Arriba: El edificio, en la esquina de Godoy Cruz y Paraguay.
Mesadas e instrumental que relucen, amplios laboratorios con
grandes ventanales, salas para científicos visitantes con distribución modular,
equipamiento de última generación, precisos sistemas de purificación del agua y
deposición de residuos...
El nuevo Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos
Aires-Instituto Partner de la
Sociedad Max Planck es un moderno centro científico europeo,
pero en pleno Palermo.
"No tiene nada que envidiarles a los del Primer Mundo
-afirma su director, Eduardo Arzt, con inocultable orgullo y entusiasmo-. Y ya
tenemos nuestro primer resultado. Lo obtuvimos para contestar al pedido de los
revisores de una revista científica sobre un trabajo que habíamos mandado para
publicar. Analizamos y comparamos estructuralmente las tres proteínas cuya
síntesis dirige un gen [llamado Rsume] que está involucrado en procesos de
hipoxia [falta de oxígeno] que son claves en algunos tumores, y demostramos que
son diferentes."
Arzt está exultante. En 2006, el espacio donde hoy se
levanta el deslumbrante edificio en el que en unos meses funcionarán tres
institutos internacionales era un baldío con una construcción derruida,
perteneciente a las ex Bodegas Giol. Hubo que gestionar su cesión, licitar y
diseñar el proyecto de la obra, construirla y conformar los equipos científicos
de un centro de más de 100 investigadores. Arzt siguió de cerca todas estas
instancias y se dedicó al proyecto por completo. Hoy está viviendo un sueño
hecho realidad.
Tal vez por eso repasa los detalles que convierten a esos 1200 m2 de laboratorios,
salas de cultivo, de microscopía de última generación, salones de seminarios y
para becarios, y oficinas para investigadores en un privilegio envidiable,
concebido con los altos estándares de una de las organizaciones científicas más
prestigiosas del planeta, la
Sociedad Max Planck, en la que trabajan o trabajaron 17
premios Nobel.
"Por ejemplo -explica-, todos los pisos tienen una
unidad especial que mantiene la corriente estable para que no se corte nunca, y
que no haya variaciones ni de un milisegundo. Además, a diferencia de lo que
suele suceder tradicionalmente en los laboratorios, que tienen las heladeras en
los pasillos, aquí diseñamos espacios especiales («nichos») donde ubicamos los
freezers, las «ultracentrífugas», máquinas para separar fracciones celulares
que alcanzan las 120.000 revoluciones por minuto, o tanques de nitrógeno
líquido donde se guarda material biológico a -120°. También hay «áreas de
servicio» con shakers para cultivar bacterias, mesas antivibratorias para las
balanzas que pesan el material en microgramos, y cuarto radiactivo para
trabajar con isótopos con cuartos contiguos para los residuos."
Una de las últimas adquisiciones del Instituto es un
microscopio confocal Zeiss de última generación. La semana pasada viajó desde
Alemania para calibrarlo un técnico de la empresa que los fabrica.
"La sensibilidad de este equipo es extrema -cuenta la
bioquímica Alejandra Attorresi, que será la encargada de manejarlo-, por eso no
sólo está apoyado sobre una mesa, sino también sobre un piso antivibratorios,
conectados a aire comprimido."
La virtud de este tipo de microscopio es que enfoca y capta
la imagen de un solo plano focal.
"Cuando uno mira por un microscopio común, ve todo el
grosor de una muestra: una parte enfocada y otra desenfocada -explica
Attorresi-. En cambio este equipo permite captar una imagen muy definida, plano
por plano, y además viene con un sistema que permite ver células vivas y
filmarlas durante veinticuatro horas con la misma precisión. A partir de esas
imágenes, la computadora puede armar una película en 3D."
Por supuesto, poner en funcionamiento esta compleja
estructura de investigación, técnica y humana, requiere de los servicios de
ingenieros a tiempo completo. Uno de ellos es Hernán Cavoli, técnico
electrónico y estudiante de ingeniería industrial que, entre otras cosas, se
ocupa de verificar que se cumplan las estrictas normas de seguridad que deben
regir en estos ámbitos. Otro es Adrián Cadena.
