Breve repaso
histórico al pillaje petrolero en Malvinas
"El gobierno menemista no sólo accedió a la
totalidad de las demandas comerciales británicas e isleñas sino que, además,
enterró los logros diplomáticos de casi 20 años."
Por:
Federico Bernal
Federico Bernal
El interés internacional y británico por los
hidrocarburos en la zona austral data de por lo menos comienzos de la década
del setenta. En efecto, ya para 1975 varias compañías petroleras estaban más
que interesadas en el off-shore malvinense, y fundamentalmente, en conocer los
resultados de un informe geológico encargado a un equipo de investigadores de la Universidad de
Birmingham. El informe fue publicado en marzo de 1975 y titulado Geology of the
region around Falkand Islands (P. F. Barker, J. Burrel, P. Simpson y D. H.
Griffiths). Allí se recopilaron datos de los primeros estudios sísmicos y
geológicos efectuados en el archipiélago de las Malvinas en la década de 1950.
También los conducidos en 1970 y las 3 perforaciones en el Banco Ewin –algunos
cientos de kilómetros al este de las islas– encaradas por el Programa de
Perforación en Mar Profundo, en 1974. Dichas perforaciones demostraron la
existencia de rocas fuente de petróleo en el área (Juan Archivaldo Lanús, Ob.
Cit.). En estos resultados esperanzadores del informe de la Universidad de
Birmingham se basaron las primeras misiones enviadas por la Corona a las Malvinas, e
integradas por parlamentarios, geólogos e ingenieros. Entre sus objetivos
destacaban no solo la búsqueda de riquezas petrolíferas, sino también la
necesidad de comprobar fehacientemente si los isleños podrían subsistir en caso
de que Inglaterra declarara la independencia de las islas. A fines de los
setenta, el interés británico por el crudo argentino en Malvinas había crecido
exponencialmente y con él, las dilaciones y laberínticas respuestas de los
diplomáticos británicos a las negociaciones bilaterales. La razones serían
expuestas por el Daily Telegraph a comienzos de los ochenta. El
conservador periódico publicaba que la
CIA estimaba las reservas de la cuenca malvinense tres veces
superior a las del Mar del Norte. Los "deseos" de los kelpers se
convertirían pues en el arma ideal para congelar toda solución negociada a la
disputa.
LA
MISIÓN PHIPPS.
En noviembre de 1975 el Reino Unido envió a las Islas
Malvinas una misión entre cuyos integrantes destacaban los diputados laboristas
Phipps y Gilmour. Entonces, los funcionarios comprobaron que resultaba
imposible explotar las posibilidades económicas de las islas y desarrollarlas
sin la participación de la República Argentina. El informe Phipps, publicado
en 1977, advertía al gobierno inglés sobre la posibilidad de declarar
independiente a las islas por cuanto el déficit de la economía y la
despoblación harían estragos de adoptarse esa determinación. Su autor fue
doctor en geología de la
Universidad de Birmingham –de la que meses antes había
partido la primera misión exploratoria a las Malvinas–, especializado en
cuestiones petrolíferas. Formaba parte en 1975, al momento de redactar su
informe, de grupos parlamentarios venezolano-británicos y
ecuatoriano-británicos sobre problemas de petróleo. El trabajo citado contenía
un interesante estudio sobre el tema, titulado: “Prospecto sobre el desarrollo
de hidrocarburos”. En él, Phipps comienza por señalar que la información
recogida sobre la posibilidad de existencia de hidrocarburos en las islas,
tanto en tierra como en el mar era muy escasa, a pesar de algunos estudios
aislados que se han hecho. En efecto, no podía determinarse la existencia o no de
petróleo, pero sí lograron establecerse la presencia de un número de cuencas
sedimentarias en el mar: hacia el oeste de la cuenca de las Malvinas; hacia el
norte, lo que se suponía podría ser una extensión marítima de la cuenca de San
Jorge en la Patagonia,
y hacia el este, dos cuencas mal definidas vinculadas con la plataforma
Falkland.
