De la crisis del Consenso Thatcher-Reagan a la profundización del rumbo nacional
Publicado en “Tiempo Argentino” el 17 de Diciembre de 2011
Por Federico Bernal
Se plantea la consabida inferencia, aunque nunca tan crucial y oportuna: no hay peor enemigo para la conservación del Consenso Thatcher-Reagan que el nivel de conciencia y organización de los trabajadores.
Cada tanto, aunque casi siempre coincidiendo con sus peores momentos, los “presuntos civilizados” tienden a autoinfligirse grandes trompazos. En esta oportunidad y con la inestimable objetividad de la fuente utilizada, una nueva palada para el entierro definitivo del neoliberalismo planetario. Según el último informe publicado por el Departamento de Empleo, Asuntos Sociales y Laborales de la OCDE, An Overview of Growing Income Inequalities in OECD Countries: Main Findings, “durante las tres décadas con anterioridad a la crisis económica internacional, tanto la inequidad social como la desigual distribución del ingreso se han visto agudizadas en la gran mayoría de los países miembros de la OCDE. Dicho comportamiento ha ocurrido a pesar de haberse verificado sostenidos períodos de crecimiento laboral y económicos.” Del mismo informe se desprende también que los países con la mayor concentración de la riqueza en manos de los más ricos son Estados Unidos y el Reino Unido, mientras que el único país de la Unión Europea (UE) que ha disminuido su desigualdad en el ingreso entre 1985 y 2008 ha sido nada más y nada menos que… ¡Grecia! En otras y pocas palabras, la OCDE ha declarado el fin de la teoría del derrame; ha firmado el acta de defunción del Consenso Thatcher-Reagan, consenso que, como hemos analizado en la columna del domingo pasado, sucumbirá sólo si el plan anglosajón de rescate de la gran corporación financiera y especuladora fracasa. No obstante, el mejor aporte del informe aludido no viene dado por los hallazgos en el nivel de desigualdad social de los “presuntos civilizados”, sino más bien por cómo este informe complementa otro informe, uno sobre el estado del sindicalismo en el Primer Mundo. Pensar con cabeza propia, nos enseñó Don Arturo. Revertir la colonización cultural, creando las condiciones para una genuina revolución intelectual, el más oportuno legado del maestro Blas Alberti. ¿Qué sucede cuando aplicamos los fríos parámetros y estadísticas de los informes citados a la resolución de la cuestión nacional en la Argentina y la obligada profundización del modelo vigente?
DESIGUALDAD GALOPANTE.
En los países miembros de la OCDE, el promedio del ingreso del 10% más rico de la población es nueve veces mayor al 10% más pobre (radio 9:1). El promedio OCDE de desigualdad social es mucho mayor que el promedio para los países nórdicos, alcanza un radio de 10:1 para los casos europeos del Reino Unido e Italia, 14:1 para EE.UU., Turquía e Israel y 27:1 para México y Chile. El coeficiente Gini, parámetro estandarizado que mide la desigualdad en el ingreso (0 = igualdad plena; 1 = desigualdad plena), pasó del 0,29 como promedio OCDE a mediados de los ’80 a 0,316 en los últimos años. Semejante comportamiento (10%) se explica cuando 17 de los 22 miembros OCDE registraron un incremento neto de la desigualdad. Entre los que más sufrieron este flagelo: Finlandia, Alemania, Israel, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Suecia y Estados Unidos. Por su parte, Grecia y Turquía fueron los dos únicos países con leves retrocesos en el reparto desigual de la riqueza. La novedad, más allá de Grecia, es la siguiente: por primera vez en su historia los países nórdicos Finlandia, Dinamarca y Suecia no sólo registran tendencias desfavorables sino que se ubican entre las peores performances al computar los últimos diez años. El informe OCDE atribuye el incremento de la desigualdad en el ingreso de los hogares medios como una consecuencia directa de los cambios en la distribución de sueldos y salarios, los cuales representan el 75% de los ingresos totales de las capas medias y trabajadoras entre adultos económicamente activos. Con las únicas excepciones europeas de Francia y España, los sueldos del 10% de los trabajadores mejor pagos han registrado un aumento relativo en relación al 10% de los peor pagos. El informe no lo dice, pero no resulta ninguna coincidencia que tales resultados se verifiquen justamente en los países con la mayor tradición de sindicalización de Europa (Francia y España).
SINDICATOS: LA ÚNICA Y GRAN BARRERA CONTRA EL CONSENSO THATCHER-REAGAN.
Ahora crucemos la información anterior con la suministrada por la Comisión Europea de Empleo, Inclusión y Asuntos Sociales. Conforme una notable investigación publicada meses atrás (relevamiento sobre 34 naciones industrializadas entre 1960 y 2007), el grado de sindicalización cayó en la inmensa mayoría de las economías más avanzadas. Si bien ya hemos analizado en columnas anteriores la declinación del nivel de sindicalización en EE UU y su impacto en el avance y triunfo conservador en aquel país, los datos específicos sobre Europa permiten concluir que los países con los mejores niveles de igualdad en el ingreso, o bien, los países que mejor pudieron combatir o retrasar el ensanchamiento de la brecha social en estos últimos años hayan sido países fuertemente identificados con el sostenimiento del Estado de Bienestar. Entre los ejemplos que brinda el informe: Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia. En todos los casos y a diferencia de las economías de libre mercado, las naciones nórdicas verificaron pequeñas disminuciones en el grado de sindicalización. En la vereda de enfrente, la sindicalización en el Reino Unido cayó un 23,3% y en EE UU un 10,7%, entre 1980 y 2007. ¿Y el comportamiento entre los países más ajustados de la UE? En Portugal, un 34,3%; Irlanda 28,6%, Italia 16,1%, Grecia 15% y España 3,7%.
LA INSÓLITA PROPUESTA DE LA OCDE Y LA ‘SINTONÍA FINA’ DEL MODELO ARGENTINO.
El sistema capitalista bajo la fase de la híper desregulación de mercado y la guerra contra las clases medias y trabajadoras iniciada con el ascenso de Thatcher y la política monetaria de Reagan padece su peor crisis desde 1979. Mientras la FED auxilia al Banco Central Europeo, el país más igualitario de la Unión Europea –Grecia– sufre el boicot de la gran banca germana con una sangría mensual promedio del orden de los 4000 millones de euros y nuevas presiones de ajuste social (150 mil nuevos despidos antes de 2015). En el medio del caos, la OCDE prueba con números y parámetros el fracaso de la teoría del derrame e, inversamente a lo realizado por este autor, los técnicos del terrorismo financiero y especulador cruzan esos resultados con los datos de empleo y sindicalización de la vapuleada Europa. La consabida inferencia, aunque nunca tan crucial y oportuna: no hay peor enemigo para la conservación del Consenso Thatcher-Reagan que el nivel de conciencia y organización de los trabajadores. Y para cerrar, una perlita. El informe de la OCDE termina sugiriendo, no sin sutileza, que las economías desarrolladas deben ponerse a trabajar en un plan impositivo para reducir la brecha del ingreso entre los más ricos y los más pobres. En otros términos, una redistribución del ingreso a favor de las grandes mayorías pero sin modificar quién se adueña ni cómo se genera la riqueza nacional. Y aquí la cuestión medular a la Argentina del Bicentenario. Seguir reduciendo la brecha social por vía de la redistribución del ingreso queda chico al éxito del programa histórico nacional y popular en este nuevo mandato. La etapa redistributiva del ingreso, si bien aún no exprimida al máximo, deberá dejar pronto su lugar para pasar a políticas que promuevan la redistribución de la riqueza, esto es, la nacionalización de la riqueza y de los resortes económicos del país. La diferencia, fina pero estratégica, resitúa la cuestión nacional al nivel de las rentas estratégicas y del bicentenario enfrentamiento entre oligarquía y pueblo (y no entre burguesía y proletariado), con el movimiento obrero y trabajador en calidad de columna vertebral del cambio revolucionario. No otra contradicción subyace en el enfrentamiento social del Primer Mundo.
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