Daniel Arroyo. Ex ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires
La provincia de Buenos Aires tiene, al menos, tres realidades
diferentes: a) el Conurbano bonaerense, donde se concentra la mayor
cantidad de gente y, por tanto, las mayores posibilidades económicas y
también dificultades sociales; b) el interior de la provincia, que ha
tenido en los últimos años niveles importantes de crecimiento económico
por los precios del sector agrícola ganadero y, también, sigue
presentando bajas oportunidades de inclusión para los jóvenes que
continúan migrando a los grandes centros urbanos, y c) la situación
específica de la administración pública provincial, centralizada casi
con exclusividad en la ciudad de La Plata, que se enfrenta con el
desafío de gestionar un territorio que es casi el 40% del país con sólo
el 20% de los recursos coparticipables.
Mejorar estas tres realidades es el desafío para los próximos años, en
particular el más complejo, que es el vinculado a la realidad del
Conurbano. Argentina tiene una situación territorial bastante particular
por la concentración de la población: en el 1% de todo el territorio,
comprendido por el Conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires,
viven alrededor de 15 millones de habitantes. El conurbano, compuesto
por casi 30 municipios con características diferentes, ha sufrido
cambios importantes que vale la pena analizar, para visualizar los
desafíos hacia el futuro.
En el Conurbano se dan, todos juntos, los problemas de pobreza
estructural, informalidad laboral, la desigualdad que se palpa cruzando
una calle, los casi 500.000 jóvenes excluídos, las dificultades
cotidianas con el transporte y las situaciones de inseguridad que se
vinculan con la vida cotidiana. En particular, el hacinamiento y las
adicciones aparecen como problemas vinculados a esta realidad: el ciclo
que suele repetirse es el de un chico que comienza estando hacinado en
su casa, se va a la esquina porque hay más lugar y mejores condiciones,
ahí empieza a consumir porque todos lo hacen y luego comienza a
endeudarse. Y en ese momento es cuando muchas veces se le acerca una
persona a ofrecerle alguna alternativa ilegal para cancelar su deuda.
Este ciclo ocurre de diversas maneras en el Conurbano bonaerense. Esta
es la realidad en la que muchos jóvenes son víctimas y que se completa
con la estigmatización por parte de gran parte de la sociedad, muchas
veces alimentada por los medios de comunicación, identificando a estos
jóvenes como los culpables de la inseguridad.
Tradicionalmente se ha entendido al Conurbano por “cordones”. El primer
cordón, que comprende los municipios más cercanos a la Ciudad de Buenos
Aires, estaba pensado como una zona con una mejor situación económica.
Un segundo cordón, con municipios más alejados, donde la situación
económica era vista como más crítica. Por último, un tercer cordón en
donde terminaba la zona urbana y comenzaba la zona semirrural.
Esta idea de los tres cordones en el Conurbano bonaerense ya no responde
a la realidad, como consecuencia de los grandes cambios que se
produjeron en el último tiempo. Ha cambiado no sólo en términos de
modificaciones en las condiciones de vida sino que se ha “desenganchado”
mucho el norte del sur. En consecuencia, ya no es posible pensar al
Conurbano en términos de cordones, sino de “corredores”.
El “corredor norte”, que abarca todos los municipios de la zona norte de
la ciudad de Buenos Aires –desde San Isidro hasta Pilar y Escobar– se
ha desarrollado. Ha habido un importante aumento en infraestructura e
inversión por parte del sector privado. Vastos ejemplos de este fenómeno
están a la vista, en Tigre, Escobar y Pilar. Allí se desarrollaron la
infraestructura, la obra pública y la construcción privada que, en
términos generales, han hecho que esa zona se “despegue” y que la gente
que la habita se haya desenganchado del resto del conurbano. Han
mejorado su situación, que se ha vuelto similar a la de la ciudad de
Buenos Aires.
Por el contrario, la situación del “corredor sur”, desde Avellaneda
hasta Florencio Varela o más lejos aún, Presidente Perón, se ha
complicado cada vez más. Con gran concertación de pobreza, tiene una
situación económica muy dificultosa. El corredor oeste, que está en el
medio y que tiene a La Matanza como municipio muy particular –gran
extensión territorial– ha quedado en una situación intermedia. No ha
tenido el despegue del corredor norte ni tiene las dificultades del
corredor sur.
Por lo tanto, ya no es posible entender el conurbano en términos de
“cordones” o de estar más lejos o más cerca de la ciudad, sino en
términos de Norte-Sur. Esto representa un gran cambio. El conurbano
bonaerense es “el tema” de la Argentina en los próximos años: 12
millones de habitantes concentrados en poco espacio físico, un corredor
norte que ha mejorado y se ha despegado del resto, un corredor sur con
muchas dificultades y un gran desafío por delante. No sólo se trata de
cómo evitar la migración y fortalecer el interior del país, sino de cómo
dotar de buenos servicios de salud, educación y sobre todo generar las
condiciones necesarias para que no tengamos distintos tipos de
conurbano, sino que demos oportunidades especialmente a la población más
numerosa de ese territorio y que peor se encuentra, que es la que vive
en la zona sur.
Publicado en:
http://sur.infonews.com/notas/diagnostico-bonaerense
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