El dirigente
radical Leopoldo Moreau defiende la identidad del partido y cree que la derecha
quiere reeditar el Grupo A.
Por:
Demián Verduga
Demián Verduga
Las oficinas de Leopoldo Moreau, como si fuera cosa
del destino, están a sólo 50
metros del lugar en el que el dirigente radical hizo
toda su carrera política. Esta casa antigua, en un primer piso, con vidrios
esmerilados, techos altos y pisos de madera, cuyas ventanas dan a la Avenida Callao, se
encuentra a pocos pasos del Congreso Nacional. El dirigente radical estuvo allí
de modo casi ininterrumpido desde 1983 hasta 2001.
El ex diputado y senador sacudió el avispero de la UCR a principios de este año.
Lanzó la Corriente
del Pensamiento Nacional Popular y Progresista, de la que forman parte, entre
otros, el senador Nito Artaza y el intendente de Mendoza capital Víctor Fayad.
El objetivo de este espacio, según Moreau, es "discutir las posturas
de la conducción del radicalismo y mostrar que existen otras visiones en el
partido".
–¿Qué cree que se
juega para el radicalismo en la próximas elecciones?
–Dos cosas centrales. Una de ellas es de naturaleza política
sustantiva: la identidad del partido, no sólo en 2013 sino en 2015. A este punto del
debate, el documento que hicimos público a principios de enero, aportó una
mirada distinta a la que tiene la conducción de la UCR. Nosotros
valoramos muchas de las cosas que hizo el actual gobierno desde 2003 hasta
ahora, así como las que hizo el radicalismo del '83 al '89.
–¿Hay que armar
alianzas?
–No hago de esto un dogma, pero creo que debemos ir con
lista propia. Primero debemos resolver nuestra identidad. Para ir en un frente
con sectores progresistas, debemos definirnos nosotros. Este conflicto no es
sólo nuestro. El peronismo también está lleno de corrientes conservadoras.
Incluso en el FAP hay situaciones de ese tipo. En los últimos dos años, casi no
hubo votaciones en el Congreso en las que hayan coincidido todas las fuerzas
que componen ese espacio. Por eso creo que la UCR debería afrontar la próxima elección
desde su individualidad, tomando los ejemplos de (Hipólito) Yrigoyen, (Arturo)
Illia y (Ricardo) Alfonsín. Esta elección parlamentaria es la posibilidad de
que reaparezca el partido en la escena y con candidatos propios, sin alianzas
que generen confusión. Es mentira, una de las tantas de la derecha para forzar
un frente electoral, que si vamos por separado nos irá peor. Eso no es cierto
en una parlamentaria. Hay más posibilidades de tener bancas si cada partido va
por su cuenta.
–Las votaciones de
medio término se prestan para eso.
–Sí. Lo que hay que tener claro es que los grupos de poder
que se sienten afectados por las políticas del Ejecutivo están tratando de
forzar una unidad, al estilo del Grupo A, para hacerle daño al oficialismo. No
es porque le convenga a la oposición. Todos los argumentos son falaces:
que hay que frenar una dictadura, no es cierto, que Cristina va a reformar la Constitución,
tampoco.
–¿Cuál sería el
objetivo de esos sectores con esta estrategia?
–No están buscando un equilibrio de poder. Quieren hacerle
daño al gobierno. Algunos tienen la fantasía de provocar una salida anticipada del
poder y otros de obligar al oficialismo a sentarse a negociar ciertos cambios.
Nosotros no nos vamos a subir a eso. No vinimos a hacer política para defender
facturaciones. Nuestro objetivo es defender el interés general, no a los grupos
concentrados. No vamos a ser kirchneristas, pero tampoco dejaremos de ser
radicales para volvernos antikirchneristas.
–Dice que no haría
alianzas. ¿Cómo incluye en esa estrategia la situación de Santa Fe, en la que
gobierna una coalición del socialismo y la UCR?
–En ese caso hay una historia previa. Es una excepción.
