“Yo fui gorila. Qué lindo un libro con ese título, en lugar de ‘¿Qué les pasó?’.
Fui gorila. Es obvio que cualquier mamerto que viene ideológicamente de donde yo vengo ha sido gorila. En el mejor de los casos, ya no lo es.
Una aclaración que viene bien : acabo de ver que la salida de este libro se avisa con la frase ‘Barragán cuenta cómo pasó de apolítico a militante’ . Bien , siempre odié la idea de ser apolítico porque entiendo que decirse apolítico es como decirse ‘asocial’ o ‘amoral’. Me encantaría ser apolítico, como me encantaría no sentir nada cuando me pinchan con una aguja, como me encantaría no sentir nada cuando me entero de las crueldades del mundo.
Lamentablemente, nunca pude alcanzar ese estúpido nirvana que tanto argentino levanta como orgullosa bandera de su no pertenencia a ninguna ideología. Esos apolíticos que mágicamente siempre son de derecha.
Vuelvo :
En mi caso dejé de ser gorila una mañana en un departamento de un piso 4 de la avenida Ángel Gallardo, donde vivía sin canas, sin hijos, con mi mujer y con aversión por el peronismo. Compré Página 12 y la contratapa estaba escrita por José Pablo Feinmann. Hablaba del peronismo y me encantaría recordar qué carajo escribió. Pero seguro que hablaba de la proscripción. El peronismo prohibido, con su líder prohibido, su gente prohibida, el voto prohibido, su existencia prohibida y la palabra Perón prohibida. El verbo maldito. Entender que hace una décadas atrás en esta sociedad hubo medio país que decidió prohibir a la otra mitad es empezar a entender qué tenemos en la cabeza.
Dejar de ser gorila no es empezar a creer que el peronismo puede ser maravilloso. Es dejar de repetir ‘a este país lo arruinaron los peronistas’, ‘si no fuera por Perón seríamos un país en serio’, ‘el peronismo es irracional’ y un rosario de pelotudeces que todavía tienen tanto peso que a mucha gente la habilita mentalmente para creer la operación más idiota que inventen en clarín , o el comentario más barato oído en una verdulería.
Dejar de ser gorila es empezar a entender que el peronismo es una idea, o muchas ideas, y muchas ideas contrapuestas. Pero hay ideas detrás del humo de los chorizos. Dejar de ser gorila es tener en cuenta que ninguno de los golpes de Estado que atrasaron a nuestra sociedad fue dado por los peronistas. Es recordar que fueron perseguidos y encarcelados en democracias radicales, que los radicales tan republicanos ellos decidieron que podían ser democráticos con medio país prohibido. Es recordar que los radicales andaban detrás de los golpes. Es reconocer los avances sociales de Perón y Evita. Es empezar a vislumbrar que el país, nuestra sociedad, nuestra idiosincrasia es una forma de vivir en peronismo. Es andar por las rutas y ver –se descubre fácil por la arquitectura y la tipografía- que las escuelas y los hospitales los hizo –casi todos- Perón. Es aceptar que el peronismo es una manera de ser argentina, no un virus del cual hay que curarse. Y comprender que cuando ese medio país gorila quiso curarse del virus mató, mató mucho y nos mandó para atrás.
Por eso la contratapa de Feinmann me sacó el gorilismo, porque hablaba del peronismo prohibido. Esa mañana imaginé con cuántas ganas me volvería fanático de cualquier cosa que me prohibieran. Sobre todo cuando eso prohibido tuviera que ver con luchas sociales, reivindicaciones de clase, reivindicaciones históricas, y la consiguiente injusticia de la persecución. Imaginé con cuánto amor me abrazaría a ese líder y a esos hermanos prohibidos y torturados y fusilados en cárceles gorilas. Imaginé con cuánto amor pensaría que para defender lo amado es lícito agarrar un fierro y salir a los tiros. Lo imaginé, pero no lo sé, ni lo sabré nunca.
Pero es imaginando por ahí que el peronismo deja de ser una locura y uno ve que la locura argentina está en otra parte. Que ningún peronista rompió pulmotores que salvaban vidas. Eso fue obra de gorilas.
'Entrar al peronismo implica ensuciarse, transar con un montón de cosas sin las cuales no podés manejarte. Hay intendentes del conurbano, punteros, prostitución, cocaína, juego. Luego, hay política y lucha por ese aparato. En este momento la lucha es particularmente interesante y hasta ideológica. Por un lado está Kirchner, que a partir de 2005 deja la idea de la transversalidad y se mete en la mierda del aparato y encarna aquellos de las manos sucias sartreanas.'
Feinmann en su libro Peronismo, filosofía política de una persistencia argentina.
Cuando Feinmann dice ‘entrar en el peronismo’ no puedo dejar de preguntarme si hay otro lugar donde entrar. Me pregunto si Kirchner –o cualquiera- se metió en la mierda del aparato o sencillamente se metió en la Argentina. ¿O es que hay un país por fuera del aparato, por fuera del peronismo, por fuera de las unidades básicas? Sospecho que no. Que por fuera de esto lo único que hay son habitantes, relleno, nosotros, el tipo de la esquina, pero no hay país. No hay otra estructura que no sea la estructura argentino/peronista.
En este punto me gusta pensar que el peronismo no es la causa del país que somos, es el efecto del país que somos. No es un mal paso que nos hizo caer a la banquina, es el resultado de estar en la banquina. Y cada vez más, me parece que para haber surgido de la banquina de nuestra historia, el peronismo es un milagro, este peronismo que al llegar el tercer milenio es lo único que puede ponernos sobre la ruta."
* Aclaración [de C.Barragán] : no soy tan importante como para creer que puedo ponerme a discutir de política con mi admirado y muy querido JPF. Tomé ese párrafo de su libro porque me disparó esa idea omniperonista. ¿O de un ‘peronismo unicista?
3 comentarios:
muy bueno adrián
creo
que todo lo que conversamos está en el nuevo inconciente colectivo
abrazo!
Hay un par de partes muy buenas que todavía no digitalicé. Tiempo al Tiempo. Pero es indudable que Néstor hace 8 años, como Perón hace más, vio en la realidad algo que estaba allí y los demás no veían... Algunos dicen que un genio es eso : el que mira lo mismo que los demás pero ve otra cosa...
Pero parece que ahora este GORILA disfrazado VOLVIO A SER SIMIO MAYOR.
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