Miradas al Sur.Año 5. Edición número 233. Domingo 4 de
noviembre de 2012
Por
Eduardo Blaustein
El cacerolazo seguramente será extendido y debe ser
escuchado como un llamado de atención al Gobierno. La presencia de Luis
Barrionuevo es un riesgo para la convocatoria. Redes sociales que van del
macrismo al Episcopado. Mucho ruido, poca expresión electoral.
De lo mucho que se dijo sobre el último cacerolazo y el que
viene, acaso una de las mejores reflexiones vino de una opositora inteligente
del kirchnerismo, Beatriz Sarlo. En su habitual columna deLa Nación, y
después de cuestionar las críticas oficialistas por discriminatorias, Sarlo
aceptó que en las protestas con cacerolas late un “despiste ideológico”,
“antipatía contra la política” y añadió algo crucial: “Detestar al kirchnerismo
no produce política. Y hoy, en cualquier lugar del mundo, afirmar la primacía
absoluta de los derechos individuales (yo hago lo que quiero con lo mío) es una
versión patética y arcaica de lo que se cree liberalismo”.
Con los cacerolazos, parte de las críticas kirchneristas se centró en el origen de clase de los manifestantes (exacerbando la presunta componente “oligárquica”, cuando entre los caceroleros hay bastante más que señoras de Recoleta) y en una discusión algo estéril acerca de cuán “organizada” o “espontánea” fue la protesta y cuánto lo será el 8N. No está mal que se revele la componente “organizada” de la protesta, pero eso no quita que los manifestantes sean parte de la sociedad. Blogueros kirchneristas y periodistas del palo aportaron buenos datos acerca de quiénes manejan algunas de las redes sociales más activas. De esos repasos se desprende que blogs como El Cipayo o Argentina contra K son manejados por gente de buenos recursos allegada al PRO, a la Sociedad Rural y, según el caso, especializada en el manejo publicitario de las nuevas tecnologías.
Un caso resonante es el de Luciano Bugallo, quien integró la Fundación Fragua, cercana al macrismo, y que una vez “descubierto” (si cabe usar el término) intentó borrar las huellas virtuales de su actividad de organizador. Bugallo tiene a su vez una relación cercana con Martín Urdaniz (diplomado en el CEMA, la UCA y una universidad californiana), además de especialista en administración de redes sociales con fines empresariales y miembro de Pensar Argentina. Esta ONG alguna vez invitó al nada liberal propietario del diario La Nueva Provincia, Vicente Massot, a un panel de discusión. Redes sociales u ONG de los blogueros-caceroleros, a menudo asociadas (y/o fondeadas con recursos de) el gobierno macrista, según el caso llevan directo al Episcopado, a sectores antiabortistas, a los defensores póstumos de la última dictadura militar.
Con los cacerolazos, parte de las críticas kirchneristas se centró en el origen de clase de los manifestantes (exacerbando la presunta componente “oligárquica”, cuando entre los caceroleros hay bastante más que señoras de Recoleta) y en una discusión algo estéril acerca de cuán “organizada” o “espontánea” fue la protesta y cuánto lo será el 8N. No está mal que se revele la componente “organizada” de la protesta, pero eso no quita que los manifestantes sean parte de la sociedad. Blogueros kirchneristas y periodistas del palo aportaron buenos datos acerca de quiénes manejan algunas de las redes sociales más activas. De esos repasos se desprende que blogs como El Cipayo o Argentina contra K son manejados por gente de buenos recursos allegada al PRO, a la Sociedad Rural y, según el caso, especializada en el manejo publicitario de las nuevas tecnologías.
Un caso resonante es el de Luciano Bugallo, quien integró la Fundación Fragua, cercana al macrismo, y que una vez “descubierto” (si cabe usar el término) intentó borrar las huellas virtuales de su actividad de organizador. Bugallo tiene a su vez una relación cercana con Martín Urdaniz (diplomado en el CEMA, la UCA y una universidad californiana), además de especialista en administración de redes sociales con fines empresariales y miembro de Pensar Argentina. Esta ONG alguna vez invitó al nada liberal propietario del diario La Nueva Provincia, Vicente Massot, a un panel de discusión. Redes sociales u ONG de los blogueros-caceroleros, a menudo asociadas (y/o fondeadas con recursos de) el gobierno macrista, según el caso llevan directo al Episcopado, a sectores antiabortistas, a los defensores póstumos de la última dictadura militar.
120 mil bebés.
