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viernes, 10 de mayo de 2013

EL DÓLAR, LA MONEDA DE LA SEMICOLONIA, por Federico Bernal (para “INFOnews” del 08-05-13)




 Los medios de la semicolonia no dejan de promover al dólar como resguardo de ahorro e inversión.

La cosecha del 18A ha sido mala y, a contramano de los deseos de la reacción, la economía nacional repunta. La campaña "un lector = un opositor" vuelve a la palestra con renovada furia. A la Argentina le tiene que ir muy mal. Todos los días un calvario, de lo contrario, ¿quién querría votar a la vieja política? o ¿qué razón habría para confiar en los autores de las crisis sociales y económicas que nos devastaron entre 1976 y 2002? El senador radical Ernesto Sanz lo sintetizó magistralmente: "A veces pienso que si la economía mejorara un poco, ¿qué pasaría con las elecciones? Ojalá que esto siga así hasta octubre [...]". 

HACIA LA HIPERINFLACIÓN. Todas las plumas, las voces y las cámaras contra el Banco Central, entidad que por primera vez desde la década entre 1945 y 1955 responde a los intereses de la sociedad y del país. Todas las plumas, las voces y las cámaras contra el peso, la única y verdadera moneda para y de una Argentina soberana y autosuficiente. Si Clarín y La Nación no fueran corporaciones mediáticas con intereses ligados a una Argentina-granja, la moneda nacional no se vería amenazada por más corridas que hubiera, ni la dolarización de la economía, las finanzas y las neuronas del pueblo argentino promovida por más "profesionales" que entraran en acción. Pero no. Clarín, La Nación, el neoliberalismo de derecha e izquierda, la gran burguesía concentrada y rentista, así como la tradicional oligarquía agropecuaria apuntan sus cañones a desmantelar el mercado interno, la producción, el Mercosur y la Unasur, ocultando a las dolarizadas neuronas argentinas la creciente desconfianza estadounidense y mundial por el mismísimo dios dólar como activo de ahorro y divisa de reserva internacional. Mientras los Bancos Centrales de las naciones industrializadas vienen comportándose como compradores netos de oro, alejándose del dólar como activo de reserva; mientras unos 12 estados de EE UU estudian seguir los pasos de Utah (en 2011) y adoptar al oro y la plata como moneda de intercambio comercial, en la Argentina los medios de la semicolonia no dejan de promover al dólar como resguardo de ahorro e inversión. ¿Qué pasaría con el dólar ilegal si por única vez Clarín y La Nación transmitieran la brutal pérdida de confianza del mundo hacia la moneda estadounidense? Sucede que el promovido dólar "blue" es la cuña más lacerante con la que hoy cuenta el imperialismo y sus socios locales para minar una Argentina social y económicamente avanzada y soberana, a su vez pieza clave de una región igualmente avanzada y soberana. Toda esta incitación mediática del dólar no es más que el principal instrumento para una mega devaluación, a su vez pieza clave para boicotear los acuerdos de precios y descontrolar la inflación, intentando trasladar la brecha con la paridad real a los alimentos, bebidas, ropa, electrodomésticos, etcétera. "Hiperinflación" es el término anhelado por los editorialistas de la semicolonia, la consabida meta que demostró igual eficiencia pero con mayor legitimidad que la alcanzada por las bombas sobre Plaza de Mayo y los ultimátum de la propia flota a la hora de voltear gobiernos.

REDRADO BAILA TANGO. Remontémonos ahora y por un momento a 1999. El 6 de marzo de dicho año, el diario The Inquirer (Washington) publicaba una sugestiva nota dando cuenta de las intenciones del gobierno de Menem de dolarizar la economía nacional. Así comenzaba: "En la Argentina, cuando usted compra una casa, un auto o un viaje en taxi –virtualmente todo– usted puede no pagar en pesos sino en dólares." Más adelante explica la estrategia dolarizadora de entonces, encarada por el FMI y la Casa Blanca: "La Argentina incluso está pensando en desmantelar enteramente el peso para convertir al dólar estadounidense en su moneda oficial. La mayoría de América Latina seguiría estos pasos en la próxima década. Algunos economistas latinoamericanos y de Wall Street creen que el dólar se está transformando para el hemisferio [América] lo que el yen japonés para Asia y el nuevo euro para Europa". Los supuestos riesgos para los países "en desarrollo" brillan por su ausencia. No los debe haber, claro. Y con esta finalidad, el articulista cita un economista argentino para calmar a los incrédulos de la dolarización. Dice Martín Redrado: "Existe una determinación del gobierno argentino, pero se necesitan dos para un tango. La Argentina se ve asimismo como un potencial proyecto piloto que apunta a convertir al dólar en la moneda de facto de América Latina en los próximos diez años."

