Grecia
El
flamante gobierno heleno cumple su palabra y aprueba las primeras
medidas antiausteridad antes de reunirse con los acreedores
internacionales.
La celeridad con la que se ha constituido el nuevo gobierno griego y con
la que se ha realizado el traspaso de poderes ha sorprendido a todos. Y
la velocidad con la que el nuevo Ejecutivo presidido por Alexis Tsipras
ha aprobado las principales medidas de emergencia prometidas durante su
campaña electoral, han asombrado más aún.
En la noche del domingo 25 pasado, cuando aún se desconocía el resultado final de las elecciones generales griegas, decenas de politólogos especulaban en mesas redondas en radios y televisiones europeas sobre las posibles alianzas que Syriza podría establecer si se confirmaba su triunfo pero no alcanzaba la mayoría absoluta.
Pero muy pocos imaginaban que Tsipras tuviera todo tan planificado. En Europa se preveía que iban a ser unas negociaciones arduas y que eso añadiría aún más inestabilidad a Grecia e inquietaría a los mercados financieros. Numerosas personas temieron un corralito y sacaron 11.000 millones de euros de los bancos.
Pero no habían pasado ni veinticuatro horas desde que se conociera el recuento final –Syriza consiguió el 36,3% de los votos contra el 27,8% de Nueva Democracia– cuando Alexis Tsipras aparecía en público junto a Panos Kamenos, líder de ANEL (sigla de Griegos Independientes), partido conservador pero antiliberal, para anunciar el acuerdo alcanzado entre los dos partidos para formar gobierno.
¿Por qué elegir a ANEL como socio de gobierno y no a otro partido de izquierda?, se preguntaron muchos. La alianza no es casual. ANEL es un pequeño partido escindido de Nueva Democracia por su izquierda, por negarse a aceptar las recetas ultraliberales que la troika imponía al Gobierno de Samaras para otorgarle los rescates financieros.
ANEL y Syriza coincidieron durante años en la batalla contra las políticas de ajuste preconizadas por Nueva Democracia, sin mantener sin embargo una postura antieuropea ni a favor de la salida del euro, como sí proponían otras fuerzas de izquierda.
A pesar de que Syriza, un partido declaradamente de izquierda que ya en 2012 se quedó a las puertas de la victoria, tuviera más afinidad ideológica con otras organizaciones griegas, Tsipras valoró muy especialmente esa experiencia realizada con ANEL a la hora de elegir a su socio minoritario de gobierno.
Syriza consiguió 149 escaños, dos menos para tener mayoría absoluta, por lo que necesitará de ANEL, que consiguió 13 escaños, como socio legislativo estable para acometer reformas del calado que ha prometido.
Tsipras paga ese apoyo con una cartera ministerial, la de Defensa, que ocupará el propio Kamenos –pero controlado de cerca por un equipo de confianza de Tsipras– y otros cuatro cargos de menor relieve. El nuevo gobierno reduce de 21 a 10 los ministerios por austeridad y eficacia, pero tres de ellos serán superministerios con competencias en distintas áreas económicas y financieras. Al frente de ellos ha puesto a prestigiados expertos económicos de izquierda.
En el resto de Europa llamó mucho la atención que Tsipras no hubiera contado con ninguna mujer para su Ejecutivo y que sólo fichara a seis mujeres para distintos cargos del segundo escalón, pero en Grecia extrañó menos, ya que es uno de los países más machistas de la UE. En el Parlamento sólo hay 68 mujeres de un total de 300, 44 de ellas de Syriza, y también se ha propuesto una mujer para presidir la Cámara de Diputados.
Es de esperar que en la lucha por la igualdad de género el nuevo gobierno muestre también un cambio drástico con esa nefasta tradición nacional.
A pesar de las advertencias que Tsipras recibió del FMI y la UE antes e inmediatamente después de que se confirmara su triunfo, en cuanto a su obligación de “asumir los compromisos” económicos contraídos por gobiernos anteriores –que han endeudado al país en 321.000 millones de dólares–, el nuevo gobierno aprobó en su primera reunión del Consejo de Ministros un paquete de medidas de emergencia que ha irritado a sus acreedores y a los mercados pero que ha sido festejado por la población.