LA
DÉCADA DEL NOVENTA Y LA ENTREGA MENEMISTA.
Para 1993, varios estudios geológicos de primera línea,
entre ellos los de GRAVSAT (Satellite Observing Systems Ltd.) y del British
Geological Survey, anunciaban como corolario de intensas investigaciones en el
archipiélago, la presencia de una zona mínima de aproximadamente 200 mil
km2 alrededor de las islas con posibilidades reales de contener petróleo en
cantidades comerciales. Sin embargo, el lanzamiento de la actividad
exploratoria debía contar con el beneplácito argentino, no como obligado
requisito para su autorización sino para dotar de seguridad jurídica a las
potenciales petroleras interesadas en el área. La búsqueda del compromiso del
gobierno argentino de no entorpecer la exploración y la posterior explotación
de los recursos hallados fue entonces encarada por el Foreign Office. La
"estrategia de seducción" –iniciada por el canciller Di Tella a
partir de 1992 y fundamentada en las negociaciones bilaterales con los isleños
(kelpers)– fue la consecuencia de su operación y superó todas las expectativas.
El gobierno argentino no sólo accedió a la totalidad de las demandas
comerciales británicas e isleñas con el Acuerdo de Pesca de Calamar (la Argentina se
autolimitaba a pescar este crustáceo, principal recurso de los habitantes de
las islas) y el Acuerdo sobre Petróleo de 1995, sino que además enterró los
logros diplomáticos de casi 20 años de trabajo argentino frente al Reino Unido
y a los organismos internacionales. Cinco días después de la firma de los
acuerdos petroleros, los kelpers licitaron 19 áreas y concedieron 12 contratos,
presentándose cerca de medio centenar de compañías. Un año más tarde, el
gobierno isleño entregó finalmente 7 licencias de exploración off-shore a:
Shell, Amerada Hess, Lasmo, International Petroleum Corporation y Desire
Petroleum. Las zonas licitadas se encontraban al norte de las islas, en la Cuenca Malvinas
Norte, donde las profundidades oscilan entre los 150 y 500 metros y la
distancia de la costa entre 36 y 250 kilómetros. Así comenzó la primera etapa de
la fase exploratoria, etapa culminada en 2001. Sus resultados más importantes
fueron: 1) la comprobación de la interconexión de la Cuenca Austral con
las tres cuencas sedimentarias al sur, este y oeste de las islas, todas dentro
del área de exclusión (la
Austral es la única cuenca marina productiva de la Argentina, cuyas
reservas comprobadas a diciembre de 2007 se ubicaron en 88,6 millones de
barriles); y 2) la potencial riqueza petrolífera de la Cuenca Malvinas
Norte, cuyos estudios sísmicos le otorgaban un potencial petrolero estimado en
60 billones de barriles.
EL PERVERSO CIRCUITO COLONIALISTA.
El informe de Richards-Hillier (2000) que estimaba una
presencia in situ de 60.000 millones de barriles fue ratificado seis años
después por un segundo estudio, divulgado en la misma revista (Journal of
Petroleum Geology. Volumen 29 (3), Año 2006) y entre cuyos autores, además de
los citados, se encontraba Phipps, aquel antiguo diputado laborista integrante
de la primera misión a las islas en 1975. Pero la pasión de este parlamentario
por el crudo malvinense trascendería la simple investigación científica: en
1996 fundó Desire Petroleum, compañía destinada a explorar y explotar los
recursos petroleros en Malvinas. Fallecido Colin en 2009, su hijo Stephen de 52
años se hizo cargo de la empresa, con el 13,38% de la participación accionaria.
Stephen –ex corredor de las bolsas de Londres y Nueva York durante 20 años–
cuenta que su padre participó de la reunión de gabinete en la que Thatcher
decidió declarar la guerra a la
Argentina (UK News – 09/12/09). ¿Cierra al lector el perverso
circuito colonialista?
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