Miradas al Sur. Año 6. Edición número 261. Domingo 19 de
mayo de 2013
Por
Daniel Cecchini
El DNU firmado por Mauricio Macri y los rumores sobre la
“intervención” del Grupo apuntan a frenar una ley que le haría perder el
control de Papel Prensa.
Esta semana, los caballitos de batalla de “defensa de la
libertad de expresión” y “ataques al periodismo independiente” aceleraron el
paso, pasaron al trote y se desataron en un galope desbocado que llegó a su
precaria línea de meta con un decreto de necesidad y urgencia de Mauricio Macri
que no soporta el análisis jurídico más superficial y con un rumor de
“intervención a Clarín” que no se sostiene con hecho alguno. Detrás
de este caceroleo mediático –uno más de los orquestados por el grupo
periodístico más concentrado de la Argentina en su batalla contra el Gobierno
Nacional– se esconde, esta vez, el temor del Grupo Clarín a perder el control
de Papel Prensa, la empresa de la que se apropió en complicidad con los
dictadores utilizando las herramientas del terrorismo de Estado y que se
convirtió en la piedra angular para la construcción del poder económico y
comunicacional que hoy detenta.
Mauricio Macri demostró que es capaz de cumplir cualquier tarea que se le asigne si eso le permite que el multimedios y sus asociados lo ayuden a posicionarse como única cabeza posible de una oposición disgregada que, a esta altura, sólo se pegotea con el débil engrudo del no sé de qué se trata pero me opongo. Miradas al Sur pudo saber que el decreto de necesidad y urgencia para “la protección de libertad de prensa” –en cuya elaboración participaron abogados del Grupo Clarín– estaba redactado desde diciembre pasado a la espera de la oportunidad propicia para ponerlo en juego. Se trató de una jugada exclusivamente mediática, ya que su entidad jurídica se cae por sí misma: viola cinco artículos de la Constitución Nacional –como señala el amparo presentado por los diputados de Nuevo Encuentro– y pretende poner al gobierno de la Ciudad y a la Justicia local por encima de las facultades del Estado Nacional.
Los rumores de la intervención al Grupo Clarín por parte del Gobierno Nacional, de la misma manera, no pasaron de ser el resultado de la sobreactuación deliberadamente histérica de algunas de las principales espadas periodísticas del monopolio –encabezadas por Jorge Lanata–, una de las cuales llegó a cerrar su programa en TN despidiéndose: “Hasta el lunes… si es que hay lunes”. Nada en el universo –salvo un sorpresivo Apocalipsis– hace sospechar que mañana no amanecerá lunes ni que ese periodista no pueda hacer su programa.
Mauricio Macri demostró que es capaz de cumplir cualquier tarea que se le asigne si eso le permite que el multimedios y sus asociados lo ayuden a posicionarse como única cabeza posible de una oposición disgregada que, a esta altura, sólo se pegotea con el débil engrudo del no sé de qué se trata pero me opongo. Miradas al Sur pudo saber que el decreto de necesidad y urgencia para “la protección de libertad de prensa” –en cuya elaboración participaron abogados del Grupo Clarín– estaba redactado desde diciembre pasado a la espera de la oportunidad propicia para ponerlo en juego. Se trató de una jugada exclusivamente mediática, ya que su entidad jurídica se cae por sí misma: viola cinco artículos de la Constitución Nacional –como señala el amparo presentado por los diputados de Nuevo Encuentro– y pretende poner al gobierno de la Ciudad y a la Justicia local por encima de las facultades del Estado Nacional.
Los rumores de la intervención al Grupo Clarín por parte del Gobierno Nacional, de la misma manera, no pasaron de ser el resultado de la sobreactuación deliberadamente histérica de algunas de las principales espadas periodísticas del monopolio –encabezadas por Jorge Lanata–, una de las cuales llegó a cerrar su programa en TN despidiéndose: “Hasta el lunes… si es que hay lunes”. Nada en el universo –salvo un sorpresivo Apocalipsis– hace sospechar que mañana no amanecerá lunes ni que ese periodista no pueda hacer su programa.
