Latinoamérica cuenta con petroleras de primera línea internacional como Petrobrás, Pdvsa y Pemex. Si bien son estatales, se diferencian en capítulos de gestión como composición accionaria, captación de renta y federalización de los recursos. YPF y tres modelos a tener en cuenta. .
Argentina no se cayó del mundo por haber decidido renacionalizar la petrolera YPF. Todo lo contrario; por lo pronto, en Latinoamérica, nuestro país hablará el mismo idioma de gestión pública que utilizan las tres firmas insignias de la industria regional en hidrocarburos: la brasilera Petrobras, la venezolana Pdvsa y la mexicana Pemex. Además, los casos testigos mencionados pueden servir como espejos a la hora de tomar lecciones en un momento de grado cero de la compañía, donde YPF modelo 2012 es una gran hoja en blanco y todo está por decidirse.
Y, en ese sentido, vale aclarar que si bien los gobiernos de Brasil, Venezuela y México tienen el control estratégico del recurso energético, sus modelos petroleros presentan diferentes matices. Mientras Petrobras es una empresa mixta con socios privados disimiles –EE.UU., China, incluso, Repsol–, Pdvsa no sólo es 100% estatal, sino que es el corazón del proyecto bolivariano porque financia desde políticas sociales hasta la proyección internacional del país. Pemex, mientras tanto, es un ejemplo paradigmático de la resistencia a los planes del neoliberalismo. México liberó toda la economía a partir de la firma del TLC con Estados Unidos; además, la guerra con los narcos desangró el poder del Estado. Todo lo público viene barranca abajo en el país azteca. Todo, menos su petrolera.
Petrobras: pragmatismo estatal. Brasil está de moda. Haberse convertido en la sexta economía mundial genera una suerte de imantación en el imaginario social argentino. Desde el macrismo hasta Proyecto Sur, y hasta economistas de diferentes extracciones ideológicas, hablan maravillas de Petrobras. Sin embargo, el vecino país estuvo pocos años atrás a punto de privatizar su emblema energético. Esta semana, en Radio Nacional, el intelectual Emir Sader rememoró como los presidentes Fernando Collor de Melo y Fernando Hernique Cardoso hicieron lo posible para desregular su nave petrolera: “Collor de Melo hizo el trabajo sucio, descapitalizando la compañía. Cardoso, más político, hasta pensó que la firma debería busca otra estética y otro nombre más cosmopolita como Petrobrax”.
Igualmente, más allá de ciertos mitos, Petrobras es un caso paradigmático. Para Víctor Bronstein, profesor titular del seminario “Petróleo, Civilización y Poder” de la UBA, su excepcionalidad tiene un carácter histórico: “Su origen es diferente a las otras petroleras latinoamericanas. Porque, en general, las empresas estatales de nuestra región se crearon, a principios del siglo XX, para defender el recurso petrolero y mediar con los grandes trust del momento como la Esson, la Shell o la British Petroleum. Pero, Petrobras, en cambio, se creó en la década del cincuenta, cuando no se habían encontrado grandes reservas de crudo en el vecino país. Entonces, Petrobras se funda para encontrar el recurso petrolero y no para defenderlo. Y eso determinó que la empresa tuviera una administración eficiente porque no se podían dar el lujo de no serlo a no tener una gran escala productiva. Es decir, siempre fue una firma alejada del circuito político. A nivel gerencial se entra por concurso, muchos de sus cuadros están formados en los Estados Unidos”.
Sin embargo, Félix Herrero, vicepresidente del Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (Moreno), aclara que el carácter mixto de Petrobras no implica que Brasil ceda ni un milímetro en el diseño estratégico de la compañía: “Los socios privados tienen un rol muy pequeño, son grupos que hacen inversión en las bolsas de Nueva York o San Pablo. Pero no pueden sindicalizarse en las asambleas ni elegir directores. Son, entonces, un actor privado muy difuso. No son grupos económicos que puedan ambicionar el control productivo de la empresa”.
Pdvsa, cerebro y riñón del chavismo. Como suele suceder en otros segmentos de la política económica venezolana, con Pdvsa, hay un antes y después de la asunción presidencial de Hugo Chávez en 1998. En el ensayo “Petróleo: el maná de la discordia”, el analista Alberto Montero Soler recuerda que “la primera decisión que adoptó Chávez fue la reversión del diseño y control de la política petrolera al Ministerio de Energía y Petróleo, de forma que la empresa productora estatal dejara de ser un agente con autonomía propia, un Estado dentro del Estado. Además, con la Ley Orgánica de Hidrocarburos del 2001, el chavismo modifica la captación de renta petrolera. En detrimento de la fiscalidad, el gobierno bolivariano optó por aumentar las regalías, mucho más fáciles de controlar para el Estado porque sólo hay que fiscalizar el volumen de crudo extraído”.
El otro objetivo refundador del chavismo para su industria petrolera tuvo un enfoque internacionalista. En el libro Venezuela y la revolución, la periodista Telma Luzzani subraya que: “El segundo objetivo era aumentar las reservas de las diezmadas arcas venezolanas. Una de las formas era revalorizando el precio del petróleo, que en 1998 estaba a 9,72 dólares el barril. Chávez desplegó, entonces, una intensa labor político-diplomática y se reunió con los líderes de al Opep para intentar recuperar el rol estratégico de una institución cuyo países miembros poseen el 78% de las reservas probadas del planeta”.
Pemex, la empresa que resistió el embate narco-neoliberal. “Pemex es una empresa que por la vieja lucha mexicana por la nacionalización del petróleo, y por su constitución e historia, pertenece el 100% de las acciones al Estado nacional. Pero, de acuerdo a algunas interpretaciones que se hicieron de la ley marco, se han tercerizado mucho de las acciones de Pemex. Entonces, esta tensión entre lo público y la incorporación de las multinacionales se evidencia en cada debate electoral mexicano: mientras el oficialista y conservador PAN está más hacia la privatización, el ex gobernante PRI es más pendular, y el centro-izquierda PRD levanta la bandera de la nacionalización total del recurso”, advierte el especialista Félix Herrero.
Ahora bien, como dicen los mexicanos: estar “tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos”, influye notablemente en los planes de Pemex. Si bien la compañía resistió a los planes privatistas, la empresa estatal azteca siempre está en la mira de las multinacionales norteamericanas. La razón, según el especialista John Saxe Fernández, es que “el gobierno y las grandes empresas estadounidenses no están en disposición de adoptar medidas de ahorro energético, sino que quieren seguir con el mismo tipo de consumo. Y teniendo sólo 3% de la población del planeta consumen el 25% de todos los combustibles fósiles que se usan. Eso no lo quieren modificar, sino que desean que México intensifique la explotación y la exportación del crudo, que como todo sabemos es un recurso finito”.
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