Cumpliendo a rajatablaba el Programa de Salónica de su campaña electoral, el gobierno ha aprobado el aumento de salario mínimo de 586 euros a 751; recupera el aguinaldo de Navidad para los jubilados con pensiones de menos de 700 euros; elimina el copago sanitario y da cobertura sanitaria a los tres millones de griegos que actualmente no la tienen. El gobierno ha aprobado igualmente recontratar a los 10.000 funcionarios públicos despedidos; restablecer la negociación sindical y los convenios colectivos y congelar la privatización de la electricidad y de puertos.
Syriza anula así varias de las medidas impuestas a gobiernos anteriores por la troika –UE, Banco Central Europeo y el FMI–; el Parlamento debe validar esas medidas, pero el gobierno cuenta con mayoría absoluta para ello.
La visita de los acreedores no se ha hecho esperar, y el jueves y viernes ya aterrizaban en Atenas representantes de Alemania y también del Parlamento Europeo. “No buscamos la confrontación, pero no aceptamos la sumisión”, advirtió Tsipras.
El nuevo gobierno griego no se amilana ante las presiones externas, e incluso en la primera reunión que mantuvo su canciller en Bruselas con sus homólogos de la UE, impidió que se votaran, tal como estaba previsto, nuevas sanciones contra Rusia por su intervención en Ucrania. Y otro gesto: tradicionalmente, el nuevo gobierno de Grecia recibe en primer lugar la visita del embajador de Estados Unidos, ahora, sin embargo, el primero ha sido el embajador ruso.
La UE está desconcertada ante el fenómeno Syriza y sus gobernantes sin corbata, y Mariano Rajoy es el más preocupado de todos por el estímulo que su victoria pueda suponer para organizaciones como Podemos, la fuerza política que podría terminar por disputarle el poder en noviembre próximo.
Los ataques políticos y mediáticos no dan tregua a los líderes de la nueva formación política española, y un día sí y el otro también hacen circular rumores y especulaciones de todo tipo sobre la vida personal y profesional de los jóvenes dirigentes de Podemos. “Es el todo vale”, dice su secretario general, Pablo Iglesias, “está claro que estamos en la diana de muchos y que la infamia y las agresiones irán en aumento a medida que se acerquen los procesos electorales de este año, contamos con ello”.
En la noche del domingo 25 pasado, cuando aún se desconocía el resultado final de las elecciones generales griegas, decenas de politólogos especulaban en mesas redondas en radios y televisiones europeas sobre las posibles alianzas que Syriza podría establecer si se confirmaba su triunfo pero no alcanzaba la mayoría absoluta.
Pero muy pocos imaginaban que Tsipras tuviera todo tan planificado. En Europa se preveía que iban a ser unas negociaciones arduas y que eso añadiría aún más inestabilidad a Grecia e inquietaría a los mercados financieros. Numerosas personas temieron un corralito y sacaron 11.000 millones de euros de los bancos.
Pero no habían pasado ni veinticuatro horas desde que se conociera el recuento final –Syriza consiguió el 36,3% de los votos contra el 27,8% de Nueva Democracia– cuando Alexis Tsipras aparecía en público junto a Panos Kamenos, líder de ANEL (sigla de Griegos Independientes), partido conservador pero antiliberal, para anunciar el acuerdo alcanzado entre los dos partidos para formar gobierno.
¿Por qué elegir a ANEL como socio de gobierno y no a otro partido de izquierda?, se preguntaron muchos. La alianza no es casual. ANEL es un pequeño partido escindido de Nueva Democracia por su izquierda, por negarse a aceptar las recetas ultraliberales que la troika imponía al Gobierno de Samaras para otorgarle los rescates financieros.
ANEL y Syriza coincidieron durante años en la batalla contra las políticas de ajuste preconizadas por Nueva Democracia, sin mantener sin embargo una postura antieuropea ni a favor de la salida del euro, como sí proponían otras fuerzas de izquierda.
A pesar de que Syriza, un partido declaradamente de izquierda que ya en 2012 se quedó a las puertas de la victoria, tuviera más afinidad ideológica con otras organizaciones griegas, Tsipras valoró muy especialmente esa experiencia realizada con ANEL a la hora de elegir a su socio minoritario de gobierno.
