La Capital Federal será por unos días la capital del amor. Así lo resolvió el Gobierno de la CABA como una forma encubierta de hacer negocios. Amor al dinero, que le dicen. Un poco a la frivolidad. Y bastante a la hipocresía. “Son caretones –concluyó Fito Páez en una entrevista radial- no sé qué defienden, no les gusta conectar con los demás”. El cantante enojó nuevamente a la Fuerza Amarilla, a tal punto que le enviaron una carta documento para que pida disculpas. Ellos reparten estiércol a diestra y siniestra, atropellan a quien se ponga delante, impulsan la delación a través de un 0800. Claro, como están perdiendo la batalla cultural, la susceptibilidad está a flor de piel y cualquier cosa los vulnera. Hasta una dramatización escolar que, si no hubiera sido por la desproporcionada reacción, nadie se habría enterado de su existencia. Reacción desproporcionada como la de los escasos caceroleros que blandieron sus tambores de guerra culinarios para rechazar la Cadena Nacional. Esas cabezas son fáciles de llenar. Tanto machacar desde las usinas del descontento con lo de los discursos presidenciales que en cuanto aparece la bandera flameante no pueden contener el vómito. Paradójico que tanto odio se manifieste precisamente en la Capital del Amor.
Tal vez, los dichos de Fito fueron exagerados, pero dieron en el blanco. Durante una entrevista en Radio del Plata, el cantante rosarino expresó su rechazo a la línea habilitada por el Ministerio de Educación porteño para denunciar la intromisión de la política en las escuelas públicas. En un exceso de la analogía, especuló con que durante la dictadura, los dirigentes del PRO habrían denunciado sin dudar a los militantes juveniles. Y claro, los negadores de la política se enojaron. Aunque el contrafáctico de Fito no fue muy feliz, resulta ineludible. Si en plena democracia son cornetas, durante la dictadura podrían haber sido una banda de vientos con todos los instrumentos. Pero el músico agregó que “es intolerable escuchar ciertas voces de la oposición cuando se posicionan en un lugar en el cual son dueños de la moral, cuando sabemos que mucha gente estuvo ligada a uno de los fenómenos más horrorosos de este país que fue el proceso de la dictadura”. Y sí, queda pendiente una investigación sobre el crecimiento que tuvo la fortuna familiar del Alcalde durante esos años. Tanto no se logra sólo con ahorros.
El encargado de responder fue el diputado porteño del PRO, Daniel Lipovetzky, a través de un comunicado. “Lo que dijo Fito Páez es gravísimo –alertó el legislador- Entregar gente durante la dictadura constituye un delito de Lesa Humanidad que no tolera acusaciones banales”. Claro que no dijo lo mismo ante las constantes calificaciones que recibe el Gobierno Nacional, en el sentido de que es autoritario o peor que la dictadura. Tampoco emitió ningún comunicado ante la nota de Marcos Aguinis, en la que equiparaba a la agrupación La Cámpora y la Tupac Amaru con las juventudes hitlerianas. Ahí no hay banalización para ese demócrata.
De cualquier modo, solicitó al cantante “una respuesta en el término de las próximas 24 horas bajo apercibimiento de iniciar acciones legales penales y de daños y perjuicios, por dirigirse con desprecio a todos los dirigentes del PRO, como si estos hubiesen sido colaboracionistas de la dictadura”. Nadie dice que hayan sido colaboracionistas, sino que podrían haberlo sido. Mientras los seis docentes que fueron separados de su cargo por interpretar una dramatización crítica al Gobierno de la CABA sigan en esa situación, no se podrá pensar de otra manera. El padre del legislador, Jaime Lipovetzky, fue un conocido defensor de trabajadores y luchadores sociales durante la dictadura y por eso amenazado y perseguido. Flaquísimo homenaje rinde el legislador a su padre si ahora está dentro del PRO. “Ahora tengo que soportar que este señor me injurie de esta manera”, pierde la cadena el diputado macrista.
