“La
economía no es complicada ni existen motivos para que sea un espacio exclusivo
para quienes son considerados especialistas. […] si no se entiende lo que dicen
los economistas, pese a la reiteración de la explicación […] lo más probable es
que haya algo oculto o que sea un engaño […] [ellos] explican los temas
económicos […]con una jerga específica, sombría […]. De este modo se excluye a
la mayoría de la comprensión de acontecimientos económicos relevantes de la
vida cotidiana.
[…]
Ocultar en
un lenguaje encriptado la comprensión de los fenómenos económicos, o peor aún,
considerar que existen expertos con títulos de Licenciados en Economía, y si
son otorgados por universidades extranjeras, de Estados Unidos, mejor, que
dicen que saben lo que va a pasar pronosticando la evolución de variables
macroeconómicas, es el método más eficaz para lograr que aceptemos sumisa o
resignadamente que los intereses del poder económico se encuentran por encima
del interés general.
[…]
La economía
convencional es el marco teórico de protección de esos intereses y los
economistas ortodoxos, los encargados de ser ejecutores y, en especial,
encargados de convencer a la sociedad que lo mejor para todos es preservar
privilegios del poder económico. No lo dicen en forma directa, sino que con
jerga bastante incomprensible, haciendo creer que hablan del beneficio
colectivo, se ocupan de cuidar el terreno de unos pocos.
‘Los
miembros más destacados de la profesión… se han integrado en una especie de
Politburó del correcto pensamiento económico. En regla general –como se podría
esperar de un club de caballeros- esto los ha colocado del lado equivocado en
todas las cuestiones importantes de política y no sólo recientemente, sino por
décadas. Ellos predicen desastres donde no los hay. Niegan la posibilidad de
eventos que después acontecen.’ (1)
¿Por qué
tanta gente, en tantos países, reverencia entonces a economistas gurúes? La
credibilidad de esos sacerdotes proviene de la sistemática promoción de la
ignorancia. Comprender cómo la sociedad se organiza para producir y distribuir
bienes y servicios no es sencillo. Sin embargo, no es más difícil que entender
cualquier otra disciplina.
[…]
Para
cocinar una rica comida hay que leer una receta para saber qué condimentos
utilizar, a qué temperatura y durante cuánto tiempo tiene que estar en el horno
o en la cacerola. […]
Con la
economía pasa lo mismo. Tiene que haber voluntad y deseo para romper el cerco
tan bien cuidado por los denominados expertos.
Ceder el
conocimiento, ignorancia que resulta funcional a la existencia de falsos
profetas de la economía, es entregarse al sometimiento. Es convertirse en
reproductor de palabras de otros, supuestamente técnicos.
Existe un
consenso bastante extendido acerca de que los temas económicos son complicados,
complejos. Es necesario desafiar esa trampa. La cuestión económica no es
difícil de abordar; sólo requiere de un poco de dedicación. Pensar con
criterio; no prestado. Tienen que saber que no necesita la habilidad de un
cirujano porque no van a ingresar a un quirófano a operar. Sólo tienen que
tener la vocación de adquirir herramientas básicas para evitar ser engañados o,
peor aún, encontrarse defendiendo intereses que no son propios.
Situaciones
de la vida cotidiana aportan experiencias útiles para generar aprendizajes.
Para ello necesitan apropiarse de algunos principios básicos, que, si
comparten, nos permitirán un acompañamiento amigable en la tarea de reflexionar
sobre el dinámico proceso político, económico y social de los últimos años.
1) LA ECONOMÍA NO ES UNA
CIENCIA EXACTA.
Si es una
ciencia […] es una ciencia social.[...]
2) LA ECONOMÍA NO NECESITA
CONOCIMIENTOS ESPECIALES DE MATEMÁTICA
Los
economistas no tienen necesariamente una habilidad superlativa en el manejo de
la matemática. […] En las obras de los pensadores fundamentales de la economía,
Adam Smith, Karl Marx, David Ricardo y John Keynes, hay muy pocos números.
3) LA ECONOMÍA NO ENSEÑA A
LOS ECONOMISTAS A HACER PRONÓSTICOS.
Los
pronósticos es la actividad más rentable de economistas del poder económico. Se
han convertido en hombres de negocios dedicados a la comercialización de
información económica. En cuanto a la medición precisa de las variables, la
economía se acerca a las ciencias ocultas. Ellos poseen una seducción secreta
que es momento de develarla. Presentan la cantidad incalculable de sus errores
como la prueba contundente de lo complicado de su trabajo. Cuánto más se
equivocan, más necesidad dicen que tenemos de sus ilustradas opiniones. Este
tipo de economista tiene la cualidad de ser el único experto cuya utilidad se
refuerza, vaya absurdo, con los errores que comete.
4) LA ECONOMÍA SE PUEDE
EXPLICAR SIN TECNICISMO INCOMPRENSIBLES
El lenguaje
cerrado de economistas es la manera de construir una cofradía para subordinar
al resto a sus predicciones e interpretaciones de la realidad.
