A esta altura del día, ya la inmensa mayoría de nosotros está enterada de lo
que sucedió con la –ya famosa- tapa del diario español El País. Mucho ya se ha
dicho y se ha escrito sobre esto, las redes sociales estallaron en la noche
argentina con críticas a la presunta foto de un Hugo Chávez agonizante,
entubado, en coma. Pero me parece interesante utilizar lo que ha hecho hoy este
periódico madrileño para plantear algunas cuestiones.
Nadie pone los límites, es decir, cada uno de nosotros tiene límites, que puede
transgredir o no, pero resulta muy difícil, al menos en materia de “ética
periodística” colocarle límites a los demás, sobre todo porque quienes se han
llenado la boca y han invertido litros de tinta en hablar de esto son,
justamente, quienes más han violado las demarcaciones que muchos pretenden
universales, pero que no lo son. El conocido has lo que yo digo pero no lo que
yo hago.
Lo que más me preocupa a estas horas, después de haberme indignado por la foto
canalla, que ya sabemos, además, falsa, no es el hecho de que hayan publicado
en tapa lo que ahora es un error gigante que va a ser difícil de superar en los
años venideros, sino que los que obtuvieron esa imagen, los que decidieron
publicarla, querían fervientemente que fuera real. Y sabemos que no es sólo una
primicia, de las más cotizadas, seguro. Es un odio transmutado en ejercicio de
un supuesto periodismo que quiere informar lo que, se presume, no informa nadie
más. En el caso de Chávez, lo que no se dice sobre su salud.
Y es esa la peor mentira de todas. La infamia de la foto falsa y su publicación
nos deja en evidencia que no hay más límites, no es que los hayan corrido otro
poquito para hacer de las suyas, no hay más límites. Los límites en el
periodismo han muerto. Y es un velorio de varias noches. Con el discurso del
deber de informar amasan infamias y las presentan como noticias. El doble
discurso, pues en realidad: desinforman, mienten, inventan, ultrajan. Parece
que la dignidad no es necesaria, de hecho debe molestar su recuerdo a quienes
la han perdido. La dignidad, esa parte de uno que, como el apéndice, no tiene
una función muy definida, pero se sabe que si está, es por algo y que si se
pierde, no se recupera más.
Ríos de tinta correrán por esa foto. El País es un diario muy poderoso, y como
todos los poderosos, puede continuar sin mirar atrás, si mirar siquiera a
los costados. Pero no dejemos morir esta discusión, que la mejor forma de
debatirla es mostrarnos como somos y obrar en consecuencia. No olvidemos esta
infamia histórica, como tampoco aquel “¿Por qué no te callas?”, que le gritó un
día un Rey a un Presidente. A cuantos les gustaría que esa foto fuera cierta
para que ese día, el del silencio, haya llegado, y Hugo Chávez, finalmente, se
calle para siempre.
María José
Sánchez
Publicado en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario