Intimidades del encuentro de presidentes en Lima
Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 7 de Agosto de 2011
Por Ernesto Tulbovitz
Por Ernesto Tulbovitz
Un periodista metió la nariz en la cumbre en la que los mandatarios trataron, a instancias del colombiano Santos, la forma de defenderse de la crisis económica que acosa a Europa y los Estados Unidos. Una crónica fuera de protocolo.
Ernesto Tulbovitz, para Tiempo Argentino.
A los escribas ataviados de sabelotodos con inconfundible aroma a voceros orgánicos de la derecha, y con asco seguro por todo lo que, dicen, representa la “retórica setentista”, les hubiera venido taquicardia y retorcijones si hubieran escuchado dos horas de debate, a puertas cerradas, en Lima, durante la cumbre de la Unasur celebrada el 28 de julio entre los presidentes y cancilleres para evaluar la crisis de Europa y los EE UU.
Claro, a los tipos que tienen respuesta para todo les debe costar entender cómo el colombiano Juan Manuel Santos les dio duro a los que “tienen la sartén por el mango” y manejan con “irresponsabilidad” la situación financiera internacional. “No me cierra”, dirán cuando se enteren de que Cristina Fernández habló de che y vos con su colega colombiano, y dijo que “el mundo de los países desarrollados se derrumba”, y que América del Sur está en una “situación desarrollada”.
Eso fue apenas una parte de lo que dijo Cristina, y ocurrió algo más de 72 horas antes de que el Capitolio acordara elevar la capacidad de endeudamiento a efectos de evitar una moratoria y Standard & Poor’s rebajara por primera vez en 70 años la calificación de la deuda de los Estados Unidos. Los presidentes y cancilleres (en representación de los ausentes Hugo Chávez y Fernando Lugo) de los 12 países que integran la Unasur, reunidos luego de asistir a la asunción del presidente Ollanta Humala en Lima, evaluaron alterar la composición de las reservas de Sudamérica –que llegan hoy a 700 mil millones de dólares–, crear un fondo propio regional, comerciar en base a las monedas locales y reactivar el Banco del Sur.
No faltaron las críticas a las pretensiones autonómicas de los bancos centrales. Presidentes y cancilleres de un arco ideológico tan diverso como Sebastián Piñera (Chile), Juan Manuel Santos (Colombia), Dilma Rousseff (Brasil), José Mujica (Uruguay), Nicolás Maduro (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Cristina Fernández de Kirchner (Argentina) y el recién asumido Ollanta Humala (Perú) se zambulleron en un debate cargado de pragmatismo.
Fue luego de participar en el Palacio de Gobierno del almuerzo ofrecido por el anfitrión Humala (Ocopa a la arequipeña, Corvina en salsa de mantequilla a la salvia y Trilogía de dulces peruanos fue el menú). La mesa fue presidida por Humala, sentado delante de un cuadro de Tupac Amaru de 21,10 por 1,20 m del artista peruano Armando Villegas López. Se reunieron en un salón de 300 metros cuadrados denominado desde 1972 “Tupac Amaru”.A su frente, Humala tenía una amplia mesa rectangular.
A su derecha, se sentaron los presidentes Fernández de Kirchner, Piñera, Evo Morales, Santos y Rousseff; a su izquierda estuvieron José Mujica, el canciller Maduro en representación de Hugo Chávez, el canciller de Paraguay Jorge Lara en representación de Fernando Lugo y Correa. También hubo representantes de los gobiernos de Surinam y de Guyana. Dilma fue la primera en hablar.