TRIBUTO A LA RESERVA FEDERAL. La dolarización de la Argentina –frutilla del postre del festín neoliberal iniciado en 1976, afianzado en los ochenta y profundizado sin pena ni gloria entre 1990 y 2002– fue virulentamente promovida desde la Casa Blanca, el FMI y sus filiales domésticas como FIEL, la Universidad Di Tella y el CEMA (recomendamos a todo aquel que desee incursionar en esta cuestión el notable libro La Argentina atrapada de Noemí Brenta). Pero la bajada de línea más enérgica y determinante provenía de los think tanks ultraconservadores del hemisferio norte. Por ejemplo, el Instituto Hudson publicaba en febrero de 1999 un interesante artículo titulado "La globalización del dólar estadounidense", artículo que bien vale la pena traer hoy a colación. Su autor comenzaba afirmando que la extensión del uso de esta moneda fronteras afuera del país emisor era "bueno para todo el mundo". Explicaba asimismo la fecha de inicio de la invasión de dólares y hacia dónde se había concentrado: "Los datos demuestran que entre 1988 y 1991, la moneda estadounidense inundó primero a Latinoamérica (especialmente a la Argentina, la cual sufrió de inflación crónica elevada en dicho período)." Sin embargo, lo más jugoso del artículo fue su sincericidio (al mejor estilo Sanz): "Cuatro ventajas representa para un país tener su moneda como lingua franca en el comercio mundial. Es indudablemente más conveniente para nuestros exportadores, importadores y bancos poder comerciar en dólares que en monedas extranjeras. El uso global del dólar, así como el uso global del idioma inglés, constituye una ventaja natural que los hombres de negocios americanos dan por sentado. La generalización del uso del dólar crea más negocios para los bancos estadounidenses y sus instituciones financieras. [...] Otra ventaja reside en el denominado seigniorage [señoreaje]. Esta es quizás la ventaja económica más importante de tener ciudadanos de otros países poseedores de dólares. Tenedores extranjeros de dólares deben renunciar a las cosas que los dólares pueden comprar en bienes, servicios, viajes en EE UU, etc. pues deben 'pagar' por la seguridad que reciben al hacerse de nuestra moneda. [...] EE UU gana cada vez que la gente de la Argentina o Rusia guarda dólares. Podemos calcular los beneficios directamente. Hoy día, la cantidad de moneda en el extranjero es de aproximadamente 220 mil millones, y el interés del Tesoro es del 4,5%; por lo tanto, el monto del señoreaje (y del beneficio económico nacional) consecuencia de los dólares mantenidos en el exterior es de aproximadamente unos 10 mil millones por año. [...] Muchos economistas consideran a esta ganancia como una forma de ingreso federal."

SEMICOLONIA O NACIÓN, EL HISTÓRICO E IRRESUELTO DILEMA ARGENTINO. Habiendo leído lo anterior y recordando que la Argentina sigue siendo uno de los principales tres países fuera de EE UU con mayor circulación de billetes verdes (ni qué hablar de los 400 mil millones de dólares que sociedades offshore argentinas tienen en paraísos fiscales), ¿cómo puede ser que los grandes promotores del dólar en la Argentina (hoy de una devaluación entre el 30 y el 50%) –columnistas estrellas de La Nación y del Grupo Clarín, sus radios y programas televisivos– a saber: Sturzenegger, Melconian, Pignanelli, Kiguel, Guidotti, Redrado, etc. callen todo esto? La tenencia de dólares que supuestamente beneficia al ahorrista, implica una sangría de capitales por vía del cobro de intereses del Tesoro estadounidense producto de esa misma tenencia. Entre 1988 y 2001, seis acuerdos suscriptos entre el FMI, Alfonsín, Menem y De la Rúa pusieron a la Argentina al borde de un punto sin retorno en cuanto a su viabilidad como Estado nacional. A modo de cierre, un dato interesante. Según un estudio publicado por la Reserva Federal en 1996 (Porter & Judson), 100.000 mil millones de dólares abandonaron EE UU entre fines de los ochenta y mediados de los noventa. De esa cantidad, un tercio vino a la Argentina entre 1988 y 1991, y un 20% entre 1988 y 1995. El dólar –a través de la dolarización informal con la Convertibilidad– fue la moneda de la semicolonia mientras fuimos semicolonia, estatus que dicho de paso habría de arrastrar a toda la región al ALCA y con él, convertido a América del Sur en eterno patio trasero de EE UU. Sturzenegger, el economista estrella de Macri, secretario de Política Económica de López Murphy (2001) aceptó los acuerdos del FMI y trabajó para dolarizar la economía nacional (hasta escribió un librito al respecto). Hoy, pide una devaluación del 40% y coincide con el FMI. El histórico círculo del despojo perfectamente cerrado. El plan del frente del subdesarrollo, la pobreza y la dependencia no sólo sigue vigente sino que ha recobrado nueva fuerza (aunque sean los mismos). Se trata de ser un país granja y un Estado tributario más de la Reserva Federal, o ser una Nación soberana, moderna y autosuficiente. 

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