Otros que perdieron la cadena fueron los caceroleros, porque estaban caceroleando ruidosamente por las calles de esa metrópoli tan encantadora. Cuesta creer que gente tan educada y tan calificada para ejercer todos sus derechos ciudadanos sea tan manipulable. Basta un titular para provocar su reacción. Si no es por el dólar es por los impuestos. Pero lo sorprendente del caso es que salieron a cacerolear para protestar contra la Cadena Nacional. Hace unos meses que los medios con hegemonía en decadencia vienen operando para provocar rechazo a los discursos presidenciales. Clarín se esforzó por hacer las cuentas. En lo que va del año, CFK habló 14 horas, 19 minutos y 23 segundos por Cadena Nacional. “Lo hizo en 17 emisiones, en general al mediodía o a la tarde-noche –explica el diario- pero anoche [por el lunes] fue por todo y copó el prime time de la televisión”. Los opositores al Gobierno Nacional sostienen que La Presidenta no usa la Cadena Nacional por ninguno de los motivos de trascendencia que prevé la ley. Según el artículo 75 de la ley 26522, la cadena puede ser utilizada en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, lo que permite que la explicación de logros o medidas esté incluida en ella. “Anoche se sumaron muchísimos más a los cuestionamientos –afirma el texto del matutino- incluidos varios famosos con simpatía K. Estaban enojados porque esta vez Cristina no les dejó ver los programas de TV que más les gustan”. Gravísimo… que utilicen eso como argumento.
Pero volvamos a los números: La Presidenta ocupó sólo catorce horas y pico de Cadena sobre 5800 horas que han transcurrido desde principios de año. ¿No es desproporcionada la queja? Un poco más de medio día de cadena sobre más de 240 días. Menos del 0,5 por ciento del tiempo transcurrido desde el 1° de enero habló Cristina ocupando el espacio mediático que es público, de todos. Estas quejas de los grandotes indican la debilidad discursiva en la que están sumergidos. El dominio sobre el sentido común que han ejercido durante años está en franca decadencia y no pueden disimularlo. Por eso apelan a estos recursos histéricos y desesperados.
Pero a pesar del boicot y las cacerolas, el discurso de Cristina en la cena anual por el día de la industria fue visto por muchísima gente, superando el rating de los programas más exitosos. Tal vez los ciudadanos tengan ganas de escuchar su palabra, precisamente porque muchos intentan silenciarla. Quizá muchos estén empezando a prestar atención para comprender por qué la realidad que cuentan algunos medios está tan alejada de lo cotidiano. “Sucede que no estamos frente a un modelo económico –explicó La Mandataria- La industrialización no es una variable del modelo, sino que responde a un proyecto político de país. Es la decisión de no ser un país productor de materias primas sin agregación de valor”. CFK destacó la diferencia entre modelo y proyecto y resaltó “que hay instrumentos que un día sirven y que otro día no sirven”. Y para profundizar aún más esta distinción, subrayó que “algunos creen que las reglas de un modelo económico tienen que ser fijas, estáticas. Pero el corazón del proyecto es el crecimiento, la generación de trabajo, el consumo y la reindustrialización”.
Si La Presidenta recurre a la Cadena Nacional es para evitar la manipulación y tergiversación a la que es sometida día a día su palabra. Cada anuncio se convierte en mala noticia para los carroñeros y es la antesala de una catástrofe que se viene anunciado desde hace años pero nunca llega. Por el contrario, el dinamismo del consumo provocó que “la recaudación en agosto haya llegado a 60.456 millones de pesos, un alza de 29,4 por ciento, y vamos a crecer, tal vez no como 2010 y 2011, pero vamos a crecer”. Algunos se perdieron estas cosas, porque estaban caceroleando en algunas calles de la capital del amor. Y otros no quisieron escuchar, desesperados, porque ven que el amor –el verdadero- les está ganando.
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