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jueves, 18 de agosto de 2011

LA FICCIÓN DEL FAMOSO CLIMA ANTI K, por Alejandro Horowicz (para "Tiempo Argentino" del 15-08-11)

Arriba : Militantes kirchneristas


Las internas y las posibilidades políticas de la crisis global



Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 15 de Agosto de 2011
Por Alejandro Horowicz

Periodista, escritor y docente universitario.


Las operaciones de la prensa comercial (el ataque contra Madres de Plaza de Mayo y el patético fallido contra Eugenio Raúl Zaffaroni), parecieran demasiado lejos de alcanzar los objetivos propuestos.



El resultado de las internas abiertas y obligatorias, al menos vistas sin mayores detalles, no sorprenden demasiado. Es verdad que no pocos esperaban que el oficialismo tuviera algún punto menos, por eso la distancia que separa a Cristina Fernández del segundo cambia dramáticamente las cosas. Las ensoñaciones algebraicas de los “cerebros” de la oposición –la gran prensa comercial– muestran que si los votos se sumaran, el resultado final podría ser otro. Algebraicamente tampoco eso es cierto, pero políticamente –para decirlo con tranquila ironía– es bastante menos probable. Si se votara exclusivamente para presidente, un acuerdo de cúpulas podría tener cierta eficacia determinante; aun así, las decisiones las toma cada uno de los votantes per se, en la soledad del cuarto oscuro; con un agravante, como se trata de elecciones donde también se renuevan las representaciones parlamentarias, la idea de organizar un masivo corte de boletas no pareciera sensata. ¿Cuál de los candidatos se arriesgará a dejar a su fuerza sin poder de fuego en el Congreso, con los ojos puestos en la derrota de Cristina y en la victoria de un presidente que no será él? Respuesta: ninguno. Salvo, que sus posibilidades para ingresar al Congreso directamente no existan, y aun así, habría que ver.
De modo que esa ficción política terminará tan olvidada como el “gobierno de la oposición”, tras la derrota electoral del oficialismo, después de las elecciones del 2009. El famoso clima anti-K, que la prensa comercial se propuso desatar, mediante dos gigantescas operaciones, pareciera demasiado lejos de alcanzar los objetivos propuestos.

El ataque contra Madres de Plaza de Mayo, iniciado como cruzada contra Sergio Schoklender, fue el que más eficazmente golpeó al interior del frente K. Sobre todo, permitió a parte del voto opositor conseguir un “buen argumento” para sufragar por Mauricio Macri.

La otra operación, el patético fallido contra Eugenio Raúl Zaffaroni, sirvió para reagrupar tropa del oficialismo en eficaz contraataque. Todo el mundo del derecho (los tribunales, las representaciones profesionales, la facultad, y los trabajadores) respaldó sin fisuras al destacado jurista. La idea de que todos son la misma porquería, dejó en claro quiénes militan en las filas de la difamación bostiferante y quiénes propician mayor calidad institucional. Y Zaffaroni terminó siendo el abanderado de un programa de reformas políticas que avance en esa dirección.
Retomemos el hilo.

Una cosa son las elecciones en la Capital Federal y muy otra el resultado de las nacionales. Un segmento del electorado nacional K no tiene mayores inconvenientes en compartir un combo donde el horizonte country en la Capital, una ciudad rica sin pobres que fastidien, engarce con un país que evite los escollos de la crisis global. Pocos se van a arriesgar a que Ricardo Alfonsín y la Unión Cívica Radical piloteen la coyuntura mundial desde el puente de mando del Ejecutivo, para salvar inciertos escollos, cuando para salir de la crisis de 2001 bastaba con dejar atrás la agotada política de la Convertibilidad. Si Fernando de la Rúa hubiera actuado con un mínimo de racionalidad, la catástrofe del default y la marginación total no se hubieran producido, y los incendios posteriores tampoco. Entonces, si no pudieron evitar lo obvio, quién apostará a sus patas cuando dejó de serlo. La clave pasa por la marcha de la crisis mundial; echar una mirada sobre sus efectos, constituye una necesidad indispensable. Lo demás, política de comité barrial, lecturas de punteros sin horizonte.

LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS, LA RECESIÓN GLOBAL.


Mientras la crisis ruge en Europa reimpulsada por una política de “austeridad” que impondrá más “recortes” al gasto público, hasta que la recesión se adueñe de toda la cadena productiva, un nuevo liderazgo global despunta de la mano de los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Es que ese ramillete, no sólo no ha sido detenido por la crisis, sino que además usufructúa del continuo arribo de capitales del mundo entero. Inversionistas de diversa procedencia optan entre ingresos especulativos altamente inciertos, e inversiones productivas muchísimo más seguras.
El último camino sitúa a los integrantes de tan escogido pelotón en el centro de la actividad económica, ya que, tanto en los Estados Unidos como en Europa, el ajuste es la norma impuesta por el capital financiero, de la mano del Fondo Monetario Internacional. Y cuando así sucede, la única actividad realmente rentable, en los países afectados, pasa por las operaciones financieras vinculadas a los tesoros nacionales (bonos, títulos), o si no terminar aceptando el refugio tradicional de oro.
No cabe duda sobre cuál es el papel de China en el BRIC, la locomotora productiva, al tiempo que su dirección política empieza a orientar el comportamiento de crisis de la Unión Europea (UE). Para que se entienda, integrantes del directorio del Banco Central de China exigieron –a partir del lunes pasado– un “comportamiento responsable” de los gobiernos europeos. Vale decir, deshacerse de activos controlados por los estados, mediante el conocido instrumento, para los argentinos, de la privatización. Silvio Berlusconi, ya aceptó el convite, de modo que las reducciones previstas para más adelante tendrán curso de inmediato. Eso no es todo, las empresas públicas de las diferentes regiones comenzarán a ser evaluadas para su posterior puesta en venta. Esto no sucederá mañana, pero conviene entender que está en la naturaleza de las cosas.

Dicho con sencillez, como el Banco Central Chino posee una cifra sideral en títulos estadounidenses, y también europeos, estará en perfectas condiciones de adquirir esos bienes a precio vil. Con ese mecanismo, un fragmento por determinar de los activos financieros chinos se transformaría en bienes radicados en territorio de la UE. Y si así fuera, China llegaría a ser un exportador de capital, cuando hasta el momento era un importador neto. No es un cambio pequeño, ni poco significativo. Pero tampoco es el único.
Brasil integra el BRIC y también el Unasur. A pocos se les escapa que el vínculo entre ambos bloques fortifica su postura. Es decir, le da una retaguardia aun más importante. Las privilegiadas relaciones entre Brasilia y Beijing facilitaran el combo, y la posibilidad de una reducción de los intercambios mercantiles globales –con vistas al proceso recesivo europeo y estadounidense– impondrá necesariamente un incremento del comercio interno. Tanto del BRIC, como del Unasur.
Los ministros de economía de la región lo saben, y estrategia para impedir que la crisis los golpee pasa, precisamente, por los instrumentos que potencien ese intercambio.
Las crisis no sólo destruyen, sino, además, posibilitan y requieren ciertas construcciones; en este caso, políticas y económicas. Los programas estratégicos de la sociedad argentina –como fuera el Plan Pinedo en 1940– se hacen cuando la crisis debilita los poderes centrales y permite a los periféricos articularse de otro modo. Dicho con brutalidad: la crisis facilita una nueva salida sudamericana, no sólo porque es inteligente, sino porque la posibilidad de evitarla se debilita de hora en hora.

El liderazgo del grupo BRIC facilita la emergencia sudamericana, y esa novedad política organiza todo el escenario nacional.

Entonces, las tres banderas históricas del peronismo (independencia económica, soberanía política y justicia social) pueden reformularse así: tanto la independencia como la soberanía no pueden resolverse en el estrecho marco del territorio nacional. Sin Unasur no son posibles, eso sí, la justicia social, no va de suyo. Se trata de saber, por tanto, si la sociedad argentina avanzará en esa dirección o simplemente malgastará su única oportunidad histórica.


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