La crisis del 2001 no fue un hecho
circunstancial, sino una muestra clara del
final de un modelo económico. El 1 a 1, una política de dólar barato, generaba
múltiples consecuencias. Algunas eran
positivas, como la baratura de los productos importados y de los viajes al
exterior. Pero las negativas eran mucho más numerosas y devastadoras: toda la producción industrial nacional se
veía arrasada por esas importaciones baratas que, en términos reales, estaban
subvencionadas por el propio Estado Argentino que mantenía artificialmente
barato el dólar. A nivel social la desindustrialización y la recesión que sobre
fines del período se extendió ininterrumpidamente durante 4 años, empujaba a
amplias capas de la población hacia la pobreza
o la marginalidad. Las clases medias menos prósperas tendían a
proletarizarse. Los obreros, especie en extinción en una economía que
aniquilaba las actividades secundarias, se hundían en la marginalidad social y
eran atrapados por el clientelismo más primitivo.
Pero el modelo, además de estos efectos
negativos, tenía fecha de vencimiento, porque el dólar barato se sostenía con
un endeudamiento creciente y la venta de activos del Estado –desde las empresas
de servicios privatizadas hasta las reservas en oro del Banco Central fueron
transformadas en dólares que servían para mantener alto el valor del peso-
Cuando Argentina no tuvo casi ningún activo
más para vender (aunque con De La
Rúa se habló de privatizar el sistema de salud estatal,
proyecto que afortunadamente no se llegó a concretar) y agotó su capacidad de
endeudamiento, cesó el ingreso de dólares y el valor de éste se disparó. A la
vez quedó al descubierto lo que en economía se llama “multiplicación de los
depósitos”: ningún banco tiene realmente
el dinero que figura en sus balances. Por eso, cuando hay temor y desconfianza
y se produce una “corrida” (todo el mundo va al banco a buscar su plata al
mismo tiempo), los bancos dejan de pagar. Eso fue, básicamente, el “corralito”
y el “corralón”, que en el caso argentino se agravó porque muchos depósitos se
hallaban nominalmente en dólares, moneda que Argentina no emite, y que los
bancos ya no tenían realmente en sus arcas.
La Argentina posterior a
la crisis, la de los 5 presidentes en una semana y el festival de cuasi
monedas, era un país destruido. Hay que recordar que se hablaba de muchas
provincias como de “unidades económicas inviables”. Los gurúes económicos
neoliberales postulaban la dolarización, la creación de una banca offshore y la
pérdida parcial de soberanía nacional instalando una supervisión
político-económica externa (similar a la que sufre hoy Grecia).
El economista Jorge Gaggero, en un estudio
publicado en abril de 2002 en la revista alemana Entwicklung und Zusammenarbeit
(1) , señalaba que la existencia del país como tal estaba en riesgo:
“El Estado/nación argentino enfrenta hoy, sin embargo, los riesgos de su desaparición; podría constituir el primer caso –en un eventual deterioro del presente curso de los acontecimientos– entre los que parece preanunciar el rumbo globalizador.Las amenazas no sólo proceden del campo económico y social: extrema desnacionalización; pobreza inexplicable; sangría creciente de sus recursos humanos más calificados; peso insostenible de una deuda externa que tiene como contracara –como ya vimos– la fuga de capitales de los argentinos privilegiados, que ven a su tierra como un ‘país-dormitorio’.” (Gaggero, 2002)
En la etapa de
Duhalde (2001-2003) la devaluación permitió tornar más competitiva la economía,
pero quedó pendiente el problema de una deuda externa que había sido generada
por la convertibilidad y que no se había traducido en ninguna inversión
productiva que originara ingresos que permitieran pagarla.
Si bien la Argentina de 2001, en la
semana de Presidencia de Adolfo Rodríguez Saá, declaró el default con los
bonistas privados, se seguían cumpliendo los compromisos con organismos
financieros internacionales como el FMI. Esto era muy negativo porque el
objetivo de estos organismos es imponer modelos neoliberales (2) en las
economías deudoras, por lo que canjean “refinanciaciones” -“pagar” deuda con más deuda- por “reformas estructurales”. Y son justamente
estas reformas las que dejan expuestos a los países deudores a cuanta crisis
haya en el mundo, y les generan una realidad económica en la que no hay
alternativas a la curiosa solución de “pagar” el endeudamiento con más
endeudamiento; los países pagan y pagan, y cada vez deben más (3).
Néstor Carlos
Kirchner desató este nudo con un espadazo, como hiciera Alejandro con el nudo
gordiano, al pagarle al FMI toda la deuda de una vez y en efectivo, alejando
así la perniciosa injerencia de los Procónsules imperiales del FMI que
manejaban nuestra economía. Esta medida se profundizó tiempo después con la
renegociación, con una quita histórica, de la deuda en default.
Algunos sólo ven
en la bonanza argentina de esta década el efecto combinado de la devaluación
del peso y del mejoramiento del valor internacional de las “commodities”
(materias primas). Señalan que esto
generó un “viento de cola” que hubiera beneficiado a cualquier gobierno
argentino, y que los resultados hubieran sido mejores con otras políticas. Esta
es una visión muy superficial.
