El dilema de Europa ante el nuevo gobierno de izquierda de Atenas. Cómo operan los poderosos contra los más débiles.
Europa atraviesa un acontecimiento inédito desde la Segunda
Guerra mundial. El triunfo electoral de Syriza, y la conformación de un
gobierno en Grecia, hegemonizado por un partido de izquierda radical,
no sólo ha implosionado el dispositivo bipartidista como modelo de
disciplinamiento por décadas en el país heleno, sino que también ha
generado una profunda preocupación en las instituciones de gobierno
europeo colonizadas por el ideario neoliberal , y conducidas casi en
exclusividad por representantes de los partidos conservadores y
socialdemócratas del Viejo Continente. Pero, ¿cuáles son los intereses
en disputa tras la decisión profundamente democrática de la ciudadanía
griega? Por un lado, el hartazgo de la mayoría del pueblo heleno a más
de un lustro de ajustes impulsados por la casta bipartidista, que
cumplió a rajatablas con la llamada Austeridad decretada desde Bruselas
por la troika (Banco Central Europeo-Fondo Monetario Internacional y la
Comisión Europea). Y por otro lado, la firme convicción del partido
triunfante en las históricas elecciones del domingo 25 de enero, al
definir como prioridad dejar de lado la imposición de la Austeridad, y
atender la emergencia de los millones de familias griegas instaladas en
la pobreza, a partir de una reestructuración de la deuda inpagable del
175% del PBI griego, con una quita significativa que permita priorizar
el crecimiento económico y la distribución de ese crecimiento
equitativamente entre el pueblo griego.
En este panorama, se suman las exigencias del establishment financiero, representado por los funcionarios de alto rango de Bruselas como el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, quien afirmó el último fin de semana en Atenas que "el Eurogrupo está decidido a apoyar a Grecia, a condición de que Grecia cumpla sus compromisos". Por su parte el presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker, órgano ejecutivo de la Unión Europea, descartó eliminar la deuda, porque "de lo que se trata es de hacer algunos arreglos". Lo paradójico es la posición de gobiernos en extremo endeudados como la España de Rajoy y la administrción de centro-derecha de Portugal. El ministro de finanzas español, Luis de Guindos, pese a que su gobierno hace tan sólo dos años imploraba a las autoridades de Bruselas flexibilidad en el pago de la deuda, hoy es de los más duros ante las propuestas de reestructuracion de la deuda griega. Sostiene que "España supedita cualquier dádiva al cumplimiento irrestricto de los compromisos asumidos por Grecia con sus acreedores". Coincidentes con dichas declaraciones, la vicepresidenta del gobierno español , Soraya Sainz de Santamaría, reitero que "las reglas pactadas son inamovibles".
El otro gobierno conservador que recibió el rescate de su economía por la Troika por el incuplimiento de la deuda fue el portugués. Su primer ministro, Pedro Passos Coelho, se declaró "radicalmente en contra de la renegociación o intento de condonación parcial de la deuda griega".
La batalla por la soberanía del pueblo griego, ante las imposiciones de los funcionarios de las finanzas europeas, recién dio su primer paso este fin de semana, cuando el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis, recibió en Atenas al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. En ese encuentro, reafirmó que "el gobierno griego fue elegido democráticamente, con un programa que rechazó en las urnas el plan de rescate impuesto por Bruselas y el pago de la deuda actual". Como afirmó Alexis Tsipras en su campaña electoral, las prioridades del nuevo gobierno serán reestructurar la deuda y atender los graves problemas sociales heredados de las administraciones conservadoras y socialdemócratas.
El pago de la deuda es imposible sin una quita como la efectivizada en 1953 a Alemania, que permitió que en base de la condonación del 50% de la misma, como país vencido pudiese resurgir de las cenizas.
