Miradas al Sur. Año 6. Edición número 245. Domingo 27 de
enero de 2013
Por
Eric Calcagno* y Alfredo Eric Calcagno** *Diputado Nacional
(FpV) **Doctor en Ciencias Políticas
En estos últimos días, el Banco Mundial (BM) y las Naciones
Unidas publicaron sus perspectivas para la economía mundial en los próximos
años. Es interesante comprobar que ambos informes no difieren en cuanto a las
proyecciones de crecimiento económico global, pero sí disienten en las
interpretaciones que formulan.
A grandes rasgos, para el BM no hay margen para políticas de estímulo macroeconómico y todo el esfuerzo debe concentrarse en las “reformas estructurales”, tales como la flexibilización laboral, las privatizaciones generalizadas y el desmantelamiento del Estado de Bienestar. Por el contrario, Naciones Unidas pone el énfasis en la necesidad de reformar al sector financiero; impulsar inversiones sustentables (que preserven el medio ambiente); adoptar una política de estímulo fiscal en el corto plazo, privilegiando los gastos públicos que tienen mayor impacto sobre la actividad económica y el empleo; mejorar la distribución del ingreso y mantener el Estado de Bienestar. Por supuesto, ambos modelos influyen –con orientaciones opuestas– en las relaciones de poder y en la distribución del ingreso.
A grandes rasgos, para el BM no hay margen para políticas de estímulo macroeconómico y todo el esfuerzo debe concentrarse en las “reformas estructurales”, tales como la flexibilización laboral, las privatizaciones generalizadas y el desmantelamiento del Estado de Bienestar. Por el contrario, Naciones Unidas pone el énfasis en la necesidad de reformar al sector financiero; impulsar inversiones sustentables (que preserven el medio ambiente); adoptar una política de estímulo fiscal en el corto plazo, privilegiando los gastos públicos que tienen mayor impacto sobre la actividad económica y el empleo; mejorar la distribución del ingreso y mantener el Estado de Bienestar. Por supuesto, ambos modelos influyen –con orientaciones opuestas– en las relaciones de poder y en la distribución del ingreso.
Las tesis del BM.
Perspectivas globales de la economía. Asegurando el crecimiento en el mediano
plazo: así titula el Banco Mundial a su informe publicado este mes de enero. En
él mantiene los mismos dogmas neoliberales, que parecen estar en su esencia:
ajuste recesivo para el corto plazo, reformas neoliberales para el largo plazo.
Tal es su propuesta tanto para los países desarrollados como para los en
desarrollo.
Sostiene que “para crecer rápido, las economías en desarrollo deberán mantener el impulso reformador que sentó las bases de su crecimiento acelerado durante los años noventa y 2000”. Parece no haberse enterado del pésimo desempeño económico de los países y regiones que siguieron esas recetas durante gran parte de ese período, ni que la recuperación a partir de 2003 se debió en gran medida al abandono del neoliberalismo.
Según el Banco Mundial, los países en desarrollo no deben estimular sus economías, ya que al estar operando con pleno empleo, eso generaría inflación. Por el contrario, deben llevar a cabo políticas de ajuste para “recomponer gradualmente sus márgenes de maniobra monetario y fiscal que se han agotado” y de ese modo poder enfrentar posibles shocks externos, como lo hicieron en 2008 y 2009. Ignoran que si tanto los países desarrollados como los en desarrollo siguieran las recetas del ajuste, el resultado sería una nueva caída de la actividad económica, que en definitiva deteriorará los saldos fiscales y llevará a la quiebra a empresas y bancos. Todo lo cual no mejorará las “condiciones de inversión” que el Banco Mundial pretende privilegiar.
El Informe dedica unas líneas a la situación argentina, en las que admite que el crecimiento será mayor en 2013 (3,4%), 2014 (4,1%) y 2015 (4,0%), aunque lo atribuye a factores climáticos o externos, tales como una cosecha récord, la recuperación de la demanda brasileña, y los precios internacionales altos para las exportaciones. Ese crecimiento es idéntico al previsto para Brasil y ligeramente superior al estimado para México; sin embargo, mientras el Informe elogia sus políticas económicas, es fuertemente crítico con las nuestras. Así, afirma que “la continua debilidad de los sentimientos de los consumidores y de los negocios y las incertidumbres políticas van a restringir el crecimiento”. También cuestiona las “políticas intervencionistas” y los “crecientes desequilibrios” externo y fiscal, que según el Banco Mundial afectarán el desempeño económico en el mediano plazo. Una vez más, el análisis parece seguir más los prejuicios ideológicos que la realidad económica.
