Tras la derrota, la oposición apuesta al Parlamento con la vieja receta
Con mayoría opositora en Diputados, el Congreso produjo en 2009 y 2010 menos leyes que en el período anterior. Impulsaron proyectos que desfinanciaban al Estado y se negaron a aprobar el Presupuesto. La estrategia del miedo.
Los millones de votos que obtuvo Cristina Fernández en las primarias impactaron de lleno en el corazón, las aspiraciones y en la vanidad de los dirigentes de la oposición. Sin expectativas en lo que hace a la pelea presidencial, en el antikirchnerismo se esperanzan con darles un sesgo parlamentarista a los comicios de octubre y así reeditar la satisfacción que vivieron en junio de 2009. Sin embargo, y luego de una rápida revisión de lo actuado en estos dos años, en que tuvieron la mayoría en Diputados, la oposición tiene poco y nada para mostrar a la hora requerir el voto. En todo caso, los magros ejemplos sirven para confirmar cuán alejados están de las necesidades populares.
El período de dominio del Grupo A en Diputados está signado por la menor producción legislativa en años. Así, entre marzo de 2009 y febrero de 2011 se aprobaron sólo 181 leyes, cuando en el bieño anterior, el primero de la gestión de Cristina Fernández, se sancionaron 255, un 30% más que cuando la oposición mostró mayoría en la Cámara Baja.
Desde 1987, el promedio histórico era de 125 normas sancionadas por año, pero en lo que va de 2011 sólo se aprobaron 42.Ahora buscan reeditar ese esecenario de magra producción legislativa, que implicó además severas dificultades para el gobierno nacional que no pudo contar con el Presupuesto 2011.
La estrategia post primarias es sencilla: reinstalar el viejo discurso de la necesidad de evitar la hegemonía kirchnerista.
Para ello, la única alternativa es “frenarlos” en el Congreso, obviando que los votos que obtenga el FPV se realizarán en el marco de elecciones libres y transparentes. Esta posibilidad ya se barajaba en la cabeza de algunos dirigentes de la oposición y fue anticipada por Tiempo Argentino. Pero una cosa era pensarlo y otra muy diferente fue sentir el peso de los votos que recibió el FPV en las primarias.
El resurgir de la estrategia que les diera buenos resultados en las parlamentarias de 2009, es un verdadero manotazo de ahogado. Sobre todo porque ahora deben lograr que el electorado olvide lo que la oposición hizo en el Congreso, mientras todavía tiene la mayoría.
Algunas pequeñas pruebas : Cuando en diciembre de 2009 la diputada de la Coalición Cívica, Patricia Bullrich, bautizó al conglomerado opositor con el nombre de Grupo A, anticipó que desde ese momento se legislaría para ordenar al país.
La agenda de la oposición giró alrededor de los siguientes puntos: Reformular el Consejo de la Magistratura, restringir el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), “recuperar” el Indec, terminar con las retenciones al agro y los superpoderes e impedir el uso de reservas para el pago de la deuda externa. Anunciaron la creación de varias comisiones investigadoras para determinar el supuesto “nivel de corrupción” del gobierno nacional. Ninguna de ellas prosperó e incluso, como la de la supuesta embajada paralela en Venezuela, terminaron siendo un papelón por la endeblez de los hechos denunciados.
La modificación del Consejo de la Magistratura, uno de los caballitos de batalla de la oposición, necesitó mucho debate interno para consensuar un dictamen único y obtener la media sanción en Diputados.
Ese proyecto le otorgaba más espacio y control a las corporaciones judiciales en detrimento de la representación política. El Grupo A era más fuerte en la Cámara Baja y logró imponerlo. Sin embargo, la situación en el Senado fue diferente. Allí los principales referentes de la oposición, como los radicales Gerardo Morales y Ernesto Sanz, y los peronistas federales Juan Carlos Romero y Adolfo Rodríguez Saá, no consiguieron convencer incluso a varios de sus miembros y perdieron la votación por un estruendoso 38 a 31.
En esa misma jornada tampoco lograron imponer la reforma de los superpoderes de la jefatura de Gabinete y mucho menos el régimen de los DNU. Este último era tan rígido que hacía más fácil conseguir la sanción de una ley que recurrir a este instrumento que fue creado como una salida veloz ante una emergencia.
La eliminación de las retenciones a las exportaciones agropecuarias nunca llegó al recinto. Las diferencias, incluso entre los diputados que representan a las organizaciones patronales del campo, se volvieron insalvables. Hacer desaparecer las retenciones –como proponían bancadas como la de la Coalición Cívica– significaba desfinanciar un Estado que, tal vez algún día, bloques partidarios como la UCR podría llegar a administrar. Y así murió aquella promesa.
Otro de los temas con el que se buscó herir al Estado fue la coparticipación del impuesto al cheque. Un proyecto que impactaba de lleno en las arcas de la ANSES y, por añadidura, en programas como la Asignación Universal por Hijo. La oposición en el Senado consiguió aprobarla gracias a una amañada lectura jurídica del senador Carlos Verna. Este impuso, con la ayuda del vicepresidente, Julio Cobos, la idea de que para este proyecto no corría la exigencia constitucional de una mayoría especial para ser sancionada. Ese dato terminó siendo el certificado de defunción del proyecto, que nunca se trató en Diputados.Paradójicamente, fue Verna, quien poco después favoreció al gobierno al obturar la posibilidad de que la oposición impidiera la aplicación del DNU que creaba el Fondo de Desendeudamiento, y por el cual se autorizaba al gobierno nacional usar las reservas para pagar la deuda externa. Esa actitud le costó el reto y el odio de los radicales que lo acusaron de vender su voto.
El único proyecto que lograron sancionar fue el del 82% móvil de las jubilaciones. El Grupo A consideraba que había logrado encontrar un proyecto que iba a impactar de lleno en la sociedad y, por ende, acompañarían esa medida. Sin embargo, el hecho de que nunca dijeran de dónde iban a obtener los fondos para sostener tamaña erogación en el tiempo, no hizo mella en el veto presidencial.
Si se quiere, la oposición también consiguió golpear al gobierno nacional cuando impidió que se sancione el Presupuesto 2011.
Todos ejemplos de una sola estrategia, impedir que el Estado sirva para satisfacer las necesidades de los sectores más postergados de la sociedad.
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/tras-derrota-oposicion-apuesta-al-parlamento-con-vieja-receta
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