Por Éric Toussaint
- Eric Toussaint (doctor en ciencias políticas, presidente
del CADTM de Bélgica, www.cadtm.org,
miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia). Damien Millet y Eric
Toussaint han dirigido el libro colectivo La Deuda o la Vida, Editorial Icaria, Economía, ISBN:
9788498883848, Año Publicación: 2011, páginas: 336, que recibió el Prix du
livre politique à la Foire
du livre politique de Liège en 2011). Último libro publicado, Damien Millet et
Eric Toussaint, AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, Paris, 2012.
.- Sería un error considerar que los dirigentes europeos se
han quedado ciegos. Su motivación no es ni la vuelta al crecimiento económico,
ni la reducción de las asimetrías dentro de la Unión Europea con la
finalidad de construir un conjunto más coherente en el que retornaría la
prosperidad. La patronal que guía los actos de los gobiernos quiere avanzar
hacia una ofensiva más grande a escala europea, contra los derechos económicos
y sociales conquistados tras el final de la segunda guerra mundial. Desde este
punto de vista, son un éxito las políticas llevadas a cabo durante estos últimos
años.
Con políticas de austeridad que aumentan el desempleo,
logran incrementar, cada vez más, la precarización del trabajo, disminuir su
capacidad de resistencia y de lucha, reducir los salarios y los diversos
subsidios sociales. Sin embargo, mantienen al mismo tiempo las enormes
disparidades entre los trabajadores en la Unión Europea, con
el fin de aumentar la competencia entre ellos. Uno de los objetivos perseguidos
por los dirigentes europeos es mejorar la capacidad de las empresas europeas
para conquistar cuotas de mercado a sus competidores en el resto del mundo.
Para ello, es necesario reducir radicalmente el coste del trabajo, retomando su
expresión. Esto implica infligir a los trabajadores europeos una rotunda
derrota. También se persiguen otros objetivos: llevar adelante la ofensiva
contra los servicios públicos, evitar tanto como sea posible las quiebras
bancarios, reforzar el poder de los ejecutivos (Comisión Europea, gobiernos
nacionales) frente al poder legislativo, reforzar las restricciones impuestas
por los tratados a fin de consolidar las políticas favorables al capital …
El coste político electoral puede ser elevado, pero
globalmente las grandes familias políticas tradicionales que dominan el
escenario europeo apuestan a que, aunque perdieran las elecciones, recuperarían
el poder en las elecciones siguientes. De todos modos, pasar a la oposición no
implica perder una serie de posiciones adquiridas en el aparato del Estado, en
las instituciones europeas, etc., sin olvidar los poderes locales (ciudades,
entes regionales, comunidades autónomas).
Lo que complica un poco el proyecto de los dirigentes
europeos es la decisión del gobierno de Obama de profundizar radicalmente las
políticas de austeridad siguiendo las aplicadas por el gobierno de Bush. Los
recortes presupuestarios, en particular en los gastos públicos y sociales,
crecerán en Estados Unidos. Esto no ayudará a las empresas europeas a ganar
cuotas de mercado. Sólo Japón parece querer adoptar una tímida política de
relanzamiento, lo que se tendrá que confirmar.
Conclusión: Según los objetivos antes descritos, la
convergencia entre el FMI y los dirigentes europeos es total. Por lo demás,
desde diciembre de 2012, momento en el que el gobierno de Obama anunció que iba
a radicalizar las políticas de austeridad en Estados Unidos, ya no se han oído
declaraciones críticas por parte de Christine Lagarde ni de otros directivos
del FMI sobre la política practicada en Europa.
Por lo tanto, no hay que equivocarse sobre el sentido de las
declaraciones del FMI: si bien ha tomado un poco de distancia con respecto a
los dirigentes europeos, no es para convencerlos que abandonen las políticas
estructurales favorables a las privatizaciones y a la profundización de la
ofensiva contra las conquistas sociales de la posguerra. Lo que pretende es
tener más peso en las decisiones y lo da a conocer. Se verá en los meses
venideros si seguirá afirmando que conviene reducir un poco el ritmo con el que
los dirigentes europeos quieren acercarse al equilibrio presupuestario. Aunque
los trabajos de algunos gabinetes de investigación del FMI contienen argumentos
que van, más o menos claramente, contra las políticas dominantes, la acción
global del FMI no ha cambiado ni un ápice. Es esta acción lo que hay que
combatir con todas nuestras fuerzas.
(Traducción Raúl Quiroz-Griselda Piñero)
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