Antes de realizarse, las elecciones primarias planteaban dos expectativas, dos interrogantes : si Cristina Fernández tendría un caudal de votos suficiente como para ganar en primera vuelta, y cuál de los candidatos opositores se perfilaría como el más votado, para de esta manera transformarse en el contendiente principal del oficialismo de cara a las elecciones de Octubre.
El primero de los interrogantes se contestó con un sí rotundo, ya que CFK no sólo superó el 40 % de los votos sino que logró un poco más de la mitad de ellos.
La otra cuestión quedó en una importante nebulosa. Porque más allá de la diferencia de casi 38% que separó a la actual mandataria del segundo, no queda claro cuál fue éste. Alfonsín y Duhalde sacaron ambos 12 % de los votos cada uno, con diferencias en el segundo decimal. Detrás de ellos, con poco más del 10%, quedó Hermes Binner, y con algo más del 8%, Alberto Rodríguez Saá.
Ninguno de los cuatro parece tener esperanzas reales de alcanzar los 50 puntos de Cristina. Cualquiera de ellos puede aspirar a un segundo puesto, que lo posicione de cara al 2015 como una figura referente de la oposición.
Pero, cuando uno hace un análisis más en detalle del resultado alcanzado por cada candidato, el panorama se complica aún más.
Los dos candidatos que ocuparon el segundo y tercer lugar son los que hicieron peor elección, pues sus expectativas eran mucho mayores. Los otros dos, de los que se esperaba poco, son los que quedaron mejor parados, porque son los que tienen mayores posibilidades de crecer.
Ricardo Alfonsín ha quedado muy debilitado por el resultado. Por eso en la UCR han recobrado protagonismo figuras como Ernesto Sanz y Gerardo Morales, e incluso otras que estaban más desaparecidas, como Federico Storani y Julio Cobos. Los radicales están pensando, por un lado, en la elección legislativa, y por el otro, en probarse la ropa del candidato que seguramente será derrotado, para posicionarse de cara al 2015. Y el propio Francisco De Narvéz ha reconocido que la alianza no dió lo resultados esperados. Parece probable que Alfonsin obtenga en octubre menos votos que en las primarias ; el beneficiario de esos sufragios será probablemente Binner, aunque no puede descartarse una dispersión parcial de esos votos, que incluso pueda beneficiar al FpV.
Algo parecido sucede con Duhalde. El ex gobernador bonaerense es una de las figuras con mayor imagen negativa del país, por lo que su techo se encuentra muy probablemente bastante cerca de ese 12%. Los votos obtenidos, nada despreciables (cerca de 2,5 millones) son en parte prestados : en Capital Federal , donde ganó en la zona norte, son en buena medida votos PRO , que podrían migrar perfectamente hacia otro candidato ; los de Chubut pertenecen a Das Neves, y sucede lo mismo con ellos ; incluso los que obtuvo en la provincia de Buenos Aires pueden ser parcialmente “prestados”, ya que De Narváez hizo una elección mejor que la de Alfonsin, y hubo algún corte de boleta de votantes del empresario mediático hacia el viejo caudillo de Lomas de Zamora.
Por lo tanto, Alfonsin y Duhalde pueden aumentar su caudal electoral de cara a octubre, aunque parece mucho más probable que lo disminuyan, seguramente en beneficio de Binner y Rodríguez Saá. Éstos son los dos opositores que quedaron mejor parados. Ambos pueden mostrar una gestión al frente de sus provincias, y no tienen imágenes negativas demasiado importantes.
Binner encabeza un espacio de centro-izquierda que puede crecer mucho, sobre todo a costa de una desinflada candidatura de Alfonsín, y que puede heredar muchos de los votos de Carrió y de Proyecto Sur. Incluso podría aspirar a carcomer votos del FpV, aunque esto parece más difícil.
Rodríguez Saá puede aspirar a birlarle muchos votos al duhaldismo, liderando una suerte de peronismo "clásico", tradicional. Levantando las banderas de un populismo conservador. El puntano tiene un perfil definido, que puede gustar o no, pero que le es propio. E incluso puede esgrimir su triunfo en San Luis frente a la Presidenta.
Todos estos candidatos se enfrentan por igual a varios dilemas, cuya resolución no es fácil de prever.
El primero es si deben hacer un postrer intento por acceder a la primera magistratura, o si ese objetivo esta perdido y deben concentrarse en horizontes más modestos, como ganar legisladores y posicionarse para las presidenciales del 2015.
La disputa de la elección presidencial se les complica mucho no sólo porque CFK obtuvo más de la mitad de los votos, sino también porque la ley vigente no permite hacer nuevas alianzas. La única manera de concentrar la oposición en una sola candidatura sería que algunas listas se bajaran (sacrificando también a sus candidatos a diputados, lo que los dejaría en una situación muy incómoda) para dejar a uno sólo de los cinco candidatos que alguna vez integraron el “Grupo A”. Pero, aún en el caso de que todos estuvieran dispuestos a hacer ese “sacrificio” –y no parece ser ese el caso-…. ¿A quién dejar? …
Si dan por perdida la candidatura presidencial –como parecen indicar algunas declaraciones de dirigentes opositores-, y se concentran en las legislativas y en el 2015, surge otra paradoja : Si Cristina es reelegida en octubre, no podrá ser candidata en 2015. Por lo tanto deja de ser un rival para esos candidatos opositores, que comenzarán a luchar entre ellos para ubicarse segundos y quedar como “referentes” de las fuerzas anti-K.
El segundo dilema pasa por cómo encarar la campaña. Porque no sólo el oficialismo obtuvo más de la mitad de los votos, lo que hace pensar en una sociedad satisfecha con el gobierno, sino que a los opositores más furibundos, más intransigentes, más vinculados al Poder Económico y a las empresas mediáticas, no les fue nada bien.
Los partidos de Elisa Carrió y Pino Solanas, espadas mediáticas por izquierda y por derecha de los grupos concentrados, fueron electoralmente pulverizados. Duhalde y Alfonsin, las dos apuestas fuertes del “Grupo” para suceder a Cristina, obtuvieron resultados pobrísimos y parecen estar más cerca del retiro que de ganar una elección. Los mejor posicionados fueron los que se mostraban como opositores menos fanáticos : los gobernadores de Santa Fe y San Luis.
Por lo tanto la estrategia de querer transformarse en el líder de una Cruzada contra el kirchnerismo –que ensayó Duhalde con sus primeras palabras tras las elecciones del 14-, parece la que garantiza con mayor seguridad la derrota.
La estrategia más inteligente parece ser la de presentarse como un opositor razonable, tibio, light …. Casi como un kirchnerista muy crítico, más que como un opositor.
Este traje esta hecho a medida para Hermes Binner. Puede intentar usarlo sin pasar papelones Rodríguez Saá. Pero queda más allá de las posibilidades de Duhalde y Carrió (demasiado furibundos), y también de Alfonsín, que ha quedado muy descolocado, ya que su alianza con De Narváez es un salvavidas de plomo y la propia UCR parece estarlo abandonando.
El tercer dilema es mediático. Los grupos mediáticos concentrados han reclutado a lo largo de estos años alfiles políticos, espadas que los protegieran de las reformas estructurales del kirchnerismo. Y esas espadas se han roto una tras otra : Cobos, Carrió, Pino, Alfonsin, Duhalde, han sido estrellas fugaces cuya luz se ha opacado rápidamente.
Si hace algunos años el apoyo de medios como Clarín era un pasaporte seguro al éxito, hoy parece lo contrario. Ciertos medios parecen haber alcanzado un contrapoder muy particular. Envuelven a sus candidatos en su microclima mediático, en la "realidad" de la TV , los canales de cable y las radios oligopólicas, y los van alejando del mundo de los mortales. Y al poco tiempo empiezan a cantar los temas de Elisa Carrió.
Por eso Binner y Rodríguez Saá van a tener que analizar seriamente cómo se posicionan frente al “Partido” mediático.
Ya lo dijo De Narváez, en una sincera confesión de ineptitud : “Quizás no supimos leer la realidad”…
Adrián Corbella, 22 de agosto de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario