido, las
mujeres desarrollan resentimiento y odio entre sí, para salir de esa posición
hay que construir una conciencia de género que nos muestre que esa desunión y
esa envidia son una victoria de nuestros opresores”.
“Hay una visión patriarcal que persiste en el seno de las
sociedades, -sostiene la
Diputada Di Tullio-. Todavía existen esos patrones
socioculturales misóginos, machistas y violentos. Es quizás, en los sectores de
mayor poder adquisitivo en donde hay un mayor rechazo a la equidad y
distribución de esos roles ya que los varones “proveedores” parecen ser los que
les garantizan a las mujeres la “pertenencia perpetua” a ese sector social”.
Di Tullio opina que “la reacción de estas mujeres, es una
reacción al vértigo de lo desconocido, lo no establecido que se percibe como
amenazante, peligroso, malo. Recordemos que todo cambio conlleva los miedos
antes mencionados, y acá estamos hablando de cambios culturales y socio políticos
muy importantes, nada menos que el rol de una mujer con investidura
Presidencial, una mujer que decide y tiene voz propia y que habla, una mujer
que se impone, no solo desde la fuerza del discurso, sino con medidas de
gobierno”.
“Las mujeres que ofenden a Cristina desde el género son
víctimas de su propia concepción cultural, -opina el periodista Hernán
Brienza-. Hay mucho de machismo pero también hay mucho de envidia en aquellas
mujeres que no han podido lograr aquello que querían de sus vidas, y que ven en
ella su propia frustración. En general, son mujeres que saben poco o nada de
política y se enfrentan a la imposibilidad de realizar un planteo político
serio”.
“Por supuesto que es posible hacer planteos políticos
críticos hacia Cristina, objetarle cosas, pero esa furia particularmente
ensañada que Cristina despierta entre muchas es la otra cara de la admiración y
la envidia porque ella ejerce de frente y con legitimidad lo que las mujeres
tenemos culturalmente prohibido ejercer, salvo con tretas oscuras e ilegítimas:
el poder”, sintetiza Drucaroff.
A la sombra de Evita
¿Es posible poner en relación los ataques misóginos a
Cristina con los que recibiera hace más de medio siglo atrás Evita? “Evita
resignifica el lugar de la mujer en particular, como parte fundamental de los
procesos de cambio que comenzaron a durante ese período histórico en nuestro
país. Con Evita surge a la vida pública un nuevo actor social que amenaza
el status quo y de esa manera se gana el odio de un sector de la sociedad,
en especial mujeres, incluso después de muerta, -explica Di Tullio-. Son esos
mismos sectores que dicen hoy que Cristina debería ir a hacerle compañía a
Néstor, los mismos que vivaban el cáncer”.
Por su parte, Ducraroff opina: “además del componente de
género entra el componente de clase: el odio porque Cristina desde el
poder hace una cierta política redistributiva. Una clase dominante cebada
durante décadas en imponer su más absoluto antojo y negocio sin que el estado
le ponga límite alguno encuentra en este pequeño límite una afrenta
intolerable, revive el odio enfurecido contra el primer peronismo, odio de
clase, por eso el gorilismo que pide a gritos muerte a Cristina. En la
comparación con Evita se cruzan odio de género con odio de clase”.
El rol de los medios
Buena parte de la prensa no solo no colabora, si no que
incentiva este odio. Todavía es reciente la polémica que suscitó la última tapa
de la Revista
Noticias, que tiene una larga tradición en materia de ataques
misóginos a la Presidenta. Sin embargo, existen avisos publicitarios,
series, revistas, notas periodísticas y ficciones que a fuerza de insistir
sobre el papel de la mujer en la sociedad, adoctrinan a las jóvenes y perpetúan
un modelo de mujer arcaico, machista y reaccionario.
En ese sentido, la periodista y militante feminista Amanda
Alba, en
una nota a esta agencia, señala: “Vivimos en una sociedad patriarcal que
tiene una mirada sobre los roles de género. Sobre los roles que debemos cubrir
hombres y mujeres y en ese sentido se van construyendo relatos en relación a
esto. Me parece que los grandes medios de comunicación intentan permanentemente
ponernos en un lugar de que las mujeres estamos tratando de salir todo el
tiempo, de ese rol del cuidado para los otros, maternal, como es exclusivo de
las mujeres, de servicio para el resto de la familia”.
“Históricamente, los medios de comunicación, cualquiera haya
sido siglos atrás o en la actualidad de forma más masiva e inmediata; han
contribuido a perpetuar estos roles, -señala Di Tullio-. Lo que se advierte es
que se está llevando a cabo una fenomenal embestida opositora contra el
Gobierno de Cristina Fernández pero ya no en su forma de Gobierno, sino en su
figura personal”.
“El movimiento es dialéctico; los medios reproducen un
modelo que también reciben de una parte de la audiencia femenina que se ve a sí
misma en esos roles. Es un juego perverso que se retroalimenta”, sostiene
Brienza, quien afirma que la última tapa de la Revista Noticias
no le preocupa tanto “en cuanto a la imagen, desde lo estético, sino que se
utilice el goce para deslegitimar una gestión de Gobierno liderada por una
mujer”.
“Los ataques provienen principalmente de los medios
concentrados, que ven seriamente amenazada su rentabilidad a partir de la Ley de medios de comunicación
audiovisual que impide la concentración de voces, -asegura Di Tullio-. Es clara
la violencia psicológica y simbólica ya que a través de patrones estereotipados,
se transmite desigualdad y discriminación en las relaciones sociales,
naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad y demostrando
además un profundo menosprecio por la condición femenina”.
La nueva Ley de Comunicación Audiovisual incluye tres
artículos relacionados con la no estigmatización de las mujeres en los medios.
“Es complicado reglamentar estas cuestiones. Es un avance que esté en la Ley, pero depende mucho de la
reglamentación y cómo se aplica”, cree Brienza.
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