Detrás de escena. La parafernalia comunicacional
desatada porClarín y algunos de sus sirvientes políticos en defensa
del autodenominado periodismo independiente oculta la verdadera preocupación
que, a estas horas, desvela a los capitostes del Grupo: el proyecto de ley
presentado por varios legisladores del oficialismo para expropiar el 24% de las
acciones de Papel Prensa, lo que, de concretarse, le quitaría el control de la
empresa a Clarín y La Nación, quienes en conjunto
son hoy sus accionistas mayoritarios.
En estos días de desafinadas cacerolas mediáticas conviene traer al presente una vez más la sombría historia que permitió a Clarín y La Nación –en un primer momento en sociedad con La Razón– hacerse de Papel Prensa para, mediante el monopolio de la producción del papel de diarios, presionar, controlar y hasta decidir la vida o la muerte del resto de los medios gráficos de la Argentina. Apenas instalada la última dictadura cívico-militar, desde la Casa Rosada ocupada y desde el entonces Comando en Jefe del Ejército se inició una maniobra de pinzas: por un lado presionar al Grupo Graiver –propietario de la mayoría accionaria de la empresa– para que se desprendiera a precio vil de Papel Prensa y, por el otro, buscar empresas periodísticas cómplices para que se hicieran cargo de ella. Esto último fue confirmado a la periodista Graciela Mochkosky por dos protagonistas de los hechos: el secretario general de la presidencia de Videla, el general Rogelio Villarreal, y el ex dueño del diario La Razón, Patricio Peralta Ramos. La transferencia obligada de las acciones se realizó entre noviembre de 1976 y abril de 1977. Apenas firmados los últimos papeles, la mayoría de los integrantes del Grupo Graiver fueron secuestrados, torturados por los grupos de tareas del llamado Circuito Camps y luego sometidos a consejos de guerra presididos por el general Bartolomé Gallino. Por su participación en esta maniobra de apropiación hoy están imputados por delitos de lesa humanidad Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magnetto, Bartolomé Mitre, entre otros directivos de los diarios y ex funcionarios de la dictadura.
Apenas se apropiaron de la empresa, los tres diarios, propietarios de la mayoría accionaria, firmaron un pacto secreto de sindicación de acciones que recién salió a la luz en 2010. Mediante este acuerdo, los directivos de las tres empresas periodísticas se comprometían a votar siempre juntos, para imponer su voluntad al socio minoritario, el Estado Nacional. Desde ese momento, Clarín, La Nación y La Razónrealizaron una maniobra que les dio una enorme ventaja competitiva frente al resto de los medios gráficos de la Argentina: subsidiaron sus compras de papel de diario a precio muy bajo –lo que ocasionó pérdidas a la empresa– a la vez que fijaron precios muchos más altos para el resto de los compradores. También manejaron los cupos de producción, de modo de abastecer o no del insumo a la competencia.
Desde la quiebra de La Razón, Clarín se transformó en propietario del 49% de las acciones, mientras que La Nación se quedó con el 23% (entre ambos tienen el 72%) frente a un 27,4% propiedad del Estado Nacional y un 0,5% que está en manos de otros accionistas.
A partir de la sanción, el año pasado, de la Ley que declaró de interés público la producción del papel de diario y fijó un precio igualitario para todos los compradores, Clarín y La Nación resistieron este paso hacia la democratización de la comunicación gráfica en la Argentina mediante el no cumplimiento de los cupos necesarios para garantizar el abastecimiento.
Por estos días, La Comisión Federal Asesora (CFA) para la promoción y uso sustentable del papel para diario –creada por esa ley– elaboró un informe que desnuda otra de las maniobras que realizan Clarín y La Nación en desmedro de Papel Prensa. Los accionistas mayoritarios redujeron sus compras de papel a la empresa y comenzaron a abastecerse en gran parte de papel importado, que compran a precios preferenciales en virtud al volumen de las compras: Clarín lo consigue a 680 dólares la tonelada, mientras que La Nación lo paga a 588 dólares la tonelada (datos obtenidos del sistema María en 2012). Mientras tanto, Papel Prensa vende su papel al resto de los diarios argentinos a un precio aproximado de 680 dólares la tonelada. Por eso, la misma CFA señaló que “El proyecto (de expropiación del 24% de las acciones) es oportuno y necesario para evitar la evidente intencionalidad de vaciamiento y quiebra de la empresa por parte de sus accionistas privados”.
Detrás de la histeria del show mediático en “defensa de la libertad de prensa” montado por Clarín y sus socios se esconde una oscura maniobra que poco tiene de show y va en el sentido opuesto: evitar la democratización de la comunicación en la Argentina para poder seguir sosteniendo su situación de privilego.
En estos días de desafinadas cacerolas mediáticas conviene traer al presente una vez más la sombría historia que permitió a Clarín y La Nación –en un primer momento en sociedad con La Razón– hacerse de Papel Prensa para, mediante el monopolio de la producción del papel de diarios, presionar, controlar y hasta decidir la vida o la muerte del resto de los medios gráficos de la Argentina. Apenas instalada la última dictadura cívico-militar, desde la Casa Rosada ocupada y desde el entonces Comando en Jefe del Ejército se inició una maniobra de pinzas: por un lado presionar al Grupo Graiver –propietario de la mayoría accionaria de la empresa– para que se desprendiera a precio vil de Papel Prensa y, por el otro, buscar empresas periodísticas cómplices para que se hicieran cargo de ella. Esto último fue confirmado a la periodista Graciela Mochkosky por dos protagonistas de los hechos: el secretario general de la presidencia de Videla, el general Rogelio Villarreal, y el ex dueño del diario La Razón, Patricio Peralta Ramos. La transferencia obligada de las acciones se realizó entre noviembre de 1976 y abril de 1977. Apenas firmados los últimos papeles, la mayoría de los integrantes del Grupo Graiver fueron secuestrados, torturados por los grupos de tareas del llamado Circuito Camps y luego sometidos a consejos de guerra presididos por el general Bartolomé Gallino. Por su participación en esta maniobra de apropiación hoy están imputados por delitos de lesa humanidad Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magnetto, Bartolomé Mitre, entre otros directivos de los diarios y ex funcionarios de la dictadura.
Apenas se apropiaron de la empresa, los tres diarios, propietarios de la mayoría accionaria, firmaron un pacto secreto de sindicación de acciones que recién salió a la luz en 2010. Mediante este acuerdo, los directivos de las tres empresas periodísticas se comprometían a votar siempre juntos, para imponer su voluntad al socio minoritario, el Estado Nacional. Desde ese momento, Clarín, La Nación y La Razónrealizaron una maniobra que les dio una enorme ventaja competitiva frente al resto de los medios gráficos de la Argentina: subsidiaron sus compras de papel de diario a precio muy bajo –lo que ocasionó pérdidas a la empresa– a la vez que fijaron precios muchos más altos para el resto de los compradores. También manejaron los cupos de producción, de modo de abastecer o no del insumo a la competencia.
Desde la quiebra de La Razón, Clarín se transformó en propietario del 49% de las acciones, mientras que La Nación se quedó con el 23% (entre ambos tienen el 72%) frente a un 27,4% propiedad del Estado Nacional y un 0,5% que está en manos de otros accionistas.
A partir de la sanción, el año pasado, de la Ley que declaró de interés público la producción del papel de diario y fijó un precio igualitario para todos los compradores, Clarín y La Nación resistieron este paso hacia la democratización de la comunicación gráfica en la Argentina mediante el no cumplimiento de los cupos necesarios para garantizar el abastecimiento.
Por estos días, La Comisión Federal Asesora (CFA) para la promoción y uso sustentable del papel para diario –creada por esa ley– elaboró un informe que desnuda otra de las maniobras que realizan Clarín y La Nación en desmedro de Papel Prensa. Los accionistas mayoritarios redujeron sus compras de papel a la empresa y comenzaron a abastecerse en gran parte de papel importado, que compran a precios preferenciales en virtud al volumen de las compras: Clarín lo consigue a 680 dólares la tonelada, mientras que La Nación lo paga a 588 dólares la tonelada (datos obtenidos del sistema María en 2012). Mientras tanto, Papel Prensa vende su papel al resto de los diarios argentinos a un precio aproximado de 680 dólares la tonelada. Por eso, la misma CFA señaló que “El proyecto (de expropiación del 24% de las acciones) es oportuno y necesario para evitar la evidente intencionalidad de vaciamiento y quiebra de la empresa por parte de sus accionistas privados”.
Detrás de la histeria del show mediático en “defensa de la libertad de prensa” montado por Clarín y sus socios se esconde una oscura maniobra que poco tiene de show y va en el sentido opuesto: evitar la democratización de la comunicación en la Argentina para poder seguir sosteniendo su situación de privilego.
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