El desarrollo de un sólido cooperativismo
agrícola favoreció el crecimiento de un sector con cariz nacional.
Nuestro país estuvo controlado por multis que dominó desde sus inicios
el negocio rural.
En Canadá, el proceso de democratización de la tierra a partir de
1872 creó una base de pequeños productores agrícolas que, con el paso
del tiempo, fundaron comunidades rurales sumamente organizadas,
cooperativistas y muy politizadas. Las primeras organizaciones rurales
datan de 1880 en Manitoba, aunque desprovistas de experiencia y de poca
duración.
Pero apenas diez años después, pequeñas cooperativas de
agricultores familiares fueron prosperando a lo largo y a lo ancho de
las provincias occidentales, llegando a conformar las primeras
cooperativas municipales de elevadores de granos y a confrontar con los
intereses privados de la Bolsa de granos de Winnipeg fundada en 1887.
Carl Solberg en su excelente libro "Las praderas y las pampas. Política
agraria en Canadá y Australia (1880-1930)", fundamente semejante
desarrollo agrario en los siguientes factores: 1) el tipo de
inmigrantes, el alto grado de naturalización y la tradición política que
trajeron consigo de su madre patria; 2) los colonos procedentes de
Ontario, dueños de una gran experiencia y trayectoria en las
reivindicaciones políticas a favor del sector rural; y 3) la influencia
positiva de las conquistas alcanzadas por el pequeño agricultor
estadounidense, desde 1862 hasta la Primera Guerra Mundial.
Cooperativismo y Estado en el "campo" canadiense.
Las bases para
una actividad agraria cooperativista con fines económicos, la práctica
de reunir en un fondo común (pooling) sus esfuerzos productivos y así
reducir costos y evitar competencias intra-sector condujeron a la
creación de una gigantesca asociación de comercialización de trigo, el
Canadian Wheat Pool (CWP), asociación emergida a su vez de la fusión de
los pooles de las provincias de Alberta, Saskatchewan y Manitoba. Entre
1924 y 1930, el CWP aumentó su participación en la comercialización de
trigo de 28,41% a 51,23% y sus miembros de 91.195 a 140.161 agricultores
familiares (cerca de un 50% de los agricultores totales de las
provincias occidentales).
Desde esta organización y tan tempranamente como en la década del
´20, pelearon por mejoras en las condiciones de: 1) fletes e
infraestructura vial; 2) manejo de granos y elevadores en puertos; 3)
mejoras tecnológicas de cultivos; 4) comercialización directa de
productos, libre de intermediarios (mercados a futuro y Bolsa de granos)
y 5) protección contra las compañías privadas.
En todos y cada uno de estos aspectos, contaron con un importante
apoyo del Estado para contrabalancear el poder de las compañías
privadas, sin que por ello este último accediera a rebajar un punto de
la tarifa proteccionista que por entonces prevalecía y a la que se
oponía duramente el sector agrícola-ganadero de las praderas.
Entre 1901 y 1909 se crearon varias cooperativas y asociaciones de
agricultores provinciales con gran poder y radio de acción, la gran
mayoría de las cuales reservaban a la mujer un papel protagónico en la
promoción de la educación rural.
A fines de 1909, las bases del cooperativismo agrario canadiense
habían echado fuertes raíces. Contaban con más de 75 mil miembros y se
habían convertido en una respetable fuerza política que ningún gobierno
local o nacional pudo desatender.
Ese mismo año, una editorial del órgano oficial de las
organizaciones de agricultores de las praderas proclamaría: "Mientras
las terminales de los elevadores se mantengan en manos privadas, habrá
únicamente ganancia privada."
Existe sólo un método posible mediante el cual este sistema que se
roba nuestros granos puede ser abolido. Ese método es mediante el
control de los elevadores por parte del gobierno federal”. Hacia 1928 el
CWP no sólo representaba el negocio más lucrativo del país, sino que
era el más grande comercializador de granos en el mundo, con el mayor
número de elevadores en tierra (1.642 en las tres provincias) y con 2,5
millones de hectáreas destinadas al cultivo de trigo.
Exportaba granos a 19 países. Algunos años después, en 1935, el CWP
incorporó cebada, avena, centeno y lino, recibiendo una mayor
protección financiera y comercial por el Estado.
Se creó así el Canadian Wheat Board, organización que recién sería privatizada el año pasado, después de décadas de lucha.
Reacción y concentración en el "campo" argentino.
En nuestro país,
la ausencia de un sistema cooperativista agrario como el canadiense dio
rienda suelta a la concentración de la tierra, al latifundio, al atraso
socioeconómico rural y al monopolio de la comercialización de la
producción agrícola en manos de "grandes consorcios internacionales,
enemigos tanto de las cooperativas agrarias como de la intervención
nacional del Estado en tales asuntos." (Abelardo Ramos. Revolución y
Contrarrevolución).
Durante las primeras décadas del siglo XX, la exportación de granos del país estaba en manos de tres compañías privadas.
En efecto, Bunge y Born, Louis Dreyfus y Luis de Ridder exportaron
el 80% de la producción triguera de la cosecha 1930/31, de los cuales un
43% fue exportado por la primera.
Bunge y Born poseía un verdadero emporio agrario: comercializaba
todo tipo de granos, disponía de molinos harineros, talleres textiles y
fábricas de bolsas de almacenamiento. En las terminales de embarque no
existía ningún control de calidad del trigo exportado, ni limpieza
alguna.
La calidad del trigo, y consecuentemente, el cálculo del importe a
pagar por la mercadería recibida se efectuaba en los puertos
londinenses.
Cooperativismo en el "campo" argentino.
En 1925, la Argentina
contaba con 92 cooperativas rurales de aproximadamente 23 mil afiliados.
Quince años después apenas sobrepasaba las 150 con 37 mil integrantes
(Solberg).
La penuria cooperativista –consecuencia directa de la ausencia del
Estado en el sector rural– dejaba al agricultor medio y bajo de la Pampa
Húmeda librado a la suerte de los acopiadores, empleados de las mismas
grandes compañías cerealeras o, en el mejor de los casos, agentes
enviados por los terratenientes, dueños a su vez de los principales
campos y arrendadores de los pequeños agricultores.
Para fines de la década del ´20, cinco empresas de capitales
franceses, alemanes, holandeses y británicos controlaban más del 70% de
los embarques de trigo, el 73% de los de maíz y el 90% de las
exportaciones de lino. La concentración de la propiedad de la tierra en
manos de una élite vinculada al comercio de exportación, sumada a la
ausencia del Estado en el sector rural fueron los principales escollos
que imposibilitaron fundir al pequeño y mediano productor con el Estado,
alianza cardinal para el desenvolvimiento de una clase media agraria
popular en el marco de un movimiento cooperativista, fundamental a su
vez para el desarrollo regional y la edificación de una economía agraria
moderna.
La CIA responde a la presidenta.
Cuando la Presidenta de la Nación
comparó a la Argentina con Australia y Canadá, arreciaron las críticas
del neoliberalismo criollo. El house organ del granero del mundo tomó la
posta, no vaya a ser que se sepa la verdad: ni Australia ni Canadá
tienen una entidad como la SRA. De hecho, sus respectivas sociedades
rurales pasaron a mejor vida a mediados/fines del siglo XIX como
consecuencia del surgimiento y la consolidación de un sector rural
cooperativista, estatizado, moderno y en función de la industrialización
de las ex colonias británicas.
La SRA fue clave en la perpetuación del atraso y la dependencia del
país y, en consecuencia, de la divergencia en cuanto al desarrollo de
las ex colonias británicas aquí citadas. La Nación, en artículo del 23
de agosto "La comparación con Australia y Canadá provocó rechazos,
críticas y hasta ironías" utilizó un cuadro comparativo cuya fuente
principal era la CIA (además del Banco Mundial). Tiene razón Mitre,
somos muy distintos. Acá quisimos exponer otras razones.
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/09/29/economia-100359-feliz-comparacion-la-argentina-canada-y-australia.php
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