viernes, 2 de diciembre de 2011
Del kirchnerismo al chavismo, por Modesto Emilio Guerrero (para “Tiempo Argentino” del 02-12-11)
Modesto Emilio Guerrero
Periodista y escritor.
Entre la presidenta Cristina Fernández y su amigo y homólogo Hugo Chávez hay tantas distancias ideológicas como acercamientos geopolíticos, sin que ambos planos de la relación tengan carácter absoluto. Chávez hará gala de su discursiva socialista y Cristina podrá mirar por segunda vez, desde su olimpo propio, peronista, la pletórica simbología de izquierda que decora las instituciones del Estado venezolano, aunque este no sea muy distinto del argentino, excepto por el acumulado histórico de recursos y capacidades reproductivas del capital.
Venezuela sigue siendo un Estado nación sobre un chorro de petróleo. Esa diferencia con la formación económica argentina desde finales del siglo XIX, no es superada por la muy reciente producción venezolana de celulares, laptops y rubros alimenticios. La historia no perdona los retrasos. Aunque la agenda dominante es diplomática y geopolítica, entre ambos mandatarios habrá otra, determinada por necesidades económicas mutuas. El intercambio de alimentos por combustibles, por ejemplo, responde a sendas urgencias en los espacios nacionales, así como la participación de capitalistas argentinos en el plan venezolano de construir 2 millones de viviendas en un lustro. La visita de Cristina se cimenta en ocho años de relaciones que modificaron el vínculo histórico entre ambos países. Buenos Aires pasó a ser el segundo destino geopolítico más visitado por Chávez. El comercio se multiplicó exponencialmente: pasó de 149 millones en 2002 a casi 1700 millones en julio de 2011, más de diez veces en menos de diez años; 120 Acuerdos, Protocolos, Convenios y Tratados rubrican esa avanzada comercial, algo sólo sobrepasado por Brasil, Cuba e Irán. Venezuela pasó a ser prestataria financiera y proveedora privilegiada de combustibles de Argentina. En esa marea de negocios no ha faltado la grosera cuota de provechos y canonjías que enriquecieron a empresarios, funcionarios y parásitos comerciales, de lado y lado. Los planos de la economía y la política tienden a aproximarse y borrar fronteras ideológicas que hasta 2007 mediaban entre Caracas y Buenos Aires. En ese movimiento, es el chavismo gubernamental el que más se desplaza desde la izquierda al centro. El gobierno bolivariano está más concentrado en Unasur que en el ALBA, en el comercio y las inversiones que en el proyecto revolucionario bolivariano, en preservar equilibrios con regímenes oprobiosos como los de Santos y Lobo, que en promover el anti imperialismo. Las relaciones de Estado terminaron imponiéndose al proyecto de socialismo del siglo XXI auspiciado por Chávez. Más abajo de la marquesina americanista que dominará la fundación de la CELAC, una realidad marcha inexorable en su seno. Se expresa como una situación tensional entre fuerzas sociales y proyectos geopolíticos opuestos.
La CELAC los contiene a todos como si fueran similares, como si las bases yanquis en Colombia tuvieran el mismo rango que el INTI o el MST de Brasil. Es suficiente para restarle valor a un organismo hemisférico que tiene el mérito de nacer sin imperios adentro. Allí nace su contradicción y la nueva dinámica de la diplomacia latinoamericana, girando más al centro político y al desarrollismo económico extractivo exportador, que a la independencia. El curso de ese contexto condicionará las relaciones de sus miembros: la del chavismo y el kirchnerismo, los regímenes que más se aproximaron.
Publicado en :
http://tiempo.infonews.com/notas/tres-miradas-sobre-celac
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