La propaladora de estiércol insiste con su noble tarea de agitar fantasmas, aunque con éxito en franca decadencia. El objetivo, por supuesto, es que todo estalle. Porque esto no debe olvidarse: hay sectores de nuestra sociedad –minoritarios pero muy poderosos- que ganan más en los tiempos de crisis que en tiempos de bonanza. Y esos fantasmas que agitan son los que en el pasado causaron mucho dolor a gran parte de los ciudadanos de nuestro país. Para eso no dudan en mentir, en difundir consignas en lugar de información, en convertir sospechas en certezas y certezas en sospechas. Con su perverso accionar apuntan a despabilar a un público cautivo de su palabra y con las cacerolas dispuestas a llenar las calles de sonoros e incomprensibles reclamos. Banales en la interpretación de los hechos y perezosos para acceder a otro tipo de información, estos nostálgicos caceroleros son capaces hasta de linchar a cualquier exponente del oficialismo, aunque sea un periodista del canal público. Este ignoto profesor de provincias sostiene que no sólo consumen información maloliente porque son perezosos: temen descubrir que ese odio alimentado durante tanto tiempo de consumo mediático malsano sea desproporcionado y hasta injustificado. Si abrieran otras ventanas, si se dieran la oportunidad de ojear otras tapas, si dejaran de lado tanta desconfianza y se dejaran seducir por otros argumentos, tal vez la realidad no sea para ellos tan terminal ni dramática.
Un desperdicio de odio, eso descubrirían. O que el veneno del que se sienten rodeados está más en ellos que en el entorno, que las sombras que oscurecen el futuro desaparecen más allá de sus narices y que la enormidad de su desprecio los está volviendo despreciables. Sin pecar de soberbia, los están engañando. Esos oscuros titulares agoreros les están mostrando un infierno que no existe ni va a existir. Tan acostumbrados como están a las dosis de malas noticias, su organismo no está preparado para recibir nada bueno. Tan habituados como están a protestar contra todo, no sabrían cómo reaccionar ante algo que pueda dibujar una sonrisa en sus rostros. Ni siquiera deben saber lo que es eso.
Y no es que el resto de la población esté hipnotizada por la prédica encantadora de La Presidenta. Tampoco que la mayoría esté comprada con choripanes y gaseosas ni que le hayan puesto alucinógenos al agua corriente y sólo se salvan de los delirios los que consumen fluidos embotellados hasta para bañarse. Si gran parte de los ciudadanos percibe una realidad apacible es porque hay un contexto que avala más esa percepción. Y un poco de comprensión histórica, valga el exabrupto. Quizá los que celebramos este camino incorporamos a este recorrido el lugar del que partimos. Y ante esa comparación, es inevitable concluir que estamos mucho mejor. Un 54 por ciento de la población puede ser manipulada por 300 medios, pero no por una docena.
Si las denuncias machaconas contra el vicepresidente Amado Boudou sólo despiertan airadas protestas en un número poco significativo de individuos es porque la cosa no es trascendente. Si se descubre que el ex ministro de Economía ha estado involucrado en delitos de corrupción no será un escollo para seguir avanzando. Porque la esencia de este proyecto no pasa por los funcionarios. En todo caso, el ciudadano Boudou se convertirá en individuo y deberá pagar por ello. No hace falta abrazar un edificio para defender un modelo. Una brevísima y apresurada comparación. Que Macri sea sometido a juicio oral es un golpe muy duro tanto para el PRO como para la no-gestión de la CABA, porque en él se basa la esperanza blanca de esa nada. Si Boudou llegara a ser vestido con traje a rayas será una baja que no afectará significativamente este sendero: apenas una sacudida que no impedirá seguir construyendo la Patria con la que todos soñamos; una flor seca abandonada a un costado.
Por fin, muchos están comprendiendo. Jugar con el dólar no es garantizar un futuro, sino bombardearlo. Que los titulares hablen del incremento del dólar blue es accionar una alarma en los que jamás han visto un billete verde ni en figuritas. Que se utilice espacio para difundir el resultado de las especulaciones de los que siempre quieren evadir la ley sin emitir una leve condena es clara muestra de complicidad. Los que adquieren dólares en las cuevas o en los bosques de arbolitos de la city son evasores o blanqueadores, no visionarios ni héroes. Y los que venden en esos ámbitos oscuros, directamente estafadores. Son pocos pero molestan mucho.
Hay toda una historia en torno al dólar que merece ser revisada. Caótica y dramática. Amor y muerte, como en los mitos. Un trauma cultural que debe ser desterrado. La pasión por la moneda verde atraviesa gran parte de nuestros peores años y es inevitable que su cotización produzca temblores hasta en las mascotas. Aunque en estos años el dólar no ha dado buenos resultados como inversión, su poder colonial hace mella en los estados de ánimo. Queda mucho para hacer y discutir en torno al tema. En lo inmediato, podría restringirse el uso en transacciones cotidianas, como contratación de viajes al extranjero, hoteles y operaciones inmobiliarias; que el circulante sea el peso no sólo como instrumento sino como símbolo. Y los símbolos se llenan, en este caso, con la confianza. De cualquier modo, siempre quedarán atados a la especulación aquellos individuos que no quieren comprender que la historia está cambiando.
Y eso se nota. Por eso es deplorable la sanción que recibió una estudiante del Colegio Monseñor Audino Rodríguez y Olmos de San Juan. En un momento de reflexión ante la bandera, en la mañana del 23 de marzo, la adolescente pidió la palabra para invitar a sus compañeros a la marcha por el día de la memoria. La directora le había dicho que no hable de ese tema sino de la movilización por el Día del Niño por Nacer que se haría el domingo siguiente. La alumna aceptó esa propuesta y después de invitar a la marcha antiabortista, también habló del Golpe de Estado de 1976, de los desaparecidos y los niños apropiados. No sólo le sacaron el micrófono y la adoctrinaron con la teoría de los dos demonios, sino que le aplicaron 24 amonestaciones. La letra con sangre entra, dice un durísimo refrán, aplicado con rigor en ese colegio sanjuanino que merece durísimas sanciones por todos los ministerios de educación habidos y por haber.
Manipulación, regresión, incomprensión, represión. Cuatro palabras que resumen este apunte. Mienten los que hablan de diferentes verdades. Cuando se usa el término ‘verdad’ es porque hay una sola, dogmática, vertical y accesible sólo a unos pocos elegidos. La verdad –entendida como la única forma de interpretar los hechos- es una o no es. Apuntes Discontinuos no habla de la verdad porque no cree en ella, sino de subjetividades comprometidas con los hechos, con las transformaciones, con los muchos. Que un representante del PRO haya hablado pestes en España sobre la expropiación de YPF es una confabulación contra los intereses del país. Y después se quejan cuando alguien dice que dan asco.
“Les hemos devuelto a los argentinos la Patria que les habían arrebatado”, dijo CFK en Bariloche, aunque muchos no lo quieran entender. “Pero lograr la unidad no es pensar lo mismo, decir lo mismo, repetir monocordemente lo mismo –agregó- sino establecer cuestiones sobre las cuales ya no discutamos más los argentinos. La unidad nacional entendida no como el estar de acuerdo o hacer lo que quiere el Gobierno, sino entendida como que no puede haber nada más importante que los intereses de la Nación argentina, los intereses de la Patria; no pueden estar por encima ninguna facción ni ubicación ideológica ni sectorial. Este es, en definitiva, el concepto de unidad nacional”. ¿Entenderán algo de esto los alienados VIP?
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