Autosuficiencia para
la autodeterminación en la colonia británica en Malvinas: "El éxito del
programa de modernización y diversificación de las islas, fundamentado en la
explotación colonialista de los recursos argentinos, tiene en el referendo de
hoy la frutilla del postre."
Si bien el conflicto
armado no resolvió la disputa de soberanía, amparada en los argumentos de una
guerra que "no provocó", de la cual fue víctima (junto con los
isleños) y de la que además fue absuelta de toda responsabilidad (Informe
Franks), Gran Bretaña dio por finalizada la disputa de soberanía con la Argentina desde el
mismísimo 14 de junio de 1982. Desde entonces, se puso en marcha un programa de
modernización y diversificación económica de las islas, fundamental para las
aspiraciones de autodeterminación. El éxito de tal programa, fundamentado en la
explotación colonialista de los recursos argentinos, tiene en el referendo del
día de hoy la frutilla del postre. No puede haber autodeterminación sin
autosuficiencia. ¡Si sabremos de eso los latinoamericanos!
INTRODUCCIÓN A LA REVOLUCIÓN
"KELPER".
La modernización
socioeconómica de la colonia británica de la postguerra –reforma agraria
incluida (¡sí, tuvo una reforma agraria!)– fue revolucionaria por la magnitud
del cambio y la progresividad medida en función de la calidad de vida de sus
habitantes. Y como todo proceso progresivo de transformación estructural
experimentado en el mundo, esto es, aquel que permite el pasaje de un orden
social y económico atrasado a uno nuevo y más moderno, el ocurrido en la
colonia "Falklands" también contó con el Estado como pilar de esa
transformación. A partir de mediados de los ochenta comenzó a gestarse (luego
de casi 150 años de oprobio y ostracismo) la tan anhelada modernización y
diversificación económica de las islas, el aumento exponencial de la calidad de
vida de sus habitantes, una reforma agraria (basada en la redistribución de la
tierra, el combate al latifundismo y la modernización de las técnicas y
equipamiento), nuevas obras en infraestructura y la mejora de los servicios
públicos. Los brazos de semejante cambio: el Estado británico y el gobierno
colonial a través de una empresa pública en calidad de promotor, organizador e
inversor del proceso de transformación. La sangre de semejante cambio,
capitales británicos en una primera etapa, sumados a los capitales derivados de
la explotación colonialista, ilegal e ilegítima de los recursos pesqueros del
archipiélago (y desde hace algunos años, pesqueros y petroleros) en una etapa
posterior. Las recomendaciones de este programa social y económico provinieron
del Informe Shackleton de 1982 (versión actualizada del de 1976), pedido
expresamente por Margaret Thatcher en mayo de 1982. ¡No podía haber
autodeterminación sin autosuficiencia!
EMPRESA PÚBLICA PARA
EL DESARROLLO.
Una de las más
importantes recomendaciones fue la creación de la Corporación de
Desarrollo de las Islas Falkland (CDIF), organización fundada en 1984. La CDIF inauguró sus funciones
anunciando a la población los siguientes objetivos: incremento de las oportunidades
laborales, diversificación económica, aumento de la población a través de un
proceso de inmigración selectiva, la mejora en las instalaciones comunitarias y
la búsqueda de autosuficiencia en el largo plazo. Asimismo, apuntó a la
realización de mejoras en materia agrícola, energética, en turismo y pesca.
Para 1991, la CDIF
compró la mayoría de las tierras a la Falkland Islands
Company, que terminó migrando a la pesca y al petróleo. En la actualidad, la CDIF sigue a cargo del
desarrollo económico de la colonia, llegando incluso a realizar actividades de
promoción de marketing de la producción local así como asesorando individual y
empresarialmente en nuevos negocios. Su dirección ejecutiva está compuesta por
representantes del gobierno y de cada uno de los sectores claves de la economía
isleña.
LA EXPLOTACIÓN COLONIALISTA DE LOS KELPERS.
