Magnetto es apenas el representante doméstico de un conglomerado multinacional a quienes una Argentina democrática, soberana, industrial y justa resulta incompatible con sus intereses.
En "Industrias
culturales en América Latina: la tendencia a la concentración frente al
potencial crecimiento del mercado" (Ámbitos. Nº 16 - Año 2007), Rosalba
Mancinas Chávez señala que ya "entrado el siglo XX, en el período entre
los años '30 a los '50, el papel que jugaron los medios de comunicación en
Latinoamérica fue conformar los populismos, especialmente en Brasil, México y
la Argentina. Los medios, sobre todo la radio por el bajo costo de los aparatos
de recepción y los pocos requisitos requeridos para tener acceso, se
convirtieron en voceros de la interpelación que desde el Estado convertía a las
masas en pueblo y al pueblo en nación."
Más allá de la
cuestión del "populismo", importa vincular esta opinión con una
segunda, en esta caso del especialista español Martín Barbero: "El proceso
que vivimos hoy en día es no sólo distinto sino en buena medida inverso: los
medios de comunicación son uno de los más poderosos agentes de devaluación de
lo nacional."
Y como en los países
periféricos "devaluación de lo nacional" es el paso primordial y
obligado para la desintegración nacional, los medios masivos de comunicación
hegemónicos, extranjerizados y corporativistas son, hoy por hoy y ante el
reciente fracaso del ALCA, punta de lanza para una Latinoamérica eternamente
colonizada.
DÉCADAS
PERDIDAS DEL OCHENTA Y NOVENTA. Según
Barbero, "en la perdida década de los ochenta una de las pocas industrias
que se desarrolló en América Latina fue la de la comunicación.
Brasil y México se
dotaron de satélites propios, la radio y la televisión abrieron enlaces
mundiales vía satélite, se implantaron redes de datos, fibra óptica, antenas
parabólicas, televisión por cable y se establecieron canales regionales de
comunicación.
Todo ese crecimiento
se realizó siguiendo el movimiento del mercado, sin apenas intervención del
Estado, más aun, minando el sentido y las posibilidades de esa intervención,
esto es, dejando sin piso real al espacio y al servicio público, y acrecentando
las concentraciones monopolísticas."
Como es sabido, los
noventa no fueron si no la fase superior de los ochenta, cuando al compás de la
destrucción del aparato estatal y la intervención mercadista, la privatización,
extranjerización y concentración mediática estuvo a la orden del día. Tratose,
sin lugar a dudas, de un segundo 1492. Se crearon y consolidaran grupos
gigantescos de comunicación como Televisa (México), O'Globo (Brasil) y Cisneros
(Venezuela).
En la Argentina fue el
Grupo Clarín. Para otro notable especialista español, Ramón Reig, de la
Universidad de Sevilla, tales grupos deberían llamarse "conglomerados",
en función de las siguientes características en común: su conexión a redes
financieras y tecnológicas; su tendencia a la fusión-concentración; compartir
la propiedad de alguna empresa mediática o de otro tipo; fijar el "orden
del día" del mundo a través de sus servicios audiovisuales y de prensa; e
influenciar en mayor o menor medida en las culturas/mentalidades de los
pueblos.
LOS DUEÑOS DEL
PERIODISMO. Aquí el título del
último y excelente libro de Reig, publicado por Gedisa en 2011 y difundido el
sábado pasado en brillante editorial por la periodista Mariana Moyano durante
su programa de radio en Radio Nacional.
Reig detalla con
fundamentación y contundencia las claves de la estructura mediática mundial y
de España, con especial atención a América Latina y, en ella, al Grupo Clarín.
Reig agrega a la
opinión de Mancinas Chávez sobre la comunicación y las experiencias nacionales
y populares en nuestra región, el hecho de haberse fundido ambas en un proyecto
político que diera origen "en Brasil, México y la Argentina, a naciones
modernas mediante la creación de una cultura y una identidad
nacionales". Pero la debacle neoliberal desanduvo dicho camino. Es en
este contexto que el Grupo Clarín hizo y hace de las suyas.
VIAJE AL FONDO
DEL GRUPO CLARÍN. Cuenta Reig
que hasta 2007, Clarín estuvo conectado con Vocento y Telefónica. A partir
de 2009, se alió con Prisa, lo cual para el investigador sevillano explica
"la belicosidad hacia la política mediática de Cristina Fernández de
Kirchner. Cuando Clarín se siente atacado por las iniciativas antimonopolio de
la Presidenta, también se siente atacado Prisa". Agrega, asimismo, que
"lo que han pretendido y pretenden los Lula da Silva, Morales, Correa,
Chávez y Cristina Fernández, etcétera, es legislar y limitar el poder de unas
empresas que han campado siempre por sus respetos, sirviendo los intereses de
sus accionistas que, miren por dónde, también son accionistas de otras empresas
extrañas al periodismo y concretan alianzas con firmas externas."
Más adelante y de
plena actualidad se lee: "El arma mensajística utilizada para defenderse
de las actividades de unos políticos elegidos democráticamente pero que no les
han seguido el juego al que estaban acostumbrados, ha sido sostener que los
gobiernos empleaban 'leyes mordaza' o atacaban la libertad de prensa y de
expresión, confundiendo –como es habitual– libertad de expresión y de prensa
con libertad de empresa para hacer lo que ni siquiera el mercado recomienda: la
excesiva concentración de poder en pocas manos."
Y ahora, al Grupo
Clarín. "Prisa, que está unida a la CNN –una de las empresas de la Time
Warner– a través, por ejemplo, de la cadena española Todonoticias CNN +
(propiedad 50% de Prisa y de la CNN), es socia de los grupos latinoamericanos
Bavaria de Colombia y Garafulic de Bolivia.
Por otro lado, Prisa,
Telefónica y otro grupo español de comunicación, Vocento, propiedad de ABC y,
hasta 2009, de una parte del accionariado de Tele 5 (junto a Silvio Berlusconi,
que mantiene la mayoría de la propiedad de la cadena), tienen todos ellos como
accionista de referencia al banco BBVA. [...] En 2009, Prisa firmó una alianza
con Clarín para promoción mutua.
Los mensajes de ambos
grupos contra el gobierno de Cristina Fernández, al que califican de populista
e izquierdista, se volvieron, en el citado año, especialmente agresivos, sobre
todo cuando la presidenta impulsó medidas antimonopólicas en el mundo mediático
de su país".
Finalmente, Reig
presenta una vinculación "extraña" (elementos de enlace ajenos a la
comunicación y por supuesto al periodismo) entre el Grupo Clarín, Prisa y
Lagardere (Francia): Airbus, automóvil, armas y la Banca.
CONCLUSIÓN. ¿Tiene Héctor Magnetto tanto poder como para
avasallar durante años la voluntad de 40 millones de personas, la del Congreso
Nacional, a la vez que dándose el lujo de transformar a la Corte Suprema en un
juzgado comercial con sede en la calle Piedras al 1700? Se ha logrado imponer a
la opinión pública la idea de un enfrentamiento entre el Grupo Clarín y el
gobierno nacional, incluso entre quienes adscriben al modelo vigente desde
2003.
Pero Magnetto es
apenas el representante doméstico de un conglomerado multinacional de empresas,
bancos y corporaciones europeas (y quizás estadounidenses, vaya uno a saber) a
quienes una Argentina democrática, soberana, industrial y socialmente justa les
resulta totalmente incompatible con sus intereses.
Los conglomerados de
las comunicaciones que dominan América Latina provocan disgregación del ser
nacional tanto en sus proyecciones argentina como una sureña, apuntando en todo
momento a desmantelar los avances y las conquistas culturales, sociales y
económicas logrados por las grandes experiencias nacionales y populares del
siglo XX y por sus continuadores del siglo XXI.
El objetivo
fundamental del imperialismo comunicacional: convertir al pueblo en masas de
dóciles consumidores, sin otra consciencia que la dictada por la billetera y el
american dream.
Cuatro años de demora
en la plena aplicación de la Ley de Medios resulta inadmisible y vergonzoso.
Mas recuérdese, porque forman parte de la misma lucha y con iguales enemigos,
el tiempo que la batalla por la liberación nacional lleva ya consumidos.
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