miércoles, 26 de septiembre de 2018
La coyuntura argentina en el tablero global, por Juan Chaneton (para "ElComunista" del 24-09-18)
Si Macri no es derrocado por una movilización popular como la que tumbó a De la Rúa, los planes para “detener al populismo para siempre” seguirían, a lo que parece, su curso normal y corriente. Estos planes, como se sabe, tienen en la colusión poder judicial-medios de prensa su avanzada en el teatro de operaciones para expulsar a Cristina de la política, pero esta vía será eficaz sólo si se traduce en pruebas, que, hasta hoy, lucen endebles.
Por Juan Chaneton*
*jchaneton022@gmail.com
En efecto, la virtualidad de una fotocopia como prueba es, por sí sola, nula; salvo que esa fotocopia sea corroborada por otros medios de prueba. En la causa Nº 9608/2018, caratulada “Fernández, Cristina Elisabet y otros s/ asociación ilícita”, del registro del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal Nº 11, Secretaría Nº 21, esos otros medios de prueba son, hasta hoy, dichos de funcionarios y/o empresarios que -apremios ilegales mediante- flirtean alrededor de Cristina Kirchner pero no la acusan de modo indubitable, a tal punto que un López apto para todo servicio está siendo evaluado ahora, no ya como testigo en materia de corrupción sino como vía para acusar a Cristina en otro expediente, el de la muerte del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman.
A esto llega el mamarracho que están perpetrando Bonadío y Stornelli quien, dicho sea de paso, procura blanquear un poco todo este accionar delictivo dando vía libre a una acusación a la señorita Laura Alonso por corrupción en el manejo de la Oficina Anticorrupción (OA) que ella dirige, aun cuando no conoce nada de leyes porque no es abogada, y esto no es elitismo trasnochado sino mero sentido común.
Así las cosas, la dimensión geopolítica y geoestratégica de lo que se juega en la Argentina introduce certezas que no siempre viven a flor de agua sino que, más bien, están un poco sumergidas bajo la superficie pero no mucho, al modo como el cocodrilo esconde su cuerpo pero dejando al aire las cuencas rugosas de sus ojos vigilantes al acecho de su presa.
Y esa dimensión, que deslocaliza la persecución a CFK para elevarla al rango de asunto global, es la absoluta necesidad de los EE.UU. de impedir que los “populismos” regresen a la región, en la medida en que ha quedado claro que estos populismos tienen -todavía- la opción que, en la hipótesis de su retorno, simbolizó Mayra Mendoza reclamando ayuda de Rusia.
Mayra Mendoza simboliza. Pide ayuda, ahora, para defender a CFK. Pero mucho más grave sería que la vuelta del populismo a América Latina incluyera, ab initio, ese reclamo, no ya para defender a Cristina sino para defender un proceso político y social en marcha hacia algo que hoy vacila como presencia trémula en los bordes del sistema pero que mañana puede mutar desde la condición de espectro a materia pura y dura, y no ya en ningún borde sino en el centro mismo del país de los argentinos como nueva esperanza de organización social.
No obstante, hay que saber que el Ministerio Público fiscal argentino es, desde 1994, un órgano con jerarquía constitucional y con independencia de los demás poderes, salvo que esos poderes sean, por caso, la Procuración estadounidense, que es la que, junto al Departamento de Estado, forma y brinda letra a los fiscales argentinos que llevan adelante ciertas causas. Por caso, Sergio Moro, el juez que persiguió a Lula, algo sabe de cursos de “formación” en el ámbito del poder judicial norteamericano. Hay línea directa entre estos fiscales y jueces de nuestra región, al servicio de la geopolítica imperial, y la justicia del gran país del norte.
Eso es lo que se jugará en 2019 bajo la forma de un proceso electoral al que, hasta hoy, parece que concurrirán los “tres tercios”: Macri, Cristina y Massa; con la salvedad de que esos tres espacios podrían no llevar al tope ni a Macri, ni a Cristina ni a Massa sino a interpósitos sosías. Es demasiado pronto para intentar precisiones en este punto. Sólo Cristina-Grabois parece algo sensato y esperanzador, pero es sólo un ejercicio de imaginación de Jorge Asís quien, no obstante, dice que es información propia, y de la buena, y no hay por qué dudar de ello. O sí.
Recrudece, en tanto, la guerra comercial entre EE.UU. y China. El “lavajato” en Brasil y los “cuadernos” aquí están llamados a desbrozar el camino para que las constructoras estadounidenses ocupen el lugar que dejaría libre el colapso de las locales y, en simultáneo, para marcarle la cancha a Gezhouba, la empresa china de la construcción asociada a Electroingeniería, la local cuyo presidente, Gerardo Ferreyra, está preso porque no tiene de qué arrepentirse -según declaró en la causa de los “cuadernos”- tal como se lo exigía el fiscal Stornelli. Dato: Ferreyra y Thomas (el último detenido) se bancan el olor a pis del calabozo en que Stornelli los tiene encerrados porque -dicen- nunca robaron nada y no tienen de qué arrepentirse. Esto, ¿qué es, política o ética? Es una duda.