Las alternativas están planteadas. Lo que se inicia en estos días es una larga negociación que pondrá en vilo no sólo a las principales víctimas de la debacle financiera, el pueblo griego, sino a la esperanza de las otras víctimas de las políticas ajustistas de la Troika, los millones de desocupados, trabajadores precarios de Europa y jóvenes y jubilados sin futuro que claman por una salida de la crisis más equitativa.
Como declaró en su toma de posesión como nuevo ministro de Economía, Yannis Varoufakis, "para que Grecia pase la página de la política de Austeridad, deberá construirse un New Deal paneuropeo para la recuperación económica sin privilegiados ni excluidos. Una nueva alternativa se abre como posibilidad a la dictadura de la deudocracia enquistada en los órganos de poder europeo, tan afines a los rescates bancarios y a la austeridad de los que menos tienen.
El pago de la deuda es imposible sin una quita como la efectivizada en 1953 a Alemania, que permitió que en base de la condonación del 50% de la misma, como país vencido pudiese resurgir de las cenizas.
En este panorama, se suman las exigencias del establishment financiero, representado por los funcionarios de alto rango de Bruselas como el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, quien afirmó el último fin de semana en Atenas que "el Eurogrupo está decidido a apoyar a Grecia, a condición de que Grecia cumpla sus compromisos". Por su parte el presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker, órgano ejecutivo de la Unión Europea, descartó eliminar la deuda, porque "de lo que se trata es de hacer algunos arreglos". Lo paradójico es la posición de gobiernos en extremo endeudados como la España de Rajoy y la administrción de centro-derecha de Portugal. El ministro de finanzas español, Luis de Guindos, pese a que su gobierno hace tan sólo dos años imploraba a las autoridades de Bruselas flexibilidad en el pago de la deuda, hoy es de los más duros ante las propuestas de reestructuracion de la deuda griega. Sostiene que "España supedita cualquier dádiva al cumplimiento irrestricto de los compromisos asumidos por Grecia con sus acreedores". Coincidentes con dichas declaraciones, la vicepresidenta del gobierno español , Soraya Sainz de Santamaría, reitero que "las reglas pactadas son inamovibles".
El otro gobierno conservador que recibió el rescate de su economía por la Troika por el incuplimiento de la deuda fue el portugués. Su primer ministro, Pedro Passos Coelho, se declaró "radicalmente en contra de la renegociación o intento de condonación parcial de la deuda griega".
La batalla por la soberanía del pueblo griego, ante las imposiciones de los funcionarios de las finanzas europeas, recién dio su primer paso este fin de semana, cuando el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis, recibió en Atenas al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. En ese encuentro, reafirmó que "el gobierno griego fue elegido democráticamente, con un programa que rechazó en las urnas el plan de rescate impuesto por Bruselas y el pago de la deuda actual". Como afirmó Alexis Tsipras en su campaña electoral, las prioridades del nuevo gobierno serán reestructurar la deuda y atender los graves problemas sociales heredados de las administraciones conservadoras y socialdemócratas.
El pago de la deuda es imposible sin una quita como la efectivizada en 1953 a Alemania, que permitió que en base de la condonación del 50% de la misma, como país vencido pudiese resurgir de las cenizas.
Las alternativas están planteadas. Lo que se inicia en estos días es una larga negociación que pondrá en vilo no sólo a las principales víctimas de la debacle financiera, el pueblo griego, sino a la esperanza de las otras víctimas de las políticas ajustistas de la Troika, los millones de desocupados, trabajadores precarios de Europa y jóvenes y jubilados sin futuro que claman por una salida de la crisis más equitativa.
Como declaró en su toma de posesión como nuevo ministro de Economía, Yannis Varoufakis, "para que Grecia pase la página de la política de Austeridad, deberá construirse un New Deal paneuropeo para la recuperación económica sin privilegiados ni excluidos. Una nueva alternativa se abre como posibilidad a la dictadura de la deudocracia enquistada en los órganos de poder europeo, tan afines a los rescates bancarios y a la austeridad de los que menos tienen.
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