Otros espacios a los que se asocia con la organización ciberespacial del
cacerolazo son el Grupo Ceibo, Pensando Argentina o la Red de Encuentro Ciudadano. El
Grupo Ceibo, acaso una mera pantalla, se presenta como un colectivo de jóvenes
profesionales cuya premisa es “generar el cambio”. No precisan en su web de qué
cambio se trata excepto por una consigna sencilla, pobre, y confusa: “Se
intentará tomar lo mejor de los países desarrollados sobre sus plataformas y
accionar en la administración pública y su repercusión en la actividad privada
y la sociedad toda siempre desde el fortalecimiento de las instituciones”.
“¿Cómo pretendemos alcanzar el cambio?”, se preguntan los jóvenes ceibos.
Respuesta: a través de la comunicación. En Pensando Argentina articula Martín
Urdaniz, quien a la vez aparece en la web de Diálogo Ciudadano, donde destaca
una suerte de cuenta regresiva de bebés muertos. “El aborto hoy matará 120 mil
bebés”, se afirma desde ese sitio de internet, sin aclaraciones sobre fuentes o
especialistas que sostengan la estadística, ni en qué lapso se producirán tantas
muertes de así llamados bebés. Más abajo hay diversas intervenciones de obispos
sentando posición sobre los temas que preocupan a la Iglesia, no sólo en
Argentina.
El nombre de Luciano Bugallo vuelve a repetirse en Linkedin asociado por él mismo como miembro de la Red de Encuentro Ciudadano (REC) y del Grupo Ceibo. Bugallo se presenta como responsable comercial de EQ Entertainment (una productora “que desarrolla productos vinculado a los deportes hípicos”) y periodista de una revista especializada en temas agropecuarios. Bien visibles abajo y a la derecha de esa página de Linkedin se reitera el nombre de Martín Urdaniz y también el de Max Gulmanelli, director general de Educación de Gestión Estatal en el Ministerio de Educación del Gobierno porteño... y miembro de la Fundación Fragua.
Una mirada interesante sobre los modos y códigos de organización de los caceroleros es la que aportó el periodista Nicolás Llantos en Página/12. Una de sus notas informaba que en las redes sociales antikirchneristas, de cara al 8N, se recomienda que quienes se movilicen vayan “con pantalón y remera blanca” (acaso como mensaje pacifista o para no ostentar ropas caras) y escarapelas, que no contacten con los medios cosa de que los medios (se supone que los kirchneristas) no los recorten o escrachen. La misma nota dio cuenta de internas y de primeras disputas por protagonismo entre los convocantes.
Otra organización a la que se vincula con los cacerolazos es la Fundación Despertar, relacionada con los agronegocios y dirigida por figuras señeras, como el ruralista Luciano Miguens; el ex directivo periodístico de La Nación, José Claudio Escribano; o Eduardo Enrique Bunge, quien también participa de la enésima organización civil que alguna vez intentó articular el pensamiento de la derecha: Darse Cuenta (da toda la sensación de que la sobreabundancia de fundaciones tiene que ver con la fragmentación de la derecha y/o con el mero negocio o la plataforma de relaciones públicas). Como todas las asociaciones mencionadas, la Fundación Despertar se propone estimular la participación ciudadana, transparentar las instituciones, defender la República. En marzo pasado esa entidad festejó el aniversario de la derogación de la Resolucion 125 con una disertación de Santiago Kovadloff sobre el auge presunto de la participación ciudadana. ¿Dónde participaron y defendieron la República estos ciudadanos? En avenida Quintana 191, sede de la preciosa residencia francesa construida en 1904, en la que funciona el restaurante y salón de recepciones de la Asociación Cooperativa de Criadores de Caballos de Sangre Pura de Carrera.
El nombre de Luciano Bugallo vuelve a repetirse en Linkedin asociado por él mismo como miembro de la Red de Encuentro Ciudadano (REC) y del Grupo Ceibo. Bugallo se presenta como responsable comercial de EQ Entertainment (una productora “que desarrolla productos vinculado a los deportes hípicos”) y periodista de una revista especializada en temas agropecuarios. Bien visibles abajo y a la derecha de esa página de Linkedin se reitera el nombre de Martín Urdaniz y también el de Max Gulmanelli, director general de Educación de Gestión Estatal en el Ministerio de Educación del Gobierno porteño... y miembro de la Fundación Fragua.
Una mirada interesante sobre los modos y códigos de organización de los caceroleros es la que aportó el periodista Nicolás Llantos en Página/12. Una de sus notas informaba que en las redes sociales antikirchneristas, de cara al 8N, se recomienda que quienes se movilicen vayan “con pantalón y remera blanca” (acaso como mensaje pacifista o para no ostentar ropas caras) y escarapelas, que no contacten con los medios cosa de que los medios (se supone que los kirchneristas) no los recorten o escrachen. La misma nota dio cuenta de internas y de primeras disputas por protagonismo entre los convocantes.
Otra organización a la que se vincula con los cacerolazos es la Fundación Despertar, relacionada con los agronegocios y dirigida por figuras señeras, como el ruralista Luciano Miguens; el ex directivo periodístico de La Nación, José Claudio Escribano; o Eduardo Enrique Bunge, quien también participa de la enésima organización civil que alguna vez intentó articular el pensamiento de la derecha: Darse Cuenta (da toda la sensación de que la sobreabundancia de fundaciones tiene que ver con la fragmentación de la derecha y/o con el mero negocio o la plataforma de relaciones públicas). Como todas las asociaciones mencionadas, la Fundación Despertar se propone estimular la participación ciudadana, transparentar las instituciones, defender la República. En marzo pasado esa entidad festejó el aniversario de la derogación de la Resolucion 125 con una disertación de Santiago Kovadloff sobre el auge presunto de la participación ciudadana. ¿Dónde participaron y defendieron la República estos ciudadanos? En avenida Quintana 191, sede de la preciosa residencia francesa construida en 1904, en la que funciona el restaurante y salón de recepciones de la Asociación Cooperativa de Criadores de Caballos de Sangre Pura de Carrera.
Atento al cucharón. Todos
estos datos son ciertos, pero como se sugirió más arriba, encerrarse en ellos
es un ejercicio algo estéril. Que los cacerolazos sean en buena medida
promovidos y organizados por cuadros técnicos o políticos de la derecha
argentina es natural y hasta legítimo. Toda fuerza política o social necesita
de organización y capacidad de movilización y en todo caso aquí la paradoja y
el límite es que, como sostienen Sarlo y el kirchnerismo también, muchos
caceroleros detestan la política, con lo cual es aventurado futurizar sobre las
perspectivas del movimiento de cacerola y cucharón en términos de continuidad y
más aún de construcción partidaria. Es lícito y oportuno desmontar el discurso
sobre la espontaneidad e inocencia con que se manifiestan “las clases sanas de
nuestra sociedad”. Pero con eso no alcanza.
Tal como se dijo en alguna edición anterior de Miradas, en todo caso el cacerolazo que fue y el que viene merecen anotarse como un llamado de atención, una muestra aunque recortada y algo caprichosa de malestar social al menos en ciertos sectores de clases medias urbanas, en algunos puntos ante temas que deben ocupar al Gobierno. Nada cambiará de manera rotunda el 8N (ver nota en esta página sobre las perspectivas electorales del año que viene) y hasta es posible que la protesta cacerolera en el futuro mediato se desgaste o se degrade, especialmente ante autoinvitaciones a participar tales como las de Luis Barrionuevo, emblema de lo peor de nuestro sindicalismo.
Lo que importa es poner el oído ante ciertas demandas de sectores sociales que quizá no participen de los cacerolazos pero sí pueden ser afectados por el ruido y el clima mediático que generan las protestas. Algunos datos preocupantes que debería leer el kirchnerismo son los que se desprenden de un estudio de opinión pública realizado por una consultora cercana al Gobierno. Según el trabajo, más de un tercio de los entrevistados dijo apoyar el cacerolazo anterior. Una cuarta parte dijo no apoyarlo en absoluto y los demás admitieron compartir algunos de los reclamos. Los integrantes del primer grupo votaron en las últimas elecciones a todo candidato que no fuera Cristina, mientras que entre los del tercer grupo hay quienes sí la votaron.
Tal como se dijo en alguna edición anterior de Miradas, en todo caso el cacerolazo que fue y el que viene merecen anotarse como un llamado de atención, una muestra aunque recortada y algo caprichosa de malestar social al menos en ciertos sectores de clases medias urbanas, en algunos puntos ante temas que deben ocupar al Gobierno. Nada cambiará de manera rotunda el 8N (ver nota en esta página sobre las perspectivas electorales del año que viene) y hasta es posible que la protesta cacerolera en el futuro mediato se desgaste o se degrade, especialmente ante autoinvitaciones a participar tales como las de Luis Barrionuevo, emblema de lo peor de nuestro sindicalismo.