Syriza consiguió 149 escaños, dos menos para tener mayoría absoluta, por lo que necesitará de ANEL, que consiguió 13 escaños, como socio legislativo estable para acometer reformas del calado que ha prometido.
Tsipras paga ese apoyo con una cartera ministerial, la de Defensa, que ocupará el propio Kamenos –pero controlado de cerca por un equipo de confianza de Tsipras– y otros cuatro cargos de menor relieve. El nuevo gobierno reduce de 21 a 10 los ministerios por austeridad y eficacia, pero tres de ellos serán superministerios con competencias en distintas áreas económicas y financieras. Al frente de ellos ha puesto a prestigiados expertos económicos de izquierda.
En el resto de Europa llamó mucho la atención que Tsipras no hubiera contado con ninguna mujer para su Ejecutivo y que sólo fichara a seis mujeres para distintos cargos del segundo escalón, pero en Grecia extrañó menos, ya que es uno de los países más machistas de la UE. En el Parlamento sólo hay 68 mujeres de un total de 300, 44 de ellas de Syriza, y también se ha propuesto una mujer para presidir la Cámara de Diputados.
Es de esperar que en la lucha por la igualdad de género el nuevo gobierno muestre también un cambio drástico con esa nefasta tradición nacional.
A pesar de las advertencias que Tsipras recibió del FMI y la UE antes e inmediatamente después de que se confirmara su triunfo, en cuanto a su obligación de “asumir los compromisos” económicos contraídos por gobiernos anteriores –que han endeudado al país en 321.000 millones de dólares–, el nuevo gobierno aprobó en su primera reunión del Consejo de Ministros un paquete de medidas de emergencia que ha irritado a sus acreedores y a los mercados pero que ha sido festejado por la población.
Cumpliendo a rajatablaba el Programa de Salónica de su campaña electoral, el gobierno ha aprobado el aumento de salario mínimo de 586 euros a 751; recupera el aguinaldo de Navidad para los jubilados con pensiones de menos de 700 euros; elimina el copago sanitario y da cobertura sanitaria a los tres millones de griegos que actualmente no la tienen. El gobierno ha aprobado igualmente recontratar a los 10.000 funcionarios públicos despedidos; restablecer la negociación sindical y los convenios colectivos y congelar la privatización de la electricidad y de puertos.
Syriza anula así varias de las medidas impuestas a gobiernos anteriores por la troika –UE, Banco Central Europeo y el FMI–; el Parlamento debe validar esas medidas, pero el gobierno cuenta con mayoría absoluta para ello.
La visita de los acreedores no se ha hecho esperar, y el jueves y viernes ya aterrizaban en Atenas representantes de Alemania y también del Parlamento Europeo. “No buscamos la confrontación, pero no aceptamos la sumisión”, advirtió Tsipras.
El nuevo gobierno griego no se amilana ante las presiones externas, e incluso en la primera reunión que mantuvo su canciller en Bruselas con sus homólogos de la UE, impidió que se votaran, tal como estaba previsto, nuevas sanciones contra Rusia por su intervención en Ucrania. Y otro gesto: tradicionalmente, el nuevo gobierno de Grecia recibe en primer lugar la visita del embajador de Estados Unidos, ahora, sin embargo, el primero ha sido el embajador ruso.
La UE está desconcertada ante el fenómeno Syriza y sus gobernantes sin corbata, y Mariano Rajoy es el más preocupado de todos por el estímulo que su victoria pueda suponer para organizaciones como Podemos, la fuerza política que podría terminar por disputarle el poder en noviembre próximo.
Los ataques políticos y mediáticos no dan tregua a los líderes de la nueva formación política española, y un día sí y el otro también hacen circular rumores y especulaciones de todo tipo sobre la vida personal y profesional de los jóvenes dirigentes de Podemos. “Es el todo vale”, dice su secretario general, Pablo Iglesias, “está claro que estamos en la diana de muchos y que la infamia y las agresiones irán en aumento a medida que se acerquen los procesos electorales de este año, contamos con ello”.
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