Pero el punto es que todo puede resultar poco y aun la más frenética persecución a CFK y a Lula, al día de hoy, no parece estar dando los resultados políticos esperados. Haddad compite en Brasil y Cristina aquí. Y a ambos, pese al salvajismo y la inmoralidad de la persecución, todavía no han logrado sepultarlos y, lejos de eso, siguen titilando en el horizonte como fantasmática pulsión que encierra el riesgo del retorno de lo reprimido.
Con la “corrupción” parece no alcanzar. Entonces habrá que ir por más. El “narcotráfico” es una construcción pensada para que rinda frutos. Y Aníbal es la vía. A través de Aníbal se llega a Cristina. El jueves 20 de septiembre, un hombre con cuentas pendientes con la justicia, Mariano Martínez Rojas, renovó la vieja acusación, ya olvidada por los medios, contra el ex ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de Cristina Kirchner, Aníbal Fernández. Lo hizo ante el juzgado federal servido por la Dra. María Romilda Servini de Cubría.
Sucede que todo aquel Estado latinoamericano inficionado por el narco es una cuestión de “national safety” para los Estados Unidos, esto es, una cuestión de seguridad propia y que, por ende, le atañe en exclusiva a su poder judicial. El antecedente es Ramón Antonio Noriega, ex presidente de Panamá derrocado en 1989 mediante la operación “causa justa”, condenado en Miami en 1992 y en Francia en 2010. La dirección de esos procesos judiciales y la extradición a Francia estuvo a cargo del poder judicial estadounidense con el que actuó en tándem la justicia francesa. La eventualidad de un pedido de extradición de Cristina Kirchner es una hipótesis que, aun en el caso de que cobrara vida formal, debería prosperar, lo cual no parece fácil.
No obstante, hay que saber que el Ministerio Público fiscal argentino es, desde 1994, un órgano con jerarquía constitucional y con independencia de los demás poderes, salvo que esos poderes sean, por caso, la Procuración estadounidense, que es la que, junto al Departamento de Estado, forma y brinda letra a los fiscales argentinos que llevan adelante ciertas causas. Por caso, Sergio Moro, el juez que persiguió a Lula, algo sabe de cursos de “formación” en el ámbito del poder judicial norteamericano. Hay línea directa entre estos fiscales y jueces de nuestra región, al servicio de la geopolítica imperial, y la justicia del gran país del norte.
Y corrupción y narcotráfico esperan, todavía, que se les una la tercera pata del lawfare: el terrorismo. Y se llega al terrorismo vía Nisman. Ello explica las sedicentes nuevas “bombas” que estaría preparando el juez Bonadío: una ulterior declaración del inefable José López pero esta vez vinculada a Hezbollah e Irán y a la participación de ambos, junto a la “conexión local”, en la Embajada (1992), en la AMIA (1994), y en la muerte del fiscal Nisman (2015). Huelga mayor abundamiento en cuanto a presumir a quién podría involucrar, eventualmente, la investigación acerca de la “conexión local”.
A estar preparados, entonces. No está bien cifrar todo en las elecciones de 2019. Si pueden cambiarnos la moneda nacional, podrían también tomar decisiones temerarias. No han hecho todo lo que hicieron, ni hacen todo lo que están haciendo, ni dejarán de hacer todo lo que tienen planificado para que, al cabo de unas elecciones pedorras, el populismo vuelva de nuevo a hacerles pito catalán. Su ecuación es: nosotros o ellos; donde “nosotros” es el eje Washington-Londres-Tel Aviv, y “ellos” es Moscú-Pekín. El retorno del populismo sería empezar a perder esa partida y no están dispuestos a perderla, pues no hay manera de librar los combates estratégicos en el escenario global sin una América Latina disciplinada y sometida a la condición de proveedora de alimentos y de recursos naturales. Y piensan y dicen que unas elecciones en Argentina pueden ser “pedorras” con el mismo desprecio con que Donald Trump puede llamar “países de mierda” a Panamá, El Salvador y la Dominicana, casualmente los tres que acaban de romper con Taiwán y establecer relaciones con China.
Todo tiene que ver con todo, y Cristina está en el centro del ring, esa Cristina que se banca todo y que lo único que ha robado es el sueño a la oligarquía de este país.
Entretanto, la oposición binaria, al interior del peronismo, tensa, en uno de sus polos, a los “racionales” y, en el otro, a los “irracionales”, es decir, a todo lo bueno y potencialmente trascendente con que, al cabo de más de setenta años, cuenta el movimiento fundado por Perón en 1945, es decir, el kirchnerismo liderado por una CFK que mejora, día a día, su performance en la encuestas. Pero esta contradicción madre que afecta al peronismo contiene, en sí misma, otra, que es la que enfrenta a los que no quieren dentro del PJ a CFK ( Pichetto, Massa, Schiaretti, Urtubey y similares evanescencias) y los que sí la quieren dentro del sello (Alberto Fernández, Felipe Solá, Hugo Moyano, Rodríguez Sáa y siguen las firmas). Es demasiado pronto para saber qué ocurrirá en definitiva pero ya hay voces que empiezan a decir que CFK, procesada o no, puede ser candidata. No es para menos: es la única carta peronista que puede hacer treinta puntos porcentuales en la primera vuelta.
