Por Eduardo Aliverti
No hay nada más imperioso, en momentos como éstos, que
desmalezar la información circulante. Algunos colegas, sobre todo de este
diario, vienen haciéndolo con rigor. Es tal el tráfico de intereses –y en
consecuencia la cantidad de falsedades– que cabe insistir. El orden siguiente
es aleatorio, tanto como el modo en que los sectores de derecha más
concentrados revelan su desconsuelo. Para peor de esos grupos, el conjunto de
la oposición apoya la medida. Hasta Macri tuvo que pegarle una vuelta a su
virulenta crítica inicial desde la cuna de Antonia. Según les pinte, los medios
militantes del antioficialismo ubican a uno u otro ítem como la amenaza
grandilocuente. Suben y bajan. Parecen ascensor.
- España hará tronar el escarmiento. El disparate más
grande de todos. Las exportaciones españolas a la Argentina están en
alrededor de mil millones de euros, pero las importaciones desde aquí son por
el doble. Hay más de una docena de grandes empresas españolas que operan en la Argentina en rubros como
banca, construcción, energía, hotelería, comunicación. Según el Ibex 35, índice
de la Bolsa de
Madrid, las compañías de la península se llevan más de 26 mil millones de
dólares por ingresos generados en la Argentina. Solamente
Telefónica obtuvo el año pasado un volumen de negocios superior a los cuatro
mil millones de dólares. Santander Río, BBVA Banco Francés, Mapfre, DHL,
Endesa, Cirsa, Santillana, NH Hoteles, Codorniú, Prosegur, y una lista que se
completa con más de 400 empresas ibéricas operantes en la Argentina, dan cuenta de
que España es hoy el primer inversor extranjero en nuestro país. A esa España
que en cierto pero no menor sentido se cae a pedazos o, si se prefiere, al
gobierno que la administra con el ajuste más salvaje de –por lo menos– su
decurso post-franquista, no le dan los números siquiera para alzar la voz. Lo
dijo, entre otros muchos ignorados por los medios españoles y sus aliados
criollos, el cooperativista español Gabriel Trenzado: España tiene mucho más
para perder que para ganar en un enfrentamiento con la Argentina.
- También Europa podría vengarse. Es un aspecto que,
si acaso pudiera ser posible, supera a la tontería del revanchismo meramente
español. Así como, después de Brasil, Europa es el segundo destino de las
exportaciones argentinas, la
Unión Europea es el segundo inversor en la Argentina. Justo
cuando la crisis de los europeos y sus empresas les hacen mirar con mayor
cariño que nunca lo que puedan exprimir aquí y en el resto de América, para
conformar a sus accionistas mientras descargan en las clases populares el costo
del ajuste, Europa estaría en condiciones de demostrar lo larga que es su
capacidad de intimidar. Muy gracioso.
- La presión de Repsol por el monto indemnizatorio hará
que acuda a todos los juzgados internacionales y la Argentina agregará
porotos a su aislamiento del mundo. Reíte de Janeiro. La petrolera estatal
venezolana y la Exxon
estadounidense ya llevan cuatro años negociando el precio por las
expropiaciones de Hugo Chávez. El dato es público. Tiene el plus de haber sido
destacado, a entrada de columna a página 9, el jueves pasado, por uno de los
periodistas serios que le quedan a Clarín, Daniel Fernández Canedo. Siempre se
escapa algo.
- Cuidado con el Ciadi, a donde podría recurrir el Estado
español. El Ciadi es el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias
Relativas a Inversiones. Una entidad y sigla más adecuadas a alguna ocurrencia
de Groucho Marx que a un organismo altamente influyente. Depende del Banco Mundial,
otro invento de los países ricos para distribuir migajas a cambio de planes de
ajuste. De manera que su sentido es proteger a los grandes emporios radicados
en las naciones en vías de desarrollo. Brasil no entró a ese engendro, como
elemento informativo considerable si se estimara menor que huyeron de él
Bolivia, Ecuador y Venezuela. Y si tampoco alcanzase eso para mensurar su nula
o escasa influencia, tómese nota de que ninguno de sus temibles dictámenes
perjudicó a país alguno. Si a Repsol se le ocurriese ir al Ciadi y de acuerdo
con los antecedentes comprobados, se calcula que, entre el tiempo que llevará
pasar por los tribunales argentinos y las apelaciones españolas, andaríamos más
o menos por 2020.
- Se afecta la seguridad jurídica de una empresa
española, con todo lo que ello podría significar no sólo en términos de
intercambio comercial sino también de relaciones institucionales, perjuicio
para los españoles de a pie y, ergo, para la amistad entre los pueblos.
Repsol es una multinacional, no una empresa española. Y respecto de las
necesidades de la inmensa mayoría de los ibéricos, la voracidad y ganancias de
la empresa tienen que ver con el pueblo español lo mismo que el culo con la
llovizna. Leamos lo escrito por el colega Oriol Malló Vilaplana, en el sitio
Público.es: “La llamada reconquista económica española de América latina,
iniciada en 1991 con la privatización de grandes empresas públicas argentinas,
supuso la irrupción de un nuevo grupo de poder en dicho territorio. Gracias a
la cooptación, la corrupción y la seducción, el cartel español ha monopolizado
mercados de obras públicas, agua, energía, turismo, medios y
telecomunicaciones. La nueva elite neoliberal, formada al calor de Salinas de Gortari,
Menem o Fujimori, tomó como bandera la democracia oligárquica española y su
milagro económico, hoy en ruinas, mientras Felipe González piloteaba este
proyecto de desembarco imperial bajo cobertura política y financiera de los
Estados Unidos. Así emergieron, en los ’90, las poderosas redes de la
hispanidad que son, hoy, el principal ariete contra el cambio y la soberanía de
las Américas (...) El apoyo larvado al golpe de Estado empresarial contra Hugo
Chávez en 2002, o la intervención directa en las elecciones mexicanas de 2006
para evitar el triunfo del candidato de centroizquierda Manuel López Obrador
(demuestran que) el cartel español construye y reconstruye la historia jamás
contada de los nuevos conquistadores, sus aliados locales y los verdaderos amos
de la pinza Madrid-Miami”. En el mismo sitio, bajo título de “Por qué España
agachará la cabeza con YPF”, David Bollero explica que “España por sí sola no
podrá hacer nada. No tiene el peso internacional para hacer ello. Estamos
hartos de comprobarlo y esta cuestión no será distinta. Por eso el gobierno
busca desesperadamente apoyos externos, habiendo encontrado únicamente el de
México. El resto son ambigüedades, puesto que la misma Unión Europea ya habla
de conflicto bilateral y la
Comisión Europea ha reconocido que ‘la UE no tiene actualmente ningún
instrumento legal que invocar a este respecto frente a la Argentina’. Tan sólo
podría ejercer presión, pero al borde del colapso del euro. ¿Le conviene? O,
sencillamente, ¿se atreverá?”. Y termina: “Tras la actitud de gallito peleón,
España terminará por agachar la cabeza en el asunto de YPF. Y, siendo honestos,
es lo que nos toca. Queríamos capitalismo y nos han dado dos tazas. Nadie es
rico si no es a costa de otro. Es una máxima que igual sirve para el ámbito
doméstico como empresarial, o de relaciones internacionales. Y cuando las
tornas se dan vuelta, escuece; pero hay que apechugar porque es el estadio
original que nos corresponde. Todo lo demás, artificio”.
A esta altura de la nota, viene quedando afuera –sólo por
ejemplo– observar o refutar que los Kirchner fueron noventísticamente decisivos
para aprobar la privatización de YPF, o bien que se engulleron remarcar a su
tiempo lo que ahora denuncian. ¿Es que siempre es tarde para hacer las cosas?
¿Es que siempre importa más de dónde se viene que hacia dónde se va, o que si
es por eso jamás sería posible acometer una acción de gobierno sin que sea
condenada? También queda afuera un Axel Kicillof que según los medios de la
ultraoposición pareció estar más en una asamblea universitaria que frente a una
comisión senatorial, como si nos hubiera ido mejor con los modositos que a lo
largo de la historia respetaron la oratoria circunspecta. Y como si, al margen
de apreciaciones retóricas, no hubiera tenido un desempeño que dejó sin
argumentos a los interpelantes. Más todavía: queda afuera si se podrá demostrar
que, además del acto épico de haber recuperado la más estratégica de las
empresas, además de haberse animado a lo que ya no se soñaba ni con largas
líneas de fiebre, sabrán sacar el petróleo y alterar el paradigma energético.
Queda afuera de dónde saldrá la plata y qué intereses afectarán para que salga.
Puede, en principio, quedar afuera el desarrollo de todo
eso; o remitirlo a algunas pocas oraciones como las precedentes. Pero ocurre
que primero es imprescindible desmontar las pelotudeces, tilingas o
corporativas, de que se vale el enemigo para asustar a la gente.
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