Los medios de prensa
ultraconservadores británicos y sus repetidoras en el Tercer Mundo explican al
mundo que la guerra “no provocada” por Gran Bretaña ni por los kelpers, y de la
cual ambos fueron víctimas, no reportó más que beneficios a los isleños,
eternamente oprimidos por la Argentina. Olvidaron el cuasi-genocidio social y
económico infligido por Londres a los colonos por ella implantados entre 1833 y
1982. De hecho y de no haber sido por la Argentina en la década del setenta, la población
hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Pero la desmalvinización hace el
relato inverso. Pues bien, todo eso cambió después de junio de 1982. La colonia
gozaría de las mismas leyes de la revolución burguesa verificada en las
naciones hoy industrializadas de occidente: reforma agraria, combate al
latifundismo, estatización del desarrollo, diversificación y modernización
económica, acumulación primitiva de capital, etc. Sin embargo y como es sabido,
en las naciones occidentales europeas el capitalismo industrial, el Estado de
bienestar y el incremento progresivo de la calidad de vida de sus ciudadanos
durante buena parte del siglo XX, sólo fueron posible gracias a la explotación
colonial de la periferia toda. A pesar de su particular situación, la “colonia
británica Falklands” no fue ni es ninguna excepción: el capitalismo británico
la rescató entre 1982/86, pero desde entonces, tanto su subsistencia como su
viabilidad futura se fundamentan en la explotación de la periferia (explotación
colonialista, ilegal, ilegítima e imperialista de los recursos naturales de la República Argentina).
HACIA LA AUTOSUFICIENCIA COLONIAL.
Como se dijo, una
vez culminada la guerra, comienza a verificarse en las islas un proceso
revolucionario de transformación a imagen y semejanza del acontecido en las
naciones europeas durante el siglo XIX, pero en simultáneo con un sistema de
explotación no ya colonial sino colonialista. A lo dicho más arriba, Londres y
el gobierno colonial trabajaron en la reducción de la fuga de capitales desde
la redistribución de las tierras, corazón de la reforma agraria (el Informe
Shackleton colocaba como fundamental la venta de tierras de los “no residentes”
a los isleños), con el objetivo de frenar el drenaje de divisas que los
terratenientes “no residentes” provocaban al girar al exterior las utilidades
derivadas de la explotación de sus tierras. Finalmente y con la explotación de
la pesca ya reportando sus primeros ingresos para 1986, sumada a la casi
completa reducción de la remisión de utilidades a Gran Bretaña, la inversión de
la Madre Patria
se reduciría drásticamente hasta anularse a partir de 1991/2 (sólo la ayuda
financiera en lo militar seguiría en pie). El Informe Shackleton de 1982
proponía destinar a la reconstrucción de las islas y a su desarrollo ulterior
unas 35 millones de libras entre 1983/1988. En materia de inversiones para el
desenvolvimiento del sector pesquero “alrededor de las Falklands y las
Georgias”, preveía unos 40 millones adicionales. En total, y durante el primer
lustro, la metrópoli invirtió un 50% de lo previsto por Shackleton y su
equipo.
CONCLUSIONES.
El triunfo británico
en la guerra colonial de 1982 inició el auxilio económico-financiero para el
despegue de la colonia y la supervivencia de sus habitantes, aislados y
olvidados por Londres desde su implantación con la invasión de 1833. Así hasta
1986. Ese año, con el inicio de la explotación colonialista de los recursos pesqueros
por parte de las autoridades coloniales y la Falkland Islands
Company –por supuesto en connivencia con metrópolis– la autosuficiencia
económica y financiera de las Falklands (no así en defensa) habría de
alcanzarse seis años más tarde. Cuando se enseña al mundo que la guerra fue el
motor del despunte económico y social de los kelpers se miente, a la vez que se
abona la posición colonialista británica. La guerra en sí no generó ningún
cambio, sino los más que “revolucionarios” factores aquí analizados -históricamente
negados a los pueblos latinoamericanos por Gran Bretaña y demás potencias
“civilizadas”- parte de la estrategia imperial para convertir a su colonia en
autosuficiente y de allí en más apoyar sus infundados anhelos de
autodeterminación.
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