Algunos mal pensados –como este escriba- sospechan que Macri
aceptó hacerse cargo del subte sólo como
herramienta de disputa con el Gobierno Nacional y de paso, para generar malestar en la población
porteña. Por supuesto que los habitantes de la CABA no son “el país”, pero
hacen tanto ruido que lo parecen. Entonces, una sola chispita basta para
encender la hoguera capitalina. Y en eso, el Jefe de Gobierno porteño es un
experto. Como sabe que no mide aún para posicionarse de cara al 2015, la única posibilidad de aproximarse al
podio es socavar la solidez de La Presidenta. “Está claro que esto va a
ser un costo para la Ciudad
–explicó la vice jefa,
María Eugenia Vidal- porque estamos
asumiendo un servicio sin ningún tipo de apoyo del gobierno nacional, violando la Constitución nacional
que es clara y dice que los traspasos se tienen que hacer con recursos". Miente,
por supuesto, porque nada dice de lo que se ha depositado en el Banco Nación a
lo largo de todo el año. También miente Bartolomé Mitre, el director del diario
La Nación, en
una entrevista realizada en Brasil. En
cada una de sus palabras hay una mentira y detrás de cada mentira hay un
destinatario que cree en ella. Y después de creer, de grabar a fuego las
falsedades a las que decide dar crédito sin dudar, sale a cacharrear,
convencido de que lo que sostiene es verdadero, aunque el mundo cotidiano se
estrelle en su narizota.
Quizá por eso, los carroñeros abusan de tanta credulidad. La
revista brasilera Veja entrevistó a
Mitre y permitió que esbozara un panorama de ficción que asustaría al más
valiente. La incongruencia del título de la nota ya anticipa bastante: “Una dictadura con elecciones”. Y de dictaduras sabe mucho el director de La tribuna de doctrina, pues ha sido
cómplice y beneficiario –casi instigador- de la dictadura más sangrienta
instalada en nuestro país. Pero su preocupación esencial es el 7D y por eso
afila sus pestilentes colmillos para mentir despiadadamente. "La limitación de la libertad de prensa
en nuestro país afecta a todos –pontificó- La libertad de Clarín es la libertad de toda la prensa argentina".
En primer lugar, el 7D no va a pasar
nada con la prensa, pues la ley regula los medios de comunicación
audiovisual y cualquiera puede deducir que los diarios no estarán afectados. Tampoco la ley cercena la libertad de
prensa ni de expresión, porque sólo regula la titularidad de las licencias y de
ninguna manera los contenidos. Y por último, decir que Clarín, que ha crecido a fuerza de hundir
competidores, presionar anunciantes y endosar su deuda a todo el pueblo,
representa la libertad de toda la prensa resulta contradictorio y hasta
insultante.
Pero no conforme con estas alteraciones de la realidad, el
sucesor de El padre de la historia denunció
que "alrededor del 80% de los
canales de TV, periódicos y radios ya están bajo control del Gobierno". Y
no conforme con esa senil alucinación, explicó que "la intención es lograr un control total de canales de televisión
abierta”. Para no abundar en las ridiculeces vertidas por este patricio en
el exterior, un par de fragmentos bastan para confirmar sus intenciones. “Tenemos cero de publicidad oficial. Somos
independientes”. La pauta oficial no
representa más que el 6 por ciento del total de la torta publicitaria, por lo que no es esencial para el sostén de
estos medios. Independientes del gobierno, pero no de las empresas más
importantes del país, a las que protegen desde sus páginas. Independiente del poder político, pero no
de los poderes fácticos. Después, la frase que inspira el título: “esencialmente, vivimos en una dictadura de
los votos". Estas palabras
encierran un enorme desprecio hacia la voluntad del pueblo. Desprecio que
se multiplica en las plazas caceroleras. Ya es común por parte de los sicarios
de ciertos medios el uso de la palabra ‘dictadura’ con absoluta liviandad, pero
es más grave aún cuando la pronuncia alguien
que estuvo ligado a las verdaderas dictaduras, orquestadas por los que siempre
trataron de dominar la economía del
país en su propio beneficio.
Como el patricio, son muchos los que, para construir una
imagen demoníaca del Gobierno Nacional, apelan
a la patraña del autoritarismo. Para ellos, el gobierno es autoritario
porque no están de acuerdo con las medidas que toma la Autoridad, sobre todo aquéllas que tienen como
objetivo limar un poco los privilegios del Poder Fáctico. El gobierno es
autoritario porque impulsó los juicios a los genocidas, aunque pocos son tan audaces como para cuestionar esto. Pero
sobre todo, es autoritario porque la Justicia está avanzando
hacia los civiles, cómplices, instigadores y beneficiarios de delitos de Lesa
Humanidad. En estos días, el juez federal Fernando Poviña decidió el
procesamiento de Carlos Blaquier, de Ledesma, como cómplice en primer grado por
privación ilegal de la libertad agravada sobre 29 personas en los primeros
meses de la dictadura. Este es el primer caso de procesamiento a
un civil, pero no será el último. Y eso es lo que temen. Aunque la Justicia tarda, siempre
llega.
Y a veces se
pierde en laberintos enmarañados, de
esos que tan bien preparan los arquitectos periodísticos. Unos meses atrás,
comenzó el culebrón de la no-causa de Amado Boudou. Muchas seseras mediáticas,
hasta exigían la renuncia del Vicepresidente. En los cacerolazos de este año,
Boudou aparecía como el corrupto número uno y despertó los insultos más
creativos de muchos manifestantes. ¿Cómo
se puede dar marcha atrás después de tanto estiércol arrojado? Un escrito
de 110 páginas presentado ante el juzgado de Ariel Lijo, firmado por Alejandro
Vandenbroele, demuestra que no fue
Boudou el que puso dinero para salvar a la ex Ciccone Calcográfica, sino el
financista Raúl Moneta. Esa fue la acusación inicial que dio origen a cientos y
cientos de falaces informes mediáticos. Ahora, Vandenbroele rompe el silencio
profesional y afirma, como lo ha hecho siempre, que no es amigo de la infancia
ni testaferro de Boudou.
Pero si no es
Boudou, será Moreno o don Juan de los Palotes. Siempre habrá una víctima para
crucificar desde los medios, siempre habrá una denuncia infundada devenida de
una falaz investigación que despierte la ira de los Indignados Argentinos. Ese es el nuevo nombre que portarán ahora
los antiguamente llamados caceroleros. Indignados por enojados, no porque hayan
perdido ninguna dignidad. No son como los indignados españoles, que, como
muchos ciudadanos europeos, padecen en carne propia la crudeza de los ajustes
que muchas veces sufrimos en estas tierras. Lo único que padecen los indignados
de acá es una manipulación alevosa por
parte de algunos medios de comunicación. Y sólo confían en ellos.
Algunas fuerzas
políticas –por llamarlas de algún modo- están tratando de capitalizar a estos iracundos protestones. Para dar por tierra
definitivamente al mito de la espontaneidad, los organizadores empezaron a
moverse fuera del universo virtual y convocaron a una reunión para debatir la
continuidad del movimiento cacerolero. Para que no queden dudas, la tertulia –con bocaditos incluidos- se
realizó en el Salón Auditorium Manuel Belgrano del Banco Ciudad, por lo que el
macrismo no está ajeno. Apenas unas treinta y cinco personas asistieron
para no llegar a ningún acuerdo, pelearse entre sí y sumar más enojo a la
indignación. Lo que pasa es que los del PRO están muy apurados. Ya está Mauricio molestando por teléfono y
anunciando con voz angelical que tiene un sueño –no como el de Martin
Luther King, por supuesto- y nos invita a formar parte de él. Como el autor de
estos apuntes no oprimió la tecla 1, se perdió el resto de la historia. No
hacía falta saber más. El sueño de estos
individuos se transforma en la pesadilla de todos. Y ya nos resulta por
demás de conocida. Para los que no tienen memoria, un paseíto informativo por
algunos países europeos la puede refrescar.
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