Arriba : El “Momo” Venegas y Hugo Moyano … ¿Somos novios? …
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EL PULSO DE LA SEMANA
Año 4. Edición número 187. Domingo 18 de diciembre de 2011
Por
Eduardo Anguita
A menos de una semana de que Cristina Fernández de Kirchner asumiera su segundo mandato con un abrumador apoyo popular traducido en el 54% de los votos, Hugo Moyano renunció en la cancha de Huracán a sus cargos en el Partido Justicialista y mandó a los diputados de origen sindical a votar, a contramano del Frente para la Victoria y sus aliados, contra uno de los proyectos estratégicos enviados por el Poder Ejecutivo al Congreso: el nuevo régimen para el trabajo agrario, que reemplazará al Estatuto del Peón Rural que rige desde la última dictadura. Se alineó, de esta manera, junto al jefe de la Uatre, el duhaldista Gerónimo Momo Venegas, con quien también se reunió esta semana. Estos dos gestos señalan con claridad hacia dónde mira el secretario general de la Confederación General del Trabajo cuando piensa en buscar aliados. Mientras tanto, ante la ausencia de una dirigencia política opositora que resulte eficaz para defender sus intereses económicos, el Grupo Clarín y el diario La Nación oficiaron como caja de resonancia.
La primera semana de gobierno de una presidenta votada con abrumadora mayoría no era un momento propicio para la ruptura. La construcción de autoridad democrática tiene una serie de normas, no siempre protocolizadas pero fáciles de conocer por quienes conocen la lucha por el poder y la defensa de legítimos intereses. Uno de ellos, básico, es que la representatividad surgida de las urnas otorga el margen de maniobra como para decidir la agenda de gobierno. Todavía puede parecer temprano para saber si la decisión rupturista de Hugo Moyano es una primera movida fuerte que pretende un segundo movimiento más tenue y dialoguista. Eso es lo que sostienen varios de los dirigentes cegetistas que acompañaron a Moyano desde hace años en el Movimiento de Trabajadores Argentinos cuando enfrentaron severamente al menemismo primero y al delarruismo después. Sin embargo, esa idea de ser duro primero para después negociar no parece adecuada a la relación de fuerzas parlamentarias ni de consenso político dentro del espacio del peronismo kirchnerista y sus aliados. Nada indica que haya dirigentes políticos, sociales y sindicales dentro del Proyecto Nacional dispuestos a creer que los dichos de Moyano el pasado jueves en Huracán puedan ser digeridos como una leve advertencia a Cristina Fernández de Kirchner.
Una prueba de que no hay disconformes con el liderazgo de la Presidenta en ese espacio mayoritario es que tanto los diputados propios como los aliados votaron favorablemente la modificación del régimen de trabajo agrario, salvo los dos diputados nacionales que acompañaron a Moyano en el acto de Huracán. Se trata de su hijo Facundo y de Omar Plaini, ambos muy cuidadosos de inflamar la pelea desatada por Hugo Moyano. Es más, esa norma tuvo 174 votos a favor del proyecto del Ejecutivo, de modo que sumó a sectores que nada tienen que ver con el kirchnerismo. Pero lo hicieron por un motivo básico: impera, hasta que el Senado convalide la norma, un decreto pensado y diseñado por José Alfredo Martínez de Hoz puesto en vigencia en 1980 antes de dejar el Ministerio de Economía y de destruir el país. Hoy, Martínez de Hoz es reo de la Justicia acusado por delitos de lesa humanidad y miembro de número de la Sociedad Rural Argentina.
Por otra parte, quien se opuso a esta ley fue Jerónimo Venegas, titular de la Unión de Trabajadores Rurales de la Argentina (Uatre). La explicación de la sintonía entre el duhaldista Venegas y la disidencia de los diputados cegetistas es que Uatre perderá el control del Registro Nacional de Trabajadores Rurales, que le permite al sindicato contar con fuertes recursos. La media sanción de la norma del Ejecutivo crea otro organismo para esa cuestión que quedará bajo la órbita del Ministerio de Trabajo y que, por supuesto, estará sujeto a todos los controles de manejo de los fondos públicos. Lo básico es que esta ley es lo más parecido al Estatuto del Peón Rural, una de las normas claves de Juan Domingo Perón para consagrar los derechos de los trabajadores.
En estos años, en los que Jerónimo Venegas se mostró en todos los actos públicos al lado de la Sociedad Rural, la reciente reunión de Moyano con Venegas deja un margen de duda muy grande respecto de tanta insistencia a una retórica de peronismo de Perón para distanciarse de lo que podría ser el peronismo actual que, por otra parte, al menos hasta el pasado jueves lo tuvo como un actor principal, no sólo por el peso de su propia figura sino por el lugar que ocupa como secretario general de la CGT, al menos hasta que termine su mandato en junio próximo.
Aliados e intereses.
Mucho se dijo, estos días, sobre los disgustos y desavenencias entre la conducción cegetista y los principales referentes del peronismo, especialmente con la misma Presidenta. Es público que Mariano Recalde, referente fuerte de la militancia juvenil, tiene una estrecha relación con Facundo Moyano. Es más, la creación de la Juventud Sindical tenía un sello que superaba un fantasma del pasado, cuando en los setenta, la Juventud Peronista estaba enfrentada con la Juventud Sindical. Es sabido que el padre de Mariano, Héctor Recalde, es un dirigente de trayectoria, alineado con la Presidenta pero, a su vez, una de las espadas intelectuales más fuertes del MTA y de la actual conducción cegetista. Hoy Recalde padre se está recuperando de una operación cuyo origen es el fuerte estrés al que está sometido. El flamante diputado Eduardo De Pedro, abogado y trabajador judicial, que comparte militancia desde hace más de una década con Mariano Recalde, estuvo siempre al lado de Julio Piumato en el gremio de Judiciales y acompañó a Recalde hijo en Aerolíneas Argentinas hasta asumir la banca. En Huracán, estuvo en el palco Ricardo Cirielli, de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico, protagonista central de un reciente conflicto contra el Gobierno.
Podría seguirse con la larga lista de los desencuentros que provocó la ruptura de Moyano y que deja descolocados a muchos dirigentes que por estas horas deberán preguntarse si esta embestida tiene posibilidad de continuar. La respuesta, como se plantea al principio de este artículo, tendrá que buscarse en los consensos que cosechan y en la representatividad que logran. Todo indica que logran todo lo contrario. Poca o nula representatividad institucional y, aunque sea difícil de cuantificar, poco o nulo apoyo social.
Cabe otra mirada imprescindible para entender esta madeja y que refiere a los intereses contradictorios que se pusieron en juego. Tanto Venegas como Cirielli habían encontrado en los medios opositores un espacio privilegiado. A falta de una dirigencia política opositora, el grupo dirigido por Héctor Magnetto está dispuesto a poner en valor a dirigentes sindicales, pese a la aversión del Grupo Clarín por la representación gremial. Así como Moyano era la bestia negra del grupo, por su apoyo importantísimo a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y su buen diálogo con Néstor y Cristina, ahora, repentinamente, el dirigente camionero encontró un trato mediático favorable en ese grupo mediático. Caídos Eduardo Duhalde y Elisa Carrió en la desgracia electoral, Magnetto necesita levantar figuras que le permitan alentar frentes de tormenta. La inesperada ruptura del jueves pone a Moyano en un lugar peligroso si es que él y el resto de los dirigentes sindicales que lo acompañan creen posible convocar al diálogo y a la recomposición con el Gobierno, el peronismo y sus aliados. Ya no hay Peronismo Federal ni parece que haya un espacio político vacante en esa dirección.
Lo anterior no quita la existencia de tensiones y luchas por espacios de poder de muchos gobernadores, intendentes o sectores que apoyan a Cristina pero que esperan con avidez que termine este momento de liderazgo social potente y de hegemonía política de sus ideas y los dirigentes más cercanos a ella. Es decir, que si Moyano espera que este embate se convierta en una mella de la capacidad de la Presidenta no advirtió que el resto de aspirantes a llevar el curso de esta etapa argentina por otros caminos no se sumaron a su cruzada.
Industria y servicios.
Un último tema es que, más allá del escenario político nacional, debe ponerse la lupa en el mundo gremial, que tiene una dinámica regida por cuestiones propias. Hoy la lucha gremial está más democratizada que hace una década por dos motivos básicos: cuatro millones más de puestos de trabajo y por la celebración de cientos y miles de convenios colectivos de trabajo. El Sindicato de Camioneros logró, por el lugar que ocupa Moyano, escalas salariales altísimas y también pudo incorporar a muchos trabajadores que, en realidad, por el oficio que ejercen, no son choferes de camiones. Ese poderío no sólo se debe a la capacidad indiscutida de Moyano sino que también es un reflejo de lo que creció la actividad económica, especialmente granaria, y del desmantelamiento de las redes de trenes de carga.
La Presidenta, sobre todo desde Tecnópolis, puso especialmente énfasis en el desafío de la Argentina industrial. Para ello mejoró su acercamiento tanto a la Unión Industrial Argentina como a muchos empresarios. Entre ellos los de la industria automotriz y la metalúrgica, el caso más evidente es la relación fluida con el CEO de Techint, Paolo Rocca. Se trata de uno de los grupos empresariales que, pese a destrucción de la industria en los noventa, sacó ventajas increíbles y vergonzosas con el desguace del Estado. El caso Somisa es quizás el más destacado. Sin embargo, Cristina no les dio a estos grupos empresariales ninguna ventaja o concesión. En todo caso, hay expectativa –entre empresarios concentrados y entre quienes luchan por la profundización del modelo– sobre cuáles serán los proyectos de ley que se traten en los próximos meses y que van en la dirección de torcer la concentración de la economía.
Al respecto se plantea algo imprescindible de entender: la recuperación de puestos de trabajo en sindicatos como mecánicos (Smata) y metalúrgicos (UOM) permite avizorar que estos sindicatos pueden aspirar a jugar un rol de mayor peso y por qué no a tener la secretaría general de la CGT. No faltan quienes sostienen que Moyano tiene una historia y un peso propios mucho mayor que Ricardo Pignanelli (Smata) o Antonio Caló (UOM). Quizás otro de los grandes desafíos del sindicalimo en esta etapa sea el de no pensar en términos del peso de quienes están en la cúpula sino en el juego colectivo de las organizaciones de los trabajadores. Y también en cuáles son los márgenes de las tensiones y conflictos convenientes para lograr que la distribución del ingreso sea cada vez más a favor de los asalariados y los desposeídos.
Publicado en :
http://sur.infonews.com/notas/ganancia-cero
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