Por: Carolus Wimmer
Diputado del Parlatino,
secretario de relaciones internacionales del Partido Comunista de Venezuela.
Cambios en las relaciones de
poder y un desplazamiento hacia Asía del epicentro de la dinámica económica
global han hecho perder influencia a las potencias capitalistas de Occidente,
pero estas reaccionan para salvar su hegemonía
El año 2013 comienza en medio
de un escenario en el que Occidente ya no tiene la misma capacidad de incidir
en el reacomodo del ordenamiento mundial.
Sin que las potencias pudieran impedirlo, una serie de cambios mermaron su influencia. Europa, especialmente, se ha debilitado de manera visible.
Los cambios en el sistemamundo se vislumbraron ya en la 33ª cumbre del Grupo de los 8 (G-8), celebrada en Heiligendamm, Alemania, en 2007. En ese entonces, el cónclave integrado por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Japón y Rusia, emitió un documento final en el que reconoció que los llamados países emergentes, Brasil, Rusia, India y China (denominados BRIC), tendrían mayor peso y grado de responsabilidad en la economía mundial.
Pese a ello, descartaron que el G-8 pudiese admitir a otros miembros de ese grupo además de Rusia.
Pero en 2009, el caos financiero obligó a los ocho “grandes” a tragarse sus palabras, por lo que el grupo pasó a denominarse G-20 con la incorporación de la Unión Europea (UE) y 11 naciones con economías emergentes:
China, India, Indonesia, Corea del Sur, Brasil, Argentina, México, Turquía, Arabia Saudita, Sudáfrica y Australia.
Esto demostró que ninguna potencia, por sí sola, estaba a salvo de la crisis capitalista mundial.
EL CRECIMIENTO SE MUDÓ
Para entender qué hizo desdecirse al G-20, se debe tener en cuenta que ya en 2008 las cifras mostraron que el crecimiento económico no está en Occidente, sino en la llamada periferia. Los informes del propio Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que –entre 2008 y 2011– la zona BRIC aumentó su participación en la producción mundial de 7,1% a 28,1%. Es decir, que les tomó tres años alcanzar un nivel mayor al que antes lograron en casi dos décadas. En efecto, entre 1990 y 2007, su participación pasó de 13% a 21%.
Con estos indicadores, los mercados emergentes y las economías en desarrollo aportan 48,9% de la producción mundial, mientras que EEUU y la Eurozona juntos llegan a 33,4%, según el FMI. Esto marcó un notable cambio en las relaciones de poder dentro del sistema de las relaciones internacionales, al punto de que en el año 2010, por primera vez se destinó una mayor inversión extranjera directa a países en desarrollo que a los países industriales capitalistas.
La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo afirma que en los próximos tres años está previsto que de las grandes economías occidentales, solo EEUU y Alemania reciban inversiones.
En una lista de 10 países, encabezada por los BRIC, el gigante norteamericano ocupa el segundo lugar, y la nación europea el noveno.
CAMBIA EL CENTRO
Los poderes económicos a escala mundial se mueven rápidamente.
Se proyecta que en un periodo que empezó en la pasada década de los 90 y concluirá en 2030, la UE decrecerá económicamente de 28,5% a 13,5%. EEUU caerá de 24,5% a 14,5%. Por contraste, China ascenderá de 4% a 24,5% y la India de 3% a 10,5%. Al sumar las regiones, la proporción de las potencias transatlánticas –EEUU y Europa– disminuye de 53% a 28%, mientras que China y la India, los nuevos gigantes del Pacífico, ascienden de 7% a 35%.
El epicentro del poder económico se desplaza hacia la zona Asia-Pacífico y el centro del declive está claramente en Europa. La crisis económica y financiera mundial afecta el crecimiento económico en muchas regiones pero solo en la Eurozona persiste una recesión con un crecimiento negativo continuo. Coinciden el FMI y el Banco Mundial (BM), en que Europa es la región económicamente más enferma del planeta.
ALEMANIA AL FRENTE
En medio de la crisis europea, Alemania tomó la batuta. Pero no por casualidad. El Gobierno ultraconservador de Ángela Merkel y la democracia cristiana reciben el apoyo de las federaciones de empleadores y de las asociaciones industriales de los principales países europeos para impulsar reformas estructurales neoliberales homogéneas en toda la Zona Euro. Hay que salvar al capital por encima de cualquier cosa, en especial, de la gente.
La cancillera Merkel plantea que solo en unidad Europa alcanzará suficiente poder para conservar su influencia en el mundo. En su retórica xenófoba, ha dicho que 80 millones de alemanas y alemanes no tienen ninguna posibilidad contra los 1,3 mil millones de indios y 1,2 mil millones de chinos, pero 500 millones europeos unidos sí.