Como todos sus colegas, la brasileña felicitó a Ollanta por su investidura presidencial y dijo estar convencida de que conduciría a su país para “conseguir el crecimiento con equilibrio macroeconómico, pero también incorporando acción gubernamental y una fuerte iniciativa social”. Única en leer su intervención, Dilma expresó que no podía “ocultar” que la reunión se realizaba “en un escenario económico mundial turbulento y preocupante”. “Las dificultades económicas que enfrentan los países desarrollados, tanto los Estados Unidos como la Unión Europea, la incapacidad política hasta ahora demostrada en resolver las dificultades, se vuelven una amenaza global. Ese cuadro, donde la insensatez es la regla y la marcha de la insensatez parece ser el camino, sólo refuerza la necesidad de nuestra unión”, disparó Dilma, quien pidió hablar primero porque debía volver a Brasil. Era para encontrarse con Cristina, quien también se retiró un rato antes de que concluyera el encuentro. Dilma opinó que es preciso defenderse del “inmenso, fantástico y extraordinario mar de liquidez que se dirige hacia nuestras economías, buscando la rentabilidad que no tiene en las suyas”.
Desde la cabecera de la mesa, Ollanta era el que daba la palabra, y se la dio al colombiano Juan Manuel Santos, protagonista central de la reunión. “Lo que ha venido sucediendo ha sido muy negativo para nuestro entorno, para nuestra región. Todo lo que está sucediendo con nuestras monedas por las políticas monetarias laxas de los Estados Unidos y de Europa es malo. Pero en estos momentos estamos ante una perspectiva muy delicada. Lo que se está discutiendo en el Congreso norteamericano, el impasse político que se ha presentado en torno al nivel de la deuda y la sola perspectiva de que en cuatro o cinco días Estados Unidos se declare en cesación de pagos, puede tener efectos muy, muy negativos sobre todas y cada una de nuestras economías. La revaluación de nuestras monedas ya ha costado cientos de miles de empleos y ese fenómeno tiende a acentuarse. Si algo sucede frente al problema de la deuda con los Estados Unidos nadie sabe dónde puede parar. Lo único que sabemos es que el dólar puede seguir debilitándose, nuestras reservas, por ende, perdiendo cada vez más valor y, al mismo tiempo, nuestras economías perdiendo capacidad para generar empleo, que es el vehículo más eficaz para luchar contra la pobreza y la desigualdad”, dijo Santos.
Promotor de la reunión que se desarrolló hasta el viernes último en Lima, Santos convocó a sus colegas a “discutir, por lo menos, medidas en conjunto, hacer algún tipo de manifestación, porque lo que está sucediendo ante la pasividad de nosotros es que estamos siendo afectados en forma grave”.
“Yo estoy seguro de que con sólo discutir la posibilidad de que nosotros modifiquemos la composición de nuestras reservas, solamente eso tendría un efecto muy, muy importante”, dijo el colombiano, ofuscado con lo que consideró la “insensatez o irresponsabilidad con que hoy se está manejando la situación financiera internacional por quienes hoy tienen el sartén por el mango”.
Santos tiró el guante y todos, empezando por Cristina que lo sucedió en el uso de la palabra, lo recogieron.
Tras recordar la relación entre Santos y Kirchner –evitando un conflicto de proporciones con Chávez–, Cristina dijo que no podía menos que “observar lo maravilloso de la situación que está atravesando América del Sur. Casi paradojalmente, en un mundo de los países desarrollados que se derrumba, por primera vez los gobiernos de América del Sur, de orígenes diferentes y por ahí con orientaciones diferentes, estamos teniendo una misma visión del rol de la región. Una misma visión de los problemas que debemos abordar y, lo que es más importante, una misma manera de abordar esos problemas y de proponer soluciones.”Señaló que luego de escuchar “a Juan Manuel respecto a la necesidad de establecer medidas comunes contra el ingreso de capitales”, le vino a la memoria que “muchas veces escuchamos en nuestro país a la oposición o a algunos medios de comunicación hacer diferencias sobre si tal país recibe más inversión directa extranjera o cuántos capitales ingresan, como si esto fuera un beneficio”.