El escenario global se recorta como fondo del conflicto político en Argentina. Si antes la política estaba constreñida a los escenarios locales, hoy se ha desplazado hacia una espacialidad global en la cual la reivindicación nacional se constituye a sí misma como opuesto de la internacionalización que implica la globalización, y por eso ésta encuentra resistencias bajo el formato nacional y el proteccionismo o bajo las tendencias centrífugas hacia las secesiones. El “populismo” no se agota en, pero contiene a, este componente nacional. Y si permaneciera dentro de esos límites, sería controlable. El peligro para unos EE.UU. enfrentados a China y a Rusia es que ese populismo, si de regreso, no permanecería dentro de sí mismo, sino que tendría que profundizarse para sobrevivir y para no repetir la noble historia que lo antecede, pero ahora en clave de farsa, discúlpesenos el lugar común.
Es la globalización misma, entonces, la que prepara el escenario para una nueva clase de política y para un nuevo tipo de intervención política.
El lunes 17 de septiembre, Israel operó en el espacio aéreo sirio (provincia de Idlib), provocando el derribo de un Ilushin-20 matando a 15 militares rusos, según reportó la cadena RT. Y el día 22 del mismo mes un atentado terrorista perpetrado por los servicios de inteligencia saudíes y estadounidenses mató a 28 personas e hirió a 60 en ocasión de un desfile militar en la ciudad iraní de Ahvaz (Sputnik). Pueden juzgarse, ambos hechos, como estertores del fracaso. Apela al terror sin rédito el que ha sido derrotado o está en trance de serlo. Afganistán, Irak, Libia y Siria no pudieron ser destruidos y se consolidan como actores regionales. Paulatinamente, Estados Unidos e Israel empiezan a mermar su influencia en oriente medio. De un modo u otro, en una dinámica de velocidades diferentes, lo que cede en el terreno Estados Unidos lo capitalizan Rusia y China. En este contexto, perder de nuevo Brasil en octubre y luego el Cono Sur al año siguiente por obra de unas elecciones se constitiuiría en más que una anécdota: sería una derrota estratégica para el imperio. Su problema, en todo caso, es que para no perder ni Brasil ni el Cono Sur tienen que valerse de hombres sin liderazgo como Temer o Macri. Tiene las armas melladas el imperio, aquí.
macri
Con Temer y Macri, EE.UU. ha sembrado de bases las “zonas calientes”, por caso, la Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil. La apuesta es multidimensional e incluye la asistencia a una eventual desestabilización en la zona en el mediano plazo. El segundo acto de la construcción mediática acaba de tener lugar: se ha anunciado la detención, el 21 de septiembre en Foz de Iguazú, de Assad Ahmad Barakat, y los medios añaden que se trata de una “pieza clave” de Hezbollah que se encargaba de asuntos vinculados a las finanzas y al lavado de dinero de las drogas. El narco y el terror, entonces, ya están instalados en la Triple Frontera, cerca del Presal y de la Amazonía y encima del acuífero guaraní, dicho esto sólo para que el lector localice bien el sitio geográfico.
Y el balance de poder en nuestra región latinoamericana deberá consultar, además, que los servicios y la oligarquía mexicana, más Colombia y Chile juegan a favor del imperio y en contra de los “populismos”: en Venezuela, el terrorista Henrybert Enmanuel Rivas Vivas, alias Morfeo, acaba de confesar que esos países están implicados en el intento de magnicidio contra el presidente Maduro ocurrido el pasado 4 de agosto. Porque Maduro es nuestro, mal que le pese a alguna progresía argentina que, como decía Marx en el 18 Brumario, no va más allá en la política de lo que aspira a ir en la vida.
Lo geopolítico y lo geoestratégico se conjugan, aquí, y entran en fusión con la situación política interna de la Argentina. La geopolítica es la gestión política de los intereses de un actor estatal en función de su ubicación y características geográficas y de su demografía y poder económico. En tanto la geoestrategia nos remite a la gestión a largo plazo de los intereses geopolíticos de un Estado. No es invento sino, apenas, parafraseo de Sherman Kent y de Zbigniew Brzezinsky, dos pétalos de la rosa roja del imperio. Todo tiene que ver con todo, y Cristina está en el centro del ring, esa Cristina que se banca todo y que lo único que ha robado es el sueño a la oligarquía de este país.
Publicado en:
https://elcomunista.net/2018/09/24/la-coyuntura-argentina-en-el-tablero-global/
y en:
https://moscovita.org/mosconews/la-coyuntura-argentina-en-el-tablero-global/
Etiquetas:
2019,
CFK,
Juan Chaneton,
Lawfare,
Notas aparecidas en otros medios,
Política,
Rusia,
USA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario