Similitudes entre
Ecuador y la Argentina:
"Ambos son notables y exitosos ejemplos de recuperación económica, sin
haberse rendido a los pies de Washington, la Unión Europea y el
FMI. Nada peor para la prensa semicolonial."
Salvo honrosas y
escasísimas excepciones, la prensa conservadora local y extranjera nada dice de
la Argentina
sino pestes. Igual trato reciben los procesos revolucionarios en Venezuela y
Ecuador. Sin embargo, en este último caso, la censura es casi absoluta.
Quítense la crisis con Colombia de 2008, el caso Assange y las recientes elecciones
que Ecuador parecería no existir como país para los medios neoliberales
argentinos. ¿Qué habrá hecho Correa para merecer semejante trato del clúster
mediático de la pobreza y la dependencia? Aquí aventuramos una
explicación.
RESPUESTA POPULAR, NACIONAL
Y DEMOCRÁTICA A LA CRISIS.
A pesar de haberse
afectado drásticamente sus dos principales fuentes de ingresos en dólares (que
además es su moneda local,) la caída del PBI ecuatoriano se restringió sólo a
2008/09, pasando del 7,2 al 0,4 por ciento. Sin embargo, tan temprano como en
el primer cuatrimestre de 2010 la economía ya levantaba vuelo. Aquel año cerró
con un 3,6%, para a partir de allí escalar sin pausa a los niveles pre-crisis.
2011 terminaba con un 8% (26.928 millones de dólares) y, para el tercer
trimestre del año pasado se registraba un incremento acumulado del 4,8 por
ciento. También a fines de 2012, el desempleo había caído al 4,1%, su nivel más
bajo en los últimos veinticinco años, mientras que la pobreza unos 27 puntos
desde 2006. Como en la
Argentina, se verifica que el modelo económico ecuatoriano
beneficia por igual a todos los sectores de la producción, aunque con
importantes logros en cuanto a diversificación. Por ejemplo, se registra desde
2008 un exponencial avance de la participación de la construcción en el PBI a
través de un programa masivo y nacional de grandes obras de infraestructura.
Para 2011, la construcción explicaba cerca de un 40% del producto bruto. En
materia de deuda externa y desde la asunción de Correa en enero de 2007,
Ecuador ha registrado un desendeudamiento de proporciones similares a las
argentinas. Entre 2008 y mediados de 2009, el gobierno ecuatoriano dejó de
pagar unos 3,2 mil millones de dólares y realizó con ellos una quita de un 30
por ciento. El stock de deuda como porcentaje del PBI cayó del 30% al 21% entre
2007 y fines de 2011, mientras que las cancelaciones de intereses también en
función del producto bruto se contrajeron en más de un 50% en igual período.
Finalmente, cabe destacar la evolución favorable del "gasto
público"-en nuestro idioma, la inversión social (IS). Entre 2006 y 2011, la IN se duplicó como porcentaje
del PBI, saltando de 4,5% (promedio trienio 2004/06) a un 9,3% para el trienio
2009/11. Los segmentos que lideran la expansión de la IS son: educación, que pasó del
2,6 al 5,2% del PBI y programas sociales, del 0,7 al 1,8% del PBI. En esta
última categoría destacan: el programa Bono de Desarrollo Humano, la creación
del Instituto para la Niñez
y la Familia
(destinado a la protección y desarrollo de las familias más carenciadas) y
diversos programas de salud, seguridad alimentaria y nutricionales, como por
ejemplo el denominado Alimentate Ecuador. Otro de los grandes programas
aplicados por Correa es el llamado Bono de la Vivienda, el cual ha
permitido incrementar el acceso a créditos hipotecarios en un 47% entre 2008 y
2011. Cabe aclarar que vista la retracción del sector privado, dicho incremento
provino en un 100% (600 millones de dólares) del sector público a través del
Instituto de Seguridad Social. De todo esto y mucho más se trata la Revolución Ciudadana.
Veamos ahora cómo se fondea.
BANCOS CENTRALES,
PETRÓLEO Y SOJA.
A contramano de los
consejos del FMI, Washington, Berlín y Londres, el Banco Central de Ecuador
(BCE) ganó en autonomía, claro que en función del interés del pueblo
ecuatoriano. De hecho, ha sido la recuperación de un BCE "para todos y
todas", inserto en un nuevo marco regulatorio financiero, la piedra
angular del paquete contra-cíclico y del fondeo de los programas sociales
implementados por Correa del 2008
a esta parte. Es más y volviendo a la comparación con la Argentina, la
nacionalización del BCE no sólo es similar a la practicada por el gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner con el BCRA, sino que además tiene el mismo peso
específico que las retenciones a las exportaciones de granos, sin las cuales,
el modelo argentino de desarrollo, industrialización y justicia social hubiera
fracasado. ¿Por qué? El complejo sojero es tan vital a nuestra economía, como
el petróleo y las remesas enviadas desde el exterior (por ecuatorianos
residentes en EE.UU. y Europa) lo son a la economía ecuatoriana. Analicemos el
primer punto. Ecuador es miembro de la OPEP. Sus exportaciones de crudo explican casi un
65% de sus ingresos externos y 35% de la recaudación nacional. Pero las
exportaciones colapsaron en 2008, con una caída del 80%. Recién comenzaron a
recuperarse lentamente en 2009. Idéntica situación se verificó con el segundo
punto. En 2007, las remesas que explicaban un 7,6% del PBI se derrumbaron al
mínimo histórico de la última década, un 3,5% (junio de 2012). Medida en
dólares absolutos, la caída representó una pérdida de 800 millones de dólares
anuales. ¿Cómo hizo entonces Ecuador para no caer en el abismo? Bueno,
justamente y como se dijo, a través de una fortísima política de regulación del
sector financiero (estrictos controles a la fuga de capitales) pero con eje en
el BCE. A propósito y en primer lugar, cabe recordar que en 2009 Correa obligó
a las autoridades del BCE a repatriar más de 1000 millones de dólares de
reservas que el mismo tenía en el exterior. En segundo lugar y también en 2009,
el gobierno estableció el Coeficiente de Liquidez Doméstica (CLD), a través del
cual se obliga a todos los bancos a atesorar un 45% de sus activos líquidos en
el país. Desde agosto del año pasado, el CLD aumentó al 60%. Centenares de
millones de dólares han sido repatriados en los últimos años, con la
consiguiente robustez de las reservas internacionales, beneficiadas también por
un impuesto a las remisiones de utilidades al exterior y desendeudamiento
progresivo. El sector financiero, antes en manos del FMI y la oligarquía
ecuatoriana, pasó a contribuir del 1 al 10% del total de ingresos fiscales
entre 2008 y 2012. En suma, sin los recursos frescos e instantáneos que dichas
políticas permitieron suministrar, sumados a la elevación de tarifas
proteccionistas y de un nuevo marco regulatorio hidrocarburífero, el gobierno
de Correa no podría haber suplido las caídas antedichas en dólares petroleros y
de remesas, con el consiguiente desmadre social y económico que ello hubiera
provocado. En la Argentina,
nuestros ingresos fundamentales por exportaciones no dependen del petróleo ni
de las remesas enviadas desde afuera (aquí es en sentido inverso), sino del
sector agrario (especialmente el sojero). Argumenta el neoliberalismo que el
modelo kirchnerista se benefició de los altos precios de los commodities, pero
lo cierto es que el país no hubiera podido ni podría sortear con éxito la
crisis internacional, ni practicado los planes y programas sociales vigentes a
la fecha sin las retenciones a las exportaciones practicadas desde finales de
2007.
LA REVOLUCIÓN CIUDADANA NO SERÁ TELEVISADA...
El Ecuador de Rafael
Correa y la Argentina
de 2003 a
la fecha presentan enormes similitudes, sobre todo cuando de respuestas a la
crisis internacional se trata. Ambos países descuellan como notables y exitosos
ejemplos de recuperación económica, pero sin haberse rendido a los pies de
Washington, la Unión
Europea y el FMI. Los pilares de sus respectivos modelos de
desarrollo así como las políticas redistributivas en favor de las clases más
necesitadas resultan más que semejantes. Nada peor pues para la prensa
argentina vinculada a los centros financieros y especuladores internacionales
que la aplastante victoria de Correa. Se queja el neoliberalismo que
"ayudando a los pobres, gana cualquiera". Pero como en la Argentina, no sólo ganan
los más humildes, sino todas las clases sociales, y especialmente, las clases
populares. Por lo pronto, la estrategia mediática de la semicolonia es una sola
y es ostensible por demás: la Revolución Ciudadana no será televisada. Porque
el día que las clases medias comprendan que lo que sucede en Ecuador, como lo
que sucede en su propio terruño, no es otra cosa que "su" programa
económico, entonces no habrá propuesta, argumentos ni artilugios opositores
capaces de volver a emplazar en la Casa Rosada la dependencia, el subdesarrollo y la
exclusión.
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