“La inversión extranjera solamente es bien recibida cuando viene a hacer directamente produccción. Pero de lo que estamos hablando no es de eso; estamos hablando de los capitales, de la expansión monetaria, del principal país, de la principal economía del mundo, que además tiene moneda de reserva, con lo cual el problema se acrecienta de una manera exponencial”, aseveró.
En sintonía con Santos, Cristina dijo que la Argentina tomó algunas medidas tales como “por ejemplo, exigir el 30% de encaje mínimo para el ingreso de capitales durante dos años, con lo cual hemos logrado no ser atacados y por eso el peso argentino es el que menos se ha revaluado en toda la región”.
Luego, y tras aclarar que hablaría con la “sinceridad y la frontalidad” que siempre la caracterizaron”, y que, dijo “por ahí” le “ocasionan problemas”, contó que “cuando uno se junta con los ministros de Economía, por allí normalmente no piensan lo mismo que los presidentes de los bancos centrales de nuestros países. En el caso de la Argentina es una excepción, porque tanto el ministro de Economía como la presidenta del Banco Central tienen una misma idea acerca de estos movimientos de capitales. Pero me tocó estar hace pocos días en unas jornadas organizadas por el BCRA, a las cuales asistieron presidentes de otros bancos centrales de otros países amigos, no importa cuáles, y por allí algunos presidentes de ellos pareciera que tuvieran más importancia que el propio presidente de la República y mayor autonomía en la adopción de decisiones.”
Sentado frente a Santos, Rafael Correa tomó la palabra. “No pensaba intervenir, pero ante la importancia del tema que han planteado el presidente Santos, Dilma y Cristina, creo que es importante nuestro aporte. Y no podemos más que estar de acuerdo con lo que dice el presidente Santos. De hecho, ¡qué alegría escuchar del gobierno colombiano eso! ¡Lo vamos a invitar al ALBA, presidente! ¡Está radicalizándose, presidente Santos!”, espetó Correa, ante la hilaridad y los aplausos de los presentes. “Estamos preocupados –escuchaba a Cristina– que si el dólar se deprecia... ¿para qué tenemos reservas en dólares? ¿A quién le vamos a echar la culpa? Es nuestra. Podemos tener una moneda regular, incluso contable, ni siquiera física, para mantener estas reservas. ¿Por qué comerciar en dólares? ¿Por qué no tener una moneda regular, incluso tener sistemas de compensación?”, preguntó Correa, cuyo país adoptó como moneda de circulación nacional al dólar.
Le tocó luego el turno a José Mujica, a quien Cristina menciona siempre como “Pepe”. Planteó que los ministros de Economía debían reunirse bien seguido “porque lo más claro del mundo contemporáneo es la incertidumbre”. “La derecha se ha quedado sin teoría económica. Entonces, ante esa incertidumbre, hay que analizar día a día lo que está pasando. Porque no sólo tenemos la enfermedad de Estados Unidos; tenemos la locura de Europa”, dijo Mujica. “Hay gente que cree que Grecia puede pagar esa deuda que tiene. ¡En el año del golero! ¡Donde cayó el avión!”, sostuvo Mujica ante la carcajada irresistible de Cristina y de Héctor Timerman, sentados a su frente.
Opinó que “si uno lee los trabajos de los analistas de Occidente, la única conclusión que saca es que no saben ni para dónde van a agarrar. Y si los autores del crimen no saben, no podemos ser las víctimas los que lo sepamos.”
A su turno, el presidente chileno Sebastián Piñera dibujó el escenario presente, según su visión, de una manera rotunda. Consideró que Estados Unidos “no despega”, Europa “sigue paralizada” y Asia “se debilita”.
Ollanta, el dueño de casa, reconoció que “hay una nube de incertidumbre”, y se desconoce “qué va a pasar con nuestras economías”. Estos encuentros prometen continuar mientras siga la crisis.
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/que-nadie-conto-sobre-reunion-anticrisis-de-unasur
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