"Adrián, para nosotros, es una joya -dice Arzt-, porque
estuvo en la obra, trabajando con la empresa constructora desde el principio.
La conoce desde los cimientos."
"La verdad es que al ver nacer esto me gustó tanto que
quise entrar -dice Cadena, que hoy tiene un cargo del Conicet-. Estoy
encantado."
Bajo la dirección de Arzt, el Instituto de Investigación
Biomédica de Buenos Aires (BioBA-MPSP) está integrado por ocho grupos de
investigación cuyos jefes debieron pasar por el arduo proceso de selección que
caracteriza a la Sociedad
Max Planck. Varios dejaron puestos en centros de
investigación europeos o norteamericanos para regresar al país.
Entre ellos están el físico Claudio Cavasotto, experto en
química computacional y diseño de fármacos, que viene de la Universidad de Texas
en Houston; María de la
Paz Fernández, que investiga en neurobiología del
comportamiento y regresa de su posdoctorado en la Universidad de
Harvard; la bióloga Carolina Pérez Castro, que investiga en células madre
tumorales y plasticidad celular, el bioquímico Marcelo Perone, cuyo grupo
explorará los vínculos entre la diabetes y la inmunología; Damián Refojo, que
regresa del Instituto Max Planck, de Munich, y dirigirá el grupo de
neurobiología molecular, y Patricio Yankilevich, especialista en bioinformática
que regresa desde España, donde trabajó en una empresa creada por el Centro
Nacional de Biotecnología de ese país.
"Nuestra meta es no sólo estudiar y entender los
mecanismos que explican enfermedades degenerativas, como el cáncer, el
Alzheimer o el Parkinson, sino también que esos hallazgos puedan convertirse
luego en innovaciones o fármacos que lleguen a la cama del paciente".
Y enseguida agrega, con la satisfacción de la tarea cumplida
y el entusiasmo del desafío: "Esto es sólo el comienzo".
- 1200 m2 de
laboratorios
Con equipamiento y sistemas de última generación
- Competitividad
Los jefes de equipo debieron pasar por un exigente proceso de selección
- De
la mesada a la cama del paciente
Estudian mecanismos de males degenerativos
Protagonistas de una aventura
Algunos de los científicos que integran el nuevo
instituto
- Eduardo
Arzt
Director
Es docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, investigador principal del Conicet y profesor visitante del Instituto Max Planck, de Munich, Alemania
- Mario
Rossi
Jefe de grupo
Biólogo de la UBA, se doctoró en la Universidad de Roma "Tor Vergata" y realizó estudios posdoctorales en el Reino Unido y en el Centro Médico de la Universidad de Nueva York
- Damián
Refojo
Jefe de grupo
Médico de la UBA posdoctorado en el Instituto Max Planck de Psiquiatría de Munich. Está a cargo del grupo de neurobiología molecular en el instituto asociado de Bs. As.
- Susana
Silberstein
Jefa de grupo
Bióloga de la UBA, enseñó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts. Es jefa del grupo de señalización celular en el sistema nervioso central
- María
de la Paz Fernández
Jefa de grupo
Bióloga de la UBA. Se doctoró en el Instituto Leloir e hizo su posdoctorado en Harvard. Está a cargo del grupo de neurobiología del comportamiento
.
Del editor: cómo sigue.
En los próximos meses terminarán de incorporarse los investigadores que están retornando del exterior y se completarán los planteles de otros dos institutos.
En los próximos meses terminarán de incorporarse los investigadores que están retornando del exterior y se completarán los planteles de otros dos institutos.
Publicado
en:
http://www.lanacion.com.ar/1530390-primer-mundo-en-pleno-palermo-como-es-el-nuevo-instituto-max-planck
Ver también
https://www.deutschland.de/es/node/1578
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