No solamente ignoran los redactores los notables progresos de los últimos años, que detallamos en nuestro anterior artículo en Miradas al Sur, sino también las cifras que el propio informe publica: allí no se prevé ningún “desequilibrio externo”, pues la cuenta corriente estará equilibrada entre 2013 y 2015, a diferencia de Brasil y México que tendrán moderados déficit. Asimismo critica la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de marzo de 2012, que “aumenta el límite de los créditos del Banco Central a las autoridades fiscales, aumentando la capacidad del Banco Central para monetizar déficit del gobierno”. Es decir, según el BM, la salida hacia la prosperidad requiere que el Banco Central sea manejado por el sector financiero y no por el Estado nacional.
En síntesis, el Informe del BM propone la vuelta lisa y llana al neoliberalismo salvaje de los años 1990. Sin embargo, hay que reconocerles el mérito de animarse a decir lo que ocultan sus seguidores de Argentina.
Sostiene que “para crecer rápido, las economías en desarrollo deberán mantener el impulso reformador que sentó las bases de su crecimiento acelerado durante los años noventa y 2000”. Parece no haberse enterado del pésimo desempeño económico de los países y regiones que siguieron esas recetas durante gran parte de ese período, ni que la recuperación a partir de 2003 se debió en gran medida al abandono del neoliberalismo.
Según el Banco Mundial, los países en desarrollo no deben estimular sus economías, ya que al estar operando con pleno empleo, eso generaría inflación. Por el contrario, deben llevar a cabo políticas de ajuste para “recomponer gradualmente sus márgenes de maniobra monetario y fiscal que se han agotado” y de ese modo poder enfrentar posibles shocks externos, como lo hicieron en 2008 y 2009. Ignoran que si tanto los países desarrollados como los en desarrollo siguieran las recetas del ajuste, el resultado sería una nueva caída de la actividad económica, que en definitiva deteriorará los saldos fiscales y llevará a la quiebra a empresas y bancos. Todo lo cual no mejorará las “condiciones de inversión” que el Banco Mundial pretende privilegiar.
El Informe dedica unas líneas a la situación argentina, en las que admite que el crecimiento será mayor en 2013 (3,4%), 2014 (4,1%) y 2015 (4,0%), aunque lo atribuye a factores climáticos o externos, tales como una cosecha récord, la recuperación de la demanda brasileña, y los precios internacionales altos para las exportaciones. Ese crecimiento es idéntico al previsto para Brasil y ligeramente superior al estimado para México; sin embargo, mientras el Informe elogia sus políticas económicas, es fuertemente crítico con las nuestras. Así, afirma que “la continua debilidad de los sentimientos de los consumidores y de los negocios y las incertidumbres políticas van a restringir el crecimiento”. También cuestiona las “políticas intervencionistas” y los “crecientes desequilibrios” externo y fiscal, que según el Banco Mundial afectarán el desempeño económico en el mediano plazo. Una vez más, el análisis parece seguir más los prejuicios ideológicos que la realidad económica.
No solamente ignoran los redactores los notables progresos de los últimos años, que detallamos en nuestro anterior artículo en Miradas al Sur, sino también las cifras que el propio informe publica: allí no se prevé ningún “desequilibrio externo”, pues la cuenta corriente estará equilibrada entre 2013 y 2015, a diferencia de Brasil y México que tendrán moderados déficit. Asimismo critica la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de marzo de 2012, que “aumenta el límite de los créditos del Banco Central a las autoridades fiscales, aumentando la capacidad del Banco Central para monetizar déficit del gobierno”. Es decir, según el BM, la salida hacia la prosperidad requiere que el Banco Central sea manejado por el sector financiero y no por el Estado nacional.
En síntesis, el Informe del BM propone la vuelta lisa y llana al neoliberalismo salvaje de los años 1990. Sin embargo, hay que reconocerles el mérito de animarse a decir lo que ocultan sus seguidores de Argentina.
Las posiciones de
las Naciones Unidas. A su vez, las Naciones Unidas acaban de publicar su
informe sobre Situación Económica Mundial y Perspectivas para 2013. Se
trata de un trabajo conjunto del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales
(DESA), la Unctad,
Cepal y las demás Comisiones Regionales de las Naciones Unidas. Como se verá,
este informe se sustenta en otras bases teóricas.
Señala el informe de las Naciones Unidas que para salir de la crisis que aqueja principalmente a las economías desarrolladas pero que también afecta a las en desarrollo, es necesario abandonar las políticas de ajuste recesivo, tanto más dañinas y contraproducentes cuanto se llevan a cabo simultáneamente en varias economías importantes. Advierte que la política anticrisis liderada por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo es equivocada: “Es así que muchos países desarrollados se encuentran atrapados en una espiral negativa caracterizada por alto desempleo y débil demanda agregada, compuesta por austeridad fiscal, elevada carga de deuda pública y fragilidad financiera”. Además, esa crisis se expande: “Los problemas económicos de los países desarrollados están afectando a los países en desarrollo y a las economías en transición a través de una menor demanda por sus exportaciones y mayor volatilidad en los flujos de capital y precios de materia primas”.
Alerta sobre los efectos de la crisis económica en la zona euro, que “continúa empeorando y genera aún más perjuicios. La actual dinámica, compuesta por crisis de la deuda soberana y fragilidad del sector bancario está deteriorando las hojas de balance, tanto de los Gobiernos como de los bancos comerciales. La austeridad fiscal como respuesta está exacerbando la desaceleración económica, creando efectos adversos sobre el mismo objetivo de consolidación fiscal y elevando los ratios de deuda, y por lo tanto generando nuevos recortes presupuestarios”.
Respecto de los países en desarrollo, el informe de las Naciones Unidas no percibe una necesidad de ajuste recesivo. Por el contrario, estima que esos países dependerán más que en el pasado de sus propios mercados internos y regionales y del comercio Sur-Sur, y por consiguiente deben llevar a cabo políticas que expandan de manera sostenible esos mercados, incluyendo una mejor distribución del ingreso y la creación de empleo de buena calidad. Sí será importante favorecer una estructura del gasto que asegure una expansión simultánea de las capacidades de producción y de la demanda agregada.
El informe de las Naciones Unidas no subestima la importancia de las reformas estructurales pero, en primer lugar, no considera que éstas puedan reemplazar una política de estímulo de la actividad; y sobre todo, propone reformas radicalmente diferentes a las propugnadas por el Banco Mundial (entre otros), ya que buscan resguardar los ingresos de los sectores afectados por la crisis, reformar el sistema financiero para ponerlo al servicio de la economía real y estimular la aplicación de modos de producción y consumo respetuosos del medio ambiente.
Este documento es importante porque expresa una posición opuesta a la del FMI y BM, que están manejando con criterio neoliberal a la crisis financiera internacional. Está sostenido además por un modelo macroeconómico global, que se basa en supuestos diferentes de los adoptados por el modelo elaborado por el Banco Mundial.
Para evaluar quién tiene razón, basta con ver los resultados económicos, sociales y políticos. Comprobamos así una vez más que no hay nada más práctico que una teoría correcta.
Señala el informe de las Naciones Unidas que para salir de la crisis que aqueja principalmente a las economías desarrolladas pero que también afecta a las en desarrollo, es necesario abandonar las políticas de ajuste recesivo, tanto más dañinas y contraproducentes cuanto se llevan a cabo simultáneamente en varias economías importantes. Advierte que la política anticrisis liderada por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo es equivocada: “Es así que muchos países desarrollados se encuentran atrapados en una espiral negativa caracterizada por alto desempleo y débil demanda agregada, compuesta por austeridad fiscal, elevada carga de deuda pública y fragilidad financiera”. Además, esa crisis se expande: “Los problemas económicos de los países desarrollados están afectando a los países en desarrollo y a las economías en transición a través de una menor demanda por sus exportaciones y mayor volatilidad en los flujos de capital y precios de materia primas”.
Alerta sobre los efectos de la crisis económica en la zona euro, que “continúa empeorando y genera aún más perjuicios. La actual dinámica, compuesta por crisis de la deuda soberana y fragilidad del sector bancario está deteriorando las hojas de balance, tanto de los Gobiernos como de los bancos comerciales. La austeridad fiscal como respuesta está exacerbando la desaceleración económica, creando efectos adversos sobre el mismo objetivo de consolidación fiscal y elevando los ratios de deuda, y por lo tanto generando nuevos recortes presupuestarios”.
Respecto de los países en desarrollo, el informe de las Naciones Unidas no percibe una necesidad de ajuste recesivo. Por el contrario, estima que esos países dependerán más que en el pasado de sus propios mercados internos y regionales y del comercio Sur-Sur, y por consiguiente deben llevar a cabo políticas que expandan de manera sostenible esos mercados, incluyendo una mejor distribución del ingreso y la creación de empleo de buena calidad. Sí será importante favorecer una estructura del gasto que asegure una expansión simultánea de las capacidades de producción y de la demanda agregada.
El informe de las Naciones Unidas no subestima la importancia de las reformas estructurales pero, en primer lugar, no considera que éstas puedan reemplazar una política de estímulo de la actividad; y sobre todo, propone reformas radicalmente diferentes a las propugnadas por el Banco Mundial (entre otros), ya que buscan resguardar los ingresos de los sectores afectados por la crisis, reformar el sistema financiero para ponerlo al servicio de la economía real y estimular la aplicación de modos de producción y consumo respetuosos del medio ambiente.
Este documento es importante porque expresa una posición opuesta a la del FMI y BM, que están manejando con criterio neoliberal a la crisis financiera internacional. Está sostenido además por un modelo macroeconómico global, que se basa en supuestos diferentes de los adoptados por el modelo elaborado por el Banco Mundial.
Para evaluar quién tiene razón, basta con ver los resultados económicos, sociales y políticos. Comprobamos así una vez más que no hay nada más práctico que una teoría correcta.
Publicado
en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario