"La naturaleza
revolucionaria, patriota y latinoamericanista de la presidenta confirma una
oportunidad histórica para derrotar definitivamente el proyecto semicolonial en
la Argentina."
Qué hubiera sido de la Revolución Bolivariana
sin la alianza estratégica entre Hugo Chávez y Néstor Kirchner, sin la derrota
del ALCA en 2005, sin el triunfo de Cristina Fernández en 2007? ¿Qué del modelo
nacional, popular y democrático en la Argentina sin Chávez? Y más importante aún:
¿Acaso podrían sostenerse y consolidarse la justicia social, la democracia
popular y un desarrollo económico autónomo en buena parte de la Patria Grande sin la
existencia simultánea de una Venezuela bolivariana y de una Argentina
sanmartiniana y peronista? Nadie más apropiado pues que los presidentes de
ambos países para sintetizar la mayúscula trascendencia del gran paso de
vencedores del domingo pasado. Dijo Hugo Chávez Frías: "Lo que nosotros
más ganamos fue preservar la independencia nacional, porque detrás de la
candidatura de la derecha estaba y está el proyecto colonial". Dijo Cristina
Fernández de Kirchner al felicitar emocionada y públicamente al líder
bolivariano: "Tu victoria también es la nuestra. La de América del Sur y
el Caribe... ¡Fuerza Venezuela! ¡Fuerza Mercosur y Unasur!" De la fusión
de ambas expresiones surge la llave para la resolución de la cuestión nacional
en todas y cada una de las fragmentadas y artificiales repúblicas al sur del
Río Bravo. Sin desmantelar el proyecto colonial (o semicolonial), en el
contexto de un Mercosur y una Unasur crecientemente robustecidos, el
imperialismo y las oligarquías nativas volverán a sumir en la dependencia, la
pobreza y el separatismo a la inconclusa Nación Latinoaméricana.
LA DERROTA DEL PROGRAMA BOLIVARIANO EN EL SIGLO XIX.
Entre 1810 y 1830,
las ex colonias hispánicas no sólo lucharon por su independencia y unificación
nacional, sino por un modelo de desarrollo autónomo. Pero la derrota del plan
bolivariano y sanmartiniano a manos de las poderosas oligarquías exportadoras y
burguesías mercantilistas vinculadas a las metrópolis manufactureras hizo
estallar por los aires la unidad, la independencia y un camino de verdadera
prosperidad económica y social. América del Sur (extensible a América Latina)
fue desprovista del mismo desarrollo que por entonces comenzaba a verificarse
en Europa y EE UU La derrota de Bolívar fue doblemente nefasta: reforzó el
poder de las oligarquías domésticas (en América Latina) y el del ascendente
capitalismo europeo occidental. Venezuela, al igual que los demás fragmentos de
la Nación
inconclusa, pagaría muy caro la derrota.
VENEZUELA: DE COLONIA A SEMICOLONIA.
VENEZUELA: DE COLONIA A SEMICOLONIA.
La aristocracia
criolla venezolana (mantuanos), dueños de la colonia durante el siglo XVIII
(basada en la exportación de cacao, café y cuero) se alzaron contra Bolívar y
la inmensa mayoría de la población excluida, que siguió sin levantar cabeza
hasta la experiencia nacionalista de Rómulo Betancourt en 1945 y,
especialmente, durante su segundo gobierno, en 1959. Perón creó el IAPI y
Betancourt la
Corporación Venezolana del Petróleo (antecedente de PDVSA),
yendo incluso más allá al promover la fundación de la OPEP. Pero la
contrarrevolución pudo más. Las élites venezolanas tenían la ventaja de más de
un siglo de posicionamiento y conciencia de clase. Primero con el café y el
cacao; después el gran salto con el petróleo. En efecto, su "época
dorada" vino con el descubrimiento y explotación petrolera desde comienzos
del siglo XX (en la Pampa
Húmeda llegó con el boom agroexportador de finales del siglo
XIX). Los terratenientes y comerciantes importadores se hicieron petroleros.
Las rentas extraordinarias devenidas de este recurso fueron apropiadas por la
oligarquía local y las compañías extranjeras. No hubo capitalización ni
reinversión interna, salvo el desarrollo de la actividad terciaria requerida
por la comercialización petrolera. Venezuela exportaba petróleo e importaba
manufacturas y alimentos elaborados. En 1939, el gobierno de turno firmó una
suerte de Pacto Roca-Runciman pero con EE UU. De colonia había mutado en semi
colonia, al igual que la
Argentina con Gran Bretaña. Ambas, estancadas en el tiempo,
con un pueblo pauperizado, excluido del festín.
VENEZUELA DE SEMICOLONIA A NACIÓN.
VENEZUELA DE SEMICOLONIA A NACIÓN.
El siglo pasado fue
para Venezuela un siglo que, en el balance, quedó en manos de la reacción. Así
por supuesto hasta la llegada de Hugo Chávez a Miraflores. Sin embargo, es
importante destacar que ningún país suramericano ha podido aún hoy superar el
tremendo lastre semicolonial, lastre que no viene dado por la muy elevada o
casi excluyente participación de los recursos primarios en la generación de la
riqueza nacional (petroleros en Venezuela y agrarios en la Argentina), claves a su
vez en el desarrollo socioeconómico, la industrialización y la justicia social.
El lastre pasa más bien por la confrontación irresuelta entre sectores sociales
y productivos antagónicos –locales y socios extranjeros– que luchan por la
apropiación de las rentas extraordinarias petrolera, agraria y minera. El eje
de las disputas nacionales entre las históricas y tradicionales oligarquías
separatistas y semi coloniales (aliadas del imperialismo) con los sectores de
la producción nacional y las clases populares sigue siendo la misma que a
comienzos del siglo XIX y mediados del pasado. No es ninguna casualidad que
durante las presidencias de Betancourt y Perón se nacionalizaran el petróleo y
los granos. Tampoco que durante los gobiernos de Chávez y los tres
kirchneristas se renacionalizaran PDVSA e YPF, y se estatizara una parte
importante aunque insuficiente de la renta agraria (fundamentalmente la
sojera). Inversamente, que Venezuela siga aún hoy importando el 75% de los
productos consumidos internamente, con un aparato industrial apenas
diversificado y significativos niveles de pobreza es, más allá de los errores
propios del chavismo, consecuencia de las trabas políticas, económicas y
culturales impuestas por la oligarquía venezolana (incluyendo su burguesía
importadora y rentista) y las corporaciones extranjeras que no quieren perder
sus privilegios. En nuestro país, igual.
VENEZUELA Y LA ARGENTINA EN LA GRAN DISYUNTIVA NACIONAL.
VENEZUELA Y LA ARGENTINA EN LA GRAN DISYUNTIVA NACIONAL.
La victoria del
heredero de Bolívar el pasado 7 de octubre asesta un muy duro golpe a las
oligarquías suramericanas, debilitando aún más al ya de por sí debilitado
imperialismo. Casi dos siglos más tarde y como nunca desde el amargamente
célebre "he arado en el mar y sembrado en el viento", la historia nos
da revancha. El pueblo latinoamericano vuelve a jugarse su destino, nada más
que esta vez, batiendo a sus enemigos históricos. La disyuntiva en Venezuela
como en la Argentina
y en el resto de América Latina orbita alrededor de la explotación y
apropiación de recursos primarios y sus rentas extraordinarias (agraria,
petrolera, minera, etc.). La reacción los precisa para sobrevivir y perpetuar
su dominación; las clases emergentes, progresistas, populares y revolucionarias
para concluir la magna obra bolivariana y sanmartiniana. Primero viene esta
contradicción; en segundo lugar, la lucha por la plusvalía. El triunfo de
Chávez, la madurez de la Unasur
y el Mercosur, la crisis del capitalismo financiero y especulador, la mayoría
oficialista en el Congreso, los altos precios de los commodities agrarios y,
por supuesto, la naturaleza revolucionaria, patriota y latinoamericanista de la
presidenta confirman una oportunidad histórica y tal vez inédita para derrotar
definitivamente el proyecto semicolonial en la Argentina. Es tiempo
de recuperar para la clase obrera y trabajadora, la clase media y la producción
nacional el gigantesco excedente social agrario (y agroalimentario) generado
por todos los argentinos.
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