Habrá que ver cómo se sigue ese acuerdo. Se puede aceptar esa situación
puntual. Pero sigo pensando que debemos ir con candidatos propios en todos los
distritos. Hoy es muy difícil definir socios políticos. Primero hay que tener
una definición dentro del partido. No me gustaría engañar a mis aliados, así
que veo difícil la articulación seria de un frente electoral.
–En la sociedad,
dentro de los sectores que no votaron por la presidenta, ¿hay una porción que
apueste a una oposición distinta, o todos esperan una postura visceral, al
estilo de la marcha del 8N?
–Ese modelo de oposición contra todo no es lo que quiere la
sociedad. Es lo que buscan los medios concentrados y algunos sectores del poder
económico, pero no la población. Yo habló mucho con la gente en la calle. Los
que no votaron por el gobierno me dicen que hace falta otra oposición y los que
apoyaron al oficialismo dicen lo mismo. Cuando llega el momento de la elección,
la gente se saca la cacerola de la cabeza y vota por cómo le va en la vida. Una
cosa es el humor social, que es muy volátil, y otra la decisión cuando hay que
votar y elegir un gobierno por cuatro años. El discurso de la confrontación
porque sí, puede generar humores sociales, pero no articular un espacio
político. Por otra parte, creo que el radicalismo no debe aspirar a representar
el voto de derecha. No me interesa representar a los que agredieron a Axel
Kicillof en Buquebus, ni a los que practican gorilismo social. En la última elección,
los que representaron ese discurso visceral, (Eduardo) Duhalde, (Elisa) Carrió,
fueron los que menos votos consiguieron.
–¿La alianza con De
Narváez fue un error?
–Sí.
–Pero la
acompañaron.
–Acatamos la decisión. Éramos minoría en el partido. No
teníamos la conducción. Habíamos perdido en una elección que nos había ganado
Ricardo Alfonsín. Fue una gran equivocación ese acuerdo, porque se perdió la
línea histórica de la UCR.
Hubo una campaña llena de slogans y prejuicios. Fue un error
importante, aunque es subsanable. Y lo más importante es no repetirlo, y menos
profundizarlo, como plantean algunos que quieren aliarse con Macri y con
sectores de la derecha peronista.
–Dijo que valoraba
medidas del ciclo que empezó en 2003. ¿Cuáles?
–La reforma de la Corte Suprema, el canje de deuda, la Asignación Universal
por Hijo, la reestatización de YPF…
–Le van a decir
oficialista. Esos son los ejes centrales del kirchnerismo. ¿Qué cuestiona del
gobierno?
–Hoy criticamos la política económica. Fue perdiendo
competitividad porque el gobierno no termina de asumir el tema de la inflación.
No es que seamos partidarios de la inflación cero. Sin embargo, hay que asumir
el tema para evitar un escenario de devaluación brusca. Si no se quieren
afectar los fundamentos del modelo, hay que asumir este tema. Otra cuestión es
que durante estos años hubo un proceso de inclusión, pero aún no se consolida
un camino de igualdad. Creemos que hay que repasar lo que se hizo en educación.
Se está invirtiendo mucho y de todos modos nos encontramos con índices muy
altos de deserción escolar. Y cada vez más alumnos van a escuelas privadas, lo
que acentúa la desigualdad. También cuestionamos la política de
transporte.
–Usted habló de
economía. Pero los radicales, quizás por como terminaron sus gobiernos desde el
retorno de la democracia, no suelen hablar de eso.
–Una de las grandes falencias del partido es que analiza la
realidad separando la política de la economía. Debemos recuperar una visión
integral, que incluya el mapa de las relaciones de poder en el país y el rol de
los grupos del poder fáctico. De lo contrario, se cae en un pensamiento mágico
y no estratégico. Por eso es que el partido no encuentra el rumbo. El 10 de
diciembre del año pasado organizaron un recordatorio por la democracia con
Mauricio Macri. Una semana después convocaron al acto de (Gerónimo)
“Momo” Venegas y Luis Barrionuevo. Esa postura cambiante es por falta de mirada
estratégica.
Publicado
en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario