En junio de 2007 denuncié la colonización del INDEC y los
métodos prepotentes que se aplicaron sobre sus trabajadores. Desde entonces he
señalado muchas veces el efecto corrosivo de esta práctica sobre la
credibilidad de toda palabra pública. Incluso, fue una presentación de la
organización que presido, el CELS, realizada en nombre de un centenar de
investigadores en ciencias sociales, la que consiguió que volvieran a
publicarse las bases usuarias de la Encuesta de Gastos de
los Hogares y de la
Encuesta Permanente de Hogares. De modo que considero muy
justa la referencia de Joseph Stiglitz a la necesidad de estadísticas
correctas. Pero utilizar un diálogo de pasillo sobre este tema obvio para
esconder la brillante exposición del Premio Nóbel de Economía sobre la
imprescindible regulación de los medios y su propiedad, en especial los
audiovisuales, como garantía de la diversidad, que a su vez ayuda al desarrollo
y reduce la desigualdad, me parece un inadmisible golpe bajo. Este es el tipo
de manipulación que demuestra la necesidad de aquella regulación, defendida en
forma entusiasta por Stiglitz, para que no se escuche una sola voz. Los dos
diarios socios en Expoagro y Papel Prensa la resisten con las peores artes y
sobre los ardides con que han conseguido postergarla gira desde hace cuatro
años la política argentina.
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