El sábado pasado en esta
misma columna se detalló el análisis del Banco Central sobre la inflación. Una
lectura desprejuiciada habría observado la inclusión de seis indicadores de
evolución de precios, relativizando el polémico IPC Indec cuya variación
siempre se ubica por debajo de los cinco restantes. Detenerse sólo en la cifra
del índice de precios al consumidor del Instituto Nacional de Estadísticas obtura
el despliegue del debate de argumentos sobre las causas de la inflación. Eludir
ese sendero propuesto por la ortodoxia, que ofrece las mismas medidas de ajuste
fiscal y monetario que ya han fracasado en términos sociolaborales, es
necesario para detectar el origen y la dinámica de los precios en la economía
argentina. El documento “Programación 2013 Banco Central de la República Argentina.
Objetivos y planes para el desarrollo de la política monetaria, financiera,
crediticia y cambiaria” precisa cinco fuentes de base inflacionaria que están
operando en la actualidad: la presencia de desequilibrios en la estructura
productiva; los “cuellos de botella” en determinados sectores; la puja
distributiva; los shocks exógenos de los precios internacionales; y la
formación oligopólica de precios.
Esta última es una de las más
interesantes de abordar porque no queda bajo análisis de gran parte de los
economistas y por lo tanto es una cuestión que permanece oculta en el esfuerzo
de entender las causas de la inflación. Es una opción política minimizar
estudios sobre los niveles de precios que involucra a las empresas y a cada uno
de los eslabones de la cadena de producción. Resulta relevante analizar
entonces la relación entre el alza de los precios y el poder monopólico u
oligopólico en los mercados si la pretensión es hablar de inflación. También es
sustancial determinar los motivos de por qué en algunas economías el oligopolio
tiene más influencia en los precios que en otras, puesto que la concentración
del capital con la posibilidad de ejercer abusos de posición dominante se
desarrolla en todos lados. El caso argentino es uno donde ese tipo de mercado
tiene más impacto negativo en la inflación.
El estudio del comportamiento
de las grandes firmas es importante debido a que tienen una capacidad notable
para definir la evolución de las principales variables macroeconómicas, en
especial la de los precios. Lo pueden hacer por su poder económico, su lugar
central que ocupan en la dinámica de la generación de riqueza y en el destacado
lobbying que ejercen sobre las autoridades. En Elite empresaria y régimen
económico en la
Argentina. Las grandes firmas en la posconvertibilidad se
abordan “las alteraciones en la estructura de precios relativos de la economía
doméstica que se motorizaron a partir de la ‘salida devaluatoria’ de la
convertibilidad y la vigencia de un escenario internacional sumamente favorable
en lo que hace a la demanda y los precios de los productos exportados”.
Investigadores del Area de Economía y Tecnología de Flacso, Martín Schorr,
Pablo Manzanelli y Eduardo Basualdo explican en ese trabajo que el agotamiento
del “modelo de valorización financiera y ajuste estructural vigente entre 1976
y 2001”
y la forma de resolución de la crisis terminal de la convertibilidad “trajo
aparejados cambios significativos en la organización y el derrotero de las
relaciones económicas en la
Argentina”. Mencionan que el principal efecto de la
maxidevaluación del peso fue una inmensa transferencia de ingresos del trabajo
al capital, en especial a sus segmentos más concentrados, como consecuencia
directa de la drástica reducción del salario real.
El documento de Flacso
destaca esa fuerte pérdida inicial del poder adquisitivo como uno de los
factores más relevantes para interpretar la forma que adoptó la salida de la
convertibilidad, pero también indica otro elemento también importante: las
transferencias intersectoriales del ingreso, o sea la alteración en la
estructura de precios relativos de la economía a partir de la maxidevaluación.
Apunta que se beneficiaron los sectores productores de bienes (minería,
hidrocarburos, agropecuario y gran parte de la industria) en detrimentos de los
proveedores de servicios.
Aquí comienza la evaluación
sobre cómo aumentaron los precios domésticos en ese nuevo contexto económico de
cambio de régimen de acumulación, moneda devaluada y escenario internacional
con precios y demanda elevados de los productos de exportación. Entre las ramas
que se ubicaron por encima de la media de la industria se encuentran
actividades donde prevalecen mercados con acentuadas economías de escala,
intensivas en capital y con altas barreras al ingreso que devienen en
estructuras de oferta altamente concentradas. Son los casos, entre otros, de la
industria siderúrgica, aluminio primario, celulósico-papelera, elaboradora de
vidrio plano y de envases de vidrio, refinación de petróleo, automotriz,
producción de neumáticos, petroquímica y fabricación de fibra óptica, hilos y
cables aislados. Queda de manifiesto de ese modo la asociación entre la
evolución de los precios mayoristas y la respectiva estructura de los mercados.
Una rama sensible que afecta
el poder adquisitivo es el rubro alimentos y bebidas. La investigación de
Schorr, Manzanelli y Basualdo destaca que en ese sector conviven oligopolios
con otros mercados de escasa concentración, y “la variación de precios guarda
correspondencia con esa heterogénea estructura de mercado”. Indican sobre esto
último que
- los datos aportados por la
evolución de los precios mayoristas, que luego se trasladan en gran medida al
minorista, de la rama alimentos y bebidas en el período 2001-2010 permiten
concluir que en los rubros vinculados con mercados concentrados hubo aumentos
en los precios mayoristas por encima del promedio de la industria alimenticia
durante la posconvertibilidad;
- por ejemplo, la producción
azucarera (391,0 por ciento), la aceitera (390,8), la de chocolate y golosinas
(333,1), la cervecera (329,9), la de alcohol etílico y bebidas alcohólicas destiladas
(287,0) y la de productos lácteos (284,4 por ciento);
- en los dos años siguientes
siguieron subiendo los precios mayoristas, por ejemplo productos de la
industria aceitera aumentaron 35,4 por ciento en noviembre del año pasado
respecto del mismo mes de 2011;
- en estas industrias
conviven oligopolios con capacidad decisiva en la fijación de precios en el
ámbito local, una elevada presencia en la cúpula empresaria y, en muchos casos,
una considerable inserción en el mercado mundial a partir de sus exportaciones;
y
- que por eso en un contexto
de alza de precios y demanda en expansión (interna y externa), estos segmentos
hayan registrado una mejora sustantiva en sus precios relativos y, en
consecuencia, una considerable captación diferencial de excedentes en el ámbito
fabril y en la economía en su conjunto.
En la mayoría de las ramas
industriales en donde prevalecen mercados con estructura de oferta altamente
concentradas los precios de producción crecieron a un ritmo más acelerado que
la media. Aquí irrumpe la marcada debilidad de la intervención oficial en los
últimos años, teniendo en cuenta que en otros países también existen
oligopolios y no aumentan precios con la intensidad que lo hacen en Argentina.
La estrategia del Gobierno fue negociar acuerdos de precios con los eslabones
más concentrados con el convencimiento de que pactar con las grandes firmas es
más sencillo, seguro y efectivo para garantizar una tasa de inflación
decreciente. El resultado después de varios años de fijar pautas de aumentos de
precios con empresas ejerciendo posición dominante, que no son cumplidas por
diversas prácticas distractivas en la presentación de los productos, invita a
una evaluación con vocación de revisión de esa política.
Publicado en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario