Hay algo difícil de explicar del acto de Vélez: lo masivo, muy masivo, estuvo signado por un lema que parece dirigido al frente interno de alguna agrupación que se junta para compartir una mateada y una charla: “Unidos y Organizados”. Quizá, podría pensarse, la mateada y la charla resultaron fervor nacional y popular. Se desplomaron los prejuicios de la política entendida como el arte de unos pocos entendidos. Todavía algunos quieren entender el 17 de octubre del ’45 como un suceso inesperado, una irrupción imprevisible. La recuperación de las miradas populares de la historia dio suficientes elementos para entender que ese día tomaba visibilidad un sujeto colectivo que se venía cimentando con la participación masiva de los trabajadores organizados. Irrumpieron –sublevados, como dijo Scalabrini Ortiz– para defender a su líder, Juan Perón. Empezó a escribirse un nuevo capítulo de la historia de los sectores populares, que tuvo como elemento central la participación “en unidad y organización”. El acto del viernes no fue una convocatoria para rescatar de la prisión a un líder sino que fue para acompañar una gesta que ya tiene la consistencia de nueve años continuos. Es cierto que la recuperación de YPF fue un aliciente importante para que tanta gente se quedara en las inmediaciones del estadio porque la cancha y las tribunas estaban llenas. Pero hay algo medular que debe entenderse: hay un resurgimiento de la militancia popular organizada como no se vive en la Argentina desde hace muchísimos años, desde principios de los setenta, probablemente, y en un contexto bastante diferente. Del acto de Huracán del 11 de marzo de 2011 a este Vélez hubo una diferencia de números que resulta apabullante.
Es curioso, la mayoría de las organizaciones –incluyendo a La Cámpora, que aportó la mayor cantidad de columnas– son nuevas. Prácticamente todas se reconocen de identidad peronista, pero concurrieron en la lógica de aparato sindical o político. Hubo una logística básica –micros– y una organización precisa. El clima de fiesta era de militancia y no de curiosos o de acarreados.
Este dato es clave: tomó visibilidad una militancia kirchnerista –mayoritariamente joven y bastante organizada aunque sin aparatos– dispuesta a apoyar con fuerza los pasos que la Presidenta va tomando para recuperar soberanía nacional y popular. No hubo aparatos pero tampoco una convocatoria “por los medios”. Hay que terminar de hablar de “los medios” porque también fueron madurando las propuestas de comunicación nacidas como parte constitutiva de este proceso de recuperación de la dignidad y la soberanía. Miradas al Sur surgió con un lema que lo acompañó desde su lanzamiento: “No somos independientes, hacemos periodismo de calidad”. Fue una manera de salir al cruce del discurso canalla y reaccionario, en pleno conflicto de la 125 contra las patronales agropecuarias. Cuatro años después existe una multiplicidad de herramientas de difusión y debate creadas por la propia trama de militancia que impone una reflexión profunda, un aggiornamiento de la agenda periodística y de las voces que se expresan en este entramado de comunicación. No importa sólo qué canales no conviene mirar para no intoxicarse: después de Vélez va a ser más importante darles cabida a los miles y miles de militantes que expresan el compromiso de defender y profundizar este proceso. Los máximos referentes de estos espacios –Evita, Kolina, La Cámpora, Nuevo Encuentro, Peronismo Militante, Miles– advierten que “faltan cuadros”, en referencia a que la propia iniciativa popular desborda la capacidad de organización. Los medios de comunicación que no trabajan para el rating y los premios o los avisos deben tomar muy seriamente en cuenta este dato. No es que se trate de escribir o leer “para entendidos” sino que debemos tomar nota de que “los entendidos” son cada vez más. Gracias a la recuperación del trabajo genuino, los presupuestos educativos, los juicios a los genocidas, la recuperación de Aerolíneas o de tantas otras cosas que Néstor Kirchner debía pensar en aquel 27 de abril desde Río Gallegos con un flaco 22 por ciento. Hoy, esas cosas son realidades. Cristina estaba con él en aquella noche de hace nueve años. Y está hoy, más que nunca, para darle carnadura a este proceso continuo de dignidad y participación popular. Hay fuertes señales de que el mapa de los medios está cambiando. El grupo de Héctor Magnetto tomó debida nota de que la Corte Suprema va a tratar, antes de fin de año, el artículo 161 de la ley de medios que obliga a la adecuación de las inversiones para desarticular posiciones monopólicas. Otro dato, de estos días, es que Daniel Hadad –quien se apropió de la frecuencia de la Radio de la Ciudad de una manera vergonzosa– se aleja de la gestión privada de medios audiovisuales. Pero más importante para quienes estamos en el campo de la comunicación es, en esta hora, estar a la altura de dar herramientas informativas, de debate y de construcción de identidad de este proceso colectivo que el viernes tuvo un hito trascendental en Vélez.
Publicado en :
No hay comentarios:
Publicar un comentario