Escribe Jorge Lanata en su columna del diario Libre sobre el regreso de la revista La Maga: “Esta Maga nace en tiempos confusos, cuando el propio oficio de periodista está en cuestión y parece haber perdido su razón de ser en la democracia”, escribe Carlos Ares, director de la revista. “Noticias de cultura”, dice el acápite de la publicación: imperdibles entrevistas con Tomás Abraham y Jorge Fernández Díaz, previsibles respuestas de Juan Sasturain y las confesiones de un gusano: Orlando Barone hablando del periodismo. Maga, bienvenida al mundo: la inteligencia es un bien escaso”.
Es por lo menos asombroso que Lanata siga siendo convocado por el periodismo independiente como un ejemplo de cordura y periodismo serio y comprometido. Lo llaman Tenembaum y Zlotogwiazda, Morales Solá, lo cita Fernández Díaz de La Nación, lo llaman María Laura y Santo, sale en la casita de Bonelli y Alfano, siempre en calidad excepcional, de figura notable del periodismo argentino. Sí, este Lanata que hoy le dice gusano a Barone, un insulto que todos ellos dejarán pasar. Como dejaron pasar otros insultos dedicados a quienes hacemos 678. El periodista fundador de Página12 y fundidor de Crítica nos dice “ratas, pelotudos, mercenarios, los cagaría a trompadas, cerdos, chorros, boludos, etc”. Como califica -sin mayor hombría- de chicas simpáticas, pero cínicas, chantas y empleadas del gobierno a Florencia Saintout y a María Pía López, al día siguiente de conversar con ellas respetuosamente. Respeto que ahora sabemos era una impostura.
La miseria y la limosna
Que Lanata insulte y desprecie es lógico. El hombre se ha quedado pobre de argumentos, pobre de ideas, pobre de rumbo, pobre de ingenio, pobre de toda pobreza. Hasta el pequeño lugar que le depararon los medios gráficos es pobre: una columnita de pocos caracteres en un diario cuyas tapas son porros, culos, casos policiales, los kilos de más de un ministro, o la última agarrada de los pelos entre chicas de la farándula. Ahí Lanata recaló con su pobreza. En esa limosna que Fontevecchia debe gozar al donársela todos los días a este Lanata que fue una gran empresa de sí mismo. Entonces, ahí está el penoso Lanata que pasó de príncipe a mendigo reclamando para sí su dignidad perdida, una dignidad que sus colegas periodistas independientes no se esfuerzan en restaurarle cabalmente. Apenas lo convocan como se convoca a esos niños prodigio que de adultos resultaron tan mediocres como un niño mediocre cuando se pone grande. Lo llevan a los programas hoy exitosos como a alguien que en algún momento perteneció al periodismo exitoso, a un ex, a un Lanata que hoy trabaja de ser ex-Lanata desde su marginalidad resentida.
A Lanata lo usan los periodistas independientes que siguen ocupando lugares de peso. Lo usan porque desde su intemperie profesional él es capaz de lo que ellos no se atreven: expresar el odio rancio por quienes ponemos en discusión el lugar que ellos todavía ocupan. Como Lanata ya no tiene ese lugar para sí, es capaz de expresar lo que todos ellos piensan sobre nosotros. “Ratas, pelotudos, ladrones, los cagaría a trompadas, gusanos, boludos, mercenarios, cerdos, etc.” Por eso no lo corrigen, ni siquiera piden poner un paréntesis para los insultos de Lanata. Los dejan pasar, como si esos insultos fuesen –y los son- un sobreentendido entre ellos. (Magdalena, que es una señora educada, nos dice “esbirros”.) Pero nada de esto, ni por asomo, se toma como un exceso, una injuria, una agresión, una afrenta violenta.
Que venga el loquito
El loco Lanata, el enajenado, el que es ajeno, el que está afuera, cumple hoy con un rol importante para los periodistas que quizá menos ambiciosos o audaces que él lograron retener sus espacios en el universo mediático. “Que venga el loco” deben pensar cada vez que lo llaman para que Lanata diga sus barbaridades: “todavía no mataron a los redactores” acusó al gobierno en el caso del bloqueo a Clarín. O “yo estoy del lado del más débil que es Clarín” al analizar un discurso presidencial que no había escuchado. Y otras ocurrencias dignas de una Carrió que sufre el mismo manoseo por parte del partido antikirchnerista. Ella que al igual que Lanata quedó afuera de los espacios de poder es usada para tirar alguna pirotecnia vulgar, brutal, y bizarra que luego será tamizada y utilizada en alguna versión un poco más potable. Lanata y Carrió aportan sus conceptos torpes y guarangos que después serán adecentados para la venta y el consumo masivos de operaciones mediáticas una vez removida la agresión soez, o la sustancia mística.
Pluralismo con Hitler
Mientras tanto quienes usan al pobre Lanata insisten en reclamar debates, consensos, republicanismo y ya que están: amor. Por supuesto que luego festejarán con un “Sa! Sa! Sarlo!” la supuesta victoria de la intelectualidad pura por sobre la mierda oficialista. Y piden diálogo y pluralismo mientras comparan al gobierno y sus simpatizantes con Hitler, Goebbels, Ceauscescu, nos gritan fascistas, autoritarios y antidemocráticos. Y expresan un estratégico temor a que los asesinen, los metan presos, o les cierren sus canales de expresión. Todo esto desde las radios, canales y diarios más potentes y ricos del país.
Porque como cita Lanata a Carlos Ares “Esta Maga nace en tiempos confusos, cuando el propio oficio de periodista está en cuestión y parece haber perdido su razón de ser en la democracia”. Una frase que Lanata no comprende, y que al parecer no lo hace reflexionar ni un segundo en su propia razón de ser. Quizá porque su ser ya fue, y ahora sólo es su máscara: un gordito gritón que perdió el rumbo en estos tiempos confusos.
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http://redaccionpopular.com./articulo/gusano-rata-y-cerdo
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