Lo que importa es poner el oído ante ciertas demandas de sectores sociales que quizá no participen de los cacerolazos pero sí pueden ser afectados por el ruido y el clima mediático que generan las protestas. Algunos datos preocupantes que debería leer el kirchnerismo son los que se desprenden de un estudio de opinión pública realizado por una consultora cercana al Gobierno. Según el trabajo, más de un tercio de los entrevistados dijo apoyar el cacerolazo anterior. Una cuarta parte dijo no apoyarlo en absoluto y los demás admitieron compartir algunos de los reclamos. Los integrantes del primer grupo votaron en las últimas elecciones a todo candidato que no fuera Cristina, mientras que entre los del tercer grupo hay quienes sí la votaron.
Para El Cipayo,
se va la dictadura
El Cipayo es uno de los espacios más activos en la
blogosfera antikirchnerista. La razón acerca de la elección del nombre es ésta,
según sus hacedores: “Cipayo, gorila, oligarca y vendepatria. Palabras que nos
llevan a un país que ocurrió hace mucho tiempo atrás. Hoy, quienes nos
gobiernan, para descalificar a los que pensamos distinto, nos etiquetan de esa
forma a modo de descalificación”.
En estos días, éstos fueron algunos de los tuits publicados en El Cipayo, los primeros, vinculados con la desafortunada intervención de Andrés Larroque en el Congreso: “Cuervo Larroque4, el arquetipo de la cara desquiciada y vergonzosa del 'modelo K'”. “Gracias #Larroque por convocar más gente al #8N. Mejor no lo pudiste haber hecho”. Un Fernando Solanas que difícilmente sea Pino, afirma: “La ley para permitir el voto a menores es un fraude preelectoral”. Ddgmerkin hace esta comparación histórica: “El #8N es como el 30 de marzo del 1982. ¡Que nadie te quite el privilegio de decir (#8N) Yo Estuve Ahí”.
En estos días, éstos fueron algunos de los tuits publicados en El Cipayo, los primeros, vinculados con la desafortunada intervención de Andrés Larroque en el Congreso: “Cuervo Larroque4, el arquetipo de la cara desquiciada y vergonzosa del 'modelo K'”. “Gracias #Larroque por convocar más gente al #8N. Mejor no lo pudiste haber hecho”. Un Fernando Solanas que difícilmente sea Pino, afirma: “La ley para permitir el voto a menores es un fraude preelectoral”. Ddgmerkin hace esta comparación histórica: “El #8N es como el 30 de marzo del 1982. ¡Que nadie te quite el privilegio de decir (#8N) Yo Estuve Ahí”.
Maleducados,
aprendan a votar
Argentina contra K es el blog de Luciano Bugallo, uno de los
más conocidos impulsores del cacerolazo desde las redes sociales. Una leyenda
debajo del nombre del blog dice: “Un K es alguien que sigue las ideas de
Cristina. Un antiK es aquel que las entiende”.
El texto central de estos días, acompañado de una fotografía nocturna del Obelisco con gente movilizada, lleva una cuenta regresiva en inglés convocando con este lema: “El 13/S la Plaza nos quedó chica. Ahora vamos al Obelisco”.
Desde las páginas del blog se prevé una organización cuidadosa del 8N. Hay tres grandes citas “en tres columnas a las 19.00”: Callao y Santa Fe, Corrientes y Pueyrredón, Belgrano y 9 de Julio. Más una larga lista de puntos de encuentro en barrios de la Capital, el conurbano y ciudades del interior.
Dos tuits anónimos reflejan cierto violento desconcierto del antikirchnerismo que devienen de su anclaje en la antipolítica, más racismo: “Disculpen pero no sé hasta qué punto sirven las protestas pacíficas. Creo que hace más ruido y tiene más repercusión si se arma otro diciembre 2001. El otro: “El problema es como sucede en la mayoría de los países, las masas que terminan definiendo las elecciones son las que fueron privadas de educación”.
El texto central de estos días, acompañado de una fotografía nocturna del Obelisco con gente movilizada, lleva una cuenta regresiva en inglés convocando con este lema: “El 13/S la Plaza nos quedó chica. Ahora vamos al Obelisco”.
Desde las páginas del blog se prevé una organización cuidadosa del 8N. Hay tres grandes citas “en tres columnas a las 19.00”: Callao y Santa Fe, Corrientes y Pueyrredón, Belgrano y 9 de Julio. Más una larga lista de puntos de encuentro en barrios de la Capital, el conurbano y ciudades del interior.
Dos tuits anónimos reflejan cierto violento desconcierto del antikirchnerismo que devienen de su anclaje en la antipolítica, más racismo: “Disculpen pero no sé hasta qué punto sirven las protestas pacíficas. Creo que hace más ruido y tiene más repercusión si se arma otro diciembre 2001. El otro: “El problema es como sucede en la mayoría de los países, las masas que terminan definiendo las elecciones son las que fueron privadas de educación”.
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