Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 24 de Octubre de 2011
Por Federico Bernal
Titular del Clicet.
El domingo 23 de octubre triunfó el programa histórico nacional y popular. El mismo que nació con el Plan de Operaciones en 1810. El mismo que elaboraron, defendieron y por el cual lucharon millones de argentinos a lo largo de estos 201 años. El de Moreno, Belgrano, Artigas, San Martín, Bolívar, Yrigoyen, Perón, Manuel Ugarte, Jauretche, Spilimbergo, Abelardo Ramos, Néstor y, por supuesto, la líder del movimiento nacional, Cristina Fernández.
En ellos se gestó y continuó la revolución de Mayo, las revoluciones de los caudillos del país profundo contra la Ciudad-Puerto, la revolución de Solano López, la de 1905, la del 4 de junio de 1943, la del 17 de octubre y la revolución redistributiva entre 1946 y 1955.
En ellos vivieron y viven los revolucionarios de los años de la resistencia y los que se enfrentaron contra las dictaduras genocidas y su continuidad civil y “democrática” entre 1983 y 2003, incluyendo también a quienes lucharon y dieron su vida para terminar con el nefasto Fernando de la Rúa. Ahora, el programa histórico nacional y popular tiene cuatro años más para profundizarse y consolidarse, para ganar “la batalla para que nuestra bandera nos cobije a todos”, como Néstor Kirchner manifestó en su discurso del 25 de mayo de 2003.
Ahora, con la consagración de la nueva fórmula Fernández de Kirchner-Boudou, comienza lo más complicado y a la vez fundamental: terminar de demostrar en los hechos que la nación del Centenario, la del modelo agro-exportador entre 1880 y 1930 y entre 1955 y 2003 (con la brevísima excepción del 73/74) no fue ninguna época dorada ni milagro argentino. Terminar de demostrar, asimismo, que el populismo industrial, que un Estado rector, protagónico y dueño de los resortes económicos y los recursos naturales estratégicos son la llave del verdadero desarrollo y del progreso social sostenible y ascendente. Terminar de demostrar también que el movimiento obrero y trabajador, la movilización y organización popular no son cuestiones perimidas, sino cruciales para el triunfo del programa histórico nacional y popular. Y para todo esto, nada mejor ni más oportuno que aceptar vivir en paz, pero sin dejar de resolver por la vía política el conflicto primigenio que desde 1810 sigue aún irresuelto.
Protestar, sí; debatir, sí; cuestionar, sí; politizar, sí; revolver el pasado y resolverlo, sí; crisparse cada vez que la reacción contraataque, sí… Porque, que el neoliberalismo lo sepa y su brazo izquierdo y socialdemócrata también lo sepa, ha llegado la irrefrenable hora del pueblo argentino. Desde Pavón nos impusieron su historia, su cultura y su “paz”.
Ahora vendrá la paz para los 40 millones, paz que sólo puede ser garantizada con igualdad de oportunidades para todos, con una nación para todos, con soberanía económica y justicia social. Nos masacraron en el siglo XIX; nos derrocaron, fusilaron y masacraron también en el siglo XX. Son 201 años de historia con saldo netamente desfavorable. Sin embargo, a partir de este oktubre (así, escrito con “k” y sin bastardilla), a partir de este oktubre despega la gran responsabilidad de consolidar el verdadero retorno de la democracia, de concluir con aquello que quedó trunco en 1810, 1905, 1930, 1955 y 1976.
Acá nos tienen, de pie, cada vez más organizados, cada vez más firmes y resueltos, cada vez más conscientes, viviendo una verdadera época dorada, no la de una minoría elitista, reaccionaria y atrasada, sino viviendo la época dorada del pueblo argentino.
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/nestor-cristina-y-epoca-dorada-del-pueblo-argentino
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