5) LA ECONOMÍA NO ES MÁS
IMPORTANTE QUE LA POLÍTICA
Ha-Joon
Chang, economista coreano, doctorado en Cambrdge […] uno de los más destacados
economistas heterodoxos, escribió:
‘[…]el
ejercicio de buenas políticas económicas no requiere de buenos economistas’ (2)
Esta
definición tiene un componente eminentemente político, que no reniega del
aporte técnico de profesionales del saber económico. Sólo enfatiza la necesidad
de supremacía de la conducción del poder político sobre la labor de los
economistas. Es lo que ha empezado a desplegarse incomodando hasta la
exasperación a lo conservadores que consideran que la economía tiene una única
forma de ser entendida, y que no es otra que la ortodoxa, conocida como
neoliberal. Por ese motivo no se permiten reconocer que una economía pueda
crecer en forma sostenida sin seguir sus recetas. Esta notable carencia
conceptual explica los reiterados errores de diagnóstico y pronósticos sobre la
evolución de la economía argentina.
6) LA ECONOMÍA DE UN PAÍS NO
SE ASEMEJA A UNA ECONOMÍA FAMILIAR
[…]La frase
dice que los gobiernos, como los hogares, deben vivir con sus propios recursos.
[…] Pero lo países emiten sus propias monedas y pueden gastar más de lo que
recaudan cuando lo hacen de forma consistente […]los gobiernos pueden adquirir
todos los bienes y servicios que quieran siempre y cuando los puedan comprar
con la moneda que ellos emiten. Los gobiernos nunca se pueden quedar sin dinero
porque lo emiten; las familias no emiten dinero. Es una diferencia sustancial
para destruir el argumento de la austeridad, que está construido sobre
falsedades. Ese discurso lo padecen ahora los europeos, como aquí lo sufrimos
en los noventa. El aumento del gasto público y la emisión monetaria con
objetivos de expansión y en forma sustentable no provoca una crisis, sino que,
por el contrario, la evita, si la economía no utiliza en plenitud su capacidad
productiva.
Los
problemas de deuda de una economía nacional no son comparables con los
problemas de deuda de una familia individual.
[…]
7) LA ECONOMÍA INTERVIENE
EN LA DISPUTA POR
EL PODER
En el
espacio de la economía se expresa una relación de poder entre diferentes
sujetos sociales en un momento histórico determinado.
‘La
economía no es la asignación de recursos escasos para satisfacer
deseos ilimitados. La economía es el estudio de cómo la sociedad
moviliza la totalidad de sus recursos para mejorar el nivel de vida de toda la
población’ (3)
Cuando se
introduce el tema del bienestar social aparece el debate de cómo se distribuye
la riqueza. Al abordarlo necesariamente se interpela al poder, que no es otro
que el económico.
Estas siete
definiciones brindan el marco conceptual general para perder el miedo a la
economía y, en especial, para empezar a intervenir corriendo el velo a la
ciencia sombría.
Un primer
paso es que el discurso económico convencional se ha construido sobre metáforas
que naturalizan y personifican a la economía, a los sujetos sociales e
instituciones. Cualquier alteración de los mismos lo narra en términos de
catástrofes de la naturaleza y enfermedades propias de las personas. Sus economistas
mencionan situaciones de crisis afirmando que una ‘tormenta’ sacude el mundo,
que los mercados se ‘agitan’, o que las Bolsas ‘sufren’ brutales ‘sacudidas’.
Advierten sobre la existencia de una ‘sequía’ crediticia, o informan que un
‘tsunami’ financiero provoca el desplome de los precios. Poco importa que las
metáforas sean incongruentes entre sí; por ejemplo ‘tormentas’ y ‘sequías’.
Lo
significativo es que la crisis es una catástrofe natural que, por tanto, se
desencadena por sí misma y a todos no pone en peligro.
No hay pues
responsables, sólo damnificados. Instituciones económicas que fueron dotadas de
vida natural y, por lo tanto, se humanizan, generan lamentos en gran parte de
la población cuando, en realidad, las padecen por sus acciones.
Detrás de
metáforas médicas o meteorológicas, los causantes de daños económicos, por
ejemplo los banqueros durante una crisis financiero o grandes empresas en
períodos de suba de precios, quedan ocultos. Estas metáforas inducen a una
mezcla de miedo y compasión, de anonadamiento ante el desastre provocado por
las fuerzas de una naturaleza desatada y de solidaridad antes sus víctimas.[…]
Los
discursos económicos van moldeando la sociedad bajo el criterio de las
emociones y creencias, ocultando la tensión de los intereses de los grupos
sociales. Es decir, transforman unos hechos económicos que serían muy fáciles
de comprender, por ejemplo, quiénes son los responsables del alza de precios,
en acontecimientos que adquieren autonomía de sus principales protagonistas.
Con su palabra dominante articulada en un discurso económico amplificado en el
espacio público, obtienen legitimidad social, logrando que sus propios
intereses, que son de una minoría privilegiada, terminen asociados al bienestar
general”.
Por Alfredo
Zaiat
Selección
tomada de “Economía a contramano”, Planeta, Buenos Aires, 2012, pags. 13 a 21.
NOTAS:
(1): Galbraith, James K., ‘How Economists Got it Wrong’, The
American Prospect, febrero de 2000.
(2):
Chang, Ha-Joon: ’23 things they don’t tell you about capitalism’, Penguin
Group, 2010.
(3): Weeks, John: ‘Los astrólogos de la economía’, Página
12, 23-04-12
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