Para los capitalistas europeos, la UE debe convertirse en un área de negocio capaz de competir con Asia. Algunos analistas aseveran que si las empresas europeas pretenden mejorar su competitividad frente a China e India, deben olvidarse de las diferencias de calidad y concentrarse en la reducción de los costos laborales.
Al respecto, el diario progresista berlinés Junge Welt señaló que las tres asociaciones industriales más grandes de Alemania, Francia e Italia sostienen que las condiciones del mercado de trabajo y los costos de mano de obra deben orientarse “en lo óptimo y no en el promedio” para poder competir no solo con EEUU, sino con China y otras economías emergentes.
En la búsqueda de ese punto “óptimo” las reivindicaciones salariales son un obstáculo.
Se trata de una degradación socio-política fundamental de la Zona Euro. La reducción de la deuda pública es el nuevo mantra del neoliberalismo: ¡Abajo el Gobierno, abajo las demandas salariales y sociales y arriba la disposición de sacrificios de las trabajadoras y los trabajadores!
EEUU SE ALEJA DISCRETAMENTE
Merkel también defiende la necesidad de reforzar la cooperación con EEUU para mantener la dominación global.
La guerra seguirá el comino elegido para intentar frenar la crisis capitalista.
La guerra seguirá el comino elegido para intentar frenar la crisis capitalista.
Para sobrevivir en un mundo multipolar, los socios trasatlánticos deben unir esfuerzos.
En su discurso por la celebración del 60º aniversario del Atlantic Bridge, Merkel enfatizó: “Ahora viven 7 mil millones de personas en el mundo y los europeos y los americanos juntos representan menos de mil millones, pero aún generan aproximadamente 50% del PIB, entonces sabemos que es bueno ponernos de acuerdo. Es importante que también coordinemos la política económica y fiscal más estrechamente que nunca”.
Sin embargo, EEUU define sus intereses globales y regionales de una manera distinta.
Durante su visita a Bangkok, el presidente Obama dijo que “la región Asia-Pacífico orientará en este siglo las condiciones de seguridad y de prosperidad, y es, por lo tanto, vital para crear empleos y oportunidades para los estadounidenses”.
Consecuente con esa postura, concentra sus fuerzas militares y económicas en la región del Pacífico, y Europa pasa a jugar un papel secundario –aunque todavía importante– en el concierto internacional.
Sin que las potencias pudieran impedirlo, una serie de cambios mermaron su influencia. Europa, especialmente, se ha debilitado de manera visible.
Los cambios en el sistemamundo se vislumbraron ya en la 33ª cumbre del Grupo de los 8 (G-8), celebrada en Heiligendamm, Alemania, en 2007. En ese entonces, el cónclave integrado por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Japón y Rusia, emitió un documento final en el que reconoció que los llamados países emergentes, Brasil, Rusia, India y China (denominados BRIC), tendrían mayor peso y grado de responsabilidad en la economía mundial.
Pese a ello, descartaron que el G-8 pudiese admitir a otros miembros de ese grupo además de Rusia.
Pero en 2009, el caos financiero obligó a los ocho “grandes” a tragarse sus palabras, por lo que el grupo pasó a denominarse G-20 con la incorporación de la Unión Europea (UE) y 11 naciones con economías emergentes:
China, India, Indonesia, Corea del Sur, Brasil, Argentina, México, Turquía, Arabia Saudita, Sudáfrica y Australia.
Esto demostró que ninguna potencia, por sí sola, estaba a salvo de la crisis capitalista mundial.
EL CRECIMIENTO SE MUDÓ
Para entender qué hizo desdecirse al G-20, se debe tener en cuenta que ya en 2008 las cifras mostraron que el crecimiento económico no está en Occidente, sino en la llamada periferia. Los informes del propio Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que –entre 2008 y 2011– la zona BRIC aumentó su participación en la producción mundial de 7,1% a 28,1%. Es decir, que les tomó tres años alcanzar un nivel mayor al que antes lograron en casi dos décadas. En efecto, entre 1990 y 2007, su participación pasó de 13% a 21%.
Con estos indicadores, los mercados emergentes y las economías en desarrollo aportan 48,9% de la producción mundial, mientras que EEUU y la Eurozona juntos llegan a 33,4%, según el FMI. Esto marcó un notable cambio en las relaciones de poder dentro del sistema de las relaciones internacionales, al punto de que en el año 2010, por primera vez se destinó una mayor inversión extranjera directa a países en desarrollo que a los países industriales capitalistas.
La Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo afirma que en los próximos tres años está previsto que de las grandes economías occidentales, solo EEUU y Alemania reciban inversiones.
En una lista de 10 países, encabezada por los BRIC, el gigante norteamericano ocupa el segundo lugar, y la nación europea el noveno.
CAMBIA EL CENTRO
Los poderes económicos a escala mundial se mueven rápidamente.
Se proyecta que en un periodo que empezó en la pasada década de los 90 y concluirá en 2030, la UE decrecerá económicamente de 28,5% a 13,5%. EEUU caerá de 24,5% a 14,5%. Por contraste, China ascenderá de 4% a 24,5% y la India de 3% a 10,5%. Al sumar las regiones, la proporción de las potencias transatlánticas –EEUU y Europa– disminuye de 53% a 28%, mientras que China y la India, los nuevos gigantes del Pacífico, ascienden de 7% a 35%.
El epicentro del poder económico se desplaza hacia la zona Asia-Pacífico y el centro del declive está claramente en Europa. La crisis económica y financiera mundial afecta el crecimiento económico en muchas regiones pero solo en la Eurozona persiste una recesión con un crecimiento negativo continuo. Coinciden el FMI y el Banco Mundial (BM), en que Europa es la región económicamente más enferma del planeta.
ALEMANIA AL FRENTE
En medio de la crisis europea, Alemania tomó la batuta. Pero no por casualidad. El Gobierno ultraconservador de Ángela Merkel y la democracia cristiana reciben el apoyo de las federaciones de empleadores y de las asociaciones industriales de los principales países europeos para impulsar reformas estructurales neoliberales homogéneas en toda la Zona Euro. Hay que salvar al capital por encima de cualquier cosa, en especial, de la gente.
La cancillera Merkel plantea que solo en unidad Europa alcanzará suficiente poder para conservar su influencia en el mundo. En su retórica xenófoba, ha dicho que 80 millones de alemanas y alemanes no tienen ninguna posibilidad contra los 1,3 mil millones de indios y 1,2 mil millones de chinos, pero 500 millones europeos unidos sí.
Para los capitalistas europeos, la UE debe convertirse en un área de negocio capaz de competir con Asia. Algunos analistas aseveran que si las empresas europeas pretenden mejorar su competitividad frente a China e India, deben olvidarse de las diferencias de calidad y concentrarse en la reducción de los costos laborales.
Al respecto, el diario progresista berlinés Junge Welt señaló que las tres asociaciones industriales más grandes de Alemania, Francia e Italia sostienen que las condiciones del mercado de trabajo y los costos de mano de obra deben orientarse “en lo óptimo y no en el promedio” para poder competir no solo con EEUU, sino con China y otras economías emergentes.
En la búsqueda de ese punto “óptimo” las reivindicaciones salariales son un obstáculo.
Se trata de una degradación socio-política fundamental de la Zona Euro. La reducción de la deuda pública es el nuevo mantra del neoliberalismo: ¡Abajo el Gobierno, abajo las demandas salariales y sociales y arriba la disposición de sacrificios de las trabajadoras y los trabajadores!
EEUU SE ALEJA DISCRETAMENTE
Merkel también defiende la necesidad de reforzar la cooperación con EEUU para mantener la dominación global.
La guerra seguirá el comino elegido para intentar frenar la crisis capitalista.
La guerra seguirá el comino elegido para intentar frenar la crisis capitalista.
Para sobrevivir en un mundo multipolar, los socios trasatlánticos deben unir esfuerzos.
En su discurso por la celebración del 60º aniversario del Atlantic Bridge, Merkel enfatizó: “Ahora viven 7 mil millones de personas en el mundo y los europeos y los americanos juntos representan menos de mil millones, pero aún generan aproximadamente 50% del PIB, entonces sabemos que es bueno ponernos de acuerdo. Es importante que también coordinemos la política económica y fiscal más estrechamente que nunca”.
Sin embargo, EEUU define sus intereses globales y regionales de una manera distinta.
Durante su visita a Bangkok, el presidente Obama dijo que “la región Asia-Pacífico orientará en este siglo las condiciones de seguridad y de prosperidad, y es, por lo tanto, vital para crear empleos y oportunidades para los estadounidenses”.
Consecuente con esa postura, concentra sus fuerzas militares y económicas en la región del Pacífico, y Europa pasa a jugar un papel secundario –aunque todavía importante– en el concierto internacional.
Consecuencias para la cuestión de la guerra y la paz
La rebatiña por los escasos recursos seguirá en aumento y con ella los conflictos intercapitalistas en el contexto del logro de acuerdos de cooperación en un mundo de explotación global.
El Instituto Europeo de Estudios de Seguridad predijo que al disminuir el riesgo de confrontación entre las principales potencias mundiales y regiones económicas, aumentarán las tensiones con los países pobres del mundo, lo cual pone en peligro el control de los recursos naturales y de los mercados.
Para estas tareas, se modernizan y se activan las fuerzas militares, como se demostró en los últimos años en Irak, Afganistán, Libia y Siria. La pregunta es: ¿Hasta qué punto el interés común imperialista de los países dominantes estará por encima de la competencia entre los diversos grupos que manejan el control del capital global?
NO HABRÁ ADIÓS A LAS ARMAS
El Instituto Europeo de Estudios de Seguridad proyecta de este modo los objetivos de defensa de la UE: los escenarios tradicionales de grandes conflictos interestatales pierden vigencia, es casi imposible un enfrentamiento entre potencias; la principal amenaza es la interrupción en el suministro de materias primas por caos localizados generados por revueltas populares, terrorismo, piratería, guerras civiles, etc. La política de seguridad y de defensa europea debe dar respuesta a este tipo de conflictos.
Como la causa de los conflictos no es otra que la agudización del enfrentamiento entre clases socioeconómicas y globalmente desiguales, las guerras interestatales son sustituidas por revoluciones populares y para contenerlas y resguardar la explotación capitalista, la UE debe contar en 2020 con más de 120 mil mujeres y hombres en las fuerzas de operaciones especiales. De esta manera, las élites políticas europeas tratan de compensar su pérdida de poder económico, aumentado su potencial bélico.
INTERNACIONALIZACIÓN DEL CAPITAL Y REGIONALIZACIÓN DE LAS ECONOMÍAS
“La crisis económica y financiera mundial afecta el crecimiento económico en muchas regiones pero solo en la Eurozona persiste una recesión con un crecimiento negativo continuo. Coinciden el FMI y el Banco Mundial, en que Europa es la región económicamente más enferma del planeta”
En la actualidad se imponen dos tendencias en la economía mundial: la internacionalización del capital y la regionalización de las economías.
La división en grandes zonas regionales de libre comercio exige a lo interno intercambio común, hacia lo externo, discrimina los socios más débiles.
Así observamos que los países en desarrollo se resisten a abrir sus mercados al capital industrial y comercial de los países ricos, pero continúan subsidiando sus agriculturas, lo que obstaculiza las exportaciones y, en general, la producción de los países más pobres.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha demostrado su incapacidad para resolver estas contradicciones.
Además, quienes han acudido con mayor vehemencia a la figura de “solución de controversias” ante la OMC, son los EEUU y la UE.
En todas las regiones del mundo surgen zonas de libre comercio. La más grande hasta el momento es la que abarca EEUU, Canadá y México, que mediante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), producen casi 30% del PIB mundial. A poca distancia está la UE, con sus 27 países.
Pero ambas podrían ser superadas por la nueva Área de Libre Comercio de Asia, que ya aprobó oficialmente sus negociaciones.
A los 10 países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean) se agregan ahora China, Japón, India, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda (pero no EEUU).
En otras importantes zonas de intercambio comercial, nos encontramos con el Mercado Común del Sur (Mercosur), la unión de Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay; el Consejo de Cooperación del Golfo alrededor del Golfo Pérsico y la Comunidad de Estados Independientes (CEI) con Rusia, que está ahora por convertirse en una Unión Euroasiática.
El periódico Handelsblatt, portavoz del capitalismo alemán, resumió la situación de la siguiente manera: “China planea una zona de libre comercio en Asia –sin los EEUU. A su vez, EEUU respondió con su propio proyecto– sin China. Europa y Alemania están marginados”.
En la competencia interimperialista entre EEUU y Europa resultarán decisivas las negociaciones de un TLC que se discute desde junio de 2012.
Aunque pasará algún tiempo, se puede prever que las viejas potencias capitalistas occidentales fusionarán su poder económico para sobrevivir frente a las economías emergentes.
UNIDAD ANTE LAS LUCHAS INTERIMPERIALISTAS
En este contexto de luchas interimperialistas y para asegurar la paz en América Latina, se hace necesario seguir con la política de mayor integración y afianzar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Unión de Naciones Suramericanas; el Mercosur; la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, entre otros mecanismos; para poder competir entre iguales y enfrentar la amenaza de dominación imperialista en nuestra región.
El presidente venezolano Hugo Chávez es el gran proponente y gran impulsor de esta nueva institucionalidad para la integración regional con una visión distinta a la competencia y el mercado, una integración para la independencia política y económica y contra la hegemonía imperialista. Así lo resaltó en su discurso durante la Cumbre fundacional de la Celac, en Caracas, al sostener que “debemos avanzar sin vacilar en la integración porque solo así los países podrán ser libres e independientes”.
Fuente: Correo del Orinoco.
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