En primer lugar
porque, como señala acertadamente Alfredo
Zaiat en su último libro, Economía a contramano (4), navegar en un
velero con viento de cola no es fácil, y requiere de un Capitán experimentado y
competente.
En segundo lugar, porque si bien los
valores de algunas exportaciones primarias argentinas (como la soja) aumentaron
mucho, fue muchísimo mayor el incremento del valor de los minerales o el
petróleo, pese a lo cual los logros argentinos fueron iguales o mejores que los
de los países que basan su economía en esos productos.
En tercer lugar porque, en este contexto de
commodities con valores altos, Argentina fue EL ÚNICO país latinoamericano que
ha evitado que se profundice la primarización de la economía. Al respecto,
señala en Página 12 del domingo 28-04-13(5) el economista Mariano Kestelboim
del SID-Baires :
“Según la Cepal, entre 2004 y 2011, en todos los países de Latinoamérica aumentó la participación de los productos primarios en la exportación total, excepto en Argentina, donde su participación cayó 4 por ciento. Este fenómeno es muy significativo en los países más industrializados. En Brasil la participación primaria creció 41 por ciento, en México 45 por ciento y en Colombia 31 por ciento, en detrimento de la industrial.” (Kestelboim, 2013)“Un hito no considerado del proceso reciente es que históricamente el comportamiento de la economía local había estado condicionado por el rol asignado a América latina en la división internacional del trabajo. Sin embargo, a partir de una creciente administración pública soberana durante el referido período, se fue diseñando un esquema de organización interna de la producción que rompió por primera vez con el modelo de crecimiento aplicado en la región. Lo más notable fue que consiguió alterar el sendero de primarización.” (Kestelboim, 2013) (6)
Por eso, prestigiosos economistas
extranjeros han destacado los logros de la economía argentina en estos años.
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, escribió:
“Los países como Argentina, Brasil y China desplegaron muy buenas políticas macroeconómicas. Comprendieron la importancia de un estímulo keynesiano bien diseñado para apuntalar la economía y garantizar que el desempleo no se dispare. Hay un conjunto de aspectos que permiten que los países emergentes no se vean directamente afectados por la crisis. Por ejemplo, las regulaciones bancarias en muchos países son mucho mejores, de mejor calidad, que las de Estados Unidos y Europa. En algunos casos eso se debió a que los países ya habían atravesado grandes crisis. Argentina hizo muy bien las cosas en los últimos años para garantizar un fuerte crecimiento a tasas muy altas y controlar la inflación. […]
Argentina enfrenta, como muchos países emergentes, el desafío de controlar la inflación en un mundo en recesión. Es un tiempo muy difícil para llevar adelante esa tarea porque se experimentan shocks negativos de demanda y shocks inflacionarios externos. No hay una forma sencilla para atravesar ambos desafíos. El foco excesivo de los bancos centrales en controlar la inflación es un error, pero también es un error ignorar el fenómeno. La estabilidad financiera, el crecimiento y el empleo también tienen que formar parte de sus objetivos. La baja inflación no asegura el crecimiento sostenido. En Europa, la preocupación del Banco Central por los aumentos de precios es uno de los factores que debilita la economía. Por su parte Brasil logró crecer, pero su enfoque excesivo en la inflación ha dado como resultado tasas de interés muy elevadas, entre las más altas del mundo.” (7) (Stiglitz, 2011)
Por su parte Mark Weisbrot, prestigioso economista
que escribe para diversos diarios de Estados Unidos y Gran Bretaña, señalaba en
“The Guardian” al día siguiente de la muerte de Kirchner:
“Su rol en el rescate de la economía
argentina es comparable al de Franklin Delano Roosevelt en la Gran Depresión de
los Estados Unidos. Como Roosevelt, Kirchner tuvo que enfrentar tanto a los
poderosos intereses económicos como a la mayoría de los economistas, que
insistían en que sus políticas lo llevarían al desastre. Se probó que estaban
equivocados, y que Kirchner tenía razón.” (8) (Weisbrot, 2010)
Por supuesto que la economía argentina no
es perfecta, y tiene sus problemas, sobre todo vinculados a la inflación y el
dólar.
La inflación, si se mantiene en términos
razonables, es un fenómeno normal en una economía que crece (9). No así la
deflación, el descenso de precios y salarios, que es un proceso aberrante que
se da en economías enfermas. El problema comienza cuando la inflación se
descontrola, carcome los salarios y genera presiones devaluatorias.
De todas maneras, lo que nunca debemos
olvidar es que generalmente las
tensiones inflacionarias son generadas por grandes grupos económicos que, por
su posición monopólica u oligopólicas, se transforman en “formadores de
precios”. Estos grupos pretenden mayores ganancias por el mismo esfuerzo, y
presionan para obtener una devaluación y a veces incluso favorecen golpes
económicos que permitan torcerle la mano
al gobierno o derrocarlo.
La escasez de dólares tiene diversas
causas. Algunas son inherentes al crecimiento económico logrado. La mayor
producción industrial, la venta indetenible de electrodomésticos y autos,
genera una demanda de energía y combustible que sólo puede ser compensada
importando. La nacionalización de YPF, inevitable ante la incapacidad de REPSOL
para aumentar la producción de petróleo y gas, fue necesaria, y quizás
económicamente tardía -aunque seguramente se concretó cuando las condiciones
políticas lo permitían-Esa medida intenta revertir esta preocupante necesidad
de importar combustibles , cosa que la nueva YPF estatal no puede solucionar de
un día para el otro (10)
En el primer trimestre de 2013 ya se
importaron 2000 millones de dólares en
combustibles, cifra que supera el superávit comercial de ese período (1300
millones), según señala Claudio Scaletta (11).
Un efecto parecido causan las importaciones
de bienes de capital para la industria:
“(…)el impacto de la desindustrialización de los años previos en el nivel de autonomía de abastecimiento de maquinaria no se pudo revertir aun con el aumento de la inversión registrado. Las compras externas de bienes de capital llegaron a representar el 65 por ciento de la incorporación de tecnología en 2011, mientras que a comienzos de la convertibilidad representaban menos del 40 por ciento, lo cual agudizó el problema de escasez de divisas.” (12) (Kestelboim, 2013)
Otra causa de la escasez de dólares es,
como varias causas de la inflación, artificial y políticamente motivada. Los
productores rurales, poco afectos al actual gobierno, retienen millones de
toneladas de granos en silos-bolsa y retrasan todo lo posible la liquidación de
los dólares generados por las exportaciones, especulando con la posibilidad de
forzar una devaluación.
Por eso, muchas de las dificultades que
presenta actualmente la economía no son inherentes al modelo o provocadas por
malas decisiones de los funcionarios, sino generadas por corporaciones que
pretenden boicotear la economía argentina. Lo dijo en un auténtico sincericidio
el radical Ernesto Sanz, cuando manifestó su deseo de que la economía no se
recuperase hasta octubre, ya que eso ayudaría a desgastar al gobierno y lo
haría perder las elecciones legislativas (13).
Hace casi cuatro décadas, en 1975-76,
Argentina comenzó a aplicar políticas neoliberales que pulverizaron su industria
y empujaron a amplios sectores de la población a la pobreza y la marginalidad.
A partir de 2003, Néstor Kirchner y
Cristina Fernández comenzaron a aplicar políticas neokeynesianas e
industrialistas que permitieron revertir esa tendencia que parecía indetenible.
Por supuesto que ha habido imperfecciones y
defectos, y que falta mucho. En términos humanos, la perfección no existe. Sin
embargo, tampoco cabe duda de que este es el camino para salir del ya casi
centenario estancamiento argentino. La alternativa, la única alternativa que se
bosqueja con timidez y en forma elusiva pues los que la sostienen no se animan
a enunciarla, es un regreso a políticas neoliberales las cuales, más rápido que
tarde, conducirán a otro 2001.
En todo ámbito de la acción humana,
construir es siempre mucho más difícil que destruir. Lo que se levantó
esforzadamente en diez años, puede fácilmente demolerse en sólo uno si se
entrega el poder a quienes, aunque no lo digan con claridad, quieren un regreso
a los noventa.
Adrián Corbella, 3 de mayo de 2013.
NOTAS:
(1): “El mejor alumno en la picota”.
Reeditado por Página 12 el 1 de abril de 2012 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-5909-2012-04-02.html
(2): Respecto al rol del FMI puede
consultarse Joseph Stiglitz: El malestar en la globalización, Ediciones Taurus,
Buenos Aires, 2002 (Pags.36 a 43, 122
a 130 y 274
a 276)
(3): Al respecto es interesante ver las
cifras online de las principales deudas externas del mundo http://usdebtclock.org/world-debt-clock.html
(4): Alfredo Zaiat, Economía a contramano,
Planeta, Buenos Aires, 2012.
(5): Mariano Kestelboim: “Reindustrialización”,
Página 12, 28-04-13 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-6771-2013-04-28.html
(7): Entrevista realizada a Joseph Stiglitz
en Página 12 el 28-08-11 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-175542-2011-08-28.html
(8): Néstor Kirchner: Argentina's independence hero, The Guardian, 27-10-10 http://www.guardian.co.uk/commentisfree/cifamerica/2010/oct/27/nestor-kirchner-argentina-imf
Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR),
en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de
Michigan. Es también presidente de la organización (9): Sobre inflación en Argentina es muy interesante la nota de Horacio Chitarroni Maceyra, para el periódico “Señales Populares” (dirigido por Norberto Galasso) , Año III, No.22, diciembre de 2010: “Acerca de la Inflación” http://adriancorbella.blogspot.com.ar/2011/01/acerca-de-la-inflacion-por-horacio.html
(10): Ver por ejemplo “Desafíos para YPF” por Esteban Serrani (Página 12, 28-04-13) http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-6773-2013-04-28.html
(11): Sustitución incompleta, por Claudio
Scaletta (Página 12 del 28-4-13) http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/33-6777-2013-04-30.html
(12): Mariano Kestelboim:
“Reindustrialización”, Página 12, 28-04-13 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-6771-2013-04-28.html
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