Para el despegue industrial
Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 9 de Octubre de 2011
Por Federico Bernal
Entre 1880 y 1929 se multiplicó por ocho el valor agregado de las manufacturas producidas en el país, mientras que la importancia relativa de la agricultura en el PBI cayó, entre 1870 y 1910, del 37,1 al 21,6% respectivamente.
El inmovilismo agrarista nos presenta a Canadá como una Nación desarrollada a expensas del modelo agroexportador aplicado en ella y sin pausa desde fines del siglo XIX. Nada más falso. En 1879 y una vez consolidada la unificación política y económica de las ex colonias británicas al norte de los EE UU (Confederación de 1867), las fuerzas unionistas, manufactureras y mercado-internistas contrarias al anexionismo con los EE UU y a la subordinación industrial con Inglaterra lanzaron un plan de políticas socioeconómicas, industriales, de poblamiento, de grandes obras de infraestructura y de transformación agraria que torcieron definitivamente el rumbo semi pastoril de Canadá. En la presentación de dicho plan, estas son las palabras del ministro de Economía ante el Parlamento: “El tiempo llegó en el que hemos de decidir si seremos simples recolectores de madera y almacenadores de agua; si seremos simples agricultores de trigo y leñadores; […] o si hemos de inaugurar una política que les exprese a las industrias del país: te daremos suficiente protección; te daremos un mercado para tu producción; te diremos que mientras nuestros vecinos erigen una muralla China nosotros impondremos un impuesto razonable a los productos que vengan al país” (L. Tilley, 1879). Pero el nuevo modelo de desarrollo se tornó invencible cuando, promediando las últimas décadas del siglo XIX, contó con el respaldo masivo de las principales organizaciones obreras. El tiempo ha llegado para la Argentina. La conformación y consolidación de un gran frente nacional y popular es una tarea tan imprescindible como irrenunciable.
SIEMPRE EXPUESTOS COMO MERO PAÍS AGRICULTOR. Consecuencia de una temprana acumulación primitiva de capital derivada de la industria maderera en los albores del siglo XIX; consecuencia del tipo de colonización y la naturaleza de la potencia colonizadora, las clases reaccionarias fueron perdiendo el control político y económico entre 1830 y 1867. La primera política proteccionista, la denominada Tarifa Carley-Galt, data de 1859 y fue el puntapié inicial en la consolidación de los intereses banqueros y de una burguesía industrial en las provincias de Ontario y Quebec. A propósito, esto señaló Alexander Galt, entonces ministro de finanzas de Canadá, sobre dicha tarifa: “[…] Mientras nos mantengamos dependientes de una sola rama industrial como un mero país agricultor, siempre estaremos expuestos.” Sin embargo, el cambio estructural vino con la National Policy (NP) en 1879, un paquete de medidas nacionales que colocaba al Estado como puntal del desarrollo socioeconómico canadiense. El padre de la criatura fue John Macdonald. Sus cuatro pilares: 1) El fomento y la protección de la industria local a través de fuertes políticas tarifarias; 2) La orientación mercado-internista de la producción industrial, nutrida por recursos primarios provenientes del oeste del país; 3) La vinculación interna a través de la construcción del ferrocarril transcontinental de capitales canadienses (de Montreal al Pacífico); y 4) Una fuerte política de inmigración destinada al poblamiento de las praderas occidentales. La NP fue el inicio de un drástico proceso de transformación industrial, revolucionario por su enfrentamiento hacia dos de los principales centros manufactureros de la época: los EE UU e Inglaterra. La NP implicó una geopolítica del desarrollo en sentido Este-Oeste (dentro de Canadá), a diferencia del propuesto por sus adversarios que proponían un acuerdo irrestricto de libre comercio con los EE UU (sentido Norte-Sur). La base de apoyo social fue un frente multisectorial integrado por la burguesía industrial, los pequeños productores agrícolas y la clase trabajadora (fundamentalmente de las provincias de Ontario y Quebec). La elección de Macdonald como referente político del movimiento obrero se había originado en la despenalización de la protesta sindical (otorgada por el mismo Macdonald), en 1872.
FIN DEL TRUEQUE DEL TRIGO Y EL GANADO. El diario The Mail (órgano oficial de la burguesía manufacturera canadiense), anunciaba al mundo en estos términos el lanzamiento de la National Policy: “[La NP] presentada por el gobierno es en esencia una política de Estado, deliberadamente elaborada con la intención de fortalecer al país, desarrollar sus recursos y proteger su naciente industria de la excesiva competencia extranjera; y si [al hacerlo] nuestro vínculo con Gran Bretaña se pone en peligro, entonces que así sea. La naturaleza nunca se propuso que los habitantes de este Dominio [Canadá] se mantuvieran eternamente como personas destinadas a la agricultura. La vasta riqueza mineral de este país, su poderío en materia de energía hidráulica, la variedad de su producción, su extensa superficie, y sobre todo la inteligencia, energía y auto-confianza de su gente, todos son el perfecto testigo de un destino mucho más allá del primitivo llamado del trueque de trigo y ganado por productos de telares foráneos o la producción de talleres igualmente foráneos. […] No somos un pueblo conquistado al cual se le pueda imponer mercancías foráneas por la fuerza de las bayonetas. […] No creemos que la nueva política canadiense provoque a nuestra madre patria. Será injusta consigo misma, […] si nos demanda subordinación a los manufactureros británicos, si nos demanda abandonar nuestra industria nativa para así recaer en un Estado pastoril.” La NP se aplicó prácticamente sin pausa hasta 1982, cuando el neoliberalismo global no dejó país sin cabeza.
PROFUNDIZAR EL MODELO. Para dos prestigiosos historiadores canadienses “la NP sentó el precedente de la estrategia de substitución de importaciones que enmarcará, análogamente a otros países que comenzaron su industrialización a fines del siglo XIX, las relaciones comerciales de Canadá durante los próximos cien años”. Entre 1880 y 1929 se multiplicó por ocho el valor agregado de las manufacturas producidas en el país, mientras que la importancia relativa de la agricultura en el PBI cayó, entre 1870 y 1910, del 37,1 al 21,6% respectivamente. Al igual que en ese Canadá, la desprimarización de la economía nacional desde 2003 es también un hecho. Sin embargo, tal tendencia no habrá de tornarse permanente sin el debilitamiento primero y la eliminación después de las bases económicas del frente histórico del subdesarrollo y la republiqueta semicolonial. Y para derrotar dicho frente, no hay otra herramienta que un frente nacional y popular como el que en Canadá supo aplicar, defender y profundizar la NP; un frente nacional con el movimiento obrero y trabajador como su columna vertebral. Llegado a este punto, ruego al lector vuelva a ver la imagen que acompaña esta columna y lea su epígrafe. Hoy por hoy, las tres banderas históricas flamean, los grandes caudillos se reflejan en la figura presidencial y los revolucionarios programas de justicia social como los planes de modernización económica (Plan Agroalimentario y Agroindustrial; Plan Industrial 2020, etc.) encuentran su cauce. Mas no olvidemos, que si bien el cauce lo abrimos todos, es el subsuelo sublevado de la Patria el único cuya consciencia, lealtad y fidelidad nos llevará a una victoria segura. La reacción lo sabe y tratará de dividirnos. Debilitar y eliminar sus bases de sustentación es la gran tarea. No otra cosa implica profundizar el modelo.
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http://tiempo.elargentino.com/notas/aportes-de-historia-canadiense-para-disyuntiva-nacional
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