LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD DEL VOTO POPULAR
Sólo el duhaldismo ha intentado enturbiar las Primarias, sugiriendo que hubo trampa. Esta acusación insostenible se vuelve contra sus autores, que así tratan de conjurar su grave crisis interna. Si el método constitucional le da a Cristina más del 50 por ciento, el método de cálculo sobre el total de los empadronados propuesto por el duhaldismo pone de relieve que sólo ella emerge por encima de indiferentes e indignados. Su victoria es legal y legítima.
Por Horacio Verbitsky
Por Horacio Verbitsky
Las fuerzas políticas opositoras al gobierno consideran definida la elección presidencial, por lo que cada una se plantea objetivos particulares menores. Pero en el oficialismo, CFK corrige cualquier afirmación triunfalista con un reverente “si Dios quiere”. Este baño de humildad inspirado por su drama familiar equivale a decir que no hay aritmética electoral que permita entrever cómo, en dos meses, Cristina pudiera perder el 10 por ciento de los votos de las primarias y alguno de sus contendientes incrementar los suyos en al menos 18 puntos, única hipótesis que forzaría una segunda ronda en noviembre. Descontado el premio mayor, el interés se ciñe a las posiciones siguientes que permitan calificar para las competencias por venir: el liderazgo de la oposición, si es que tal cosa puede existir, los bloques parlamentarios, las gobernaciones provinciales y las intendencias municipales. Cada uno actúa según sus propias compulsiones y tensionado por sus respectivas líneas internas.
Una pequeña dificultad
Las fuerzas que mayores expectativas tenían, son las que más sufren ahora. El ex senador Eduardo Duhalde fue el único candidato que encaró el proceso electoral con una táctica definida: sobresalir en el segundo lugar de las Primarias, con una cosecha recogida del centro a la derecha del espectro político, familia militar incluida; convertirse de ese modo en el principal referente para quedar a menos de diez puntos de Cristina en octubre y concitar todo el voto antiK para vencerla en el balotaje. Este diseño inteligente adoleció de una pequeña dificultad: casi nadie quiso votarlo. Movido por la sed de venganza, vinculado por sectores muy vastos de la sociedad con lo peor de las últimas décadas, su alta ponderación de sí mismo resulta tan poco contagiosa que ocupó el tercer puesto, con apenas 12 puntos. Una vez conocidos los resultados pasó una semana recluido, con un ataque de pánico. Según la descripción de la famosa Clínica Mayo de Estados Unidos, es un trastorno de ansiedad, producido por factores internos o por situaciones traumáticas externas, que causa dificultades para respirar y tragar, mareos, náuseas, transpiración, temblores, escalofríos, dolor de pecho y sensación de muerte inminente. El temor a su repetición lleva a no salir de la casa, que es el único lugar en el que el paciente se siente a salvo. Duhalde ya había padecido una condición similar en 2004, cuando comenzó su enfrentamiento con Kirchner. Luego de reivindicar el empleo de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior, Duhalde suspendió su viaje a Miami, donde debía representar al Mercosur en la Cumbre de las Américas, porque padecía de síndrome de Menière. Este desorden provoca vértigo, ruidos y sordera y puede confundirse con el ataque de pánico. En ausencia del piloto de tormentas, empuñó el timón su esposa, con un discurso aún más insultante hacia la presidente. La pareja y su cada vez más reducido círculo íntimo ha emprendido una fuga fantástica de la realidad, con el intento de sembrar dudas sobre la limpieza del escrutinio.
Enturbiar las aguas
Dos ex ministros de Duhalde, Julio César Aráoz y Osvaldo Lorenzo, recorrieron los juzgados federales con el propósito de enrolar a los jueces para que abrieran las urnas y frenaran el escrutinio. No tuvieron éxito. Aráoz era partidario de denunciar fraude y hasta llegó a programarse una conferencia de prensa con ese propósito. La convocatoria falló, porque Duhalde no se presentó y Miguel Toma y Carlos Brown pasaron de los gritos a los empellones. María Servini dijo que sólo había habido errores y “alguna picardía”, pero nada que alterara el resultado del escrutinio provisorio. Manuel Blanco subió el tono, dijo que los errores fueron muy grandes, pero que afectaron a todas las fuerzas políticas. “No creo que sea un intento de fraude porque la metodología utilizada habría sido muy burda”. De hecho, hasta ahora los porcentajes de Cristina aumentaron en todos los distritos en los que concluyó el escrutinio definitivo. Pero además, la hermana del candidato, Cristina Duhalde de Garramuño, se puso al frente del recuento de las actas de votación y el informe que le transmitió a su cuñada Hilda González no confirmó las versiones de apoderados y punteros. Otro obstáculo para cualquier denuncia es que un gran número de dirigentes del duhaldismo residual está demasiado ocupado buscando el contacto que le abra la puerta de regreso al redil, ahora que constataron la falacia de oponer peronismo a kirchnerismo. El más empecinado en la denuncia fue el sindicalista de los peones y estibadores rurales, Gerónimo Venegas. Según su imaginativo cálculo, Cristina no habría llegado al 40 por ciento. El único fraude está en este razonamiento que mide el porcentaje de votos sobre el total de 28 millones de empadronados. Pero aún si el método Venegas sustituyera al mandato constitucional, CFK seguiría cuadruplicando los votos de Duhalde, cuyo tercer lugar pasaría a ser ocupado por la suma de quienes no fueron a votar o lo hicieron en blanco, con el 25,5 por ciento, como se ve en el gráfico de esta página. Los artículos 97 y 98 de la Constitución Nacional que regulan las elecciones presidenciales miden los porcentajes sobre “los votos afirmativos válidamente emitidos”, por lo que carece de validez cualquier otro cálculo, que sólo puede agitarse para enturbiar las aguas electorales más cristalinas del último cuarto de siglo. Sin embargo, el método Venegas pone de relieve que sólo Cristina emerge por encima de los indiferentes y los indignados. De alguna manera, el voto popular continúa el mandato voceado en las calles hace una década, premia a quienes se animaron a romper la subordinación del sistema político a los intereses particulares y envía a la casa al resto.
Hacer las cuentas
En verdad, hay otras cuentas que preocupan a Venegas. Su obra social (Osprera) está en una crítica situación económica y necesita recuperar el millonario aporte que Venegas hizo a la campaña. Otro tanto pretenden el candidato a la vicepresidencia, Mario Das Neves, y el sindicalista Luis Barrionuevo de Camaño. Lo que está claro es que ninguno de ellos seguirá contribuyendo a una causa perdida. Al gobernador de Chubut se le ha dificultado el acceso a las cuentas provinciales, desde que su sucesor, Martín Buzzi, anunció su apoyo a Cristina-Boudou y no a Duhalde-Das Neves. Venegas tampoco puede seguir vaciando la alcancía del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y empleadores (Renatre) que recauda 100 millones de pesos al año por aportes patronales. La designación de dos nuevos síndicos, que ni Venegas ni la Mesa de Enlace controlan, ha cerrado también esa válvula. Para colmo, Barrionuevo de Camaño se propone desplazarlo de lo que queda de las 62 Organizaciones. El duhaldismo está lacerado por más disputas internas, que se tornaron virulentas en la tercera sección electoral bonaerense. La lista del precandidato al Senado provincial Jorge Villaverde venció por casi cien mil votos a la que sostenía Venegas. Pero Venegas afirma que se imprimieron boletas con el nombre de Villaverde en distritos en los que el primer candidato debía ser Adrián Fariña. Antes de enclaustrarse en San Vicente, Duhalde dijo que veía banderas de la subversión, en el mismo lenguaje que usaba en 1974, cuando escribía en el house organ de la Triple A, la revista El Caudillo. La medicación habitual para el ataque de pánico incluye ansiolíticos, antipsicóticos y antidepresivos, dato imprescindible para entender ciertas conductas. Al reaparecer, diez días después, anunció que en realidad había salido segundo, y que eso se comprobaría en el escrutinio definitivo. La misma pretensión comunicó el candidato a la gobernación bonaerense, Eduardo Amadeo. En el caso de Duhalde esa posibilidad no puede descartarse, porque está a sólo 1500 votos de Ricardo Alfonsín, aunque los radicales afirman que a medida que se rectifican errores son ellos los que avanzan. Pero Amadeo necesitaría la ayuda de Carrió y de todos los santos para remontar los 550 mil votos que le lleva Francisco de Narváez. Sin abandonar su azorada expresión de qué hace una persona como yo en un lugar como éste, Amadeo fastidia a sus asociados con todo tipo de cuestionamientos, para disculparse del fracaso. Mañana Amadeo concretaría una anunciada denuncia penal contra seis presidentes de mesa que habrían falseado en forma deliberada los resultados del escrutinio. El caso se reduce así a seis mesas sobre más de 80.000. Demasiado ruido para tan pocas nueces.
Radicales sin calma
Duhalde envidia el 16,77 por ciento que obtuvo De Narváez, pero para el filántropo colombiano ese porcentaje es decepcionante porque hace dos años lo duplicaba. Pero aquella fue una elección legislativa y se votó cuando la crisis internacional golpeaba con más fuerza. El interior provincial aún se agitaba por la resolución 125 y el gobierno tardaba en advertir el sufrimiento de los sectores más vulnerables del conurbano, con sus programas de transferencia de ingresos desactualizados por la inflación. De Narváez creyó que partía del 34,5 por ciento de entonces, pero su 16,77 por ciento de hace dos semanas fue similar al 14,9 por ciento de 2007, cuando salió tercero detrás de Daniel Scioli (48,2 por ciento) y de Margarita Stolbizer (16,6 por ciento), en fórmula con el ex primo inteligente de Maurizio Macrì, Jorge, quien escribe Vicente Lópes, con S. Tanto o más desilusionado quedó Ricardo Alfonsín, a quien la asociación con De Narváez y su apéndice Javier González Fraga, que fue condición ineludible para cerrar el trato, lo dejó casi seis puntos por debajo del colombiano. Esos 310.000 votos pueden haberse repartido entre Duhalde, por afinidad con De Narváez, y Hermes Binner, por opción de radicales desilusionados al descubrir que el candidato era un alien con el rostro y el vestuario del ex presidente Raúl Alfonsín. El Frente Antiinflacionario Progresista también sufrió una hemorragia inesperada en Buenos Aires: Margarita Stolbizer sólo obtuvo el 6,5 por ciento de los votos, es decir que la abandonaron 60 de cada 100 de sus votantes para el mismo cargo en 2007. Las leyes de los partidos políticos y de los servicios de comunicación audiovisual igualaron a todas las fuerzas en los espacios televisivos y radiales. La diferencia sólo podían hacerla los recursos propios aplicados a transporte, logística, carteles e Internet, rubros en los que Duhalde y Alfonsín sobresalieron. Alfonsín parecía tener los votos y, gracias a ellos consiguió el dinero, por lo que sus competidores internos le dejaron vía libre. Pero reaparecieron con ánimo feroz después de la catástrofe, encabezados por Ernesto Sanz, heredero de aquel linaje de radicales que, de 1949 a 1983, definió la democracia como el gobierno de los democráticos. Sin espacio para otra cosa, Alfonsín terminó por plegarse al planteo del peligro institucional si el radicalismo no se fortalece en el Congreso para controlar al gobierno. Junto con González Fraga, recayó en otro clásico de su partido: el problema fue que no supieron comunicar sus muchas excelentes propuestas, dijo. Agregó que asumía la responsabilidad, frase que sólo significaría algo si pudiera eludirla. Reconoció que debe haber hecho algo mal, pero no sabe qué es. El martes 16, recibió a De Narváez y acordaron que cada uno hará campaña por su lado, tratando de acentuar los rasgos peronista y radical de cada uno, pero sin romper el acuerdo, para conservar un resto de decoro. En la misma línea de diferenciación del batifondo duhaldista, De Narváez reconoció la legitimidad del resultado y descartó cualquier posibilidad de fraude. De hecho, tal como explicó la Cámara Electoral, el único escrutinio válido es el que están realizando los jueces.
Cambio de etapa
Los candidatos que se ilusionaban con alcanzar la presidencia o alguna gobernación quedaron en estado catatónico. Ya han desperdiciado dos de las nueve semanas que tenían por delante y no hay señales de que algo vaya a cambiar ahora. En las denuncias y los debates sobre cortes de boleta, listas de adhesión, cambios en el sistema de votación y escrutinio, presiones para que uno u otro abandone la carrera, se les podrán ir otras dos semanas, de modo que a la campaña propiamente dicha le dedicarán poco más que el mes previo a los comicios. En esas condiciones es improbable que logren mejorar su desempeño y hasta es posible que lo empeoren. Como eventuales beneficiarios aparecen la propia Cristina, con el atractivo adicional de la victoria; el puntano Alberto Rodríguez Saá quien aspira a desplazar a Duhalde y liderar a todo el Peornismo Opositor; el socialista Hermes Binner, quien apunta a caranchear el voto macrista que no tiene candidato presidencial propio y los restos de la UCR, y el Frente de Izquierda y los Trabajadores, que puede recoger desmigajamientos varios. Sin embargo, también podría perder aquellos votos que recibió por simpatía hacia la pequeña fuerza que rogó apoyo para el milagro de llegar al mínimo requerido por la ley. (A propósito de su líder, José Simón Wermus, una pregunta marginal, como mera curiosidad: ¿por qué al abandonar su apellido judío prefirió el resonante Altamira a un proletario Carrizo o González? Lo mismo hicieron sus hermanos: Natalio Wermus es el columnista de Clarín Ismael Bermúdez, y Felipe Wermus el asesor de Humala, Luis Favre.)
Los blancos
Como era de prever, si las otras fuerzas replican en rencillas internas el temblor de la derrota, en el partido vencedor se consolida el liderazgo sin fracturas y el Frente para la Victoria no desdeña la posibilidad de ampliar sus cifras el 23 de octubre. Por eso Cristina acompañada por Amado Boudou participó en la firma del acuerdo del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, una demostración contundente de fortaleza y gobernabilidad. El nuevo mínimo de 2300 pesos, equivale a un incremento del 25 por ciento. Si el Consejo volviera a reunirse en marzo y entonces acordara cubrir la diferencia hasta el 41 por ciento que reclamaban el Hugo Negro y el Hugo Blanco, como llamó Cristina a los secretarios generales de la CGT y la CTA, ese 16 por ciento se anticiparía a las paritarias de 2012, que por primera vez no se reunirían antes sino después de esta determinación básica. Lo que se discutiría entonces es si ese porcentaje debería considerarse un piso o un techo. Además, Julián Domínguez visitó Puan, uno de los dos partidos de la provincia de Buenos Aires en los que Cristina no se impuso, y junto con Boudou acordó con la Federación Agraria un homenaje conjunto al Grito de Alcorta, del que se cumplirá un siglo en 2012. El mensaje es claro: no hay conflicto si los federados son fieles a su origen, en aquel alzamiento de los arrendatarios gringos contra los grandes latifundistas, y no siguen como furgón de cola a la Sociedad Rural, como hizo Eduardo Buzzi en los últimos años. Boudou asumió además la tarea de reorganizar al oficialismo porteño, para las elecciones presidenciales de octubre pero también en vistas a ganar la Ciudad en 2015 y las dos bancas del Senado por la mayoría en 2013. Ya se realizaron con ese propósito dos encuentros. En el primero, Boudou sentó el marco conceptual de la tarea. Se trata, dijo, de “terminar con el albertofernandismo y todos sus satélites, por razones operativas ideológicas y éticas. Operativas, por el desastre que produjo; ideológicas, porque no coincide con la política que llevamos adelante, y éticas por su ataque alevoso a nuestra presidenta. Dentro de ese marco hay espacio para quienes quieran participar como compañeros”. Al segundo encuentro asistieron Daniel Filmus y Carlos Tomada, y Boudou se preocupó por transmitir en forma personal la invitación a la ministra de Seguridad Nilda Garré. Además de un reconocimiento por las difíciles tareas que ha cumplido con éxito en dos ministerios, su presencia implica señalar que el kirchnerismo porteño no se encerrará en los estrechos límites del peronismo de la derrota. Entre ambos encuentros, Filmus visitó en su casa a la ex vicejefa de gobierno local Gabriela Michetti. “Los blancos de ambas fuerzas”, ironizaron en la planta baja de la Casa Rosada. Ambos se sienten discriminados por los respectivos liderazgos y ése es su punto de encuentro. Clarín les atribuyó haber analizado el traspaso de la Policía Federal a la Ciudad, una versión que molestó tanto al macrismo como al kirchnerismo, que no les reconocen personería para abordar ese temario. Ambos niegan que lo publicado sea cierto y cada uno atribuye la filtración al otro. Filmus sostiene que realizó la reunión luego de consultarlo con Cristina y que el tema único, planteado por Michetti, fue la sanción de una ley electoral que obligue a realizar en la Ciudad, Primarias como las nacionales. Sólo así, cree Michetti, podría impedir que Macrì impusiera dentro de dos años la candidatura a Senador Nacional de su adversario interno, Horacio Rodríguez Larreta. (Cuando decidió adelantar los comicios porteños, Macrì decretó que se aplicara el Código Electoral Nacional, modificado por la ley 26.571 de reforma política, que instituyó las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. Pero en un decreto posterior, eliminó esa inclusión). Mientras, Rodríguez Larreta envió una carta a Julio De Vido con los temas que le interesan al gobierno porteño: un plan de obras nacionales en la Ciudad, aval nacional para obtener créditos internacionales y el traspaso de la policía. Por su parte, el gobernador bonaerense Daniel Scioli considera centrar el final de su campaña en propuestas para la mujer y la juventud, en vez de insistir en la seguridad, que lo enfrenta con su candidato a vicegobernador, Gabriel Mariotto. Pero, con la vista más allá del 23 de octubre, también planea abrir cerca de la Plaza de Mayo su primera unidad básica Scioli 2015.
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